A la rica patata de rebusca




Como nos echaron del pinar, hemos estado mucho tiempo haciéndolo por otro camino menos guay, pero a mí no me ha importado. Con tal de salir al campo y oler, dónde sea y como sea. Así que mientras yo tiraba del ramal para seguir rastros, mi amo miraba cómo araban la parcela, como la sembraban, cómo tiraban herbicidas, cómo colocaban los tubos de riego, cómo arrancaba la lluvia de sopetón según pasábamos y nos mojaba, cómo las plantas iban creciendo y cómo iban languideciendo avisando que ya el fruto iba rematándose en sazón. Luego llegó una cuadrilla y recogió todo aquello que había desenterrado una máquina infernal que metía un ruido…
Moli rebuscaba y masticaba. Y yo no me atreví, al principio, ni mi amo me animó; así que esperé a ver.
Vinieron muchos, y se llevaban en bolsas, cajas y sacos unas como bolas oscuras, algunas grandes, la mayoría pequeñas.
Cuando ya nadie nos molestó, mi amo empezó también a coger bolitas, pequeñas como gallaritas. Un día media bolsa, otro día tres cuartos, y otro la bolsa entera. De este modo llenó muchas cajas.
Un día algo hizo con ellas, y a mí me llegó un olor… Claro, me dio a probar. Y me gustó. “Son patatas asadas, Gumi, entérate de lo que vale un peine”. “¿Peine?”, dije. Y me quedé como estaba, pero con la patata que comí me relamí. Luego ya sólo me daba las peladuras, el muy tuno.
Ayer se acabaron las patatas. Las pobres estaban arrugadas, y llenitas de brotes. Mi amo para eso es muy paciente, y yo le acompaño pero sólo miro. Así nos hemos pasado un buen rato, yo curioseando y él limpiando, pelando y callando.
Y él, rompió su silencio, y también el mío, diciéndome: “Gumi, a patata regalada no la mires el aspecto”. Y me quedé como estaba. ¿Me estaré repitiendo?
Eso es todo lo que hice ayer por la mañana. Bueno, casi todo. Esta vez me tocó patata guisada. Estaba de rica…

¿Día de la paz?

 

El amanecer no ha podido ser más oscuro y frío. Siete bajo cero y todo nubes en el cielo. Pero allá, cerca de las nueve, el sol va y dice ¡aquí estoy! Y salió.
Y empezó la luz a dominar, rasgando las entretelas siderales; algo de calor nos fue llegando, poco la verdad; suficiente, sin embargo, para hacernos esperar que hoy también sea una hermosa jornada, en la que nada se dispute ni combata, ni en buena ni en mala lid, sólo y apenas se diga “sea la paz”, “hagamos la paz”, “vayamos en paz”.
No es un deseo mojigato, no es una ingenua pretensión, no se trata de pedir la paz de los cementerios, ni de los silenciados, ni de los domesticados.
Que sea la paz de los convencidos de que Otro Mundo Es Posible.
“A las armas, que ya es hora de pasearnos a cuerpo, y mostrar que pues vivimos anunciamos algo nuevo…”
Esta ñoña cancioncilla sirva también para ilustrar que poco importan los principios, si al final alcanzamos lo importante.

No son un rebaño, no. Sólo son un hato



Dice el diccionario de la RAE que rebaño es “hato grande de ganado, especialmente del lanar”, dando por supuesto que “hato” es una porción de ganado mayor o menor.
Bueno, también dice que una congregación de los fieles respecto de sus pastores espirituales, o el conjunto de personas que se mueven gregariamente o se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, etc., son rebaño. Pero de esto ahora no quiero hablar, aunque tenga una opinión hecha y fundada. Y discrepante. Al menos, en parte.
Maripili y Maripuri pertenecen al colectivo que denominamos ganado lanar y a tenor de lo que expresa la RAE constituyen un hato, que al ser tan pequeño no merece la denominación de rebaño.
Llegaron porque alguien las trajo, y crecieron porque comieron cuanto les vino en gana. No hizo nunca falta pastor para ellas, fueron libres para ir o venir dentro de unos límites adecuados y suficientes, y pacieron o sestearon cuando y cuanto les plugo; de modo que si fuera el caso tampoco les corresponderían las otras acepciones que el diccionario oficial refiere a rebaño. Pero que nadie me discuta lo que mis ojos están viendo: Maripuri y Maripili son ovejas.
Maripili y Maripuri, Maripuri y Maripili, pero ni idea quién es una y quién la otra. Siempre juntas, eternamente iguales, ya las he puesto aquí y nadie ha sabido decirme cómo distinguirlas.
El caso es que Maripili, o tal vez Maripuri, parió estas navidades dos preciosos animales. Aquí están, y no me preguntéis sin son lechazo y/o lechaza, porque no tuve oportunidad de echar un ojo. Sólo pude atizarles con la digital, y gracias. Maripuri, o quizás Maripili, se me encaró muy seria y no quise esperar al siguiente gesto, por si acaso.
Mientras tanto Maripuri, ¿o sería Maripili?, mataba su tiempo con este carnerito, cuyo nombre desconozco, y que también llegó algún día porque alguien lo trajo. Y no debieron perderlo, me refiero al tiempo, porque hace unos días también ha parido.
Acaban de decirme que Maripili, o Maripuri, la mamá de los dos corderitos, ha muerto. Descanse en paz.
Ahora Maripuri, o Maripili, sea quien sea la que queda viva, tendrá que hacerse cargo de tres criaturas, tres, y ayudarlas a ser alguien en la vida.
Suerte, vista y al carnero, seas Maripili, seas Maripuri.
Y otra cosa, ahora para el conjunto: multiplicaos, pero con moderación; evitad con todas vuestras fuerzas que os tengan que asignar un pastor, y paséis entonces a ser un rebaño de verdad. Sería vuestra ruina.



Este relato, enteramente verídico, está también dedicado al doctor que ahora descansa en casita porque ya pasó el terrorífico examen que le va a permitir ejercer de por vida la actividad que más quiere: la medicina.
¿Cómo dices? ¿Que si ha aprobado? Sí, pero él aún no lo sabe.

¿Tendrá remedio, doctor?

 
 
Esta entrada, enteramente original, está dedicada al doctor que acaba de salir del examen que le sitúa en el camino de ejercer de por vida la actividad que más quiere: la medicina.

Porque aprobar, ha aprobado, seguro, y con nota.

¿Rebelde? ¿Ególatra? ¿Atormentado? ¿Autodestructor? Seductor

 

Gigante, fue una de aquellas pelis que marcaron mi pubertad/juventud. Esta y también Rebelde sin causa y Al este del Edén. Hubo otras muchas que ahora no vienen al caso, porque hoy mi tema es James Dean. Sí, anoche vi Gigante por 7CyL. La empecé con desgana, porque era una copia vieja y se oía mal; pero luego me fue ganando el interés, y me la tragué entera.
En absoluto pretendo añadir algo sobre este actor, cuya personalidad está tan descrita y estudiada, tan universalmente aceptada como un diamante desaprovechado para la industria del cine, aunque gloriosa, que con sólo tres títulos ha quedado eternizado, porque ¡quién soy yo, pobre de mí!
Pero sí puedo decir de lo que me ha supuesto volverlo a ver, tras… pongamos ¿cuarenta y cinco años?
Un fiasco.
Y una ocurrencia: me salté la evidente confrontación de Jett Rink (Jame Dean) con Jordan 'Bick' Benedict Jr. (Rock Udson) y me obsesioné por compararle con Angel Obregón II (John Garcia como niño y Sal Mineo como joven), y me salía este último mucho mejor, donde va a parar. El niñito (moreno mejicano, por cierto) salvado milagrosamente por la atención maternal de Leslie Benedict (Elizabeth Taylor) sabe aprovechar sus oportunidades mucho mejor que el agraciado jovenzuelo (blanco, por supuesto) de rebeldía consentida. Claro que este personajillo pasa casi desapercibido. ¿O no?
Una vez más compruebo, sin dolor y sin pena, que cualquiera de mis viejos ídolos tiene los pies de barro, y que a todos ellos, hicieran o no trabajos duros o deporte de riesgo, les olían, les huelen, los sobacos.
Me acuerdo de Millán Santos, tan humano él, que, en cierta ocasión, y para hacerme caer del burro, me dijo, cogiéndome bien fuerte del brazo como para atemperar la dureza con que iba a hablarme, una frase sobre la mujer que ahora no me atrevo a repetir.
Me quedé auténticamente espantado.
No tenía razón. O, si la tenía, aquella frase irreproducible era igualmente aplicable al resto de los sexos.
Me fui anoche tarde a la cama, y desvelado. No obstante, he dormido de un tirón hasta que Moli dijo ¡ya está bien, ya te vale!

¿Metiéndome en un jardín?


La recientísima sentencia en el juicio con jurado popular por el tema de los trajes valencianos me ha dejado perplejo. No obstante, no la recurriré, que no va nada conmigo. Pero sí me da para opinar sobre eso de que unos simples legos en la materia tengan capacidad de decidir sobre algo tan sagrado en esta laica sociedad como es la justicia.
Que además de legos somos ignorantes una gran mayoría, no creo que haya ni que discutirlo.
Va un ejemplo. Esta tarde un papá riñe al funcionario que atiende el vestíbulo de la piscina por tratar de impedir que su hija rompa el artilugio recién estrenado que controla el acceso a vestuarios. Nos hemos modernizado y ahora disponemos de tarjeta electrónica, todo un avance técnico. El caso es que el papá de marras alegaba que su niña tenía todo el derecho del mundo a manipular el mecanismo, incluso estropearlo, porque para eso él ya paga en el colegio la actividad acuática en la que participa. El funcionario, pobre de él, no conseguía hacerle ver al papá en cuestión que pagar por nadar no significa tener derecho a destrozar las cosas.
Si el ejemplo no vale, paso a otras consideraciones.
Cuando se promulgó la ley del aborto, medio mundo se llevó las manos a la cabeza porque una de sus normas establecía que una persona mayor de 16 años podía abortar sin contar con la autorización paterna/materna. No sólo los eclesiásticos clamaron al cielo, también madres y padres elevaron sus protestas por pensar que se les estaba desproveyendo de un derecho. El derecho sobre su prole.
Ya he dicho aquí en repetidas ocasiones que no soy experto en nada, pero he estudiado de casi todo. Y hay al respective dos datos que recuerdo desde entonces: Una persona considerada menor en términos coloquiales, puede sin embargo contraer matrimonio o hacer testamento sin que tenga que contar con que sus padres den el consentimiento.
Concretamente:
1. El artículo 48 del código civil permite contraer matrimonio a partir de los 14 años, con dispensa del Juez de Primera Instancia, debiendo ser oídos el menor y sus padres o guardadores.
2. El artículo 663, por su parte, permite testar a los mayores de 14 de ambos sexos, siempre que estén en su cabal juicio.
Se alega que un menor de 18 años no puede votar. Y que por consiguiente mucho menos abortar. Yo ni entro ni salgo en lo del voto, que eso lo señala la Constitución. Pero el abortar o no corresponde a la más profunda intimidad de la persona, y tengo para mí que es cuando menos equiparable a los otros dos supuestos, el matrimonio y el testamento.
Servidor está en contra del aborto, pero si la sociedad lo reconoce como derecho, no puedo de ninguna manera negárselo a nadie, ni enjuiciar a quien lo pretenda ejercer.
Tengo entendido que ahora el partido que acaba de entrar en el gobierno va a modificar la ley, y creo que se equivoca. Pero como he dicho al principio, tal vez me esté metiendo en un jardín del que no sé si encontraría la puerta de salida.

