No he encontrado mejor manera de despedir a 2014 y saludar al nuevo aún
por estrenar que ofreciendo en este lugar una oración que implora dejarnos
llevar del buen humor.
No es de ahora, tiene más de cien años. Perteneció a Santo Tomas Moro,
que vivió y murió en la Inglaterra del siglo XV/XVI, y ahora, por el simple
trascurso del tiempo, nos pertenece a todos.
Dame, Señor, un poco de sol,algo de trabajo y un poco de alegría.Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena digestión y algo para digerir.Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.No permitas que me preocupe demasiadopor esta cosa embarazosa que soy yo.Dame, Señor, la dosis de humor suficientecomo para encontrar la felicidad en esta viday ser provechoso para los demás.Que siempre haya en mis labios una canción,una poesía o una historia para distraerme.Enséñame a comprender los sufrimientosy a no ver en ellos una maldición.Concédeme tener buen sentido,pues tengo mucha necesidad de él.Señor, concédeme la gracia,en este momento supremo de miedo y angustia,de recurrir al gran miedoy a la asombrosa angustiaque tú experimentaste en el Monte de los Olivosantes de tu pasión.Haz que a fuerza de meditar tu agonía,reciba el consuelo espiritual necesariopara provecho de mi alma.Concédeme, Señor, un espíritu abandonado, sosegado, apacible, caritativo, benévolo, dulce y compasivo.Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos experimente el gusto de tu Espíritu santo y bendito.Dame, Señor, una fe plena,una esperanza firme y una ardiente caridad.Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,sino a todas las cosas en función de tu querer.Rodéame de tu amor y de tu favor.
Si resultare demasiado larga para recitarla con frecuencia, aquí está
una versión breve, con un añadido particular: se trata de la que utiliza papa
Francisco, según él mismo atestigua, a diario. No deja de ser toda una
garantía, porque le va bien.
Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el mal, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos, y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama “Yo”.Dame, Señor, el sentido del humor.Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás. Así sea.
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Thomas More, Político y humanista inglés
(Londres, 1478 -1535). Procedente de la pequeña nobleza, estudió en la
Universidad de Oxford y accedió a la corte inglesa en calidad de jurista. Su
experiencia como abogado y juez le hizo reflexionar sobre la injusticia del
mundo, a la luz de su relación intelectual con los humanistas del continente
(como Erasmo
de Rotterdam). Desde 1504 fue miembro del Parlamento, donde se hizo notar
por sus posturas audaces en contra de la tiranía.
Su obra más relevante como pensador
político fue Utopía (París, 1516). En
ella criticó el orden político, social y religioso establecido, bajo la fórmula
de imaginar como antítesis una comunidad perfecta; su modelo estaba
caracterizado por la igualdad social, la fe religiosa, la tolerancia y el
imperio de la Ley, combinando la democracia en las unidades de base con la
obediencia general a la planificación racional del gobierno.
A pesar de haber mantenido en el plano
teórico estas aspiraciones premonitorias del pensamiento socialista, Moro fue
prudente y moderado en cuanto a la posibilidad de llevarlas a la práctica, por
lo que no combatió directamente al poder establecido ni adoptó posturas
ideológicas intransigentes.
Enrique
VIII, atraído por su valía intelectual, le promovió a cargos de importancia
creciente: embajador en los Países Bajos (1515), miembro del Consejo Privado
(1517), portavoz de la Cámara de los Comunes (1523) y canciller desde 1529 (fue
el primer laico que ocupó este puesto político en Inglaterra). Ayudó al rey a
conservar la unidad de la Iglesia de Inglaterra, rechazando las doctrinas de
Lutero; e intentó, mientras pudo, mantener la paz exterior.
Sin embargo, acabó rompiendo con Enrique
VIII por razones de conciencia, pues era un católico ferviente que incluso
había pensado en hacerse monje. Moro declaró su oposición a Enrique y dimitió
como canciller cuando el rey quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón,
rompió las relaciones con el Papado, se apropió de los bienes de los
monasterios y exigió al clero inglés un sometimiento total a su autoridad
(1532).
Su negativa a reconocer como legítimo el
subsiguiente matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena, prestando juramento a
la Ley de Sucesión, hizo que el rey le encerrara en la Torre de Londres (1534)
y le hiciera decapitar al año siguiente. La Iglesia católica le canonizó en
1935.
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