Uno se llama Francisco, como el de Asís. Otro, Kirill, como el de Las
sandalias del pescador. Las instancias a las que, más que representar,
encarnan, no se hablan exactamente desde el año del Señor 1054. En aquel
entonces se excomulgaron mutuamente con palabras tan duras que provocaron una
auténtica hecatombe universal: el cisma de Oriente y Occidente.
Hace cincuenta años, Atenágoras y Pablo VI decidieron «cancelar de la memoria de la Iglesia la
sentencia de excomunión que había sido pronunciada». Fue un 7 de diciembre
de 1965. Sin embargo, no lograron pasar de ahí, de retirar la recíproca
condena. El diálogo nunca se reanudó.
Próximamente, el 12 de febrero de 2016, se van a encontrar, Kirill y
Francisco, en el aeropuerto José Martí de La Habana. Cuba. Ya es casualidad.
Ojala no sea un simple cruzarse en el respectivo destino. Si estos
hielos se derriten, no veo por qué no han de hacerlo otros con menos solera.
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