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Cada momento tiene su después



lo peor del eco
es que dice las mismas
barbaridades

Así se expresa Benedetti y lo justifica:
“Encerrar en 17 sílabas (y además, con escisiones predeterminadas), una sensación, una duda, una opinión, un sentimiento, un paisaje, y hasta una breve anécdota, empezó siendo un juego. Pero de a poco uno va captando las nuevas posibilidades de la vieja estructura. Así la dificultad formal pasa a ser un aliciente y la brevedad una provocativa forma de síntesis”.
Anoche apenas pude introducirme en su Rincón de Haikus (Editorial Sudamericana, Buenos Aires) que acababa de bajarme de Internet. Gumi tuvo desazón y no paraba de lamerse la barriga. Tal vez le hicieron mal efecto las pastillas contra los parásitos intestinales que periódicamente debe ingerir.
En lo poco que pude centrarme, percibí que esa estructura 5-7-5 obliga a condensar la idea y a comprimir la expresión, teniendo muy claro el concepto y eligiendo los términos justos. O sea, exactamente lo contrario de como lo hago yo.
Esta mañana de sábado, con solo el canto de los pájaros del jardín en directo y los Traveling Wilburys en diferido, querría centrarme en una sola idea y utilizar las palabras exactas. ¿Seré capaz?
el roce suave
del aire arranca un
dulce ay al cedro
Afortunadamente Gumi disfruta ahora relajado, junto a Berto, de un sol clemente. Y se repone poco a poco. Yo tardaré algo más en superar una noche en movimiento.

El sur que no perdió el norte
Paz Altés, la pregonera; Benedetti, de versificador; y La Cañada, en fiestas




