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Hilando fino, fino…


 
Para el concierto de hoy, que era de pulso y púa, pensé hacer encaje de bolillos. Y como no sé nada sobre nada respecto de esa materia, me puse a buscar…
Lo que encontré me pareció muy complicado. De modo que corté por lo sano y puse en funcionamiento mis habilidades naturales.
Al parecer no debió salir tan mal, porque todo el mundo se hacía lenguas de ello. Incluso más de una preguntó qué floristería lo había suministrado.
¡Hay que ver!
Con buenos ingredientes, hasta un manazas hace alta cocina… Ja, ja, ja.

De bromas y de veras



Hace unos días recibí un correo con el título “Notas parroquiales verídicas”. Me reí con ellas, porque tienen gracia. Me río mucho con los humoristas de oficio, pero mucho más con los aficionados que hacen chistes sin querer.
Y ¡hay que ver la de ocasiones en que hablando o escribiendo, una coma, una letra de más o de menos, o una palabra entera mal situada, provocan la risa del oyente o lector y la perplejidad del emisor!
No tengo que citar a nadie, yo mismo he sido testigo y sujeto agente y paciente.
Habida cuenta de que las tales notas parroquiales verídicas están colgadas de la red en múltiples lugares, no lo haré aquí.
Pero ya puesto, he encontrado esto otro, y como se trata de un gremio con el que no tengo ninguna relación, no me duelen prendas. También son hechos verídicos.

COLECCIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS HECHAS EN JUICIOS

Son totalmente verídicas; se han publicado en el Colegio de Abogados de Madrid
  1. ¿Estaba usted presente cuando le tomaron la foto?
  2. ¿Estaba usted sólo, o era el único?
  3. ¿Fue usted, o su hermano menor, quien murió en la guerra?
  4. ¿Él le mató a usted?
  5. ¿A qué distancia estaban uno del otro los vehículos en el momento de la colisión?
  6. Usted estuvo allí hasta que se marchó ¿no es cierto?
  7. Pregunta: Doctor, ¿cuántas autopsias ha realizado usted sobre personas fallecidas?
    Respuesta:Todas mis autopsias las realicé sobre personas fallecidas.
  8. Pregunta: Cada una de sus respuestas debe ser verbal, ¿de acuerdo? ¿A qué escuela fue usted?
    Respuesta: Verbal
    (risas y comentarios jocosos en la sala)
  9. Pregunta: ¿Recuerda usted la hora en la que examinó el cadáver?
    Respuesta: La autopsia comenzó alrededor de las 8:30 p.m.
    Pregunta: ¿El Sr. Pérez Tomilla estaba muerto en ese momento?
    Respuesta: No, estaba sentado en la mesa preguntándome porque estaba yo haciéndole la autopsia.
    (El Sr. Juez tiene que imponer orden en la sala, el alboroto es tremendo, se escuchan carcajadas por todas partes)
  10. Pregunta: ¿Le dispararon en medio del follón?
    Respuesta: No, me dispararon entre el follón y el ombligo.
  11. Pregunta: Doctor. ¿Antes de realizar la autopsia, verificó si había pulso?
    Respuesta: No.
    Pregunta: ¿Verificó si había respiración?
    Respuesta: No.
    Pregunta: Entonces ¿es posible que el paciente estuviera vivo cuando usted comenzó la autopsia?
    Respuesta: No.
    Pregunta: ¿Cómo puede usted estar tan seguro, Doctor?
    Respuesta: Porque su cerebro estaba sobre mi mesa, en un tarro.
    Pregunta: ¿Pero podría, no obstante, haber estado vivo el paciente?
    Respuesta: Es posible que hubiera estado vivo y ejerciendo de abogado en alguna parte.

Hoy es el día de la Constitución, no me he olvidado; pero no tengo nada nuevo que decir. Todo está dicho en años anteriores, y basta con ir allá y comprobarlo.
Sigo teniéndola en el despacho parroquial, junto con la Biblia y el Derecho Canónico y algunas otras cosillas más.
Y sólo esto: confío en que el texto del ejemplar que tengo no esconda alguna errata que pudiera convertir a la Carta Magna en motivo de risa, o de perplejidad. Lo recibí junto con un diario de hace muchos años, 1978, e impreso por Hauser y Menet, S.A. – Plomo 19 – Madrid-5; eso debería ser toda una garantía.

El mejor escribano echa un borrón

Si lo sabré yo, de cuando en el cole hacía caligrafía con aquellos rudimentarios instrumentos: palillero, plumín y tintero. Incluso sacando la lengua para esmerarme, la traidora gota caía inmisericorde dentro del cuaderno. ¡Vamos, que no tenía espacio suficiente en el pupitre para aterrizar!
Esto es que un señor muy informado, que tiene título de agrónomo, por la Complu, me avisó que estaba regando mucho las encinas, y que se me iban a invadir de hongos. Y me puso el ejemplo de unos pinares segovianos en los que urbanizaron una zona para chalés. El sistema de riego de los jardines afectaron a los encinares cercanos, y se perdieron.
Avisado de tal manera, corté el riego de mis encinas. Resultado: que una se quedó en los palos.
Menos mal que enseguida rectifiqué y le apliqué con contundencia humedad. Ahora la pobrecita está de nuevo retoñando, y puede que antes del otoño recupere su antigua prestancia.
En otro orden de cosas esta que no sufrió menoscabo alguno del líquido elemento, luce toda maja a la puerta de la iglesia.
Y esta otra, la que trasplanté este invierno, porque surgió espontánea en un sitio inapropiado, dice pa’llá voy, y viene toda rumbosa para alcanzar a sus compañeras.
Dentro de ná voy a tener un encinar completo en mi jardín.
No viene a cuento lo que pongo ahora, pero como también se trata de borrones en sentido figurado, me ha parecido bien colocarlo aquí. El culpable, Roberto, que me lo ha mandado en un email.






Genial, es lo mismo que las barbaridades de los exámenes pero con licenciados en medicina.


Dicen que los médicos no saben escribir, pero hay algunos a quienes tampoco se les da bien redactar.

