Si no es por la tele
ni me acuerdo. Pues sí, hace veinticinco años, un grupo de gente maja se
inventó esta preciosidad, Traveling Wilburys: George
Harrison, Bob Dylan, Tom Petty, Roy Orbison,
Jeff Lynne. Se juntaron apenas una semana y
grabaron el mejor disco de la historia. En mi opinión, por supuesto. Que no
tengo ganas de debatir ni de discutir; mucho menos de llegar a las manos.
Y si no es por esta
circunstancia, tampoco caigo en la cuenta de que ya llevo en esto del bloguismo
o bloguerismo la friolera de seis añazos. Día a día ya llevo casi mil
quinientas entradas y más de doscientas veinticinco mil visitas, que se dice
pronto. Si los cálculos no son demasiado errados, me han leído –lo de leer es
un decir; muchos habrán simplemente entrado y salido (sin contar las veces que
lo hayan hecho simples máquinas)– en este mi pequeño mundo muchas más personas
que en toda mi vida de actuar de cara al personal. En fin, que el tiempo pasa,
las cosas evolucionan y cambian, y aparecen otras nuevas que aparentemente al
menos tienen poco que ver con todo lo anterior.
Algunas, sin embargo,
se mantienen, contra viento y marea, fuertemente ancladas en la tradición. Tal
es el caso de la fiesta de mañana, el Corpus. Saldrá la procesión por nuestras
calles, custodia en alto, y, entre cantos y ropajes rescatados, reivindicará un
espacio que este tiempo actual ya no le reconoce. Paso de hacer una crítica al
asunto, y me limito a decir que yo no asistiré. No me parecen maneras de
mostrar lo que yo creo.
Sin embargo, esta vez
hay un añadido. Se trata de que papa Francisco ha propuesto que le imitemos en
un gesto. A las cinco de la tarde él se va a poner en adoración hasta las seis;
una hora. En Roma, en la basílica de San Pedro. Una liturgia de estas
características no es salir a la plaza pública ni ejercer presión sobre nadie.
Es otra cosa.
Tras darle vueltas,
he decidido sincronizarme con él e invitar a mi gente a unirse al acto. Seamos
muchos, seamos pocos, no importa. Vibrar al unísono en el tiempo y a lo largo y
ancho del espacio con una multitud, y coincidir sobre lo mismo, puede ser,
además de una experiencia personal irrepetible, de consecuencias y efectos
imposibles de calcular.
Además de adorar
desde el silencio interior, aunque expresado en palabras a través de la oración
y del canto, a Quien recibimos en el Sacramento tras de haberlo identificado
antes y después en el/la Hermano/a, tendré la oportunidad de recibir/entregar,
en intercomunicación a través del Aire que respiramos, cuanto de bueno, bello y
santo existe en este espacioso mundo, de antes, de ahora y de después.
Se nos indica que
insistamos en esto:
Intenciones
de oración propuestas por el Santo Padre Francisco
1. Por la Iglesia extendida por todo el
mundo y reunida hoy, en signo de unidad, en la Adoración a la Santísima
Eucaristía. El Señor la haga siempre más obediente a la escucha de su Palabra y
así pueda presentarse ante el mundo “más bella, sin mancha ni arruga, sino
santa e inmaculada” (Ef 5,28). A través de su fiel anuncio, la Palabra que
salva resuene siempre como portadora de misericordia y propicie un renovado
compromiso en el amor que ofrezca pleno sentido al dolor y al sufrimiento, y
restituya la alegría y la serenidad.
2. Por todos los que en diversas partes del
mundo viven el sufrimiento de las nuevas esclavitudes y son víctimas de las
guerras, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo “esclavo”; por
los niños y las mujeres que sufren cualquier forma de violencia. Pueda su
silencioso grito encontrar la Iglesia despierta. Así, teniendo la mirada fija
en el Cristo crucificado, ella nunca olvide tantos hermanos y hermanas dejados
en manos de la violencia.
Además, oremos por
todos aquellos que viven penurias económicas, sobre todo por los desocupados,
los ancianos, los inmigrantes, los que no tienen hogar, los presos y por todos
los que experimentan marginación. La oración de la Iglesia y su activa labor de
cercanía en la caridad sea para ellos consuelo y apoyo seguro. Que ella pueda
alentar siempre la esperanza y la audacia en la defensa de la dignidad de la
persona humana.
Mientras escucho a
los Traveling Wilburys: George Harrison, Bob Dylan, Tom Petty, Roy Orbison,
Jeff Lynne, escribo estas líneas rápidas, para ponerme a continuación a
preparar esa hora especial de adoración eucarística, en sincronía y comunión
con el papa Francisco y la Iglesia Universal.
Estamos en el mes de
junio, mayo pasó en un amén, y esta es la entrada número 1.434 de mi pequeño
mundo en el año sexto.
Todo pasa, todo
queda, pero lo nuestro… es pasar.
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