Esta noche tenía que mirar a la luna, que a las 20:10 horas alcanzaba el
perigeo, y se colocaba “cincuenta mil kilómetros más cercana que cuando se
encuentra en el punto más lejano, el apogeo, y esto hace que el tamaño aparente de la luna llena sea un
16% más grande y que su brillo sea un 30% más alto”, según el director
del Observatorio Astronómico Nacional (OAN), Rafael Bachiller. Concretamente,
se encuentra a una distancia aproximada de 356.896 kms del centro de la Tierra.
Y como había que dejar constancia de mi proeza, me alejé del alumbrado
público y me sumí en la oscuridad cámara en ristre.
No he sacado gran cosa, porque soy un patosón. Pero sirvan de acta
notarial estas dos instantáneas, sacadas cada una como Dios me dio a entender,
a base de probar, probar y probar.
Así supongo yo que se han ido consiguiendo cosas a lo largo de la
historia. Probando. Así, me figuro, luchan en muchos lugares contra las plagas
y enfermedades. Así, creo, tenemos que avanzar en cualquier orden de la vida,
cuando no hay nada a lo que echar mano y la necesidad aprieta.
Ya sé que cuando la sociedad es muy avanzada y los adelantos
técnico/científicos están disponibles, casi nada está al albur del destino,
sino sometido a rutinas, que se dice, protocolos a seguir… Con lo cual,
indefectiblemente se obtiene el resultado esperado. Y si no, entonces ha
ocurrido un error en el proceso, o un imprevisto ha surgido y habrá que seguir
investigando.
No ocurre así en todas partes, desgraciadamente. Y el método
rudimentario y artesanal se muestra incapaz de resolver nada frente a los
avances y progresos de la parte más selecta del planeta. Esto es lo que sucede
en África. Y a esto se refiere este escrito del padre Ángel, el de Mensajeros
de la Paz:
Ébola, el grito de África:
(Padre
Ángel, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz).- Más que una serpiente
de verano...
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