Me brotó en los labios en cuanto leí los titulares. Ese avión no se cayó
por sí sólo. Doscientas noventa y ocho personas no han muerto por azar. Ha sido
premeditado. Un asesinato multiplicado por casi trescientos.
Ahora me entero que la expresión “gatillo fácil” está patentado, y procede de Argentina;
se refiere al abuso policial hacia los sectores más humildes de la sociedad.
No eran propiamente humildes la mayoría de los asesinados a más de diez
mil pies de altura. El colectivo que iba a tratar sobre la investigación del
SIDA en Australia seguro que tenían altos estudios y un nivel adquisitivo
superior a la media.
Los que iban a disfrutar sus vacaciones, tampoco parecían del segmento
inferior de la sociedad. Y si iban con la ropa justa, no era por falta de
recursos; a donde iban sobra casi toda.
El que disparó, el que apretó el fatídico gatillo, no dio “un gatillazo”;
provocó una masacre. Y lo hizo con premeditación y alevosía.
Maldito él, y maldito quien le diera la orden. Ha sido una canallada.
¿Quién pone en manos de quién armas para matar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario