Viene esto a cuento de una información que acabo de
recibir. Resulta que puede que Picasso no pensara en Guernica cuando pintó su
cuadro, ni pretendiera plasmar en el lienzo los horrores de la guerra, sino su
propia vida al parecer no exenta de momentos dulces y felices. Eso es lo que
sostiene José María Juarranz de la Fuente, licenciado en Filosofía y Letras,
sección Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, viejo
catedrático de Instituto e investigador, que lleva catorce años dedicado a
mantener su tesis primera, o llegando a encontrar la razón a una duda razonable
que le había sucedido. Él afirma ahora que “el Guernica constituye una
autobiografía de Picasso, sin nada que ver con el bombardeo de la ciudad vasca
ni con la guerra”.
Si esto fuera así, yo me afirmaría una vez más en mi
convencimiento de que las palabras, y las imágenes también lo son, es decir,
nuestros modos de comunicarnos, más veces dificultan que facilitan nuestra
relación. No llegamos a transmitir al otro lo que le queremos decir, y no
siempre recibimos lo mismo que él nos quiere hacer llegar. Hay por medio una
interpretación, y no siempre es correcta.
Lo cual me lleva a concluir que, o dejamos de decirnos
cosas para pretender comunicarnos, o insistimos y a pesar de todos los pesares
seguimos haciéndolo. Si hay una tercera vía, háganmelo saber, por fa.
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