Cómo romper con la rutina y no morir en el intento


Eso es lo primero que pienso cada día cuando me tiro de la cama, a ver qué nueva buena, o mala, me encuentro. Enseguida se me borra de la mente, nada más escuchar las noticias que la Ser me dispara desde el aparato. Y a partir de ahí ya todo es normalidad, la liturgia cotidiana de repetir los mismos gestos, por los mismos lugares, con las mismas “cosas vivas”, durante períodos de tiempo igualmente medidos, ajustados, sometidos.
Tan es así la cosa mía, que si por un casual la rutina se rompe y surge lo imprevisto, mi orden se desarma, y empiezo a olvidarme esto, descuido aquello o trastoco lo de más allá.
En mi mañana, más que programada, domesticada, había surgido sin embargo una novedad. Tenía que hacer algo, pero no sabía cómo. Una despedida.
Desde que me acosté anoche, pretendí ver la manera con los ojos cerrados y en el silencio de mi cama. Así me llegó el sueño. Así me sacó de él el dichoso aparatito con las noticias primerizas, que ya, antes de ser emitidas por las ondas, habían envejecido.
Así también desayuné. Paseé por el pinar. Volví a casa y me senté, dedos en el teclado. Así transcurrió el tiempo…
Fue muy cercano al mediodía cuando terminó el acto de parir, y justo a tiempo de salir pitando para una reunión planificada.
Alguien que ve acabar su vida, se despide de todos y se mete en casa a vivir sus últimos momentos consigo mismo y con los suyos; alguien que ha entrado en mi vida suavemente, y se ha mantenido en la discreta distancia de una buena vecindad; alguien con el que a diario he cruzado saludos y pequeños comentarios, aunque no pasaran de meros gestos de cordialidad; alguien del que sé mucho más por lo que me ha mostrado y yo he intuido, que por lo mucho que tantas personas me ha contado de él; alguien que tal vez un día congregue en torno a sí una muchedumbre ingente, ahora quiere para sí sólo y para los suyos un tiempo necesario para rematar la faena, y concluirla en paz.
A esa persona, esta mañana, le he escrito un mensaje y se lo he mandado, despidiéndome y rubricando con un ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Ha sido lo único reseñable en este día, por lo demás como cualquier otro día.

Asombrado estoy


Sí, de lo que leo, veo y escucho.
Anoche, caliente que estaba por varios motivos, colgué un correo que recibí a última hora, en el que me aclaraban la mala jugada que un periodista hizo a mi señor Arzobispo, Don Ricardo. Y no terminé de hacerlo y pensé que también pudo ser que mi señor Arzobispo, Don Ricardo, en un alarde de ingenuidad, se dejara cazar. Ahora pienso que muy bien pudieron ser las dos cosas, y que de ingenuidad propiamente sólo se trate de mi persona, y que el resto sea… otra cosa.
Vuelvo a leer las palabras literales del pastor y no veo por ninguna parte que diga nada con respecto a la persona de Doña Soraya Sáez de Santamaría, ni para bien, ni para mal. Tampoco se refiere a la persona del alcalde de la ciudad, Don Francisco Javier León de la Riva. Sólo dice que es posible que cambie la costumbre hasta ahora vigente de proponer a la persona que realice el pregón de Semana Santa en Valladolid, solicitando a la Junta de Cofradías el listado de personas designadas. Porque una cosa sí que tiene clara: que elegir al pregonero le corresponde al Alcalde.
1. Mal por el arzobispo que utilizó “off de record” ante medios periodísticos, queriendo pasarse de confiado. Lo que diga sabe perfectamente que no va a mantenerse en secreto, y que antes o después saldrá al aire. Si lo dijo, ¿quería que se supiera?
2. Mal por el periodista, que mantuvo la grabadora en “on”. Peor aún la tergiversación de las palabras emitidas. Y fatal la publicación oportunista e interesada de las mismas.
3. Bien por el alcalde, Don Francisco Javier, que ha estado en su puesto al descargar la posible carga de profundidad de la noticia, al disculpar al arzobispo y al expresarse en el sentido de que a él sólo le importa que la persona que haga el pregón sea capaz de dar a la Semana Santa vallisoletana el esplendor que se merece. Sólo elige a la primera persona de la lista que le ofrecen, sin mirar más.
4. Mal por la forma en que se realiza el pregón. En la catedral, ante el cabildo, el conjunto de autoridades ciudadanas, políticas y militares, en una mezcla de no sé muy bien qué, que no se corresponde con los tiempos que vivimos. O es un acto religioso, o es un acto civil, o es un acto de exaltación cultural, o es un anuncio publicitario, o es… Quizás el marco no sea el adecuado. ¿Por qué no se hace en la plaza pública, dejando la catedral para el sermón de las Siete Palabras?
5. Mal por la mayoría de los medios de comunicación a los que he podido acceder, que pretenden hacerle decir a Don Ricardo que Doña Soraya no es digna para hacer lo que le encargan. No lo ha dicho. Sinceramente, creo que tampoco lo piensa.
6. Y mal, finalmente, porque no hay año que no se de una controversia desagradable por razón de la persona designada para este cometido. Aún recuerdo el mal sabor de boca que tuve tras leer el pregón de Martín Garzo, porque, a pesar de ser una preciosidad de texto, tuvo las más airadas, gratuitas y descalificadoras críticas que jamás podía imaginar. Por cierto, lo tengo colgado en este blog, y puede leerse con sólo buscar la etiqueta Martín Garzo o pinchando aquí, que es mucho más cómodo y ¡tan fácil!
Y un apunte final, que no sé si sirve o no, pero que rige, vaya que rige. Se trata del Código de Derecho Canónico, que obliga en la Iglesia Católica, es decir, urbi et orbe. En el canon 1210 dice expresamente: En un lugar sagrado sólo puede admitirse aquello que favorece el ejercicio y el fomento del culto, de la piedad y de la religión, y se prohibe lo que no esté en consonancia con la santidad del lugar. Sin embargo, el Ordinario puede permitir, en casos concretos, otros usos, siempre que no sean contrarios a la santidad del lugar. Y como aquí caben interpretaciones, para no meternos en follones, lo mejor sería dejarlo como está, y buscar algún lugar, al aire libre como el Campo Grande, o a la abrigada como el Salón de Plenos del Ayuntamiento. Allí cabemos todos, y aquí sólo unos poquitos. El señor alcalde tiene la palabra. 

