Esta vez fue también “circunstancial” y como con
“Silencio”; con “Escándalo” hubo una coincidencia temporal entre el argumento y el
momento: lo empecé con carnavales y lo terminé ya en cuaresma.
Entremedias de ambas obras, “La vida de Jesús”,
también de un tirón y sin peaje, ocupó la parte central del mes corto y dejó en
mi paladar buen sabor, pero sin adrenalina que llevarme a la boca. Nada que
resaltar, y alguna que otra cosilla para discutirla entre amigos bien avenidos.
Lástima que no volviera sobre el tema por falta de tiempo, no por ganas.
Entonces, tal vez hubiera añadido algo que echo de menos en su trabajo.
Shūsaku
Endō, el autor
de las tres “novelas”, me ha ganado a su causa, a pesar de ser él un japonés
“metido en un traje no hecho a su medida”, —descripción que él hace de sí
mismo—, y yo, lo que está a la vista, un occidental sin pretensiones.
El protagonista de Escándalo (1986), Shuguro, es un
escritor japonés y católico, que percibe próximo el final de su vida; a pesar
del enorme éxito de sus publicaciones vive discretamente y conservando en sus
manos el ritmo de su existencia. Cree que así terminará, y considera inapropiado
introducir cualquier cambio, aunque no está nada conforme con el trato que
dispensa a su esposa, un alma pura que le acompaña con docilidad y confianza.
Tras el descubrimiento de que él no es la persona
que pensaba, todo se le pone en cuestión. La novedad de su “yo oculto” irrumpe
amenazante, poniendo en grave riesgo su prestigio como escritor y su
honorabilidad como católico declarado.
Lo “aparecido”, lo “salido a la superficie”, ha
estado ahí siempre. Y le horroriza.
La trama está muy bien urdida, el lector progresa en
la lectura con intriga y también con temor. No es desastroso el final, tampoco milagroso.
No hay condena, cada ser ha de labrarse su propia salvación.
Eso sí, ayuda y mucho la compañía. Si existen
enemigos poderosos, no faltan sin embargo, pero hay que buscarlos, los amigos
generosos y desinteresados. Shuguro los tiene y termina firmemente decidido a
conservarlos y cuidarlos.
Como dije al principio, mi lectura coincidió con los
carnavales. Autores de peso consideran que los carnavales no son un canto a la
vida, sino a la muerte. Pensar que son simplemente una provocación frente a la
cruda realidad y un poner en solfa temporalmente los poderes fácticos es no
penetrar la capa externa de unas coplas, unos disfraces, unas tradiciones. «“Lo bello no es nada más que el comienzo de
lo terrible”, escribe Rilke en Elegías del Duino. El carnaval es la
personificación de esa fuerza desconocida, que no tiene nombre, la expresión de
un deseo sin límite, un universo sin reglas anterior a la conciencia y a la
capacidad de arbitrio. El lado oscuro, que no tiene rostro, que no aparece en
cuanto tal en ningún sitio ni nunca, lo domina todo y hace que cada yo no sea
uno sino varios».
Esto y esto más: «Los
enmascarados que estos días recorren plazas y calles, y entran en casa ajena
sin ningún tipo de autorización, sin darse cuenta, ignorándolo por completo,
disfrutan de la libertad de los únicos que pueden ser libres, los antepasados
que vuelven. Los muertos no se sienten afectados por una serie de normas que
regulan la convivencia de los vivos; por esta razón, aquellos disfrutan de
muchas libertades que a éstos se les niegan».
Para terminar: «El
sujeto del carnaval es la masa, el abismo indiferenciado, el mundo dionisíaco.
El carnaval expresa, canaliza, vehicula esa fuerza, al mismo tiempo que protege
de ella en la medida en que la exterioriza. Sirve sobre todo, como los circos
romanos, de pretexto y desahogo a lo irracional, de regresión del individuo a
su condición de parte de la tribu, de pieza gregaria en la que, amparado en el
anonimato cálido de la tribuna, el individuo da rienda suelta a sus instintos».
Esa “fuerza”, “eso irracional”, “ese dejarse ir por
los instintos”, es el descubrimiento —la novedad conocida bruscamente en el
atardecer de su vida— de Shuguro, el protagonista de Escándalo, del que (y no
contra el que) angustiosamente trata de zafarse.
Provechosa lectura que me ha dispuesto a la
cuaresma. Si esto es el carnaval, bienvenido y bendito sea.
Nota:
Las obras traducidas de Endo pueden descargarse en Internet
en versión digital, además de adquirirlas en papel en las librerías de
confianza.
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