He tenido la ocurrencia de preguntar a google por
cena con pobres en Navidad y, además de indicarme las muchas cenas que
organizan todo tipo de oenegés para personas indigentes, niños malnutridos y sin
techo, he encontrado multitud de recetas para poner sobre la mesa y terminar
completamente exhausto, ahíto, es decir, a reventar.
En cuanto a esto segundo, no digo ni palabra. ¡Qué
me importa cómo llamen o dejen de llamar lo que se lleva el personal a la boca!
“A lo pobre” suele ser una modalidad gastronómica nada discreta.
Lo que ahora me ocupa es la cena en sí, ofrecida a
quienes se considera pasan hambre en todo tiempo. Suele ocurrir en los días
navideños, de modo que a partir de ahora ya no es su época y dejaremos de tener
noticias sobre tales eventos.
No voy a escribir que veo mal que se organicen,
porque ¿a quién le amarga un dulce? Yo mismo he sido invitado varias veces a
compartir mesa en familia en estos días señalados. Y se agradece el detalle.
Pero digo yo que no me gustaría verme en los
papeles, días antes y días después, junto a los nombres y caras de las personas
que tienen tal iniciativa, al tiempo que exponen el menú, más propio de un
festín que de una simple comida. Menos aún, si mi nombre tiene como complemento
“pobre”, “sin techo” o similar, y se destaca que no soy yo, sino mi
circunstancia, quien origina el asunto.
En cuanto a quienes ponen la mesa, suelen ser gente
conocida: el papa Francisco, el padre Ángel y la alcaldesa de Madrid; también
la comunidad de san Egidio y algunas cáritas diocesanas y parroquiales. Y gente
de negocios y empresarios, pero no les nombro para no hacerles publicidad
gratuita. Políticos no me suena, pero alguno habrá.
Enero suele ser un mes terrible para casi todos. No
sólo por la resaca de fin de año y año nuevo, sino por el frío invernal que
hasta febrero o marzo se agarra a la tierra y penetra sin piedad dentro de las
casas. No estaría nada mal que se acordaran de ello quienes tuvieron el detalle
de pensar en estómagos vacíos sin preguntar el porqué y el cómo solucionarlo.
No estaría nada mal que abrieran las puertas de sus casas y dispusieran camas
en los espacios disponibles, todas las que fueran necesarias. Y si además olvidan
dar cuartos al pregonero, mejor que mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario