¿Dante Pérez Berenguer versus Lluís Llach i Grande?




Lo malo de las guerras fratricidas, mal llamadas civiles, es mucho, variado y de tamaño superior. Y dentro de ello no carece de importancia el hecho de que aúpan a unos y defenestran a otros. Y no sólo por la emotividad mal digerida y peor dirigida que entraña este tipo de conflictos. También hay motivos que se apoyan en datos objetivos. A todo héroe de una parte corresponde un bergante de la otra. Y viceversa.
Hay, no obstante, acciones guerreras en las que es difícil hacer este tipo de determinaciones, ya que la misma persona puede pasar de un extremo al otro con sólo retener la respiración por un instante.
Hará falta dejar pasar tiempo y coger perspectiva suficiente para visionar mejor la situación y poder hacer un juicio justo.
Servidor, de momento, hace un alto en su razonamiento, porque se niega a quitarle a uno el padestal que desde siempre colocó bajo sus pies, como también a colocar aureola sobre la cabeza de otro a quien apenas hace un tris que sabe de su existencia.
Uno fue un esforzado adalid animador de la resistencia y de la libertad frente a la ignominia en tiempo verdaderamente tenebroso. Otro ha sido un rebelde con causa en un tiempo líquido para considerar como valores dignos de tener en cuenta aquellos que no se identificasen con un discurso identitario y excluyente.
Dante Pérez Berenguer, alcalde de un pueblo de Lérida, Gimenells, se rebeló contra las órdenes de su autonomía que le requerían colaborar en una acción anticonstitucional. De socialista pasa a ser pepero…
Lluís Llach i Grande, cantautor catalán, arengó en los sesenta y setenta contra el régimen fascista. Ha devenido en furioso independentista. Desde la izquierda todo parece que ha transmutado en derecha…
Héroes o villanos, un filo muy difícil de soportar e imposible de mantener.

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