Quería estar y no perdérmelo, aunque no lo tenía fácil. Habían adelantado la fecha, porque el salón municipal del centro cívico no estaba disponible el viernes y tenía que ser en jueves. Si no viniera nadie al despacho, pensaba yo, cierro la puerta y me escapo.
Pero no fui nada previsor y no tenía nada preparado.  Así que, en cuanto puse la máquina en posición, advertí mi fallo: no tenía casi espacio en la memoria ni carga en la batería. Con todo, confié en que Paz no se alargara demasiado y pudiera cogerlo todo.
Paz Altés ha sido la pregonera de las fiestas de La Cañada, y lo ha bordado; en tanto que yo la he pifiado.
Aquí os dejo casi íntegra su intervención.
Y aquí, además, el texto completo del pregón, cedido a tiempo, antes de que sonara la campana, para ser publicado “urbi et orbe”, a todo el mundo mundial:
Querida Domi, concejala de Atención y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Valladolid; presidenta y miembros de la directiva de la Asociación de Vecinos “Poeta José Zorrilla”; vecinos y vecinas de La Cañada y de todo este entrañable "sur" de Valladolid; amigas y amigos, muy buenas tardes.
…Supongo que da igual lo que diga, porque, de cualquier forma, parecerá que es falsa modestia… Pero quienes de vosotros me conocéis un poco más, a lo mejor sí intuís que lo que voy a decir es cierto: A mí lo que se me da bien es "otra cosa"; de lo que yo sé es de otras cosas; lo de hablar en público no es lo mío y me encuentro bastante fuera de lugar… Sin embargo, de lo que no quiero que nadie tenga la más mínima duda es de que, para mí, es un verdadero honor ocupar este estrado y poner voz y sentimiento al acto de pregonar y anunciar que, desde este momento, el auténtico “fondo sur” de nuestra ciudad, el que constituimos los vecindarios de La Cañada y barrios adyacentes, se levanta, ese “fondo sur”, no en armas, sino en fiestas, y lo hace para celebrar, precisamente, la alegría de la vecindad.
No se si os ocurrirá a vosotros, pero yo, a medida que voy haciéndome mayor, creo menos en las casualidades. Así que, partiendo de la base de que vuestra invitación no ha sido casual y ha surgido del cariño, tendréis que permitirme que dé por buenas algunas otras cosas. Como que no fuera “casual” que, hace ya 14 años, mi familia y yo nos trasladáramos a Santa Ana; ni que, mi hija y mi nieta hayan llegado a ser, con el tiempo, vecinas de Las Villas; o que, también con el tiempo, confiéis en mí para guiar vuestros paseos culturales por la ciudad; o para ser vuestro interlocutor frente al Ayuntamiento para seguir peleando por ese proyecto que nos traemos entre manos y que, cuando lo logremos, convertirá La Cañada en una ruta urbana desde la que rendir homenaje y poner en valor el pasado trashumante de la zona…
Y todo eso, por no mencionar el hecho de que entre mis responsabilidades laborales como funcionaria del Ayuntamiento de Valladolid, se encuentre, desde hace siete años, la coordinación de la Casa de Zorrilla, cuando –¡¿otra casualidad?!– la asociación de vecinos de la zona lleva precisamente el nombre de nuestro gran poeta, a pesar de que ni su lugar de nacimiento ni el resto de su biografía guarde una relación específica o concreta con estos pagos…
Lo digo con convicción. A estas alturas de “mi” película, estoy segura de que mi sitio esta aquí, entre vosotros, por algún motivo. De hecho son muchos los sentidos que le otorgo, si pienso en lo que mi vida es ahora…
Que no siempre fue así, todo hay que decirlo. En casa de mis padres, que vivían en la calle Pedro Niño, frente a la iglesia de San Lorenzo, nunca hubo coche. Ni mi madre ni mi padre condujeron jamás (afortunadamente… ). Mis abuelos paternos tenían su casa en la carretera de las Arcas Reales y eso es lo más al sur de Valladolid donde yo llegué durante años, a excepción de la visita a “las ferias”, cada septiembre, cuando éstas aún se instalaban en La Cañada. Cuando terminé los estudios en la universidad, oposité al Archivo Municipal y obtuve la plaza en el año 1990; y ahí comenzó mi particular historia de amor con Valladolid, que, poco a poco, se ha convertido en el centro de mi actividad profesional y en uno de mis principales temas de interés, si no el que más.
El trabajo en el Archivo Municipal, primero, y en el Centro de Publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid, después; me ha mantenido siempre muy cerca de los lugares, de las personas y de los libros en los que se genera y a través de los que se transmite el conocimiento de tema local. Durante casi 25 años, he tenido la gran suerte de pasar miles de horas, asistiendo el trabajo de los investigadores, los historiadores y los demás estudiosos de nuestra ciudad; y eso lleva años fascinándome… y que me ha calado hasta los huesos. Por eso, cuando puedo contaros algo que sé al respecto y lo que recibo es atención, y lo que percibo es curiosidad y máximo interés, no podéis ni imaginaros la satisfacción que puedo llegar a sentir…
