Eso respondió el jefe cuando le llamé Platero. Y es que yo es ver un
burro y acordarme de Juan Ramón Jiménez. ¡Defectos de la infancia!
Antes no había casa de bien que no tuviera uno. Para ir, para traer o
llevar, para cargar las alforjas, para acarrear agua… por simple compañía. Pero
en cuanto nos mecanizamos, fueron desapareciendo.
Ahora Francis es la novedad. Y él lo sabe. No te puedes acercar a él,
porque te pierdes.
Está resultando un burrito muy meloso.
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