La caza de ayer no
terminó de satisfacerme. Así que esta mañana volví a coger mi arma y busqué la
presa que dejé para redondear la faena.
Aunque ese sendero lo
recorro a diario, un pino me parece igual a otro pino cuando todo son pinos.
Ocurre que el bosque no suele permitir ver al árbol, como también sucede que
mirándole a él uno no se percata de que está en una arboleda.
¿No me viste en
misa? ¡Pues estuve el domingo! me suelen reprender cuando digo no recordar quién viene y
quién no, cuándo fue la última vez que coincidimos en algún lugar y tiempo.
Afinar la vista para
discriminar al personal y distinguirlo del contexto no es una de mis
cualidades. Para mí todo son cabezas, y las caras, los rostros, se me hacen un
borrón cuando las miro en su conjunto.
Por fin lo encontré,
y esta vez sí que acerté. Es la imagen que encabeza este escrito. Se trata de
un hongo de la madera, en un pino piñonero. Para más información, consultar las
muchas guías que existen sobre este tipo de cosas o preguntar a persona entendida.
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