Lo malo de las guerras fratricidas, mal llamadas
civiles, es mucho, variado y de tamaño superior. Y dentro de ello no carece de
importancia el hecho de que aúpan a unos y defenestran a otros. Y no sólo por
la emotividad mal digerida y peor dirigida que entraña este tipo de conflictos.
También hay motivos que se apoyan en datos objetivos. A todo héroe de una parte
corresponde un bergante de la otra. Y viceversa.
Hay, no obstante, acciones guerreras en las que es
difícil hacer este tipo de determinaciones, ya que la misma persona puede pasar
de un extremo al otro con sólo retener la respiración por un instante.
Hará falta dejar pasar tiempo y coger perspectiva
suficiente para visionar mejor la situación y poder hacer un juicio justo.
Servidor, de momento, hace un alto en su
razonamiento, porque se niega a quitarle a uno el padestal que desde siempre
colocó bajo sus pies, como también a colocar aureola sobre la cabeza de otro a
quien apenas hace un tris que sabe de su existencia.
Uno fue un esforzado adalid animador de la
resistencia y de la libertad frente a la ignominia en tiempo verdaderamente
tenebroso. Otro ha sido un rebelde con causa en un tiempo líquido para
considerar como valores dignos de tener en cuenta aquellos que no se
identificasen con un discurso identitario y excluyente.
Dante
Pérez Berenguer, alcalde de un pueblo de Lérida, Gimenells, se rebeló contra las
órdenes de su autonomía que le requerían colaborar en una acción
anticonstitucional. De socialista pasa a ser pepero…
Lluís Llach i Grande, cantautor catalán, arengó en
los sesenta y setenta contra el régimen fascista. Ha devenido en furioso
independentista. Desde la izquierda todo parece que ha transmutado en derecha…
Héroes o villanos, un filo muy difícil de soportar e
imposible de mantener.
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