Asunto: Informes hospitalarios que pasarán a la posteridad. Frases sacadas de historiales médicos o de informes reales.  (Comentarios "copyright")

*       El paciente no tiene historial de suicidios. (Vaya, qué suerte)

*       No había experimentado rigores sino espasmos, pero su marido afirma que ayer estaba muy caliente en la cama. (Pues... de eso ha sido)

*       El paciente rechazó la autopsia. (Faltaría más)

*       El paciente afirma que siente un fuerte dolor en el pene que se extiende hasta los pies. (Ojito con éste)

*       Resbaló en el hielo y sus piernas fueron en direcciones opuestas a primeros de diciembre. (Estamos en Febrero y no han vuelto)

*       Para cuando se le ingresó, su corazón había dejado de latir y se encontraba mucho mejor. (Dónde va a parar)

*       Al segundo día, la rodilla estaba mucho mejor y al tercero había desaparecido completamente. (¡¡Cómo lo vería la rodilla!!)

*       El paciente se ha dejado los glóbulos blancos en otro hospital. (Un lapsus lo tiene cualquiera)

*       La paciente experimenta dolor en el pecho si se tumba de lado  izquierdo durante un año. (Eso no es nada, otro año sobre el otro pecho y se le pasa)

*       El paciente está deprimido desde que comenzó a visitarme, en 1983. (Fue más rápida la rodilla que él)

*       El historial médico del paciente ha sido insignificante, con un aumento de peso de un kilo durante los últimos tres días. (¿Era un elefante?)

*       La paciente no para de llorar. También parece que está deprimida. (Pero vamos, que sólo lo parece)

*       La paciente dejó el hospital sintiéndose mucho mejor, salvo por sus dolencias originales. (Eso es un hospital "güeno" ¡Cómo te tratan!)

*       Sujeto varón de sesenta y nueve años, decrépito pero de aspecto sano. Estado mental activo, pero olvidadizo. (Este es el de los glóbulos)

*       La paciente expiró en el suelo tranquilamente. (Ante todo no ponerse nervioso)

*       La piel estaba húmeda y seca. (Ole)

*       El bebé salió, se cortó el cordón umbilical y se le entregó al pediatra, que respiró y lloró de inmediato. (El niño un portento y el pediatra un huevazos, llorar por algo tan normal...)

*       El examen rectal reveló una tiroides de tamaño normal. (Menos mal , pobre recto, si llega a ser una tiroides "XXL"...)

*       La paciente  "tubo"  gofres para desayunar y anorexia para comer. (Ole y Ole)

*       Afirmó que había sufrido estreñimiento durante casi toda su vida, hasta 1989, cuando se divorció. (Y ¿cuál fue la mayor alegría?)

*       El paciente presenta dolores de cabeza ocasionales, constantes, infrecuentes. (En qué quedamos, a ver)

*       El paciente gozaba de buena salud, hasta que su avioneta se quedó sin combustible y se estrelló. (Este médico era presentador de telediarios)

*       El examen de los genitales resultó negativo, excepto por el pie derecho.(Madre de Dios, Madre de Dios, Madre de Dios)

*       El paciente vive con su madre, su padre y una tortuga como mascota, que acude a clases de formación profesional tres veces por semana. (P'a que luego digan de las tortugas)

Ya que hablamos de santos…

 
Unos han nacido santos,
otros alcanzan la santidad,
otros la reciben sin buscarla...“.
Se declaró el fuego en un pozo petrolífero, y la compañía solicitó la ayuda de los expertos para acabar con el incendio. Pero el calor era tan intenso que no podían acercarse a menos de trescientos metros. Entonces, la dirección llamó al Cuerpo de Bomberos voluntarios de la ciudad para que hicieran lo que buenamente pudieran. Media hora más tarde, el decrépito camión de los bomberos descendía por la carretera y se detenía bruscamente a unos veinte metros de las llamas. Los hombres saltaron del camión, se esparcieron en abanico y, a continuación, apagaron el fuego.
Unos días más tarde, en señal de agradecimiento, la dirección celebró una ceremonia en la que se elogió el valor de los bomberos, se exaltó su gran sentido del deber y se entregó al jefe del Cuerpo un sabroso cheque. Cuando los periodistas le preguntaron qué pensaba hacer con aquel cheque, el jefe respondió: “Bueno, lo primero que haré será llevar el camión a un taller para que le arreglen los frenos”.
...y para otros, ¡ay!, la santidad no es más que un ritual.

* * *

Érase una vez un hombre tan piadoso que hasta los ángeles se alegraban viéndolo. Pero, a pesar de su enorme santidad, no tenía ni idea de que era un santo. El se limitaba a cumplir sus humildes obligaciones, difundiendo en torno suyo la bondad de la misma manera que las flores difunden su fragancia, o las lámparas su luz.
Su santidad consistía en que no tenía en cuenta el pasado de los demás, sino que tomaba a todo el mundo tal como era en ese momento, fijándose, por encima de la apariencia de cada persona, en lo más profundo de su ser, donde todos eran inocentes y honrados y demasiado ignorantes para saber lo que hacían. Por eso amaba y perdonaba a todo el mundo, y no pensaba que hubiera en ello nada de extraordinario, porque era la consecuencia lógica de su manera de ver a la gente.
Un día le dijo un ángel: “Dios me ha enviado a ti. Pide lo que desees, y te será concedido. ¿Deseas, tal vez, tener el don de curar?” “No”, respondió el hombre, “preferiría que fuera el propio Dios quien lo hiciera”.
“¿Quizá te gustaría devolver a los pecadores al camino recto?” “No”, respondió, “no es para mí eso de conmover los corazones humanos. Eso es propio de los ángeles”. “¿Preferirías ser un modelo tal de virtud que suscitaras en la gente el deseo de imitarte?” “No”, dijo el santo, “porque eso me convertiría en el centro de la atención”.
“Entonces, ¿qué es lo que deseas?”, preguntó el ángel. “La gracia de Dios”, respondió él. “Teniendo eso, no deseo tener nada más”. “No”, le dijo el ángel, “tienes que pedir algún milagro; de lo contrario, se te concederá cualquiera de ellos, no sé cuál...” “Está bien; si es así, pediré lo siguiente: deseo que se realice el bien a través de mí sin que yo me dé cuenta”.
De modo que se decretó que la sombra de aquel santo varón, con tal de que quedara detrás de él, estuviera dotada de propiedades curativas. Y así, cayera donde cayera su sombra -y siempre que fuese a su espalda-, los enfermos quedaban curados, el suelo se hacía fértil, las fuentes nacían a la vida, y recobraban la alegría los rostros de los agobiados por el peso de la existencia.
Pero el santo no se enteraba de ello, porque la atención de la gente se centraba de tal modo en su sombra que se olvidaban de él; y de este modo se cumplió con creces su deseo de que se realizara el bien a través de él y se olvidaran de su persona.

