Apenas acabo de
escribir el título y ya descubro que está en uso. Una novela, de Luis Martín
Santos, y una película, de Vicente Aranda. Ni he leído la primera, ni he visto
la segunda. Y sin embargo, intuyo que no anda muy lejano el argumento de estos
tiempos de ahora.
Sin embargo, el
verdadero motivo de ponerlo es la ausencia de notas que destaquen en una
partitura que más parece salmodia que motete.
El tiempo pasa
convertido en rutina. Las palabras se articulan carentes de significado.
Es silencio que
oprime a un tiempo que agoniza.
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