La sonrisa de mi médica favorita y sobre todo los números del último
sistemático lo han proclamado esta mañana. Pero no empezó la cosa bien, hasta
el punto de hacerme dudar de mi capacidad auditiva, porque la hora de la cita
era firme y acababa de comprobarla. Una hora de espera llegó a impacientarme,
aunque ella es de no mirar al reloj cuando trata a sus pacientes. Pregunté,
pues, a alguien cuándo le tocaba y comprobé que a mí o me había pasado por
alto, o había corrido tanto que cuando llegué la lista iba adelantada. Me asomé
por la puerta y pregunté si no figuraba yo en la de hoy. ¡Dos veces te he llamado! ¿Oyes bien? Fue lo que me dijo. Debe ser la edad, contesté; entré y me
senté.
Resultando todo lo que estaba a la vista de su agrado, preguntóme por mi
próstata. No le respondí bien gracias, porque consideré inadecuado. Orino mucho y muchas veces, desde pequeñito.
El de al lado, tal vez un mir, arguyó que al no haber clínica no hacían falta
más comprobaciones. Pero ella insistió que orinar tanto y tan a menudo exigía
más control. Hay que pedir análisis de
prostatismo. Marcadores tumorales. Lo sentenció y ya tengo encargado el
recado.
No le dije que había empezado a tomar otro complemento alimenticio. A la
vista de los buenos resultados que me está suponiendo Armolipid Plus, también
tomo Condro Sorb Herbal Sport. Mis rodillas cantan algo, puede ser por culpa de
Gumi que me magrea en exceso cuando salimos atados por la calle. Puede que sea
otra la canción. Alguien me lo ha recomendado y por probar que no quede.
Y ya puesto, voy a indagar si para controlar la tensión existe algún
“apaño” que no sea medicina. Si lo encuentro, o alguien me lo proporciona o
sugiere, dejaré la media dosis de Ramipril, que con tan poco apetito me tomo
todas las mañanas.
Seguro que Toñi me sugiere algo. Sueño con no estar permanentemente medicalizado.
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