* * *

La santidad, como la grandeza, es espontánea.
Durante treinta y cinco años, Paul Cézanne vivió en el anonimato, produciendo obras maestras que regalaba o malvendía a sus vecinos, los cuales ni siquiera barruntaban el valor de aquellos cuadros. Tan grande era el amor que sentía por su trabajo que jamás pensó en obtener el reconocimiento de nadie ni sospechó que algún día sería considerado el padre de la pintura moderna.
Su fama se la debe a un marchante de París que tropezó casualmente con algunos de sus cuadros, reunió algunos de ellos y obsequió al mundo del arte con la primera exposición de Cézanne. Y el mundo se asombró al descubrir la presencia de un maestro.
Pero el asombro del maestro no fue menor. Llegó a la galería de arte apoyándose en el brazo de su hijo, y no pudo reprimir su sorpresa al ver expuestas sus pinturas. Y volviéndose a su hijo, le dijo: “¡Mira, las han enmarcado!”.

* * *

Todo el mundo en la ciudad veneraba al anciano sacerdote de noventa y dos años. Su fama de santidad era tan grande que, cuando salía a la calle, la gente le hacía profundas reverencias. Además, era miembro del Club de los Rotarios y, siempre que se reunía el Club, allí estaba él, siempre puntual y siempre sentado en su lugar favorito: un rincón de la sala.
Un día desapareció el sacerdote. Era como si se hubiera desvanecido en el aire, porque, por mucho que lo buscaron, los habitantes de la ciudad no consiguieron hallar rastro de él. Pero al mes siguiente, cuando se reunió el Club de los Rotarios, allí estaba él como de costumbre, sentado en su rincón.
“¡Padre!”, gritaron todos, “¿dónde ha estado usted?” “En la cárcel”, respondió tranquilamente el sacerdote. “¿En la cárcel? ¡Por todos los santos! ¡Si es usted incapaz de matar una mosca...! ¿Qué es lo que ha sucedido?” “Es una larga historia”, dijo el sacerdote; “pero, en pocas palabras, lo que sucedió fue que saqué un billete de tren para ir a la ciudad y, mientras esperaba en el andén la llegada del tren, apareció una muchacha guapísima acompañada de un policía. Se volvió hacia mí, luego hacia el policía, y le dijo: "¡El ha sido!" Y, para serles sinceros, me sentí tan halagado que me declaré culpable”.

* * *

Entró un hombre en la consulta del médico y le dijo: “Doctor, tengo un terrible dolor de cabeza del que no consigo librarme. ¿Podría darme usted algo para curarlo?”.
“Lo haré”, respondió el médico. “Pero antes deseo comprobar una serie de cosas. Dígame, ¿bebe usted mucho alcohol?”.
“¿Alcohol?”, replicó indignado el otro. “Jamás pruebo semejante porquería!”
“¿Y qué me dice del tabaco?”.
“Pienso que el fumar es repugnante. Jamás en mi vida he tocado el tabaco”.
“Me resulta un tanto violento preguntarle esto, pero..., en fin, ya sabe usted cómo son algunos hombres ¿Sale usted por las noches a echar una cana al aire?”.
“¡Naturalmente que no! ¿Por quién me toma? ¡Todas las noches estoy en la cama a las diez en punto, como muy tarde!”.
“Y dígame”, preguntó el doctor, “ese dolor de cabeza del que usted me habla, ¿es un dolor agudo y punzante?”
“¡Si!”, respondió el hombre. “¡Eso es exactamente: un dolor agudo y punzante!”.
“Es muy sencillo, mi querido amigo. Lo que le pasa a usted es que lleva el halo demasiado apretado. Lo único que hay que hacer es aflojarlo un poco”.
Lo malo de los ideales es que, si vives con arreglo a todos ellos, resulta imposible vivir contigo.

* * *

Un obispo se arrodilló un día delante del altar y, en un arranque de fervor religioso, empezó a golpearse el pecho y a exclamar: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador! ¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!..”
El párroco de la iglesia, movido por aquel ejemplo de humildad, se hincó de rodillas junto al obispo y comenzó igualmente a golpearse el pecho y a exclamar: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador! ¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!..”.
El sacristán, que casualmente se encontraba en aquel momento en la iglesia, se sintió tan impresionado que, sin poder contenerse, cayó también de rodillas y empezó a golpearse el pecho y a exclamar: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!..”
Al verlo, el obispo le dio un codazo al párroco y, señalando con un gesto hacia el sacristán, sonrió sarcásticamente y dijo: “¡Mire quién se cree un pecador...!”.

* * *

Un hombre estaba pasando unos días en las montañas dedicado a la pesca. Un buen día, su guía se puso a contarle anécdotas acerca del obispo, a quien había servido de guía el verano anterior.
“Sí”, estaba diciendo el guía, “es una buena persona. Si no fuera por la lengua que tiene...”.
“¿Quiere usted decir que el obispo dice palabrotas?” preguntó el pescador.
“Por supuesto, señor”, respondió el guía. “Recuerdo que una vez tenía agarrado un precioso salmón, y estaba a punto de sacarlo cuando el bicho se libró del anzuelo. Entonces le dije yo al obispo: "¡Qué jodida mala suerte! ¿No cree?" Y el obispo me miró fijamente a los ojos y me dijo: "La verdad es que si". Pero aquella fue la única vez que le oí al obispo emplear semejante lenguaje”.

* * *

Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus canosos cabellos al viento y sus vestidos sucios y harapientos, que decía algo entre dientes mientras recogía cosas del suelo y las introducía en una bolsa.
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana. Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.
Muchas semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies.

