No ha llovido, luego
no lloverá en cuarenta días y una semana. Pero hace un frío de bigotes. Lo he
decidido: hoy sopas de ajo.
El Cabo de Gata
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No está en el fin del mundo, pero lo parece. Llegar hasta allá supone
atravesar valles y desiertos, llanuras y perdidos, pasar pueblos y rodear
montañas...
Hace 10 años
4 comentarios:
Bueno, bonito y barato. ¡que aproveche, Miguel Angel!
Ummm... Casi puedo hasta oler esas sopas desde Suecia...
Un abrazo.
Te han quedado estupendas, Míguel, pero ¡dos horas al horno! ¡no serán muchas horas!. Yo probaré a hacerlas como tú pero no pienso tenerlas dos horas que tengo un horno nuevo "nuevísimo" y con muchas posibilidades para hornear. Ya veré el tiempo que tardan en ponerse tan apetitosas como las tuyas y te contaré.
Besos y buen provecho, Míguel.
No te creas que sale tan barata. Si echo cuenta del aceite y el gas, Anna, es tan caro que un buen chuletón. ;=)
No me extraña nada Ars Natura, que el olor haya transpasado Pirineros y, vía París, inundara el lago Säbysjön. No usaba el horno desde hace tanto tiempo que el humo desbordó la cocina, atravesó el pasillo y salió por el patio con destino… puede que Suecia.
Julia, es que mi horno es muy antiguo, es la vieja cocina corberó que desecharon mis padres hace casi treinta años. Me lo traje y es la que uso. O sea que puede tener unos cincuenta?
De todas formas, esas sopas deben cocer mucho para que estén ricas. Claro que un sopicaldo de ajo se hace en un verbo, pero eso es otra cosa.
Cuando las hagas en tu flamante horno, ya me contarás.
Estaban riquísimas. Besos
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