El señor alcalde de mi ciudad se va. Lo deja, luego de haber amagado
quedarse, contra la sentencia judicial que le incapacita para ocupar cargos
públicos. Es lo discutible de esta persona, sus excesos verbales. Dígase lo que
se diga, deja una gestión digna, tras muchos años, veinte, en la alcaldía. La
ciudad ha mejorado ostensiblemente, y no es fácil demostrar que pudiera haber
sido de otra manera. Claro que opiniones en contra siempre ha tenido, y muy
enconadas.
Los que vivimos por la parte sur de esta villa hemos visto cómo se han
transformado nuestros barrios y hemos ganado en todos los sentidos:
urbanización, transporte, servicios, atención… Si no todas, la mayoría de
nuestras reivindicaciones han sido atendidas y satisfechas. Ha existido diálogo
y la crisis que nos afecta no ha menoscabado seriamente el funcionamiento de
las asociaciones de vecinos, que han seguido realizando casi la totalidad de
sus actividades.
Pensaba decir algo más, pero se me ha adelantado el mismo Francisco
Javier León de la Riva con una carta de despedida que acaba de publicar el
Norte de Castilla. En ella dice todo, y, –ya casi es una costumbre en este
hombre–, quizás demasiado. Por no meterle el dedo en el ojo dejo que cada quien
determine lo que está de más en esta epístola postrera, que no alcanzará las
mieles de la antología literaria. Yo me limito a agradecerle su trabajo al
frente del ayuntamiento y desearle una feliz y descansada jubilación.
No retiro las críticas que le he dirigido desde este pequeño mundo,
incluso me reafirmo en todas ellas. Me habría gustado haber tenido además de un
buen gestor, una buena persona al frente del consistorio vallisoletano. Se ve
que es mucho pedir. En fin, puede que el que entre lo haga mejor y también lo
sea. Ese es mi deseo.
Queridos/as
vallisoletanos/as:
Después
de veinticuatro años en el Ayuntamiento de Valladolid, veinte de ellos como
Alcalde, y de siete victorias electorales consecutivas, ha llegado el momento
de decir adiós. No a Valladolid y a los vallisoletanos, sino al cargo
corporativo.
Las
elecciones del pasado 24 de mayo han alterado sustancialmente la situación
política en España y perfilan un horizonte inestable, que emborrona el futuro
de la convivencia democrática si los responsables políticos que hemos elegido
en las urnas no anteponen los principios democráticos a la ambición partidista.
El
Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE), los dos grandes partidos
con capacidad para vertebrar la nación, han perdido la confianza de muchos
españoles; si bien, el PP sigue siendo la lista más votada en los grandes
municipios, el PSOE ha retrocedido de una forma preocupante, arrollado por
movimientos populistas, con propuestas utópicas y radicales que, de llevarse a
la práctica, quebrarían derechos ciudadanos y arruinarían la economía española.
Es el momento de tomar una postura crítica, escuchar más aún a la ciudadanía y
adoptar los cambios precisos para reconducir esta situación.
¿Qué
Valladolid queremos? Nuestra ciudad no es ajena a esta situación ¿Puede
presentarse como triunfador quien ha llevado a su partido a obtener los peores
resultados de la historia en estas elecciones? ¿Piensa gobernar en contra de
los 60.000 vallisoletanos que depositaron su confianza en el PP, el más votado
en la consulta?
Considero
que una acción política responsable no debería asentarse exclusivamente en la
obsesión por desalojar al PP de todas las instituciones públicas, sin que
importe el precio que se deba pagar para conseguirlo. Aún estamos a tiempo de
evitar el sectarismo y de aplicar el sentido común y la responsabilidad
democrática en el Ayuntamiento de Valladolid. Por eso, hago un llamamiento de
todos los cargos electos, sin distinción de siglas, para que la ciudad sume y
no divida. Para que antepongan el bien común a la ambición personal y
partidista, y acuerden un gobierno municipal de máximo consenso, para todos (y
no sólo "para la mayoría"), sin discriminaciones ni exclusiones.
Me
marcho, pero dejamos nuestro sello en la transformación que ha tenido la
ciudad. En 1995 recibimos un Ayuntamiento con 168 millones de euros de
presupuesto, 20 millones de euros en metálico, una deuda de más del 87% y un
valor patrimonial de 223 millones de euros; y el día 13 de junio entregaremos
un Ayuntamiento saneado, con 300 millones de euros de presupuesto, más de 60
millones de euros en metálico, una deuda inferior al 50% y un valor patrimonial
de 436 millones de euros. Es decir, el Ayuntamiento vale ahora casi el doble de
lo que valía hace veinte años, tiene el triple de dinero en caja, mayor
presupuesto en ejecución y mucho menor endeudamiento. Y, todo ello, con una
presión fiscal municipal inferior a la media española.