* * *

“Encausado”, dijo el Gran Inquisidor, “se os acusa de incitar a la gente a quebrantar las leyes, tradiciones y costumbres de nuestra santa religión. ¿Cómo os declaráis?”.
“Culpable, Señoría”.
“Se os acusa también de frecuentar la compañía de herejes, prostitutas, pecadores públicos, recaudadores de impuestos y ocupantes extranjeros de nuestra nación; en suma: todos los excomulgados. ¿Cómo os declaráis?”.
“Culpable, Señoría”.
“Por último, se os acusa de revisar, corregir y poner en duda los sagrados dogmas de nuestra fe. ¿Cómo os declaráis?”.
“Culpable, Señoría”.
“¿Cuál es vuestro nombre, encausado?”.
“Jesucristo, Señoría”.
Hay personas a las que el ver practicada su religión les inquieta tanto como el enterarse de que alguien la pone en duda.

* * *

Hasta aquí unos cuentos tomados de “La oración de la rana” de Anthony de Mello.
Lo siguiente es un mal chiste que alguien me ha contado el otro día.

Aquel profesor dictaba unas clases de teología maravillosamente documentadas. El rigor de sus explicaciones, la erudición con que las expresaba, su fidelidad al dogma y la simpatía y el tono coloquial con que respondía a quienes le preguntaban, eran tales que la hora se pasaba en un verbo.
Todo el alumnado se deleitaba con su docencia.
Un pero, tenía sin embargo, en su opinión. Desde principios de curso estuvo tentado de levantar la mano y planteárselo. No lo hizo, sin embargo, hasta bien pasado el primer semestre.
Un día, tras la explicación, abierto el turno de diálogo, levantó la mano y preguntó:
- “Una sola cosa me perturba y me intriga. Cuando usted tiene que acudir a argumentos de autoridad cita a Tomás, Bernardo, Agustín… ¿No debería nombrarlos como son considerados: Santo Tomás, San Bernardo, San Agustín? Sería lo correcto, ¿no le parece?
El profesor esperó unos segundos, los necesarios para que el alumno se sentara y relajara aguardando la respuesta, y dijo:
- “Los Padres de la Iglesia tienen reconocida autoridad por sí mismos, sin tener que competir con advenedizos del tres al cuarto. Ahora parece que cualquiera puede llegar a ser declarado santo”.

* * *

Seguro que me lo contaron para animarme, seguro.

A un quiste dentario



Estimado enemigo mío:
No puedo sino dirigirme a ti en estos términos, aunque seas benigno y no hayas dejado en mi persona más secuelas que las que hasta ahora hayamos detectado.
Ayer me despedí de ti. Eso es lo que pretendí aguantando el temporal que me sobrevino durante tres cuartos de hora.
Iba tan contento a recibir el último implante que por ahora necesitaba. Durante largos once meses, más que un embarazo habitual, esperé que mi hueso rellenara el espacio que creíamos desocupado, cuando mi dentista preferida y servidor decidimos de mutuo acuerdo desprenderme del pequeño incisivo, el 12, al que tú habías inutilizado. Aquella primera intervención debería hacer significado tu desaparición: diente extraído, quiste suprimido. Pero no fue así. Persististe a pesar de todo, y te convertiste en un simple quiste solitario, sin diente ni raíz de los que amamantarte, callado pero latente, ocupando un espacio que te apropiaste sin pertenecerte, sin pedir autorización ni reparar en que yo lo necesitaba.
Mientras, insensibilizada esa pequeña poción de mi cuerpo, actuaban mi odontóloga y su acompañante (porque se requirió la presencia de un segundo interventor), legrando las paredes de una cavidad tan profunda que yo imaginaba alcanzaba hasta el rabillo del ojo, juré para mis adentros no volver a contemporizar con dolor o molestia alguna. Si así lo hubiera hecho en su momento, no estaríamos en éstas.
“Pero, ¿no notaste nada durante todo este tiempo?”, me preguntó sorprendido el  interviniente añadido. Respondí que sí, pero que achaqué a las zanahorias crudas que me como y que pensé habrían magullado mis encías. Pero ahora reconozco que ahí estuviste tú maquinando, sorda, contumaz y perversamente; y yo, sueco de mí, haciéndome el distraído, en la pretensión de que no reconocer, no dar importancia, es quitar de la existencia. Vanidad de vanidades. Por más que el avestruz oculte su cabeza en la arena no consigue con ello suprimir la amenaza de su depredador.
Si a tiempo voy y doy la voz de alarma, no habríamos llegado a donde estamos. «Muerto el perro, se acabó la rabia». Tú seguiste vivo, y tu rabia se quedó en mí. Sólo por mi culpa.
Ahora tengo el carrillo tumefacto, mi boca dolorida, he de estar medicándome durante siete días, cinco puntos en mi carne, y tiempo por delante para ver si ese dichoso hueco se hace hueso de mis huesos y algún día, por fin, puede colocarme mi estomatóloga del alma una prótesis dentaria que además de servirme para morder manzanas, impida que se me escape el aire, como si fuera un silbido mosqueante y pitorréico, cuando hablo a mi concurrencia.
Dicen que la vida es breve y que pasa rauda y veloz. No es mi caso, ahora que me apremia que mi cuerpo regenere algo de lo que ha perdido en el camino.

Para más información sobre quistes dentarios y su exéresis, consultar esta página: http://maxilodexeus.com/cirugia-maxilofacial/quistes-maxilares/

Riéndose también es gerundio

Ayer por la tarde se me ocurrió hacer un comentario humorístico en el blog de una amiga. Fue con motivo del personaje bíblico Moisés, que salía a colación. Salvo la propietaria del lugar, nadie dijo nada. Tal vez no interesó, tal vez fuera considerado inoportuno. A veces me ocurre que no me expreso bien y no consigo lo que pretendo. Otras, me sale el tiro justamente por la culata. Ya llevo de estos disparos varios desacalabros.

El caso es que a última hora se me ocurrió mirar por internet si Moisés es un personaje proclive a ser usado humorísticamente. Y válgame Dios la lista que encontré. Sólo pongo aquí una pequeña selección.

Para empezar, el humor y la Biblia no sólo no son extraños, sino que aquí tengo este documento que afirma que el humor judío se nutre de la Biblia y del Talmud.

