Esta mañana acompañé a M que moría. En paz. Atendido.
Le cerré los ojos, pero se resistieron. Se llevó la última luz de un
mediodía frío, ajeno o no, ¡quién lo sabe!, a las invocaciones “alma de Cristo,
santifícame, cuerpo de Cristo sálvame” que P le recitaba piadosamente asida a
su mano y acariciando su muy envejecido rostro.
¡Dichosos los que mueren en el Señor!
Salí del Benito Meni y no percibí que afuera hubiera mucha más vida que
allá dentro, donde los cuerpos desgastados y las mentes deslucidas parecen
esperar sin hacer resistencia el final ineludible, inevitable, imparable.
Temo parecer presuntuoso si digo que no le envidio la vida, pero sí la
muerte por la que ha pasado. Y si ambas han de estar unidas, si la una no se da
sin la otra… espero tener la suficiente cuerda para hacerlas convergentes,
sentido y razón para conjugarlas, ayuda y compañía para no errar.
1 comentario:
....sentido y razón para conjugarlas, ayuda y compañía para no errar. Pides poco ..... :)
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