Me pregunto qué
moverá a una persona a escribir un mensaje, introducirlo en una botella,
taparla y sellarla, y acercarse a la orilla para arrojarla al agua.
Siempre creí que eran náufragos, habitantes de un islote perdido en el mar, quienes hartos de tanta
soledad y colmada su paciencia por la espera, o sea desesperados, metían en la última botella
escanciada mucho tiempo atrás un papel o similar con el mensaje universal SOS. Sin
remite, sin barco correo que lo recogiese y dirigiese, sin estación término ni
dirección, tampoco expresa ningún atisbo de confianza en recibir respuesta. Más
que gesto de espera es grito desesperado. Y sin testigos.
Sin embargo en los
últimos años ha ocurrido lo inesperado: botellas lanzadas a la deriva han
encontrado puerto.
Así, por ejemplo, una
carta que un niño alemán arrojó al mar dentro de una botella, fue encontrado
por un niño ruso en una playa diez años después. Ahora se cartean a través de Internet.
Así, también otro
ejemplo, una niña irlandesa quiso mandar un mensaje a su abuela que vivía en
una isla enfrente de la costa, pero la botella navegó hasta Australia. Ya son
kilómetros. Ignoro si en este caso ha continuado algún tipo de contacto.
No es fácil, ni
tampoco frecuente que ocurra. Es más, casi siempre el mensaje se pierde porque
la botella se rompe, se hunde o alguien que la encuentra la usa para llevarse
agua de mar con que cocer después en su cocina los mariscos. O para lavarse los
pies, tras pasear por la arena de la playa.
Yo mismo lancé desde
aquí hace ya años un mensaje a través de las ondas, rumbo a El Mar del Plata.
Si llegó, no tengo noticia. No hay respuesta… aún.
Hoy acabo de
encontrarme esto, y quiero hacéroslo saber.
Un repaso al año que termina
Ya solo
queda un día para que termine el año. Siempre, cuando llegan estas
fechas, pienso lo mismo: "lo rápido que pasa el tiempo". A pesar de que
2012 ha sido un año duro, en cuanto a lo económico se refiere, lo
importante es seguir con la ilusión y las ganas de hacer las cosas que
más nos gustan. Para mi, 2012 ha sido un año repleto de planes, viajes,
bodas, buenos momentos, risas, grandes conversaciones, proyectos y
aventuras. Así que, solo me queda desear que 2013 sea por lo menos
igual, y si cabe, aun mejor.
Espero que
disfrutéis de estos dos últimos días de 2012, y nos vemos el año que
viene con la misma fuerza y alegría que hasta ahora.
Si este mensaje me ha
llegado, no está todo perdido. También el que yo lance puede acertar esta vez y
encontrar a su destinatario. O buscar por sí mismo a quien le pueda interesar.
O inventárselo. Bien mirado una botella cerrada puede hacer eso y mucho más,
incluso contener un genio malo o bueno, según convenga, conforme a mi estado y
condición.
Voy a probar, pues.
Señor, Dios, dueño
del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de Ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto
fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año,
el trabajo que pude realizar
y las cosas que pasaron por mis manos
y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo,
el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón.
Perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las personas que herí y ante las que no me he disculpado,
por las que me han ofendido y no he perdonado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios,
nuevamente te pido perdón.
En las próximos horas iniciaremos un nuevo año
y detengo mi vida ante el calendario
aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo tú sabes si llegaré a vivir.
Hoy te pido para mí y para todos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad
llegando a todas partes con un corazón
lleno de comprensión y armonía.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios
a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de Ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto
fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año,
el trabajo que pude realizar
y las cosas que pasaron por mis manos
y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo,
el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón.
Perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las personas que herí y ante las que no me he disculpado,
por las que me han ofendido y no he perdonado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios,
nuevamente te pido perdón.
En las próximos horas iniciaremos un nuevo año
y detengo mi vida ante el calendario
aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo tú sabes si llegaré a vivir.
Hoy te pido para mí y para todos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad
llegando a todas partes con un corazón
lleno de comprensión y armonía.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios
a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.