Lo que más abunda es un número imposible de abarcar de explicaciones, científicas por supuesto, sobre los portentos que Moisés realizó directamente, o contempló como espectador. Esta página hace su intento: http://misteriosbiblia.com/la-historia-de-moises/.html

Este otro lugar no sale de su asombro cómo y por qué Moisés alargó tanto aquel viaje a través del desierto. Lo que tardaron los hebreos en recorrer cuarenta años pudieron hacerlo en algo menos de un mes.  Si no se lee, no se puede creer: http://anyulled.blogspot.com/2007/07/por-qu-vag-moiss-en-el-desierto-40-aos.html

Esta página se pone muy seria y trata de desmontar el mito Moisés. Que lo consiga, júzguese leyéndola: http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2008/10/01/moises-mito-para-todos-a-t-1-3-


Y esta resulta especialmente interesante, aunque es muy larga. Aquí el humor lo pone Dios, y resulta bastante entretenida. Si os sobra tiempo y no tenéis miedo de infringir la ley sobre la propiedad intelectural, los derechos de autor y el copyright, aquí está: http://www.seminarioabierto.com/sinopsisat02.htm

Pequeño muestra de humor gráfico

Un ejemplo de humor escrito

Un día, Moisés, Jesús y un viejito decidieron disputar un juego de golf, y ello despertó tan grande interés entre los aficionados que el campo estuvo lleno de fanáticos mucho antes del comienzo del juego.

En el hoyo considerado como el más dificil porque tenia un lago en todo el centro, Moisés tiró primero. La pelota salió disparada, cayó exactamente en el medio del lago y se hundió. Moisés caminó hasta el borde del lago, alzo su palo (el de golf), hizo que se abrieran las aguas, bajó caminando hasta donde estaba la pelota, y de un certero golpe la sacó del fondo. Enseguida, y con solo otro golpe, la metió en el hoyo, y la gente le aplaudió emocionada.

Luego le tocó el turno a Jesús, la pelota salió igualmente disparada, e igualmente se fue derecha a caer en el lago, pero repentinamente se detuvo y quedó suspendida a escasos centimetros de la superficie. Jesús caminó entonces sobre las aguas, y con un golpe preciso, mandó la pelota directamente al hoyo, la ovación de la gente fue ensordecedora.

Por último, le tocó el turno al viejito. La pelota una vez mas cayó en el lago y se hundió hasta el fondo y el público calló respetuosamente preguntándose qué podría hacer el pobre anciano. De repente, del agua saltó un pez con la pelota en la boca y, justo en ese momento, pasó un águila y lo pescó en pleno vuelo, el águila se alejó volando majestuosamente por el límpido cielo llevando el pez en su pico mientras este sostenia aún la pelota. Entonces, como salida de la nada, apareció una nube muy negra, y de ella brotó un rayo que pegando certeramente en la cabeza del águila la mató al instante. En su caída, el pobre animal soltó al pez, el pez soltó la pelota y esta cayó exactamente en el hoyo. Primero se hizo un silencio de dramática incredulidad, y luego la gente enloquecida, prorrumpió en cerrado aplauso y en vítores para el viejito.

Jesús se acercó entonces al viejito, que sonreía tímidamente, y le dijo:

- "¡¡¡PAPÁ, CONTIGO NO JUEGO MÁS!!!"

* * *
Finalmente, y no sé cómo fui a dar con esto, encontré esta página de errores de bulto en respuestas por parte de alumnos en exámenes. La pongo aquí, aunque esté fuera de juego, porque en alguno de esos errores interviene Moisés: http://elvelerodigital.com/humor/examenes.html

Hoy es lunes

Hoy me he levantado muy tempranito, y cálidamente acompañado por un amanecer primaveral, me he dado cuenta lo cargante y repipi que puedo llegar a ser. En vista de lo cual aprovecho que comienza una nueva semana y hago propósito de enmendarme y no volver a las andadas.

Copio de la realidad y pego, y dejo que cada quien haga lo que le venga en gana. Así, pues, visitante ami@, puedes llorar, puedes reír, puedes tirar piedras al río, puedes recoger esas mismas piedras, puedes amar o puedes odiar. También puedes hacer el amor o la guerra, pero mi consejo es que te lo tomes con calma y no dejes de sorprenderte ante las cosas que veas y que no vas a poder cambiar, porque no todo está en nuestras manos.

¡Qué poquita cosa somos!

     Anoche me acosté desazonado por culpa de la impresora. No quiso hacer el trabajo que desde el ordenador le estaba requiriendo.

     El hecho dio motivo para una reflexión sobre el ser, la condición humana, las dependencias que nos  hemos creado y…, una pregunta me asaltó justo ya en la cama: ¿Por qué en este país ya no se fabrican cintas para máquinas de escribir?

     Claro, llegaron los ordenadores y qué bien; se escribe, se  corrige, se corta y se pega, se coloca el texto automáticamente en los márgenes, el teclado es suave que te mueres, el modelo de letra se cambia sin cambiar de cabezal ni de tipo de máquina, en fin, una gozada.

     Y llegaron las impresoras de laser a todo color. Y la gozada subió al mismo paraíso. ¡Qué presentación de documentos! ¡Qué trabajos más primorosos, limpios, imborronables e insuperables!

     Basta que falte algún pequeño detalle o que falle lo que nunca debería fallar para que toda la alegría se vaya directamente por el desagüe.

     Y ayer se fue, porque la impresora no quiso obedecer.

     Esta mañana me he levantado más o menos así:


     Enciendo las máquinas, doy al enter, y la puñetera impresora ¡bordó el trabajo!

     Tuve un subidón de adrenalina y me puse como una moto.

     ¡Veáse, véase!





     ¡Porca miseria! ¡Vanidad de vanidades…!

Humor, ¿qué es eso?


Hoy me han soltado «Miguelito, que te veo muy serio!» Y la cosa van en serio, porque mismamente hace una semana también me dijeron: «Ay! Miguelito! que cada día te veo más serio!  », emoticono incluido.

Y, claro, cuando se repite la advertencia es como para empezar a pensárselo, porque es ya conocido que “no hay dos sin tres”.

Antes, pues, de que se corra la voz por todo el ciberespacio de que voy de serio y desconozco el humor, corro raudo y veloz a deshacer el entuerto y aclarar todo posible malentendido.

Parto de una constatación bien simple: carezco de gracia para contar chistes. Sí, en serio, soy una auténtica calamidad donde otros triunfan desternillando al personal. Más aún: soy incluso capaz de destrozar la velada más en vena si se me ocurriera terciar para hacer alguna broma.

Ahora eso sí, de ahí a que servidor carezca del sentido del humor, hay una diferencia. Para empezar, dudo que pueda encontrarse fácilmente otra persona, sea del sexo que sea, que ante un buen chiste se ría con más ganas, que llore con más lágrimas y a quien luego le duela la barriga tanto como me ocurre a mí. No se me ocurriría compararme con aquel andaluz de mis tiempos de estudiante en los madriles, mostachos espesos, lengua de trapo, y ojillos picaruelos y estudiante de agrónomos, que con solo ponerse a hablar ya te salía la carcajada; ahora es todo un señorón funcionario de la Junta de Andalucía, pero sigue siendo fiel a sí mismo. Bueno, pues yo, no.

Pero me gusta el humor, aprendí a leer con el TBO, mi sonrisa no es ratonil sino carcajada libre y explosiva, miro con sorna a los encopetados y estirados, y si hay que hacer algún tipo de cálculo matemático o estadístico concluiría que me paso más del 50% del día de buen humor  que de otra manera. Como lo que me echen, visto lo que encuentro más a mano, me importa un bledo que Moly, Berto y Gumi me enloden el piso de casa cada vez que entran y salen al patio, y no sé qué más decir. Ah, sí, que cedo con alegría a levantarme todos los días a las 7:30 sólo para pasearles por el pinar, llueva, nieve, caigan chuzos de punta o sople un vendaval que meta miedo. ¿No es esto tener sentido del humor? ¿Será por ventura lo contrario, ir de serio y adusto?

Ahora vais y me preguntáis: Y todo esto, ¿a qué viene?

Pues viene a cuento de que esta mañana me desayuné con un artículo de Juan G. Bedoya publicado en el País sobre el humor y las religiones (Se te pasó Julia recomendármelo. Gracias e por advertirlo). Yo comprendo que algo me toca, aunque sólo sea de refilón. Y después de leerlo, y con la ayuda de los añadidos que ya indiqué al principio sobre mi seriedad, me he hecho esta pregunta: ¿Tendría razón Jorge de Burgos (sí, el taciturno fraile de El nombre de la rosa) y la risa es la debilidad, la corrupción, la insipidez de nuestra carne, en fin, algo no sólo extraño y ajeno a cualquier religión, sino incluso diabólica parodia y transfiguración de toda religiosidad si alguien con mala baba osara unirlas, aunque fuera ocasional y superficialmente?

Yo ya me tengo la respuesta. Y es que en absoluto, NO.

Me ha tocado leer sesudos libros de profundos pensamientos teológicos. He asistido a clase con profesores de todas las tallas y calibres. Me han examinado y me han aprobado. He seguido leyendo, autores nacionales y foráneos, todos muy serios, muy puntillosos con los matices y hasta con las comas. He participado en reuniones y encuentros con gentes diversas de lugares diferentes. Ninguno me ha hecho nunca ni siquiera sonreír. Eso no es para la risa, casi podían haberme respondido si yo me hubiera atrevido a preguntar.

¿Queréis que os diga la verdad?

Hay una persona que no sólo me ha hecho sonreír. Me he descubierto llorando de risa y mojándome la almohada –suelo leer bastante en la cama, antes de apagar la luz- con motivo de gustar y re-gustar sus viñetas, y también sus glosas a los monigotes que con trazo simple pero con enorme profundidad tiene la habilidad inmensa de crear para disfrute de quienes tienen a bien acercarse a él.


Se trata de José Luis Cortés. Y esto es sólo un ejemplo de lo que acabo de decir.






















Estos dibujos están tomados del libro "Abba & Cía.", de la Editorial PPC. Carezco de autorización para publicarlos, por lo que los retiro en cuanto me llamen la atención por abuso de derechos, palabra. Pero desde aquí os digo y aseguro que el humor de Cortés es mucho mejor que el del famoso libro al que se refiere Bedoya, aunque esté publicado por todo un Ministerio. ¡Dónde va parar la cosa! ¡Ni punto de comparación!

¿Una tarde como otra cualquiera? ¡Ni hablar!


Los domingos son unos días muy particulares. O están llenos, o están vacíos. Si están llenos, están llenos y punto. Pero si están vacíos, ¿cómo se llenan?

Decía mi madre que "cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo espanta las moscas". Pues eso es lo que hacen algunas personas en la tarde de los domingos, espantar moscas.

Digo esto porque durante esos ratos en que tal parece que nadie tiene ganas de hacer comentarios sesudos en los blogs de la más diversa y variopinta variedad de temas y profundidades, porque una tarde de domingo es para descansarrrrrr, llegan al email videos, pps, documentos, etc. con "cosas" originales y en ocasiones inusuales. Unas son pías, muchas profanas, y algunas llegan a ser de tres estrellas.

No os digo los que me han llegado hoy, tampoco es significativo, que yo tengo un recorrido en internet bastante cortito. Pero seguro que si hacemos una encuesta a alguien le han llenado la carpeta de descargas de correo.

Bueno, el caso es que me han enviado una presentación que me ha divertido. Contiene fotos raras, pero reales. He pasado un rato viéndola y, picado por la curiosidad, he buceado por las aguas de la red buscando cosas similares. Y han salido la tira.

Dado que mañana tengo análisis de sangre, cosa rutinaria para el colesterol, la próstata y otras minucias, tengo que cenar temprano y no me apetecía salir. De modo que he gastado un poco de este tiempo recopilando, añadiendo y dando forma. Resultado de este divertimento ha salido esto, que espero que os entretenga y nada más. Y si resulta que os hace reír, mejor todavía.



Ni que decir tiene que esto que he manoseado es propiedad de alguien que lo ha colgado en algún sitio de Internet. Supongo que concede permiso para que haga uso de ello sin mayores problemas. Si así no fuera, que lo diga y lo retiro. Y voy y pongo otra cosa, mariposa.

