Los descubrí bajo los
árboles de la acera del enfrente justo al doblar la esquina. Primero vi sus
piernas, luego el resto del cuerpo al salir de la penumbra, caminando muy
despacio por la acera. Al pronto lamenté no llevar la cámara. Luego, pensé que
no habría tirado la foto. Por pudor.
Un joven bien entrado
en la madurez llevaba de la mano a un anciano tan maduro que se estaba pasando.
Creo que los reconocí.
Es muy posible que el
de menor edad haya pasado por mi vicaría para solicitar el bautizo de alguna
criatura. Que al poco tiempo su padre, solo, fuera incorporado a la familia, ya
que la vivienda era amplia y situada entre espaciosos parques y jardines. Que
luego esa persona anciana colaborara en las tareas familiares llevando de la
mano a su nieta a la catequesis.
Ahora, esta tarde es
su hijo quien le saca de paseo, para que estire las piernas, respire aire
soleado y se distraiga de estar todo el día sentado en el mismo sillón o echado
en la misma cama.
En un instante, en lo
que me llevó atravesar la calle y abrir la portezuela del corsa, se me dibujó una
parábola de la vida.
Estoy empezando a
preocuparme. Todo cuanto veo últimamente me sugiere…
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Ni que decir tengo que las fotos son impersonales, tomadas de la red. Tampoco el orden es el adecuado, pero eso tampoco importa mucho. Y esta entrada no tiene nada de original, está a la vista de cualquiera con sólo pasear las calles a cualquier hora del día. Así es nuestra vida, y así seguirá siendo. Afortunadamente. Pero mi encuentro en la tarde de ayer lunes fue real: eran exactamente las cinco y cuarto y salía del barrio Santa Ana, Valladolid.
2 comentarios:
Hola, Miguel Angel
He estado unos días (el acueducto del Pilar) fuera de Barcelona,en el campo recogiendo "bolets=setas" por los bosques, ataviada con dos bastones y como las cabras:montaña arriba, para despues degustar el guiso de conejo con las "llanegas"encontradas, exquisito para el paladar,(receta de mi madre) y ahí voy;
tus fotos me sugieren el intercambio que en la vida se genera entre padres e hijos ¿quién acompaña a quién?
cuando se tiene todavia una madre (viejecita), te das cuenta de que no puede ir a ningún lado si no la vigilas de cerca,(aunque la mía es todavía autónoma y va a su aire) y es el tiempo de devolver aquella su mano que te aguantaba cuando tú eras pequeño.
No he entendido bien tu preocupación en la frase final, aunque me la imagino....es ley de vida y llegado el momento necesitaremos ayuda.
Recibe besos.
Por aquí aún no ha empezado la recogida de setas, hongos y similares, porque la falta de humedad es pertinaz. Tal vez en noviembre…
¡Qué rico es el conejo, y el resto de caza, con esos complementos, incluido el tomillo!
Lo has entendido perfectamente: no sólo necesitaremos ayuda; antes tendremos que prestarla. Y al contrario que ocurre con la infancia, con la vejez no hay avance, siempre retroceso. Cada vez más desvalimiento. ¿Seré capaz de reconocerlo cuando me llegue? A eso me quería referir, no hay vuelta de hoja.
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