En menos de dos años, en marzo de 2016, si no estoy mal informada, la Asociación de Vecinos “Poeta José Zorrilla” cumplirá 40 años. 40 años de presencia formal en la acción vecinal vallisoletana. Habrá que celebrarlo por todo lo alto, sin miedo y sacudiéndose todos esos complejillos que a veces no nos dejar ver tres en un burro…
Esta comunidad vecinal ha sido, durante décadas -en todos los sentidos- “el sur” de una ciudad demasiado concentrada en, como suele decirse, “encontrase a sí misma” y “creerse su propia historia”. Y mientras todo esto ocurría en el resto de latitudes ciudadanas, aquí, en “el genuino sur de Valladolid”, se luchaba por la supervivencia, al tiempo que se iba construyendo una identidad y una personalidad muy especiales.
El barrio vive ahora una etapa de madurez, cuyas mieles os animo a disfrutar y paladear cuanto podáis. De hecho, yo ya os he conocido así: como titulares de una madurez colectiva serena y equilibrada que se ha alcanzado con el esfuerzo de todos. Tenemos la gran suerte de vivir en una zona de la ciudad en la que “historia” y “memoria” tienen aún la misma extensión; el mismo alcance; y quizás ése sea uno de los principales rasgos que nos caracterizan y, sobre todo, que nos permiten cultivar comunalmente (probablemente sin ser plenamente conscientes de ello), determinados valores o actitudes que hoy llaman poderosamente la atención, por… infrecuentes. Entre ellos: el culto a la tradición, el respeto a los mayores y la práctica solidaria perfectamente normalizada.
Quizás no os deis demasiada cuenta, o no le otorguéis toda la importancia que tiene. Pero ésa es la imagen que proyectáis al exterior, al resto de vallisoletanos. La imagen de un barrio cohesionado; que ha sabido mantener su personalidad originaria y conciliar su idiosincrasia con los cambios que ha ido imponiéndole el desarrollo urbanístico y los cambios sociológicos y demográficos. A menudo decimos que tal o tal zona “está irreconocible”… Pero eso, sin embargo, no ha sido y no es de aplicación a Las Villas, o a La Cañada… Aquí todo continúa siendo perfectamente “reconocible” a pesar de los cambios estructurales, las nuevas dotaciones, los nuevos servicios o los nuevos… “compañeros de viaje”. ¿Cuál es vuestro secreto? Y digo “vuestro”, porque yo poco he contribuido a ello, la verdad…
Para mí que ha sido, fundamentalmente, la magia de las personas. Porque si algo he aprendido a vuestro lado, durante estos últimos 14 años, es que en Las Villas y en La Cañada, la importancia de los nombres propios ha sido y continúa siendo decisiva. Y ahí radica la magia de este sur y, sobre todo, su fuerza.
Bravo por vuestros abuelos, por vuestros padres, por vuestras familias. Por ese querer y saber acoger e integrar entre vosotros a todos aquellos advenedizos que, como yo misma, hemos puesto en peligro vuestra tranquilidad y vuestros ritmos, trayendo con nosotros excesos importados de un centro urbano alocado y tantas veces inconsciente e insensato. Bravo por vuestra parroquia y bravo por vuestra Asociación de Vecinos “Poeta José Zorrilla”. Por vuestra lucha, vuestras victorias e incluso por vuestro “saber perder” cuando el guión de la historia axial lo ha requerido. Bravo, en definitiva, por haber conseguido que el sur no perdiera el norte…
Sí, creo que ese sería un título perfecto para vuestra historia: “EL SUR QUE NO PERDIÓ EL NORTE”… (¿quién sabe?, a lo mejor podían hacer incluso una película… ).
El poeta Mario Benedetti tiene un hermosísimo poema, que a mi me encanta y me emociona siempre, titulado El sur también existe, con cuyos últimos versos me gustaría despedirme, queriendo, con ello, dejar constancia de lo orgullosa y lo afortunada que me siento de pertenecer y “militar” en vuestro “equipo”, que, ahora, es también el mío; y de lo agradecida que os estoy al permitirme ser parte de lo vuestro, incorporarme a vuestras dinámicas, beneficiarme de vuestra obra y conocer, de vuestra mano, lo que el auténtico sur de mi ciudad encarna.
El poema de Benedetti dice así… ¡Va por vosotros!
Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventas navideñas
su culto de dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
el hambre disponible
recurre al fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohíbe
con su esperanza dura
el sur también existe