Me repito, como la cebolla… O ¿es el ajo el que repite?

Resulta que lo que colgué ayer es todo un "clásico", Duetto buffo di due gatti, de Gioachino Rossini. Y yo con estos pelos.
He encontrado esto, que creo que mejora lo de los chalaves. Además es todo un gustazo ver a dos señoras de categoría planetaria, doña Montserrat Caballé y doña Concha Velasco, maullando con soltura, tronío y muuuuucha simpatía.



Disfrutad y reíros.

Dos Lunas en el Cielo

El próximo día 27 de agosto veremos según nos dicen, dos lunas. Habrá que disfrutarlas, porque este hecho no se repetirá nunca más en nuestra vida.
Aquí está una reconstrucción de lo que posiblemente podamos ver.



Bueno, ejem, tal vez no sea cierto. Pero eso no lo podemos saber hasta que llegue el día. No obstante no te quedes sin ver por completo la presentación, que contiene información adicional sobre este y algún otro asunto de interés general.

Una verdadera (ma)monada

Desde esta tarde y hasta el próximo día 25 del presente mes estamos condenados a ver en vallas publicitarias, paredes, carteles anunciadores y similares un poster según una campaña organizada e ideada por las mentes más preclaras de nuestro preclaro país; representa una cría humana y una cría de lince ibérico.

Dos auténticas preciosidades.

Alguien, sin embargo, ha pensado que serían más bellas con unas palabras que explican lo que todo el mundo debiera saber, y que, como no lo sabe, lo ha de aprender (todo el mundo) para público escarmiento y también escarnio en el presente y para la posteridad.

Me permito exponer en público las dos preciosidades libres de aditamentos, porque ¡ojalá las dos lleguen a disfrutar de la libertad plena que en estos momentos parece que ese alguien les quiere arrebatar!



Esta vez no pienso disculparme por la injerencia, ni pedir perdón por la manipulación realizada en la obra de arte. Palabra de honor que ni el niño ni el lince tienen sobre su piel ninguna calcamonía cuando vienen a este mundo. Si les parece, cuando sean mayores que vayan al taxidermista a que les haga el tatuaje que les parezca más armonioso.

De momento así están tan guapos…

Con la cámara en ristre…

He pensado que era buena idea la costumbre de mi paisano Fernando Manero de llevar la cámara preparada para cazar buena caza. Y he probado, y esto me ha salido.


Esta foto es la luna, tomada desde mi calle el día 13, o sea ayer, a las 23:20 horas.


Ésta es también la luna, a las 7:50 horas en el Pinar de Antequera, el pulmón por el que respira mi ciudad, Valladolid.


La luna misma de antes, sólo que unos metros más adelante. Bueno, también hay pinos, y algún que otro chopo, casi muertos, que ahí donde veis eso en el futuro va a ser un seguro campo de golf, con urbanización incluida, creo que de alto poder adquisitivo. Ya veremos en qué queda el asunto.


Estos son pinos, no sé si milenarios, pero pinos de una pieza entera, que se yermen insolentes al sol madrugador que ya empieza a caldearlos. Hace de temperatura en estos momentos, 8:00 horas, -3,5 grados C, o sea que está helando de c…, de narices, quiero decir.


Más pinos pinariegos, mucho más hermosos que antes, que ya el sol empieza a dar de plano. La temperatura sigue por los mismos subterráneos de antes, porque al fin y al cabo son las 8:20 horas del día de autos, o sea 14 de noviembre.


Y este es el astro sol, que se va abriendo camino entre pinos, entre qué va a ser, y hace figuras bonitas y bellas y no molesta a esa hora (8:45) aunque le mires con desparpajo a la cara, directamente y sin protección añadida. ¿Quién dijo que nuestro sol era enemigo? ¡Que no! ¡Que es nuestro amigo! (A este punto, ya ha subido la temperatura un punto: hace -2,5 grados, sigue, pues, helando)



Y estos son los culpables de que a mí se me hielen hasta las ideas, y no pueda escuchar bien la radio con las noticias y las bromas de Radio 80 en su matinal madrugadora de "No somos Nadie", porque los cascos no se sujetan en las orejas por el frío, y de que no vea bien por el empaño de las gafas, y que las manos tengan que estar inevitablemente metidas en los bolsillos.
Estos son los dos seres infelices que salen del coche y vuelven al coche, veáse la foto, y entre una cosa y otra están desaparecidos entre pinos y persiguiendo o jugando o porfiando, pues no sé la verdad, si con liebres, o conejos… en fin, que no sé si galgos o podencos. Pero ellos tengo por cierto que son la Moli y el Pancho, juntos pero no revueltos.
Helos ahí, pues, tan desafiantes, tan orgullosos, tan deseosos de volver a casa para continuar su… siesta.

(Una cosa advierto y proclamo: no esperéis que haga esto todos los días, digo lo de la foto y el comentario; que ya tengo suficiente con sacar a estos fieras y despabilarme yo por este pinar, el Pinar de Antequera, todos y cada uno de los días del año.)

Este está pendiente

He tenido una inspiración… sobre Manzacosas.
Julita, mi Julita, lectora incondicional y silenciosa, amiga desde ¡siempre! me avisó de que manzacosas ya no estaba, aunque sí su blog. Abro esta entrada, porque me juramento a leer todos sus posts (comentarios incluidos), y hacer después un resumen que sea no epitafio, no, tampoco homenaje que no me corresponde, sino… cómo decirlo, un monumento (dentro de mis posibilidades que llegan, ya sabéis, hasta donde llegan) a un señor burgalés que un cierto día me visitó para decirme:

"Hola. Llego a este blog a través del de FERNANDO MANERO. Veo que eres sacerdote, y veo que te expresas con sinceridad, lo que me agrada. Un saludo. Manzacosas"

No me digáis que no es un precioso regalo de "alguien" que entra y te echa este piropo. Además que él, el manzacosas, ya está con el Abba, Padre o Madre, o lo que sea. ¡Que más da! ¡Que sea lo que quiera! Lo que de verdad me (nos) importa es que SEA. Y ES. Vaya que si ES, ¡voto a bríos!

