Casi todo el mundo
habla del silencio de Dios; sin embargo, esta tarde, ante la chavalada de 3º hemos
hablado del ruido que hace Dios. ¡Qué cosas se nos ocurren! Y no sé si ellos y
ellas entendieron. Espero que sí.
Celebrábamos que
están -estamos- bautizados. Y, tras una pequeña catequesis sobre el sacramento del bautismo a
cargo de sus catequistas, nos fuimos a la capilla para renovar las promesas y
en un gesto simbólico “repetirlo” ante la pila bautismal. En realidad no fue
propiamente repetición, porque saben de sobra que eso no puede ser; estamos
bautizados con agua y a fuego. O sea, para siempre.
Es una de las maneras
que tenemos en esta parroquia de recordar lo que somos, y de comprometernos a
seguir siéndolo. Hay otras maneras, que se suceden a lo largo de los tres años
que dura la preparación a los sacramentos, como la entrega del Nuevo
Testamento, la de la cruz y la presentación a la comunidad parroquial.
Con padres y padrinos que acompañaban expectantes y les arropaban con su presencia, esta vez se acercaron ellos solos de uno en uno a la pila, tomaron agua y signaron su frente. Luego les entregamos
este carné, para que lo guarden entre sus cosas más preciadas; es del Club de los
Amigos de Jesús.
Volviendo a lo del
ruido. Les pusimos un ejemplo. Nosotros, cuando nos movemos solemos hacer ruido,
porque vamos y venimos con prisa, rozando los muebles y agitando la ropa.
Nuestro cuerpo está vivo, y el corazón suena, y lo mismo los pulmones… Esta
planta también vive, y sus células se mueven y agitan. No la oímos porque
estamos a otras cosas, pero si hiciéramos mucho silencio podríamos notar cómo
sus tallos se estiran y sus hojas se balancean a través de ruido que hacen, es
decir, por los oídos. Dios vive junto a nosotros, y su presencia podría ser
escuchada, lo mismo que su palabra, porque está a nuestro lado y nos habla.
Tras escuchar el
texto del bautismo de Jesús y las palabras “Este es mi Hijo, el amado, mi
predilecto”, les recordamos que también van dirigidas a ellas, y ellos por
supuesto, y por tanto son hijos e hijas amados y predilectos. Y que
igual que su mamá y su papá, entre otras personas, les dicen con frecuencia que
les quieren, Dios se lo está diciendo, nos lo dice, constantemente.
Estuvieron tan
atentos durante todo el acto que tengo la esperanza de que no les hablamos en
vano, y que algo sí les queda. Ojala los ruidos de todo tipo que nos envuelven
no les hagan olvidar hacer silencio, siquiera de vez en cuando, en sus pequeñas
vidas para poder escuchar esa Voz a quien Jesús llamaba Abbá.
7 comentarios:
Miguel Angel, el trabajo de Ortega y Gasset que has hecho ha sido muy completo. Eres muy empecinado (dicho esto con cariño que yo también lo soy), averiguando lo de Lucus a non lucendo.
Y sobre el tema de hoy, las actividades que hacéis a estos niños, seguro que quedan dentro, claro que quedan impregnadas en sus vidas.
Lo bueno y lo menos bueno, me explico, muchas cosas de la educación infantil, forman parte de nuestra manera de ser, de nuestro interior, aunque vivamos lejos de muchos principios...en mi época había una constante en todo, que era un horror, antes dejó y ahora aún deja secuelas: "el temor de Dios"....¡tantas cosas las basaban en el temor de Dios!...¡uffff! qué fatiga, todo era pecado, y la vara del poder de Dios caía constantemente sobre nuestras conciencias....¡ahhhhh!
por lo menos a estos niños se le dice que entran en un club de "amigos" de Jesus, esto ya es más cercano, mas de tú a tú...eso está bien.
Respecto a lo de la voz, más quisiera que se hiciera presente en nuestras vidas, yo a veces no oigo nada de nada, pero claro "vocem non est exaudita", puede ser cosa mía.
Amigo te respeto en tu trabajo.
Besos
Anna J R
Apreciada Anna, es verdad que soy tozudo casi hasta la animalidad. Empezar a leer a una persona que se dice sabe mucho y que la primera frase sea ya un tropiezo para entenderla, es algo que no me lo permito. De ahí mi trabajo por encontrar sentido al escrito de Ortega y Gasset.
