Gracias porque aún no he llegado y tengo que
caminar,
seguir y seguir, Padre,
pues el día en que me siente
soy mujer muerta, hombre muerto.
No quiero descansar ni llegar a la meta.
Quiero ser sólo un caminante hacia Ti.
Nunca la verdad entera,
nunca respuestas para todo,
siempre delante el misterio
de la vida y de la muerte.
No quiero vivir tranquilo
con las respuestas que me dieron de niño,
ni con las costumbres que adquirí entonces,
ni con el bien que entonces aprendí a realizar.
Siempre estudiando en los libros y en la vida
las huellas de tus pasos.
Caminar en la penumbra con la candela de la fe.
No llegar nunca a la definitiva conversión.
No ser perfecto.
No mirar a los otros desde la cima.
Ir con ellos en ruta.
Prefiero tu vela vacilante a mi bombilla fija,
tu amor prometido a mi amor poseído,
tu campo a través a mi camino hecho,
tu futuro a mi presente.
Te prefiero a Ti,
éxodo, promesa, esperanza.
Gracias porque aún no he llegado.
Patxi Loidi.
Mar adentro
Un logro del Concilio Vaticano II del
que aún no se pueden calcular todas sus consecuencias fue poner al alcance de
los cristianos de a pie, el laicado, la más numerosa parte del Pueblo de Dios,
la Sagrada Escritura. Hasta entonces no se podía, y era necesario un permiso
especial del párroco o del confesor de turno. A partir del Vaticano II muchas
personas bautizadas en la Iglesia Católica se han acercado a ella, la tienen en
casa en versión íntegra y participan en grupo de su lectura, estudio y oración.
La exégesis, sin dejar de ser cosa de especialistas y sin llegar a la erudición
de éstos, está al alcance de quien lo desee y lo trabaje.
Que tras muchos años de estudios se nos
ofrezca ahora la infancia de Jesús dejando de lado la investigación bíblica de
los últimos años, y en lo que parece una lectura literal de los textos
evangélicos, con la firma de quien ostenta tan alto cargo en la Iglesia, no
importa que no pretenda argumentar con autoridad, de hecho lo hace; nos remite
a lo aprendido antes que invitarnos a buscar, leer, estudiar, reflexionar, orar.
La fe no busca seguridad, sino adhesión a quien es por definición inasible. Por
eso escojo este poema, porque aún estoy en camino, y Él me acompaña.
3 comentarios:
Y quien puede decir que llegó,
....sólo quien todo ya dio.
Saludos desde Navarra.
"La fe no busca seguridad, sino adhesión a quien es por definición inasible".
Me lo apunto, gracias.
Gracias, florenzar, por tu visita y por tus versos.
Saludos desde algo más abajo, según se mira al mapa de pie y de frente.
Carmen, no son mías las palabras ni tampoco la idea. Creo que le corresponde todo ello al autor de la Carta a los Hebreos, que lo explica en un largo texto que abarca casi toda la historia de salvación. (11 y 12)
San Pablo también toca este asunto, como cuando dice que ha competido en el estadio y ha dado todo en la carrera.
De nada.
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