Pero
la buena gestión económica no nos ha hecho olvidarnos de las personas, que han
sido nuestra prioridad en todos estos años. Los servicios sociales se mantienen
sin listas de espera. Hemos creado una red de atención social, con un albergue
de indomiciliados, un centro de atención al inmigrante, un centro de ayuda a la
dependencia, un nuevo comedor social y 120 unidades de estancias diurnas; hemos
abierto 13 centros cívicos y un espacio joven; hemos duplicado las escuelas
infantiles; hemos impulsado la construcción de más de 7.000 viviendas
protegidas; hemos creado 60 instalaciones deportivas; hemos cedido 90 locales a
asociaciones de la ciudad de todo tipo; hemos abierto nueve bibliotecas y nueve
puntos de préstamos de libros; hemos construido más de 80 kilómetros de
carril-bici.
La
apuesta por la cultura y la modernidad ha sido incuestionable: Archivo
Municipal; Teatro Calderón, Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA),
Cúpula del Milenio, Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano, Museo de la
Ciencia, Museo de Colón, Museo del Toro y diversas salas de exposiciones. El
turismo en Valladolid ha crecido por encima de la media nacional. Las fiestas
han cambiado a mejor, y no sólo en las fechas.
Hemos
hecho de Valladolid una ciudad limpia y comprometida con el medio ambiente, con
una contaminación atmosférica ejemplar. Las zonas verdes se han multiplicado
por tres, hemos recuperado las riberas de nuestros cauces públicos y hemos construido
más puentes y pasarelas. Comenzamos la operación ferroviaria del soterramiento,
que confío siga adelante en los mismos términos planteados. Lideramos en España
la apuesta por el coche eléctrico y la innovación. Nuestra Policía Municipal y
nuestro transporte público son un referente nacional e internacional. Entre
otras muchas cosas.
En
definitiva, Valladolid es hoy una ciudad moderna, dinámica, acogedora, con gran
calidad de vida, segura, limpia, con más y mejores servicios, con proyección
internacional, cosida y en funcionamiento.
Pero
esto no es sólo obra mía y de los distintos equipos de Gobierno que he
dirigido, sino que es obra de la suma de todos. Por eso, quiero dar las gracias
a distintas instituciones, empresas, asociaciones, patrocinadores y
colaboradores; a los funcionarios del Ayuntamiento de Valladolid y a mi equipo
de trabajo; a los Medios de Comunicación; a mi familia y, en definitiva, a
todos los vallisoletanos. Gracias de corazón.
Siempre
he estado vinculado a Valladolid, y lo seguiré estando. Es la ciudad en la que
nací hace ya mucho tiempo; en la que estudié y formé mi familia; en la que
ejercí mi profesión de docente y ginecólogo; y de la que he sido alcalde
durante los últimos veinte años. Amo profundamente Valladolid, hasta el punto
de haberle dedicado una parte sustancial de mi tiempo y de los desvelos de mi
vida de madurez, muchísimo más allá, créanme, de lo que se entiende por
"política".
Ayer
renuncié a mi condición de Alcalde en funciones, pero no a Valladolid, a la que
he defendido incluso por encima de mi propio partido. Y si alguien considera
que la experiencia acumulada en estos años al frente del Consistorio puede ser
útil para mejorar la ciudad, puede contar con mi entera disposición.
Se
despide afectuosamente, Francisco Javier León de la Riva
1 comentario:
Pues, oye, pues muy bien.
Intento leer la cartita en cuestión. Me tira p'atrás desde el segundo párrafo, he oído esas falacias miles de veces desde las votaciones del 24-M en boca de un sinfín de peperos impresentables, sinvergüenzas, mentirosos y un etc de insultos que no escribiré. Así que con su pan se lo coma. Un juez ha dicho que es un sinvergüenza recalcitrante por no obedecer una sentencia durante 5 largos años, y así es como se va, como le echan de la política, amén de los comentarios de caradura, casposo y repugnante.
Dice D. Emilio LLedó
"LLedó se muestra "sorprendido" por "cómo se sigue votando a determinadas personas" y teme que "estemos bañados de ignorancia y no sepamos lo que elegimos"
http://www.infolibre.es/noticias/politica/2015/06/05/emilio_lledo_triste_corrupcion_nuestro_pais_la_educacion_33622_1012.html
y, desde luego, D. Emilio no es sospechoso de ninguna de las mentiras que vomitan a diario los peperos sobre la “izquierda extrema”. Es un sabio reconocido, un ser entrañable, bueno, culto ... y piensa así a sus 88 años vividos y cultivados.
El de la Riva está en las antípodas de D. Emilio y es justo lo que deberíamos haber evitado que pasara si en lugar de burricie hubiera cultura de verdad y formación como ciudadanos serios y responsables.
Nada más que decir, Míguel, salvo el deseo de que el que sustituya a este pájaro actúe con decencia, dignidad, y respeto a los ciudadanos a los que debe servir, él y toda la corporación.
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