En cuanto a la segunda parte de tu comentario: Como dice Josep Cobo, que me parece una persona muy cabal, Quien cree sinceramente en Dios como poder invisible debería tomarse en serio la cuestión de si, por ejemplo, hay que santiguarse con dos o tres dedos. Pues, si cabe tratar con un dios es vital saber cómo hay que hacerlo. El que hoy en día ya no le demos demasiada importancia a estas cuestiones, demuestra de por sí lo lejos que estamos de entender qué supone la existencia misma de un dios. Alguien aquí podría decirnos que Dios, en verdad, no tiene en cuenta estas menudencias. Y así es. Pero solo porque Dios en verdad no funciona como dios.
Y ahí está el asunto del asunto, que el Abbá de Jesús, a quien rezamos en el Padre nuestro, no es un dios al uso.
“Mecaguentodoslosquelohantergiversado” y lo han convertido en el guardia de la porra o en el lobo feroz de caperucita. Mala madre la que amenaza con “ya verás cuando venga tu padre” a la hija que piensa por sí misma o al hijo que quiere conocer mundo.
Estoy seguro de que ese latinajo que sueltas, que investigaré no lo dudes, se refiere a que también tú entiendes que Dios está más callado que hablando. Si hubieras conocido a mi mamá, te darías cuenta de que no es así. Si no nos saludamos en el ascensor, en la calle, en la cola del pescado, esperando al metro o tomando el sol en la playa, ¿cómo demonios vamos a saber los unos de los otros, y si nos duele el bazo o el espinazo? Dios no lo sabe todo, como tampoco lo puede todo. Es tan vecino como nosotros.
En fin, gracias por tu comentario y perdona el excursus que te he soltado. Contigo me sale de natural.
Un abrazo
miguel Ángel, me ha encantado la explicación que le das a Anna, y a mí, amante del silencio, más de lo que debería algunas veces en mi vida, me ha hecho pensar. Estoy leyendo a un fraile muy enigmático, Thomas Merton, y lo que dices me lo ha recordado, no sé muy bien por qué. Creo que en nuestra relación espiritual, del tipo que sea, el ritual y el respeto a un lenguaje propio de esa espiritualidad no es vano. Sí es importante santiguarse con dos o tres dedos, no es una imposición inútil; es ponernos en alerta, atentos, a que algo importante ocurre en nosotros, que iniciamos un diálogo interior con la divinidad, considerada como figura externa o interna. Y sí, es para maldecir en arameo -nunca más propio-contra los que han convertido la religión en un dispensador de premios y castigos, de miedo y represión.
Claro, Clares, a Dios hay que entrarle de puntillas; no por él, que calza pantuflas, viste bata y se echa piruetas por el cielo, sino por nosotros, que tenemos nuestra humanidad echa jirones y damos auténtica pena.
Y no juremos, tampoco en arameo, que está feo. Lo decía la sublime y tierna Gloria Fuertes. Sólo desearles que el corazón se les vuelva de angorina.
Un excursus enriquecedor.
Ya te dije un día que cambiar impresiones contigo me tranquiliza y me da paz. Con el tiempo que hace que nos comunicamos, te tengo mucha estimación y confianza.
El latinajo no se si lo encontrarás en algún texto, puse la frase en español en el traductor de google al latín y esa "alocución" es la que ha salido, para estar acorde con la de Ortega y Gasset...no se vaya Usted a creer señor...y efectivamente Dios está demasiado callado, creo que lo ha estado siempre.
Reciba Usted mis besos amigables, fraternales y sonoros como los de Raimunda, la protagonista de la película "Volver" de Almodovar.....¡ale!
Vale, acepto el Usted si viene adobado con sonoros besos; incluso también concedo que «Deus tacet», pero tenga vuesa merced en cuenta esto: pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables (Carta de San Pablo a Romanos 8, 28). Ahora viene la pregunta: ¿Qué sonará más, los besos al estilo de Raimunda, o los gritos del Espíritu que intercede por nosotros, incluida Anna?
Yo lo tengo claro. Y no es ala, es pechuga…
¡jajajajaj! Miguel Angel ¿como lo sabes?.
Buenas noches amigo, por si acaso, tu que todo lo indagas, no hace falta que veas la película de Almodovar (que a mi este director "estracanoso"me gusta), porque difiere mucho del estilo de Los poetas muertos.
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