Rectificando también es gerundio


Y es lo que ahora mismo estoy haciendo, porque es de justicia. Así pues, afirmo que Hacienda no sólo no tiene nada en contra de Mac, sino que le atiende correctamente.
Me ha bastado una llamada telefónica y un correo electrónico para quedar absolutamente convencido.
Llamé al 901200345 y con una paciencia infinita desde el otro lado del hilo telefónico alguien me fue guiando pedagógicamente por mi ordenador hasta comprobar que era del todo imposible penetrar en la AET con un sistema obsoleto. Ya me había advertido previamente de que si no tenía el 10.6 ó superior sería complicado culminar el trámite. Y así fue.
Posteriormente recibí un correo con una explicación aún más detallada, que confirmó lo hablado.
Así pues, que conste que fui atendido a satisfacción.
Quien no lo ha hecho ha sido Appel. Me explico.
Desde que adquirí esta máquina y empecé a usarla, periódicamente me llegaban avisos de que había actualizaciones del sistema y/o de las aplicaciones con las que venía construido. Generalmente las aceptaba sin más. Hasta que aprendí un poco más y decidí que no todas me interesaban. De modo que antes de dar el OK miraba de qué se trataba, y decidía tras una pequeña evaluación. Así también me ha ocurrido con otras aplicaciones libres que he tomado de Internet.
Ni se me ha ocurrido caer en la cuenta de que el sistema no se actualizaba desde hace tiempo. Todo ha funcionado bien y he hecho las mismas cosas sin problema, no lo eché en falta. Pero Apple ha seguido actualizando el sistema y, al parecer, mejorando cosas con vistas a realizar una oferta más variada y apetitosa. Y Hacienda se ha acompasado a esas mejoras y ha ido modificando su portal para hacer el servicio adecuado.
Apple ha dejado de enviarme avisos de actualizaciones, y espera que entre en su Tienda Virtual a solicitar, y pagar, las herramientas remozadas que me permitan seguir haciendo lo que ya hacía antes con las viejas. Así pues, ya no puedo con el sistema Mac OS X 10.5.8 continuar rindiendo mis obligaciones para con el erario público, y debo pasarme al Mac OS X 10.6 Snow Leopard, a precio de coste y sin gastos de envío: 30€.
Si Apple tuviera hacia mí, y supongo que hacia el resto de usuarios de Mac, el respeto que me merezco como cliente fiel, debería haberme evitado tener que ampliar mi equipo porque no quiero hacer nada nuevo, y en todo caso, haberme avisado de que su herramienta, ahora en mis manos, ya no es tan útil si no se renueva.
Me tengo que actualizar, quiera o no quiera. Y en ésas estoy. Pero no es Hacienda quien me obliga, es Apple, que quiere seguir ganando pasta.
Y para que nadie se haga una idea equivocada figurándose que estoy cabreado, pongo este vídeo recién salidito del horno; calienta que da gusto.
Lo siento, no puedo. Es la última aportación de PlayingForChange, y aún no está disponible para el público. Pero es precioso. Se titula Don't Worry 2012 YouTube EBLAST

¿Todo vale?

 
Acabo de recibir este mensaje por correo y, aunque no soy partidario de airear lo que me envían personalmente, creo sin embargo que en este caso sí debo hacerlo en honor a la verdad y por respeto hacia mi Arzobispo, Don Ricardo Blázquez.

Estimados compañeros:
Ante el revuelo mediático causado por unas declaraciones de nuestro Arzobispo, creo importante que sepáis qué ha pasado:

D. Ricardo ha invitado a comer a los periodistas con motivo de la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas.

Como es habitual en la comida y, al final de la comida de manera más organizada, tiene un lugar un coloquio  con preguntas de los periodistas al Sr. Arzobispo. Sus declaraciones tienen el carácter de "OFF de record" es decir no son para hacerlas públicas. Es una practica habitual que facilita un dialogo distendido y poder hablar de muchas cosas

Entre otras cosas los periodistas se interesaron por el Pregón de Semana Santa, sobre todo, por la pregonera Dñª Soraya Sáez de Santamaría.

En concreto le preguntó un periodista.

¿Qué opinión le merece que Dñª Soraya Sáez de Santamaría, casada civilmente, sea la pregonera?
D. Ricardo contestó:

"Primero, yo no sabía cuál es la situación matrimonial de ella (Soraya Sáez de Santamaría).

Y segundo, esta forma de proceder en la designación del pregonero es una forma que vige desde hace 16 ó 17 años, ya en tiempo de D. José también y por supuesto en tiempo de D. Braulio.

Yo tengo que reconocer, por eso puedo hablar con mayor libertad (aquí D. Ricardo gestualmente da  a entender que estamos en un encuentro off de record) …, que siendo el pregón en la Catedral, comprendiendo también que no es una homilía ni un sermón ni es una predicación estrictamente dicha sino que es un género literario en que se une el aprecio y respeto por la Semana Santa también se unen elementos de historia de cultura de ciudad, etc., se puede tener una amplitud mayor.

Pero, siendo en la Catedral y estando presente el obispo… yo quiero ver previamente la terna.

Les confieso que no es una cuestión de rigorismo, no. Pero puede ser una situación que en algunos momentos nos ponga en un cierto brete y no es bueno, porque si se calla uno mal y si  habla uno mal.

Bien, esto es lo que yo diría en relación con esta cuestión. Pero repito yo no sabía la situación de…ni tampoco se había cambiado la praxis… pero… yo quiero, en ese sentido, cambiarla, sí. Que previamente el Obispo sea informado por parte de la Junta de Cofradías de qué personas se van a proponer.

Porque la elección la hace después el alcalde".


Roto el pacto de discreción el periodista de la agencia EFE lanza la noticia diciendo "El arzobispo de Valladolid cuestiona a Soraya ... como pregonera por estar casada por lo civil",  en una apreciación manifiestamente exagerada de lo planteado por D. Ricardo.

Lo demás quizá os ha llegado ya o lo veáis en la prensa de hoy.

Saludos
Luis

Vicario General

¿Qué tiene Hacienda contra Mac?


