La Virgen y el Niño con Santos. Giovanni di Piermatteo Boccati, 1420-1487. Galería Nacional de Umbría, Perugia |
Por si me leen papás y mamás a punto de nominar a sus
vástagos por nacer o ya nacidos, y dudan qué nombre elegir para ellos, aquí hay
una pequeña muestra de posibilidades; y no por su rareza son menos dignos que
los que están al uso, bien por su sonoridad, por estar a lomos de celebridades
del momento, por marcar diferencia y distancia con lo pasado, o simplemente
para ser originales.
Un nombre es sólo un nombre, de acuerdo. No voy ahora a
discutir con los nominalistas. Sin embargo con ese nombre la persona va a
identificarse tanto que cuando piense en sí mismo va a reconocerse diciéndolo.
Poner nombre a personas y cosas no es cuestión baladí. No en
balde aparece Adán en el libro del Génesis asignando uno a cada ser vivo. Es
como si al hacerlo los fuera sacando del anonimato y situándolos en la
existencia real.
Nominar a alguien es mucho más que etiquetarle; es abrirle
al mundo, situarle en medio y ante él, es ponerle enfrente de sí mismo y
llamarle a la vida consciente, y es también relacionarle con los suyos, en una
cadena interminable que desde las raíces más profundas de la humanidad puede
llevarle hasta las ramas más excelsas e inalcanzables.
Ya digo, por si están aún dudando, aquí tienen una relación
suficiente, aunque no exhaustiva; son los santos y santas de hoy:
Agomar
Amaranto
Antonio
Aquiles
Atenodoro
Baldo
Carina
Cungaro
Engelberto
Ernesto
Florencio
Francisco Palau
Gertrudis
Herculano
Hierón,
Isabelino
Jacinto
José Vega
Lázaro
Pedro Wu
Prosdócimo
Rufo
Serviliano
Severino
Vicente Grossi
Wilibordo
Y recuerden: es para toda la vida, por lo menos.
2 comentarios:
Desde luego que los nombres son para toda la vida y habría que escoger bien antes de decidirse por alguno de la lista que citas.
A mi me gusta el que tengo y agradezco a mis padres que me lo pusieran; en mi partida de nacimiento constan tres nombres: Ana Maria, Aurora, Ildegarda...te explico. Por aquel entonces había sido famosa una película o una artista que se llamaba Hildergar, y ese nombre me lo querían poner a mi, (cosas de moda como Heidy o Kevin)....por suerte no permitía la iglesia usar nombres que no fueran de santos y el que mas se parecía era Ildegarda, ¡toma ya!, ese no gustó y se optó por Ana como mi madrina y Aurora como mi madre y de recuerdo Ildegarda....
¿qué hubiera sido de mi en mi juventud, si me hubieran llamado "Gilda"...jejejeje!
Mis saludos.
¡Qué interesante!
Hildegart Rodríguez Carballeira, llamada “la niña prodigio, existió. La encuentras en Wikipedia. Fue madrileña y sobre ella hizo Fernán Gómez una peli. Puedes comprobarlo.
En cuanto a tus nombres, ¡ozú!, menuda carga llevas contigo:
Ana
María
Aurora
Hildegarda, de Hildegard von Bigen, la “Sibila del Rin” y la “Profetisa teutónica”.
No me extraña nada que de todas ellas aparezcan detalles, aunque sea a través del internet. In person debe ser manifiesto.
¡Qué necesidad ibas a tener de llamarte Gilda con los que te impusieron!
Saludos
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