–Le habla Rosita
Muchomorro, ¿el titular del teléfono, por favor?
–Sí, dígame.
–Soy comercial de
telefonica.on. Tiene usted una deuda pendiente con nosotros por publicitar el
nombre y número de teléfono de esa parroquia.
–¿Cómo dice? No hay
ningún contrato de publicidad en ese sentido.
–Sí, desde el día
doce de septiembre de 2012.
–Perdone, usted. Le
digo que no.
–Lo siento, pero se
trata de un contrato que usted apalabró en dicha fecha.
–Le repito que no he
firmado ningún contrato con nadie para hacer publicidad de la parroquia.
–Aquí consta que
usted hizo un contrato en septiembre del año pasado.
–Le vuelvo a repetir
que yo no he firmado ningún contrato.
–Pues su número de
teléfono está en nuestras listas de publicidad.
–Mire usted. Se trata
de una parroquia, y el teléfono es un servicio a los parroquianos. No tenemos
ningún interés en que nos hagan publicidad. Además le repito que no se ha
firmado ningún contrato.
–Es que se trata de
un contrato verbal…
Cansado, le digo que
no quiero seguir hablando y que voy a colgar.
A los pocos días, y
justo cuando voy a echarme la siesta de rigor, vuelve la Rosita Muchomorro,
pidiendo calma y que le escuche, a insistirme sobre el mismo tema. Tras un
diálogo casi igual al relatado, levanto la voz y repito que no existe tal
contrato, y que en caso de estar registrado, lo de por anulado porque no lo
reconozco.
Desde el otro lado
del hilo telefónico llega la amenaza de prorrogar el contrato y por lo tanto el
montante de la deuda si no abono lo debido. Casi gritando le contesto que
encienda la grabadora porque le voy a decir verbalmente que rechazo esa
prorrogación de un contrato que no existe y que por lo tanto la deuda que
achacan a esta parroquia no se va a pagar.
Nada más colgar, y
sin conocer el importe de la supuesta factura sin pagar, llamo al 091 y una
agente muy amable me atiende, y después de escucharme me dice que tome nota de
la empresa o nombre comercial desde el que me llaman, y el número de teléfono.
Que me quede tranquilo porque si no hay firma no hay contrato. Se trata de una
estafa en toda regla.
Para dejarme más
tranquilo, añade que cuando se hacen contratos por teléfono la palabra se usa
pero según determinadas condiciones, y que siempre queda constancia grabada.
Termina diciéndome que en todo caso, si vuelven a llamarme, diga que ya he dado
cuenta del asunto a la policía. Suele ser mano de santo.
Después de esta
conversación me quedo pensativo y reconozco varias cosas:
1ª He estado muy
nervioso atendiendo a esa llamada telefónica. En mi descargo debo decir que son
tantas las llamadas ofreciendo cosas, –seguridad, servicios antirrobo, seguros
de incendios, ornamentos sagrados, vidrieras de colores, viajes y excursiones,
material de limpieza, dos números de teléfono por el precio de uno, etc.– que
llega un momento en que me planto y digo que ya está bien, y no escucho más.
Que me dejen en paz que si quiero algo ya lo buscaré.
2ª No he preguntado
ni el nombre de la empresa, ni su dirección. No pudiendo identificarla,
malamente puedo ejercer contra ella acción alguna.
3ª ¿He sido ingenuo y
descuidado? No he impedido que el número de teléfono de la parroquia, que es
público, sea tomado para que aparezca en listados de aquí y de allá, como si
alguien de Australia, por poner un ejemplo, estuviera interesado. ¿Debería
haberlo hecho?
A la vista de todo lo
cual me pregunto si se puede considerar delito como acoso telefónico la oferta
que se realiza por este medio sin haber sido solicitada. Empieza a cansarme
tanta propaganda. Además de llenarme el buzón de la puerta de casa con papeles
de las más variadas oportunidades; además de los emails que diariamente
abarrotan mi gmail con spam de todo tipo, algunos en ruso y otros en polaco;
también a través de teléfono quieren entrar en la casa de uno avasallando.
Moraleja: Si no
quieres más estafas, contrata identificador de llamadas. Por 0,6 € al mes,
movistar lo proporciona.
A ver ahora qué pasa.
¿Que qué consigo con esto? Sabiendo el número de teléfono del que recibo
determinadas llamadas telefónicas, puedo on line identificar el lugar real
desde donde me llaman. Conocido esto puedo además de no responder, cuando
llamen, también denunciar el posible delito, porque hasta ahí están llegando.