He
sido invitado por mis amigos musulmanes a celebrar Aid al-Adha (la fiesta del
sacrificio), también llamada Aid-al Kebir (la fiesta
grande), que en España conocemos como La Fiesta del Cordero. Por supuesto había
cordero en la mesa, adquirido en unos grandes almacenes y por tanto sin tener
en cuenta si se trataba o no de un animal sacrificado según las prescripciones
del Corán y de la Sharía. Propiamente no ha sido un acto religioso sino una
comida familiar. Pero no deja de ser un acto que recuerda al cordero que
sustituyó a Isaac, hijo de Abraham, en la pira del sacrificio ritual ocurrido
en las laderas del Monte Moria. Lo que iba a ser un sacrificio humano pasó a
ser el sacrificio de un animal.
A
ningún musulmán he oído jamás que decir que Alá fuera un dios sanguinario por
pedir aquello a Abraham. A demasiadas personas cristianas o de educación
cristiana sí he visto afirmar rotundamente tal calificativo. Sin embargo en el
mundo civilizado de los más pudientes no tenemos ningún empalago en permitir el
sacrificio de nuestros hijos. Porque nuestros son los
niños y niñas que quedan marcados de por vida, o muertos para siempre, por
acciones y omisiones, por supuesto de sus legítimos padres, pero también de
quienes se aprovechan, negocian y disfrutan de los productos generados en
negocios en los que son utilizados en demasiadas zonas de nuestro mundo.
No es
el Dios del Antiguo Testamento, tampoco Alá, quien lo ordena o permite. Es el
ser humano quien lo maquina con premeditación, alevosía y todos los agravantes
que imaginar se pueda. Ojala un cordero fuera capaz de sustituir a las niñas
y a los niños que en estos momentos están siendo sacrificados. ¿No habrá un dios que así lo ordene?
Anteanoche entré en mi
cama cabreado. La culpa fue de la dos, que emitió un programa que no pude
quitarme de la cabeza en toda la noche: "El algodón, la cara oculta del oro blanco"
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo. Ví el anuncio del documental y me revolvió, sólo el anuncio, así que opté por no verlo para no estarme todo el tiempo llorando de dolor y pena porque sigan semejantes tropelías a los niños y niñas del mundo.¡Cuando acabará tanta crueldad!
Besos
No esperaba menos de ti.
Besos
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