con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de Chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
con su gesta invasora
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe

con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena

Pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe.

Muchísimas gracias.
Feliz celebración. Feliz verano y, de corazón, ¡Larga vida a La Cañada! Y que todos nosotros lo veamos…

Primer día que desayuno con luz natural


Esta foto la cambio mañana mismo, cuando consiga salir del sueño y usar la digital
Así veo las cosas a las 08:41:58

Es el mejor momento del día, y es una auténtica gozada tener la cocina iluminada por la luz del día, que ya está amaneciendo.
No es que necesite focos para untar las tostadas, pero tampoco voy a jugar al hoyo al intentar mojarlas en el café con leche. Ver algo me es, si no totalmente necesario, al menos conveniente. Por eso me alegro tanto de poder haberlo hecho sin encender la luz.
Eso y el silencio, que a esas horas es otra gozada. Con el berrinche con el que me acosté anoche, parece mentira que haya despertado con tanta paz. Me ha salido redondo.
Así que aprovecho del blog de Lamet estas palabras de Mario Benedetti:
Qué espléndida laguna es el silencio
allá en la orilla una campana espera
pero nadie se anima a hundir un remo
en el espejo de las aguas quietas.

Y eso que aquí ni hay campanas, ni lagunas, ni barca que mover a remo. Sólo la mañana que se ofrece, y anuncia un sinfín de cosas buenas.

Te quiero



Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Mario Benedetti

Ya que Julia ha levantado la liebre, aquí está la gran Nacha Guevara, y su versión musicalizada de este poema.
–––––––––––
Lesula, nueva especie de primate descubierta en el corazón de Congo.

Ausencia





Desde muy de mañana ausencia me suena por doquier. El pinar, el barrio, la ciudad, el ambulatorio, mi patio y mi jardín están henchidos de ausencia. Nada hay tan presente hoy en mí como la ausencia.
Por la tarde, llena la pequeña iglesia parroquial, es la ausencia la que nos convoca. Y en medio de aquella muchedumbre afectada por la ausencia va y dice el Jesús de Nazaret, El Ausente, desde san Juan: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor». (16, 5-11)
Ante la ausencia, el silencio. O la lectura. Lectura reflexiva. Orante. Actuante. Transformante. Nunca anquilosante, jamás paralizante.


Ausencia

Liuba María Hevia (1964)

Hay ausencias
que son como el olvido
que empolvan madrugadas y semillas
que se fueron perdidas a esos mares
donde nunca podrán hallar la orilla.

Hay ausencias que rozan con el alba
mariposas celosas del espacio
austeras prisioneras de las flores
que te ponen su miel para los labios.

Ausencia remoto fantasma
que violas las puertas que cantas
que gritas al cielo esa voz
que has llevado contigo
que escribes tú la canción que falta
que siempre nos recuerdas la distancia.

Hay ausencias
gaviotas que te salvan
que desdeñan fronteras y estaciones
que rondan las paredes, las palabras
dibujando la fe con sus creyones.

Hay ausencias
que te hablan de un mañana
que se tornan de todos los colores
que te ponen el mundo en la ventana
y de esperanza llenas los balcones.



Ausencia

José Luis Borges (1899-1986)

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.



Ausencia de Dios

Mario Benedetti (1920-2009)

Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandará siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.



Ausencia

Miguel Hernández (1910-1942)

Ausencia en todo veo:
tus ojos la reflejan.
Ausencia en todo escucho:
tu voz a tiempo suena.
Ausencia en todo aspiro:
tu aliento huele a hierba.
Ausencia en todo toco:
tu cuerpo se despuebla.
Ausencia en todo pruebo
tu boca me destierra.
Ausencia en todo siento:
ausencia, ausencia, ausencia.


Ausencia


Lope de Vega (1562-1635)

Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.



Ausencia

Gabriela Mistral (1889-1957)

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!


¿Rendirse? ¡Nunca! ¡Antes muerto…!

