Mi rosario tal cual salió de mis manos en 1961 |
N(M)i mis ojos, ni mis piernas, ni siquiera mi cabeza. Es lo que tiene la
edad, que vas perdiendo facultades y te haces viejo. No es que sea malo, pero
jode. Como dije el domingo pasado a mi gente, antes de ungir a quienes lo
pidieron: la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, y la
ancianidad no es enfermedad, pero constituye una etapa de la vida en que te van
llegando sin que las llames.
Este es mi caso.
En un desgraciado accidente, perdí una parte de mi rosario. Si fue
culpa de Berto, o de Gumi, o mía, o de los tres a prorrateo, en un golpe de
fuerza, el rosario que iba rezando durante el paseo vespertino se enreató con
los ramales y se rompió por lo más débil, el sitio menos oportuno, saliendo
desprendidas la cruz y unas cuentas disparadas qué sé yo dónde.
La de veces que recorrí aquel tramo de paseo con los ojos sabuesoness
por encontrar la parte perdida. Pero, a pesar de no ser más que unos pocos
metros, no hubo manera.
Recompúselo entonces como mejor pude, adosando a mi rosario un
crucifijo que me vendieron las monjas del santuario de parte de papa Francisco.
Y hasta hoy.
Como por casualidad, –que no, que lo busqué adrede–, encontré en mi
baúl de los recuerdos unas cuentas algo mayores, pero muy semejantes, con algo
de aquella cadeneta que hacía a mis trece años con tanto primor. A duras
penas lo he engarzado todo ello, dando como resultado un híbrido que no resulta
ninguna maravilla, pero tiene un pasar.
Mi rosario a fecha de hoy, tras la reparación |
Mucho he tenido que afanar para obtenerlo, porque ni tengo
herramientas adecuadas, ni mis ojos ven lo que veían, ni mis manos son ya aquel
dechado de habilidad que me caracterizó. En fin, que esto es lo que hay.
No parece, sin embargo, que a la ex-jueza Carmena la vejez le esté
pasando factura. Muy ágil la noté la otra noche, y muy fresca y muy lozana.
Nada que ver con la tal Aguirre, que cada vez que la veo me parece más vieja,
más seca y más ruin.
Tiene razón el presidente de mi comunidad autónoma, señor Herrera: hay
que dejar paso a los jóvenes, en edad, en espíritu, en alma.
Las personas viejas ya no tenemos reflejos, ni ganas de adaptar
nuestro paso, ni ideas, ni capacidad de raciocinio. Por eso me asombra papa
Francisco, como también aquel otro, José Mugica, o como esta otra de aquí, la
señora Manuela Carmena.
Chapó, señora, gusto en volverla a saludar.
2 comentarios:
Oye, no veo la diferencia entre el original y el "remendado", están perfectos ambos a dos y, si cabe, el último más reluciente.
Lo de Manuela Carmena es un regalo de los dioses, haber podido contar con esta candidata para alcaldesa de mi ciudad es poco menos que un milagro y poder votarla la mayor satisfacción y un lujo después de muchos años. Por fin he podido votar con alegría y sin taparme la nariz, tanto a Manuela como a Luis García Montero para la Comunidad aunque éste, por desgracia, no haya salido. No obstante, si finalmente podemos tener a Ángel Gabilondo como presidente me doy por contenta y satisfecha y será el principio del fin de tanta podredumbre, latrocinio y saqueo de este Madrid de mis pecados. Y para ser justa habrá que darte a ti también la enhorabuena si finalmente os quitáis de encima al sinvergüenza de alcalde que os ha torturado también tantos años.
Y aun no acaba la fiesta. En mi Zamora natal, ¡¡¡¡¡tatatachán!!!!! Alcalde de IU!!!!! ¡¡¡¡toma ya!!!!!
¡qué te parece!, ya empiezo a reconciliarme con el género humano.
Que siga la racha así hasta noviembre, y nos quitemos a tanta carcundia* de encima, entonces empezaremos a parecer un país decente y digno.
* aunque el DRAE dice que se dice carcunda a mi no me suena igual de contundente por eso lo escribo así.
¡ah! hablando de erratas o erratitas o lo que sea, la primera letra de este post tuyo es una N no una M
Besos y felicidades
Así que Carmena no te parece vieja, que la ves ágil y hasta te parece muy fresca y muy lozana. Mientras que Aguirre te parece más vieja, más seca y más ¡ruin!
Ya te decía yo, no que no practicas el evangelio, sino que ni siquiera lo lees: "...no juzguéis y no seréis juzgados..."
Ahora comprendo por qué piensas y dices estas cosas.
Tú mismo me lo explicas a continuación:
Porque eres viejo, pero no un viejo cualquiera, sino un viejo sin reflejos, un viejo sin ganas de adaptar su paso, un viejo sin ideas, un viejo (y con esto terminas por explicármelo todo) sin capacidad de raciocinio.
Bueno... hasta tu próxima irracionalidad
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