Ángeles sí, que no demonios

Toda la semana estuvo la montaña soltando babas, como si fuera la espuma, el verrón que sale del puchero cuando hierve el buen cocido en la lumbre.
Estábamos acampados en Zuriza. Habíamos hecho varias cosas, incluida la mesa (Mesa de los Tres Reyes, esto para lo no iniciados. Hiru Erregen Mahaia para los vascos. Table des Trois Rois, su nombre en bearnes. Oye tú, el resto lo miras en Internet).

Pero amaneció claro, clarísimo. De un sol, vamos como para ir a los toros. Y la línea de la vecina Francia limpia a más no poder.
¡Este es el día! Vamos a por él. Él era el D´Anie. Un pico solo, aislado, hermoso, desafiante, fácil, muy fácil. Sólo tiene una puñeta: está rodeado de desierto de roca y hielo.

Muy de mañana, primero en coche, hasta la Piedra de San Martín. Luego, zapatilla, digo mejor, bota. Sin problemas. A la hora de la hora, arriba. Nos sentamos, disfrutamos, miramos, descansamos. ¿A comer? A comer. Los profesionales de la montaña no hacen tal, llegan, se paran, sólo un rato, y se bajan. Yo (nosotros) soy (somos) novato (novatos). De los de fardel, sentarse, abrir, comer, fumar y, luego, mucho luego después, volver bajando.
En mi ignorancia sentí extrañeza de que ese día no hubiera nadie arriba de los que yo vi subiendo. Ostras, qué pasará, ¿se irán porque tienen fiesta?
Y empezamos a bajar, despacio, con calma, disfrutando, pie pie, pie pie, como siempre, vamos.
Pero a media bajada llegó la muy puñetera: la niebla. Ni avisó, cayó. Vamos, como una piedra. No hay problema, hay señales, que los franceses son muy precavidos y tal. Pero ¡ya! No se veía ni torta más allá de las narices.
Oye, ¿por dónde? Qui lo , por acá. Pero . Nos paramos, dudamos, titubeamos… Y entonces la perrilla, vamos la Moli movió con gracia su rabo, ladró como ella solo sabe, trotó a mi alrededor y se puso por delante. Con ella de guía sorteamos las dolinas (huecos de gigante abiertos en la montaña donde la nieve anida y hasta se hace hielo) y encontramos el sendero. Un cruce. Piedra de San Martín al frente, Pierre du Saint Martain, a derecha, y Piedra, ya sabes de quién, a la izquierda. Otra vez, ostras.
Cogimos una, ya ni me acuerdo cuál. Otro cruce, e igual. O sea, lo mismo. La Moli tiraba adelante, pues a seguirla. Al final, una choza. Risas, parloteo en arameo, hay gente, llama. Y llamé. Y abrieron, y te juro que no hubo manera de entendernos. Ni francés, ni vasco (que algo me suena) ni por supuesto castellano. Por gestos, a saltos, haciendo muecas…, total que se enteraron por fin de que no sabíamos dónde estábamos. Una moza sanota, con la cara arrebolada por el anís que se estaban mamando dentro, cogió una furgoneta, nos metió como si fuésemos cabras, y nos dejó, después de recorrer una pista que dejó mis huesos golpeados, en una plaza asfaltada. Nos mandó bajar, todo esto a gruñidos ininteligibles, cerró la puerta, dio media vuelta y marchó.
Nos quedamos en la nada, asfaltada, pero nada. Pues a andar. Y anduvimos, y descubrimos unas sombras muy altas, que no eran rocas, no, que eran edificios.
¡Zas! Ésta nos ha dejado en la estación, de La Piedra de San Martín, por supuesto. Una familia de turistas no nos entiende, otro que va suelto tampoco, y yo venga decir carretera, route, coche, voiture, puerto, port, nada, ni pamplona.
¿Son ustedes de Valencia? dice una voz alto y claro en perfecto castellano. No, de Valladolid. Ah claro, que también Valladolid empieza por uve. No se preocupe, que ya he visto su R-6 solo allá arriba. Y nos coge a todos, Moli incluida, y nos lleva en su todo terreno hasta lo alto del puerto, (de La Piedra de San Martín qué te habías creído), justo junto al coche (R-6, por supuesto).
El tal pavo era un francés que tenía alquilado en lo alto del puerto (ya no lo repito que puede sonar a pitorreo, y seguro que te sabes de qué puerto hablo) una choza a los ganaderos. Pasa allí temporadas, aislado, solitario no, sí meditando (supongo que de lo divino y lo humano). Aquella mañana, o tarde, o lo que ya qué sé yo qué era, vio nuestro coche solitario en medio de la niebla y sospechó lo que pasaba. Así que se puso en movimiento y nos encontró. Porque bajó a la estación de esquí, -de La Piedra de San Martín, qué te creías- no a comprar no, no a tomarse una copa que tampoco, bajó sólo sólo para buscarnos.

Luego van y dicen, oye los ángeles, eso es magia, eso es fantasía, eso es un comecocos, vamos ni que estuviéramos en la era de las alucinaciones. Que no, que no hay ángeles.

Pues bueno. Tal vez no los haya, pero a mí al menos aquel día (y otros muchos que os contaré) me salieron al camino tres ángeles: La Moli, la muchacha gabacha y el también gabacho del todo terreno.

Hoy, esta mañana, la Moli se ha largado antes del paseo pinariego tras un gato (el jodido duerme en el patio, y estaba la pobre inquieta, que ya me di cuenta). Abrí la puerta y salió como loca. Dimos el paseo sólo con Pancho, que es un bendito. Volvimos a casa y nada. Me fui al centro de papeleos, voy al Tanatorio a achuchar a Chuchi que se le ha muerto su madre. Salgo del Tanatorio, hosti, empieza a llover. Pobre Moli, como una sopa. Ni baño ni leches, me voy para casa. Llego calado, que del tanatorio a mi casa hay que atravesar toda la ciudad, y lloviendo poco pero lloviendo, lo dicho, mojado hasta el calzoncillo. Y llego y ahí está la tunanta.
Abro la puerta, entra, la doy una galleta, la seco con su toalla, se tumba en el sofá y yo la tapo.

¿Qué iba a hacer? Es la Moli, uno de mis ángeles más preciados.

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