 
¿Te rindes?, preguntaba uno a otro, teniéndole debajo de él contra el suelo y bien sujeto. La pregunta se repetía una y otra vez, chillando o susurrando, al oído o al aire, hasta que el aludido claudicaba y, según sufriera o no, también susurraba o gritaba: ¡Me rindo!
Así eran algunos de nuestros juegos de chiquillos. Ganar o perder, vencer o rendirse, derrotar o ceder. Aunque la mayoría de las veces no llegaba la sangre al río ni las lágrimas al pañuelo, el amor propio sí se resentía siquiera una miaja. Pero a la vuelta de la esquina volvíamos a las peleas y al juego de dominar o ser dominado.
Claro, esto era entre chicos, que hemos sido muy brutotes de pequeños; con las chicas no sé qué pasaría, aunque si hubiera ocurrido de modo semejante, tampoco habría pasado nada.
Conforme hemos ido creciendo, nuestras batallas se han mantenido bajo otra forma, quizás más sutil, pero igualmente agresiva. Los raspones ya no aparecen en la ropa o en las rodillas, pero se perciben en el alma. Y dejan más secuelas éstos que aquellos.
Así vamos trampeando por la vida, ganando o perdiendo, superando obstáculos o arrastrándonos bajo su peso.
Había también, y sigue habiéndolo, quien de ninguna manera cedía; sólo el cansancio de quien sometía terminaba la pelea antes de oír en ansiado ¡me rindo! Alguno conocí yo que antes habría preferido morirse o dejarse matar que reconocer su derrota. Ese tesón, esa gallardía, realmente no conducía a ninguna parte, salvo a dejar intacto el honor, el propio orgullo.
Acaba este año que más que año ha parecido década. ¡Qué largo ha sido! Ha destruido a más de uno. No termina bien, quiá, nada bien. Nuestra lucha contra él ha decretado nuestra derrota, él ha podido más que todos nosotros. Aplastados contra el suelo, totalmente inmovilizados, nos apremia una y otra vez ¡Ríndete! ¡Rendíos!
Como no tenemos nada que perder, tampoco que ganar, ya de perdidos… al río.
Gritad con todas vuestras ganas: ¡No me rindo! ¡No nos da la gana! ¡No puedes con todos nosotros!
El año que llega mañana no sabemos cómo será y qué nos deparará. Pero una cosa pienso yo: si nos encuentra derrotados, nos va a terminar de comer. Será mejor que le recibamos en otro plan, con un ánimo diferente; que nos encuentre como aquel chaval que ni por ésas se dejaba someter aunque no pudiera hacer nada por desprenderse del abrazo dominante: dispuestos a partirnos el pecho y la cara si fuera necesario.

No te rindas

Mario Benedetti

No te rindas, aun estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

No te rindas

Alex Ubago

Palabras para Julia

José Agustín Goytisolo
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
"Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, te rindas". Esta frase, atribuida a Sir Winston Leonard Spencer Churchill, bien puede ser nuestro convencimiento cuando demos la bienvenida al que está a punto de llegar, para que se vaya enterando de la fiesta y no se haga ilusiones con nosotros, pensando que somos pan comido.

¡Feliz año nuevo!

El sur también existe

Un bloguero que me visita y a quien también yo visito, comentarios por ambas partes incluidos, me ha recordado que el Sur también existe. Y es verdad.


No sé qué tiene el Sur que, siendo uno más de los muchos picos de la rosa de los vientos, con harta frecuencia es apenas recordado para hablar del viaje que tenemos proyectado; para citar las playas en las que doramos nuestra piel; para temer invasiones por mar, que por tierra y aire parece que no es posible; para enviar hacia allá cooperantes de la tierra y también excesos que nos sobran; para, en fin, que nos surta de café, cacao, té y otras sutilezas, que al fin y al cabo el móvil nos es imprescindible y el oro y los diamantes son buena inversión en estos tiempos revueltos. ¡Ah!, y también para tener allá las guerras que nos son tan necesarias y aquí cerquita no están bien, que son ruidosas y hacen feo.

El caso es que Saramago nos hacía mirar hacia allá. Pero ya antes otros y otras también lo hicieron. Ahí están, y no sé si ahora es importante citarlos.

A bote pronto, y sin pretender ser exhaustivo, doy nombres sin orden ni concierto: Vicente Ferrer, Ignacio Ellacuría, Francisco Javier, Nicolás Castellanos, Teresa de Calcuta, Llanos, Millán Santos, Ventura Rodríguez, Gustavo Gutiérrez, Jürgen Moltman, Juan Bautista Metz, Jon Sobrino, Michel, Eloy Arribas, Luther King, y otros cien mil más.

El Sur está abajo, bien abajo. Está allí, pero también está aquí. Está en todas partes, pero sólo se ve cuando estorba, o cuando lo necesitamos.

En mi falta de erudición, -Fernando que es verdad que de erudito nada-, me levanté bien de mañana con un título para esta entrada en la cabeza. Llego a la red, y descubro que ya tiene propietario lo que yo creí original.

Esto es “El sur también existe”, de Mario Benedetti

Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventanas navideñas
su culto a dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
el hambre disponible
recorre el fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras que el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohíbe
con su esperanza dura
el sur también existe

con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
son su gesta invasora
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe

con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe.


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