Acabo de leer que tres alpinistas, por cierto
españoles, han rescatado a otro alpinista, italiano pero a quién le importa,
que se había quedado clavado en un campo alto y que había sido abandonado por
su cordada. Como dice la canción, ya nada me espanta. Y como dice el libro de
la Sabiduría, lo que pasó volverá a pasar, lo que ha de suceder ya ocurrió.
Me gusta la montaña por vivir, aunque ahora esté
privado de esa felicidad. Allá arriba no se puede ser inhumano. Primero porque
la humanidad se lleva allá donde vayas; y segundo porque hoy puedes ayudar, y
mañana vas a necesitar ayuda. Ir p’arriba desprovisto de sentimientos no te lo
hacen más fácil ni la mochila pesa menos.
Gracias
a vosotros, Alberto Iñurrategi, Juan
Vallejo y Mikel Zabalza, porque vuestro ejemplo, que ha
salido en primera plana, llama la atención por ¿inusual?, y es indicativo
de que nuestra raza a pesar de todo lo que sucede puede tener futuro.
[Escrito precipitadamente en el día de San Joaquín y Santa Ana, patronos de todos los abuelos.]
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