La idea del
arquitecto en jefe, José María, era que la pared principal resplandeciese. El
templo en su conjunto sería de una sencillez ni vergonzosa ni vergonzante; total. Al fin y al cabo se trataba
desde el principio de hacer habitable y para el culto una antigua nave industrial. Y en
plan lo más barato posible.
Era un muro en bloque
de cemento blanco rugoso. Más o menos como el de cualquier tapia que cierra las
parcelas de las urbanizaciones que empezaban a llenar este apartado lugar a las
afueras de la gran ciudad. Pero dado que iba a ejercer un noble oficio, -hacer
de retablo del templo parroquial-, requería un tratamiento, digamos especial.
La iluminación. No sería blanca, como en las paredes laterales. Esta sería
tirando a dorada, mucho más cálida.
Durante el día estaba
claro que con la luz cenital se conseguía el resultado deseado. Bastó con
sustituir unas cuantas chapas metálicas del tejado por unas placas traslúcidas.
El problema era en los momentos del día menos soleados y por la noche.
El electricista
colocó unos focos halógenos en lo alto y se presentó a la aprobación.
-Es poca luz. Hace
falta más.
A los tres iniciales,
sumó otros dos; cinco.
-Es insuficiente, hay que darle más.
Convencido de que le
iban a responder “macho, te has pasao”, intercaló nuevamente focos, pero a lo
bestia: cuatro más, o sea nueve. Aquello rechistaba de luz; la pared devolvía
lo que recibía iluminando el recinto y dando vida en relieve a “los dos sellos” [1]
colgados a ambos lados de la inmensa cruz de acero inoxidable.
-Ahí está, eso es.
Vale.
Y así quedó. Nueve
focos halógenos.
Tiran luz a manta, y
hasta calor que me llega a la sesera cuando me toca estar sentado bajo ellos.
Menos mal que es por poco tiempo.
El problema viene a
hora. Los interruptores están en la sacristía, muy monos ellos, en blanco
tirando a marfil. Son “simon”, una marca de productos eléctricos, fiables y
duraderos. Suficientes para el proyecto inicial que apenas suponían unos mil vatios. Pero escasos para tanta potencia sobrevenida. El primer mecanismo duró un tiempo. Cuando se quemó fue sustituido por otro que duró un poco menos. Siguieron otros con el mismo o similar final. El último de la serie no ha aguantado ni seis días. En una casa particular diez
amperios para iluminación es más que suficiente. Aquí, para casi tres mil vatios,
no. Hace falta un mecanismo de veinte amperios. Pero no existe para ese modelo.
Consejos he recibido
para dar y tomar. Que dividirlos en grupos y con llaves separadas, que cambiar a led [2] que con un diez por ciento de potencia sería suficiente, que sustituir todos los interruptores por otros más capaces… Todos ellos imposibles de llevar a cabo, salvo que me gastase
una pasta gansa. En torno a los dos mil euros lo más caro, alrededor de doscientos lo más económico. Ni hablar.
Esto lo soluciono yo
por el procedimiento habitual: sacar de mi genio algún ingenio.
Esta es, aquí está,
la chapuza nacional.
No hace bonito, pero
funciona. Y además no ha costado nada, porque ese mecanismo de interrupción de
corriente me lo encontré en un derribo y nadie me riñó por llevármelo.
¿Que es negro? El
blanco y el negro conjuntan “estuphendamente”. Además es imposible de
confundir.
Terminaré por llamar a Jose, mi electricista favorito; pero de momento ya he salido del atolladero.
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1. En esta parroquia dícese "sellos" a los dos cuadros que adornan el templo, que vistos de lejos parecen en su conjunto una carta a punto de ser echada en el buzón.
2. "Led" es una ya antigua tecnología eléctrica, en principio aplicada a indicadores luminosos de aparatos en funcionamiento, que ahora se ha descubierto que puede ser utilizada en la iluminación en todas sus variantes, con un consumo de energía muy reducido, alta eficiencia y larga durabilidad. Tiene un inconveniente: resulta muy cara su instalación y aún no se ha llegado al límite de sus posibilidades, por lo que no resulta definitiva.
4 comentarios:
Pero que ingenio tienes Miguel Angel, eres "un manitas"...a mi, como siempre me ha gustado hacer estas reparaciones y nunca tiro piezas que puedan servor, me llama la atención gratamente.
Un abrazo.
Te ha quedado estupendo, total no es para una exposición, se trataba de lo que se trataba, de resolver el "poblema", pues, ea, y'astá. Ni mi Sebastián ni mi Marian lo hubieran resuelto mejor.
Besos
Sir Enry Baskerville, ya estás contando cosas de tu estancia en la Sierra de Aracena. Se te dan muy bien las explicaciones sobre tus visitas a lugares. Y luce mucho más que contar cómo hacer chapuzas.
Un abrazo
Julia, esta mañana me he encontrado con Jose, el electricista que cito, y me ha dicho que no es seguro que esa llave resista. Que pasará a mirarlo. Seguro que pone un magnetotérmico, es mucho más seguro.
Besos.
Miguel Angel, verás, tengo que montar unas 3 o 4 horas de pelicula, incluyendo algún poema recitado, con música del sur...etc,etc... y de momento no tengo tiempo, pues me vuelvo a ir fuera de Barcelona a descansar a la playa, a celebrar mi 60 cumpleaños y a pasarlo bien...
Decirte que los alrededores de la Sierra de Aracena, sus campos de olivos y alcornoques,con los cerdos paseando por ellos libremente y las vacas y las cabritas... el frescor de la noche y de los amaneceres,con la preciosa luna de fimales de agosto, (he caminado por los senderos cada mañana 1 hora) y eso que he vuelto gorda como un botijo de comer , y del buen jamon de Jabugo...
la historia de los pueblos de alrededor, divisar la Sierra desde el Mirador del buho,ir a Tentudia,Almonaster, Aracena, Niebla....
Huelva tiene rincones muy bonitos con Historia...El pueblo concretamente en dónde hemos estado se llama Arroyomolinos de León.
Creo que algún dia a petición tuya enseñaré alguna cosa.
Te mando besos.¡ah! y me encanta esa espectacular piscina que teneis por ahí para nadar a gusto;
la que voy yo (que no voy) es más reducida.
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