Debo realizar dos visitas al año a la AET. Una, común con el resto de los mortales que tienen ingresos, en este caso debido al trabajo. Se llama renta y hay que rendir cuentas de ello.
La otra es particular, como mi patio. Pero de tan extraordinaria que deben considerarla, cada vez que he de llevarla a cabo me entra repelús.
Se trata de la presentación del modelo 182, por el cual se informa a Hacienda de los donativos que se han recibido, con el fin de que los donantes puedan, si quieren, realizar la correspondiente reducción de su cuota. Me dan de plazo hasta el mes de enero del año siguiente, o sea antes de que termine el mes debo declarar lo de 2011.
Desde que me empezó a obligar, lo hice en papel, en un impreso que compraba y que luego entregaba. No tuve más problemas que los normales de quien transcribe algo y luego le pillan con errores. Generalmente se debía a inexactitudes en los DNI, bien en los números, bien en las letras. Me avisaban, iba, lo corregía, y resuelto.
Desde que ando por Internet puedo hacerlo telemáticamente. Que suena chachi. Y debería serlo también. Pero no. Resulta que yo tengo Mac, y Hacienda tiene preferencias por Windows. A éste le dan todas las facilidades y al otro se las niegan.
Así pues, cada enero me veo sudando la tinta china para dar con el asunto y acertar. Para ello he de leer mucha letra pequeña, demasiada explicación casi reservada para peritos en informática, probar suerte y tener que repetir la operación varias veces, hasta dar con la solución. Y he dado con ella en los años 2008, 2009, 2010 y 2011. Pero no lo estoy consiguiendo en el 2012.
Esta vez me ocurre que la pantalla se queda silenciosa, y dando vueltas una ruedecita mientras puede leerse este mensaje: “Cargando entorno… Espere, por favor”. Y he esperado. He esperado hasta desesperarme. Toda la mañana, y toda la tarde del domingo, además de la madrugada anterior, y no ha dado la máquina el siguiente paso.
He preguntado por la red. He hallado algunas ayudas y pocas respuestas. En un foro la cosa echaba chispas, porque a alguien le ha ocurrido lo mismo con el 230, y a otro con el 124. Un señor de letras, pero versado en su pecé, declara que ha tenido a ir con los papeles impresos, cansado de intentarlo a la través de la web. O sea, que el mundo mac se siente marginado por la aet.
Por último encontré una tutorial en la misma agencia, porque parece que algo sospechaba ya. Y en ella habla de la máquina Java, y de que hay que incluir unos archivos a través de Terminal, y limpiar luego la caché y volver a actualizar algo que debe estar en algún lugar que ellos saben.
Y pone dibujos y explicaciones, y tras mucho royo, y como dudando de que lo que enseñan sirva para algo, terminan con este último párrafo:
“Si tiene dificultades para realizar este procedimiento, le recomendamos que si dispone de un equipo con sistema operativo Windows intente la presentación desde ese PC. Si lo desea puede contactar con nuestro soporte telefónico para ayudarle con el procedimiento. No obstante, la incidencia será resuelta en breve”.
Voy a esperar a que despunte el día y utilizaré ese soporte telefónico que tan amablemente ofrecen para ver si pueden ayudarme con el procedimiento. Y espero y deseo que la incidencia que me aflige sea resuelta en breve. Pero nadie me podrá quitar de encima la sudadera que me entra cada vez que tengo que responder, a quien me pregunta qué sistema uso, que tengo un mac. Porque al otro lado del hilo telefónico oiré indefectiblemente un ¡ah, entonces, espere que le pongo con mi compañero!

¿Ilegal el mercadillo de Fuente Dorada?



¡Anda que si me pasé la infancia toda contraviniendo los derechos de la propiedad intelectual! Porque eso es lo que hice, ir a Cantarranas a cambiar tebeos y novelas leídos por tebeos y novelas sin leer. A pelo. Igual que cromos, de las más diversas colecciones. Y mi hermano, sellos.
¿De qué, si no, iba yo a poder haberme instruido en la vida de personajes de la talla de El Llanero Solitario, Superman, Capitán Trueno, El Jabato, Rompetechos, Zipi y Zape, y haber husmeado en los dimes y diretes del vecindario de la Rua del Percebe, por ejemplo? ¿Quién me enseñó, sino Pepe y Otilio, a meter mano en la electricidad, subirme a los tejados a buscar goteras, inventar en la cocina y armarlas como amancio?
Si en Internet ya no se pueden trocar cosas, al más viejo estilo mercantil de una economía de supervivencia que se precie, si hay que pagar en contante y sonante por cualquier cosa que ya exista y que alguien pueda reclamar como suya propia y de nadie más, servidor, por ejemplo, que ha nacido en hora tan tardía en la larga historia humana, ¿también habré de preguntar si el aire que respiro está ya registrado como exclusivo de alguien, con copiraig y todo lo demás?
O sea, para entenderme: Que si no soy capaz de alguna idea genial, nunca antes pensada, sólo me queda pagar… y callar.
Tengo que volver a leer Los grandes inventos del TBO del profesor Franz de Copenhague, y estudiármelos. Puede que no tenga otra que renunciar a hacer chapuzas, seguro que ya están registradas.
Sí, el mercadillo que ahora se hace en la Fuente Dorada puede ser el próximo objetivo del FBI.

Atravesando la niebla


Tengo que mirarme ese gusto que tengo por los gerundios. Pero ha ocurrido así, no había otra manera de llegar. Apenas dejamos el caserío a nuestra espalda la niebla se cebó sobre nosotros. Y todo el recorrido no pudo ser sino a través de la espesa niebla que ya desde anoche descendió sobre este territorio. Duro resulta soportarla durante tanto tiempo. ¿Tal vez un mes?
Al confort del habitáculo rodante, sin prisas pero sin pausa, y más en silencio que otra cosa, nos fuimos alejando de la gran ciudad; al principio en lenta caravana, en fila india para no rozarnos con la otra fila que venía; luego en solitario, pero puesta la mirada fijamente al frente, por si acaso. Y llegamos al desierto, donde el valle estaba desaparecido. Todo dominado por la espesa blancura, empezamos a caminar, más intuyendo que viendo, más recordando que siguiendo.
No era fría la mañana, eso al menos parecía. Quizás fuera el mucho abrigo que llevaba; quizás, las ganas de volver a pisar aquellos campos y disfrutar de la libertad de mis amigos que, puestas sus patas sobre el suelo, desaparecieron, se los tragó la nada. No volvimos a saber de ellos hasta que hartos de correr, volvieron hambrientos y cansados. ¿Cansados ellos? ¡Imposible!
Más solos que la una, hicimos el camino de ida y de vuelta oteando por qué rincón del horizonte pudieran aparecer. No había que alargar mucho la mirada para alcanzar el límite, sólo y apenas unos metros, entre la densidad opaca de la bruma.
Y puesto que el infinito estaba vetado, aproveché para fijarme en lo cercano. Sí, eso que suele pasar desapercibido cuando uno se pone en plan explorador y se cree capaz de comerse el mundo. En las distancias cortas los árboles, las ramas, las hojas y hasta las gotas pasan a ser el único escenario perceptible; el resto no interesa, es universo inabarcable. Fue una mañana de detalles.
Así fue como fue todo. Tardó mucho en vencer el sol. Cuando lo hubo conseguido, se desentrañó el misterio. No había tal. Era sólo niebla.
 
Una consideración final, como en los juicios de la cinco. Cuando me toca adentrarme en la niebla, me entran unas ganas de pegarla manotazos… Pero al pronto me acuerdo de mi muy querido Don Quijote pegándole mandobles al molino creyéndole gigante, y como que me corto, me amilano, y hasta me avergüenzo; y se me sube el pavo, y noto calor en los carrillos, y miro para un lado y para otro por si alguien me está mirando y se ríe. Bajo los brazos, meto las manos en los bolsillos y con la cabeza gacha sigo mi camino.

¡Qué cosa más curiosa!

 

Me regalaron una cuenta en ElPaís.com y como no me creía capaz de mantener dos blogs, decidí que uno fuera copia del otro. Así, pues, empecé a publicar en La Comunidad bajo el rótulo de “El país de las maravillas” lo que editaba en Blogger. Al principio todo fue bien, salvo el engorro de trabajar algo más, ya que no eran iguales los sistemas y el nuevo exigía un posterior formateo para que ambos tuvieran más o menos igual apariencia.
Tal vez en alguna entrada de “El país de las maravillas” amplié alguna cosa con respecto a “Mi pequeño mundo”, pero seguro que sería en relación con algún aspecto muy concreto del nuevo círculo en el que penetraba, y de escasa entidad, simples detalles. Así pues, editaba, copiaba y pegaba… y, si era preciso, retocaba.
Con el tiempo reduje el espacio y el tiempo, limitándome a colocar un enlace en cada post, poniendo sólo el título y el primer párrafo de las entradas, que remitía a “Mi pequeño mundo”. Hasta que me decidí a cortar, sin cortar. Es decir, un día publiqué en “El país de las maravillas” una despedida y dejé además la llave fija para ir a lo que siempre consideré mi casa, quien quisiera visitarme sólo tenía que pinchar. Y me fui. Y hasta me olvidé.
Al cabo de un cierto tiempo, no sabría precisar cuánto, se me ocurrió volver, por si había algún comentario o aviso de algún otro blog con el que estaba enlazado, o por simple curiosidad. Y no pude. Insistí. No había manera. Al final se me decía que el lugar no existía o que había sido borrado.
Fue antes de verano. Conecté con la dirección del lugar web y esperé. Pasado el tiempo estival me contestan que no consta nada de nada. Respondo y me vuelven a escribir. Preguntarán al equipo técnico, para que investiguen.
El seis de septiembre recibo este mensaje: “Lo lamentamos, pero los técnicos han estado revisando en las copias de los datos de registro guardados en nuestra base de datos y no hay rastro de su blog desde junio. ¿Cuándo publicó por última vez? ¿No habrá pedido en algún momento la cancelación de su cuenta en El País?”
Ya no insistí. Sólo lamentaba haber perdido fotos que coloqué allí, porque subirlas resultaba mucho menos engorroso que en Blogger.
Esta mañana, haciendo una comprobación rutinaria, doy con un lugar desconocido donde está, si no todo, parte de los materiales que almacenaba en aquellas bodegas. Es posible que no todo esté perdido, y que, tarde o temprano, logre recuperarlo.
Es caso es que, y esto es lo curioso, me encuentro con El proyecto Web N+1 y El Viajero, que tengo que enterarme bien de qué se trata, pero a primera vista parece ser una recopilación de relatos de viajes y datos relativos al turismo tomados de los periódicos y plataformas digitales del grupo PRISA, incluidos los blogs de sus usuarios. Y aquí es donde entro yo, mejor dicho donde me han metido. Iré a ver si doy conmigo, y si lo consigo, os lo cuento.

Volvemos al pinar


Antesdeayer fuimos para indagar si nuestro sendero pinariego existía o había sido barrido por las circunstancias. Mañana vamos para recorrerlo.
Lo dejamos por orden de la autoridad competente, que nos avisó que no estaba bien que los chuchos asustaran a la ciudadanía, especialmente cuando se encontraba ésta en pleno esfuerzo corporal para rebajar la grasa acumulada. Además estaba el asunto del vecindario natural de tal paraje, constituido por conejos, palomas torcaces y de las otras, raposos, ratones, liebres, culebras bastardas, avecillas de complicada clasificación, y por supuesto los dichosos ungulados, -gamos, ciervos o simples cabras monteses-, que se habían introducido por la dirección del parque para que vivieran en paz y se reprodujeran libremente. Un pedazo de bicho de doscientos quilogramos de masa muscular podía sufrir de estrés si se enfrenta a la Moli; no digamos nada si quien le ataca es el Gumi, entonces podría directamente infartar del corazón. Esa fue la temática de la amable conversación con el guarda recién llegado desde las fronteras de esta autonomía.
Así pues, cambiamos la rutina y volvimos a la ruta antigua del camino del Pesquerón, que discurre entre fincas que ya no se cultivan porque duermen el sueño de esta crisis del ladrillo. ¡Ay, el día que despierten!
La noticia de que el sendero que abrimos entre pinos, retama, encinas y jaras pringosas se había cerrado nos alarmó. El pinar es muy suyo y termina por volver aunque se le eche con cemento. Un senderillo que no se pisa, desaparece.
Temiéndonos lo peor, aprovechando la nevada del otro día, nos fuimos a comprobar qué pasaba. Y pudimos convencernos de que no sólo no había desaparecido, sino que estaba en perfectas condiciones de uso. Del hecho he dado cumplida información fotográfica, nieve incluida.
Esta tarde, comentando los dineros de la Junta, me acabo de enterar de que ya no hay dinero ni para tonner. Y me he dicho, ¿tonner? Si no funcionan las impresoras, no pueden emitir multas. Y si no hay multa, tampoco hay sanción. Por otra parte, tengo para mí que con nosotros ha habido un pequeño malentendido. Ya lo contó Tony de Mello en su libro “La oración de la rana” (Sal Terrae 1988, pág. 169), y no digo que lo hiciera pensando en nosotros; ocurre muchas veces que las apariencias confunden, y lo que parece una cosa, resulta otra muy diferente. Aquel señor guarda era nuevo por estas tierras, y nos consideró posiblemente unos furtivos desaprensivos. Sí, esto tuvo que ser; pobre hombre.
«Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus canosos cabellos al viento y sus vestidos sucios y harapientos, que decía algo entre dientes mientras recogía cosas del suelo y las introducía en una bolsa.
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana. Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.
Muchas semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies».
Está decidido: mañana volveremos al pinar, y nos embriagaremos con los aromas que tanto nos gustan, y Moli, Berto y Gumi regresarán a casa oliendo a campo, no a gasolina quemada.

¡Qué frío me ha entrado de repente!

 
reuters

Compruebo, apenas iniciado el día, que lo que tiene que ocurrir termina sucediendo. Con las cosas malas ocurre como con la venganza, que llegan cuando todo se ha enfriado y ya ni te acuerdas de a qué venía esto, o por qué se dijo aquello. Cuando te sobrevienen, te pillan en pelotas.
Ojeo la prensa mientras tomo mi café de la mañana y me sobresalto con la noticia de que a Garzón por fin le juzgan. Es definitivo, y de nada ha valido tanto guirigay en plan protesta. La ley es lenta, sed lex, al fin y al cabo.
Me palpo la ropa y reviso en este blog y descubro que también yo lo tenía dormido. Tanto que mi primer artículo sobre Garzón ha perdido una parte que yo elaboré con detenimiento; no sé cuándo ni cómo se borró o lo borraron; el paso del tiempo, va para tres años, es demoledor. Me apresto a recomponerlo como puedo, haciendo memoria de lo que entonces quise, y apenas lo consigo.
Descubro, con pesar, que hay quien nunca olvida, y trabaja en silencio mientras otros holgamos o nos perdemos en quisicosas sin sustancia, o nos volcamos en aquello que, humanos al fin y al cabo, nos importa más porque nos afecta más de cerca.
¿Garzón? ¿Quién dices? ¡Ah, sí, aquel juez que levantó liebres caballunas, y felpudos que ocultaban tanta mierda, y puso luz en las conciencias y “engallardó” ánimos pusilánimes y sometidos…
Por fin le juzgan. Acaba de entrar en la sala. Empieza la representación.
¿Quién me quitará esta sensación que tengo de que esta vez en la presidencia no está la dama ciega de la espada y la balanza?
El arzobispo de Constantinopla se quiere desarzobispoconstantinopolizar. El desarzobispoconstantinopolizador que lo desarzobispoconstantinopolice, buen desarzobispoconstantinopolizador será.

¡A mí como si nieva!


Casi veinte meses han transcurrido desde que dejamos de pisar este sendero que abrimos entre los pinos hace ya más de diez años. Corre paralelo a la trocha forestal que hace de cortafuegos. Nos avisaron que estaba borrado del mapa por falta de uso, y volvimos para comprobarlo. Quiso la naturaleza y la casualidad que coincidiera con la llegada de la primera nieve de 2012, y los cinco disfrutamos tanto con el paseíllo que se alargó hasta bien entrado el día. Estas fotos no hacen justicia, ni por calidad ni por oportunidad, pero sirven para dar fe del acontecimiento.
Lo dejamos igual de silencioso y solitario que lo encontramos. A la luminosidad natural del día tal vez algo le añadimos con nuestra presencia, una pizca siquiera de alegría. Moli no desapareció del todo, pero casi. Berto no dejó pino sin probar. Y Gumi venteó el aire perfumado como un auténtico poseso. No vimos guarda forestal alguno. Tal vez no nos esperaba. Puede que tampoco le inquietáramos. Al fin y al cabo somos gente pacífica y no nos gusta gritar. Tampoco pisamos las flores, y la hierba tras nuestro paso vuelve a su posición, y continúa fresca y lozana. En cuanto a los animalitos… no tuvimos ocasión, ni buenos días nos dijeron.

