Estoy convocado a celebrar el 44º aniversario de haber acabado el colegio. Otro aniversario más a una no demasiado larga, pero sí suficiente, lista de aniversarios de todo tipo. Unos son más significativos que otros, es verdad. Alguno lo espero con ganas, otros simplemente me obligo a participar.
El tiempo pasa, es inevitable; yo diría que incluso necesario. Crecemos, avanzamos, nos llenamos.
Como todo recipiente, tenemos una capacidad limitada y aquello que no cabe, rebosa. Hay cosas, acontecimientos, experiencias, vivencias, sentimientos que no se van, bajan al fondo y son los más ligeros los que suben y tal vez se van por el desagüe del olvido.
Un aniversario es útil para descubrir lo que queda de todo ello y el poso que las efemérides han dejado en nosotros.
Pues eso, que tengo que reunirme con mis compañeros de hace 44 años. De alguno sé algo. De la mayoría no me acuerdo. Algún nombre, ciertos apodos escolares, determinados momentos…, pero no mucho más.
Espero no encontrarme raro ante ellos. Deseo que el día 7, el de autos, por la noche, no tenga que arrepentirme de nada, aunque es probable que tenga que hacerlo.
No puedo escaquearme. De todos los compañeros soy único, han venido expresamente a invitarme. Soy el único sacerdote de aquella "colegiada" y, claro, el "Acto" comienza con una Eucaristía. Así que seré el primero en tomar la palabra y dirigirme a la concurrencia.
Voy a hacer una cosa. He iniciado este blog por esta circunstancia. Tal vez le ocurra a alguien más una cosa semejante. Voy a escribir, -la verdad es que es la primera vez que lo hago (en mi vida he escrito un diario)-, las sugerencias que tenga y a esperar acontecimientos.
Si otr@ alm@ cándid@ añade cosas, comenta, critica o sugiere, iré enriqueciendo lo que en un principio es tan poquita cosa.