Pues no. Te digo la
verdad. Si me adoptases ibas a tener un presupuesto especial sólo para darme de
comer.
Fue más o menos así
nuestro diálogo cuando alguien me alertó que estaba demasiado delgado. ¿Te
encuentras bien? fue su primera pregunta tras el saludo.
Luego algunas otras
personas, excepto mi médica predilecta, también se han interesado por mí sobre
este particular. La última L, esta misma tarde, cuyo cumpleaños nos ha invitado a
celebrar con una empanada, vino del Duero y pastas para terminar. ¿Dónde te lo
metes? me dijo cuando afirmé que pensaba cenar como todos los días.
Para tranquilidad del
personal he de decir que tanto si estoy acompañado como si estoy solito, comer
para mí es comer; lo demás es picar.
Valga como prueba
este par de fotos de un día que me cociné cabeza de congrio con patatas.
2 comentarios:
Amigo Miguel Angel, cosas del metabolismo.
Ese potaje de patatas me lo comía en un plis-plas y agustito.
Tu flaco y yo gorda como nunca...si es que el mundo no está bien repartido.
Te he llamado por teléfono esta tarde para comentarte una cosa: hay un blog mío que ha emigrado a otros lares; las opiniones del...perrito ese. ¿sabías que muerto el perro se acabó la rabia?...te diré dónde estoy, porque tengo intención de seguir opinando allí donde vaya.
¡que aproveche, flaquito!
Anna J R
Si me hubieras conocido en mis años mozos no me lo dirías: llegué a pesar más de ochenta kilos, porque mi ama en el pueblo me embutía a cocidos. Tenía que cuidar al señor cura para que las parroquianas no la criticaran de que me mataba de hambre.
Lamento no haber podido hablar contigo. Ya estaré más atento en otra ocasión.
¿Se ha muerto el perro? La rabia no me importa, pero sin Enry vamos a estar un poco huérfanos…
¡O me dices dónde estás ahora o te busco desesperadamente!
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