No es para tanto


Me refiero al frío que anunciaron, no es tanto como dijeron. Incluso yo diría que hoy ha hecho mejor que ayer. ¿Mañana hará mejor que hoy?
Silencio terminé solicitando anoche, cuando cerré el ordenador. Espacio que permita pensar, sin agobio, sin ruido que perturbe, sin voces que confundan, sin expresiones que molesten, incluso hieran.
No sé si se hizo silencio; puedo asegurar que yo al menos he pasado este día como si se hubiera hecho a mi alrededor. Y actividad no me ha faltado, lo puedo asegurar; incluida, al final de la tarde, una visita lenta al hospital a ver feligreses enfermos de diversa consideración.
Callado no he estado, también lo aseguro, pero no ha sido obstáculo para que estuviera rumiando durante todo el día una noticia que me sorprendió en la mañana: José Luis Martín Vigil falleció el pasado mes de febrero. Casi un año, y demasiado silencio.
Martín Vigil fue un escritor especialista en novelas de temática juvenil. Leí de él “La vida sale al encuentro”, quizás la que le dio mayor notoriedad, y alguna más que ahora no recuerdo. Con toda seguridad también pasaron por mis manos “Una chabola en Bilbao” y “Los curas comunistas”, pero no sabría precisar cuándo. ¿Llegué a leer "Sexta galería"?
No le seguí, porque mis intereses y gustos fueron por otros derroteros. Maxence Van Der Meersch y su "Cuerpos y Almas". Mika Waltari y “Sinué el egipcio”. Gilbert Cesbron y "Perros perdidos sin collar". Y otros autores y obras que los directores espirituales de por entonces recomendaban a quienes no tenían otra manera de orientar en aquella procelosa edad en que nos encontrábamos sus dirigidos.
Y hasta me olvidé. Ha tenido que ser Pedro Miguel Lamet, desde su blog “El alegre descanso”, quien me diera la primicia. Y también el extremo del cabo necesario para jalar de él y llegar hasta el ovillo.
Así fue como encontré a la persona de José Luis Martín Vigil, cuya biografía no viene aquí a cuento, salvo que fue jesuita, cura, ex jesuita y ex cura. Y más cosas de las que, como no tengo conocimiento directo, mejor me las callo.
Que muriera alguien que publicó mucho y tuvo tanta aceptación, en una época en que había que mirar hacia fuera de este país para encontrar lo que aquí nos interesaba, en el más completo anonimato y silencio, ya es preocupante. Que ahora haya quien oportunamente recuerde lo que podría ser tildado de mancha gorda en su expediente biográfico, y lo realice desde la demagogia y la moralidad malpensante, es entristecedor.
El tacto con que Lamet da la noticia, y su delicadeza y claridad al publicar el testamento que Martín Vigil dejó, honran a Pedro Miguel.
Los artículos que José Luis de Villena publica en su blog homónimo con los títulos “José Luis MartínVigil, el éxito y la oscuridad” y José Luis Martín Vigil, muerto, olvidado y preterido dicen mucho y bien de ambos.
El post que Tomás de la Torre ha colgado en su blog El Olivo con el epígrafe “Agradecimiento a José Luis Martín Vigil”, añade información confidencial que, al salir en público, hace justicia.
No tienen claridad ni delicadeza, no dicen nada bueno, tampoco son justos, comentarios y expresiones que he encontrado por Internet, de políticos electos o de publicistas con mucha audiencia y visitas millonarias. Más bien, pienso yo, delatan su catadura inmoral, su impresentable popularidad.
Tampoco me gusta, pero ese es otro cantar, el silencio que han mantenido instituciones a las que José Luis Martín Vigil perteneció, de las que fue expulsado,  o invitado a abandonar, y a las que nunca dejó de amar. En el mismo espíritu de éstas intentó vivir, y ciertamente murió.
Me permito poner aquí esta creación literaria de Martín Vigil, porque, además de parecerme un texto precioso, es su auténtico testamento.
“Bueno, al fin muero cristiano como empecé. Creo en Dios. Amo a Dios. Espero en Dios. No perseveré en la Compañía de Jesús, pero jamás dejé de amarla y estarle agradecido. No conozco el odio, no necesito perdonar a nadie. Pero sí que me perdonen cuantos se sientan acreedores míos con razón, que serán más de los que están en mi memoria. Amé al prójimo. No tanto como a mí mismo, aunque intenté acercarme muchas veces. No haré un discurso sobre mi paso por la vida. Cuanto hay que saber de mí lo sabe Dios. En cuanto a mis restos, sólo deseo la cremación y consiguiente devolución de las cenizas a la tierra, en la forma más simple, sencilla y menos molesta y onerosa. Pasad pues de flores, esquelas, recordatorios y similares. Todo eso es humo: Sólo deseo oraciones. De este mundo sólo me llevo lo que me traje, mi alma. Consignado todo lo cual, agradecido a todos, deseo causar las mínimas molestias. Dios os lo pague”.
[Testamento de José Luis Martín Vigil, publicado en octubre pasado, en el boletín “Bellavista” de los antiguos alumnos de los jesuitas de Vigo. Yo lo he tomado de esta página web.]
Martín Vigil no fue, a pesar de su éxito de ventas, un escritor a quien haya que inmortalizar en la historia de las letras. Tampoco como predicador merece que sus homilías de Salamanca compendiadas en tres tomos se conserven junto a los sermones de los santos padres de la Iglesia. Y de lo demás que cuentan de él, mejor correr un tupido velo, y respetar a quien ya ni puede ni querría defenderse.
No, no es para tanto tampoco la mala baba con que le han querido glosar tarde, mal y nunca.

Hace un frío que pela


Y amenazan con que a partir de mañana va a hacer mucho más. Así estamos.
En este orden de cosas, a bajo cero, sería presuntuoso si esperara que salieran de mi teclado palabras cálidas, frases con sentido, párrafos medianamente coherentes, en fin, un texto para aprobar tan sólo.
Imposible de todo punto.
Moli está alborotada porque los moteros de la pingüinada están atronando en la noche con su traca de la marcha de las antorchas. Gumi, casi repuesto del todo de su absceso, corretea arrastrando por el suelo y entre mis piernas mis pantuflas. Y Berto, viendo su apacible descanso perturbado por sus dos compañeros de raza, gruñe inquieto y amenaza con los dientes.
Y yo, en medio de este jaleo, ruido y frío, frío y ruido, acabo de dar carpetazo a mi trabajo de esta tarde, quedándome por comprobar si mañana corrobora lo que ahora dejo preparado.
Así, velis nollis, a la chita callando, nos hemos colocado en el día quince de este primer mes de año nuevo.
¡Cómo corre el tiempo! ¡Cómo se pasa la vida, tan callando!
Hace frío y ya no hay ruido. Sí, el silencio se agradece. Buscaré en el lecho el calor que necesito. Tal vez lo de mañana no sea para tanto.

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