Rabioso por contenerme y no contestar de malos modos (ni de ninguna otra
forma) en una web donde se critica a mi obispo, don Ricardo, sin piedad y con
mucha mala baba por sus palabras, más bien no-palabras, en unas jornadas en
Zamora, me meto con una señora que ni sé quién es ni me importa, que tras
cuarenta años sin encontrar pareja digna de ser considerada, ha decidido
casarse consigo misma.
La foto es para enmarcar.
No sé por qué razón, viendo esto y leyendo lo otro, me viene al
pensamiento un animalito muy simpático que, tras copular con su pareja, se la
come. Eso es llenarse hasta la plenitud. Me pregunto qué significará entrar en
comunión (con) uno/a mismo/a. ¿Autocommunio?
Gumi y Tano andan los pobres como almas dolientes por entrar en amores
con Luna que está alta. Como no puede ser, porque esto no es jauja y alimentar
más bocas y aguantar más ladridos se me hace insoportable, es imposible satisfacer
sus elementales instintos.
Voy a ver si los convenzo de que ejerzan en solitario, y se basten
consigo mismos. ¿Lo conseguiré?
Ahora vendrá alguien a decirme que es impropio que trate aquí estos
asuntos y que haya dicho lo que acabo de escribir. Sepa vuesa merced que la
palabra es libre, y que igual que una señora muy enseñoreada se casa con sí
misma y lo hace público en la magna asamblea, con gran regocijo general y
generalizado, don Ricardo puede decir o callar lo que le pete, y servidor
expresar lo que me parezca.
Que no estamos para tener que mirar a ambos lados antes de salir de
casa, por si viene el de la escoba dando pal pelo o amenazando miedo.
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