Soy de los que gustan
en los funerales utilizar el incienso para homenajear a las personas que despedimos. Me
parece importante honrar los restos mortales de quien según nuestra fe ha sido durante toda su vida
en y con su cuerpo templo del Espíritu.
Pero siempre hay un
pero a la hora de concretar. Es necesario para este rito, además del incensario
y el incienso, un pedazo de carbón. Lo que se encuentra en el comercio, aunque
sea muy pío como en este caso, es de tamaño estándar; demasiado pequeño para
que dure hasta que se necesite o demasiado grande para el gesto concreto de
encender y usar.
Así que yo practico
el troceado. Lo preparo antes de empezar y lo enciendo justo en el momento. De
esa guisa me pongo las manos como un carbonero a la hora más intempestiva, y no
siempre salen los pedazos como debieran; muchas veces hago simplemente polvo de
carbón.
Viendo una peli de
catequesis en que aparecen unos niños de un país aún en vías de emerger
haciendo ladrillos con barro, he pensado que también yo podía retomar aquellos
juegos infantiles en que me ponía hasta las cejas de limo que luego mi mamá me
sacaba de encima con un estropajo de esparto al amor de la lumbre, donde estaba
el agua tibia para usos varios.
De modo y manera que
me he puesto a la labor y tras hacerme con un pequeño molde con un trozo de
tubo de pvc y una especie de émbolo cortado de un mango de escobón, he seguido
el proceso que a continuación se expone en estas fotos.
El trabajo terminado
está aquí, y se puede ver aunque las fotos no sean ninguna maravilla. Nunca fui
agraciado con el don de la fotografía, soy de una etapa anterior. ¡Qué se la va
a hacer!
No he encontrado
actividad más placentera para este día de la paz. Sea este mi homenaje.
Gracias, Padre,
tus manos amasan nuestro barro,
nos hiciste a tu imagen,
y pides que construyamos un mundo de paz.
[Versión libérrima de una canción de G.
Gabaraín]
(Esta entrada está especialmente dirigida para curas, sacristanes y monaguillos, no importa el sexo ni la edad. ¡Va por ustedes!)
4 comentarios:
Preciosos, muy propios (nunca mejor dicho) te han quedado los carboncillos. Ahora bien, cuando no quieras mancharte las manos más de lo necesario, te informo que hay una cosa que se llaman guantes, de varios modelos y de variadas hechuras, reutilizables y duraderos... en fin, por si se te había pasado o algo....
Besos, alfarero de pro.
Para tal menester, que también utilizamos incienso litúrgico para la meditación, usamos un artilugio metálico que alberga la pastilla de carbón e impide que se deshaga, creo que lo trajeron de Tessé las Carmelitas Vedrunas con las que hago las meditaciones.
Aunque ya veo que, como eres autosuficiente, no te sirve la información pero si algún día te falla, ya sabes que existe el cuenco para incienso.
Besos
Tengo guantes de albañilería, de soldar, de fregar, de jardinear, de enfermería, y además los de ir en bici y unas manoplas estupendas. Pero para hacer o manipular ninguno de sirve.
Además, ni voy a operar, ni a limpiar, cuando necesito esos carboncillos. ¿Te parecería bonito que saliera con guantes a celebrar un funeral?
Sí, ya sé que algunas reverencias ilustrísimas los usan o los han usado alguna vez. Pero ya sabes que no es mi caso.
Alfarero, propiamente no. Cuanto he experimentado, con x, en ese terreno, ha salido fatalllllll.
Besos, Julia, que voy a responder a tu hermana
Laura, pues mira tú que a mí el olor a incienso no me va, me huele a iglesia antigua. Sólo lo utilizo para ese gesto concreto en funerales.
Los carboncillos los tengo en una concha que compré en un todo a cien. Y el incienso en polvo, en un cuenco negro muy mono. Enciendo los trozos de carbón en el cirio que tengo sobre el altar, a la vista de todos, para que no se piensen que en el incensario hay truco.
Está bien que te veas y medites con las Vedrunas. A lo mejor conozco o me conocen de alguna vez que me han llamado cuando se juntan aquí para sus reuniones generales. Ahora forman, según creo, una sola provincia.
Tus informaciones siempre me sirven, de modo que no te las calles. Lo que pasa es que soy muy impaciente y no aguanto las esperas. Lo que necesito, lo quiero para ayer.
Besos
Míguel dixit: "De esa guisa me pongo las manos como un carbonero a la hora más intempestiva...", de ahí mi recomendación, pero si ninguno te sirve... oye, qué quieres que te diga.
Ah! la idea era que los usaras SOLO para manipular el carbón no para el funeral, porque los guantes, después de usarlos, se pueden quitar, no se adhieren a la mano per secula seculorum... ¿conocías este detalle?.
Cómo me gusta tomarte el pelo, juas, juas, juas..
Besos y, hoy, añado un abrazo por lo de experimentar (con X, otra carcajadita).
:)
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