Ya lo siento, pero no
va conmigo esta forma de despedida que se nos impone por la fuerza de los
hechos. En esto soy tradicional, o será que pienso demasiado en algunas cosas
con prejuicios que ya no se consideran.
Me refiero, Cayo, a
celebrar el funeral después, tras la despedida en el tanatorio y la
subsiguiente acción en el camposanto. No, no me parece hacerlo así. No, al
menos, para una persona bautizada.
Las ciudades se van
deshumanizando; no sólo por el estilo de vida, también por las distancias que
hay que recorrer por razón de las nuevas vías rápidas, que en realidad retardan
los desplazamientos y engorronan cualquier gestión que se deba hacer, forzando
como una especie de troceado, una partición, al modo de una obra teatral en
actos diversos e incluso desconectados. La muerte se aleja del lugar donde uno
vive, se excluye de forma aséptica, y con todas las comodidades y formas de
pago en cuotas asequibles.
Esto en tu pueblo no
pasa, ¿verdad que no, Cayo? Allí de la casa familiar donde se ha velado en
comandita se va a la iglesia, y luego al cementerio. ¡Cómo, si no, dar tierra a
quien ha sido bautizado y confirmado en su cuerpo! ¿Habrá que renegar de ello,
siquiera pasarlo por alto? ¡Ah, que eso ahora tampoco se hace así! ¡Vaya por
Dios!
No iré, pues; no
estaré. No deseo ver tu tumba antes de celebrarte en la comunidad. ¿Me lo
disculpas? ¿Me lo entenderán y perdonarán ellos? Y sobre todo, ¿ella no lo
tomará a mal?
Verás, Cayo; eso de
oler a oveja que ahora tanto se pregona, en realidad no sé bien qué significa.
Si bastara con ponerse una piel sobada por encima, o cargarse al cuello un
corderillo manso, o ir delante del rebaño, o detrás, o en el medio…
Estoy en ello, bien
lo sabes. Algún día lo conseguiré.
2 comentarios:
Verás Míguel, no me hagas mucho caso si lo que digo no cuadra con la despedida a tu amigo Cayo.
Con la muerte de Ignacio, la despedida fue de una forma muy particular y no se puede proyectar su despedida en la de ninguna otra persona; pero cuando murió Juan,murió en su cama y en su casa- que es esta-, lo amortajamos su hija y yo, previa pelea con los de la funeraria, y su cuerpo fue velado aquí, desde aquí salió para la iglesia y desde la iglesia al cementerio, porque él quería que se hiciera así y así se hizo.
Hay situaciones y situaciones, Cayo ya entiende todo y a todos, porque ha trascendido el qué dirán o el qué pensarán.
Así que yo estaría muy tranquila.
A algunos rebaños, no solo les va muy bien balar, sino que se agrupan para ver quien lo hace mas alto o quien se pone la "piel" mas lucida, pero hay situaciones en que esas historias ya están de más.
Entonces surge la elegancia del silencio y del reconocimiento de Cayo hacia dentro y esto solo hay unos pocos que lo comprenden.
Recibe un abrazo muy fuerte.
Entre lo que uno piensa, desea y haría y lo que al final resulta, media justamente lo que piensen, deseen y hagan los demás. No tiene por qué resultar una media aritmética, pero se aproxima.
Cayo ha tenido el reconocimiento que se merecía. Y la comunidad se ha sentido honrada por gozar de su amistad. Ahora ya no nos pertenece, pero sigue estando como siempre, discretamente.
Gracias por tu abrazo
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