A las 14:26:51 acabo de recibir el
siguiente correo en mi móvil:
“El INSS le informa: su pensión de
jubilación ha sido resuelta favorablemente. Próximamente recibirá por correo la
notificación de la resolución”.
Me he quedado… pensando. Y ahora, dos
horas y pico más tarde, no sé si es para estar contento o su contrario, feliz u
otra cosa.
Propiamente jubilado no voy a ser,
habida cuenta de que en esta profesión mía no existe. Todo lo más, cambio de
destino. Pero no me toca, visto lo visto y lo que está por ver. De modo que
sólo paso a ser pensionista, es decir, a cobrar de otro lugar, desde donde
parece que hay combustible almacenado a mi cargo desde que empecé a cotizar…
hace treinta y siete largos años. O cortos, según cómo los mire. Entonces me
parecía lejísima esta fecha; ahora, si miro para atrás, un suspiro.
Paso ahora a poder tener tarjeta
dorada, bus gratuito, descuentos por aquí y por allá, opción a viajes del
imserso, y hasta poder tirarme ventosidades o algún que otro eructo porque soy
un jubilado y ya pertenezco a la tercera edad… en la que alguna cosa de esas se
disculpa.
No entraré a ese trapo, como tampoco
al de las felicitaciones, que ya lo han intentado. En realidad nada cambia,
porque en lo fundamental me siguen atosigando las mismas y generales preguntas
de siempre, continúan obligándome las necesidades permanentes y en absoluto
excusables, y sería deseable que me fueran preocupantes durante muuuuuucho
tiempo más los agobios y las alegrías, los sueños y los temores, los deseos y
las angustias de los seres humanos, especialmente de los peor maltratados por
la vida, y más en concreto por seres humanos.
Así creo que he sido hasta ahora; de
esta manera quiero seguir… siendo.
Por eso pongo aquí estas dos cosas. La
primera, If…, de Rudyard Kipling,
que acabo de conocer, y la segunda, Soy un ser humano, de Alberto Cortéz, que ya conocía. Sintonizo mucho
más con esta segunda que con la primera; no sólo por pertenecer, o eso creo, al
mismo universo cultural, sino por cercanía vital.
Espero que os gusten, o por lo menos
que paséis un buen rato.
Si…
Si puedes mantener en su
lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor
han perdido la suya y te culpan de ello.
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
y aun así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.
Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
si puedes conocer el triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas.
Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice: “¡Resiste!”.
Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto
con sesenta segundos de lucha brava…
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.
han perdido la suya y te culpan de ello.
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
y aun así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.
Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
si puedes conocer el triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas.
Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice: “¡Resiste!”.
Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto
con sesenta segundos de lucha brava…
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.
Rudyard Kipling
Soy un ser humano
más allá de lo sabio y lo profano,
soy parte del espacio,
soy la vida por el hecho de ser un ser humano.
Yo soy el constructor de mis virtudes
como lo soy, a la vez, de mis defectos;
torrente inagotable de inquietudes…
genial contradicción de Lo Perfecto.
Yo puse las espinas en la frente,
los clavos en los pies y en ambas manos…
Después rompí a llorar amargamente
la muerte irreparable de mi hermano.
Por mí se hace polémica la duda…
¿quién soy?, ¿adónde voy?, ¿de dónde vengo?…
a través de los tiempos, tan aguda,
que con ella renazco y me sostengo.
Soy el que abrió la caja de Pandora
que guardaba los males del planeta.
No escapó la esperanza… ¡En buena hora!
Por ella sobrevivo y soy poeta.
Yo soy quien ha creado las prisiones,
y la lucha fratricida y la injusticia,
pero también he inventado las canciones
y el encanto sutil de una caricia.
En nombre de mi Dios, soy asesino,
embustero, fanático y tirano;
desafiando las leyes del destino
tengo sangre de siglos en las manos.
Más también en su nombre soy la rienda
que consigue domar a tanto potro…
Sería, sin un orden, la merienda
de comernos los unos a los otros.
Soy el poder, que condena los instintos
naturales del hombre; mi censura
reptando por oscuros laberintos
impone la moral de su estatura.
Yo soy un individuo entre la masa…
La coincidencia, es sólo un accidente…
Busco esposa, doy hijos, tengo casa,
soy la opción de un cerebro inteligente.
¿Qué vale más, inquietud de mi existencia,
cuando llegue el final y quede inerte,
si el arte, por fijar mi trascendencia,
o el eterno misterio de la muerte?
Por todo, más allá de ideologías…
más allá de lo sabio y lo profano…
soy parte del espacio, soy la vida
por el hecho de ser un ser humano.
Quien quiera beber conmigo
tiene una copa en mi mesa;
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
La alegría de los hombres
que no abandonan su barca,
aunque no abunde la pesca, aunque la mar esté brava.
Y la tristeza por esos que al primer trueno se espantan,
y que recogen sus redes por una nube que pasa.
aunque no abunde la pesca, aunque la mar esté brava.
Y la tristeza por esos que al primer trueno se espantan,
y que recogen sus redes por una nube que pasa.
Quien quiera beber conmigo
tiene una copa en mi mesa;
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
La alegría del que quiere
ser cabeza de manada,
aunque abrir senda es más duro que andar por senda marcada.
Y la tristeza por esos que se conforman y callan,
aunque les pongan al cuello un collar y una campana.
Quien quiera beber conmigo tiene una copa en mi mesa;
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
aunque abrir senda es más duro que andar por senda marcada.
Y la tristeza por esos que se conforman y callan,
aunque les pongan al cuello un collar y una campana.
Quien quiera beber conmigo tiene una copa en mi mesa;
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
La alegría del que tiene
un solo amor y le alcanza
a quien entrega, desnuda, la posesión de su alma.
Y la tristeza por esos que siempre cambian de cama;
creyendo llenar su vida consiguen sólo vaciarla.
Quien quiera beber conmigo tiene una copa en mi mesa;
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
a quien entrega, desnuda, la posesión de su alma.
Y la tristeza por esos que siempre cambian de cama;
creyendo llenar su vida consiguen sólo vaciarla.
Quien quiera beber conmigo tiene una copa en mi mesa;
compartirá mi alegría, pero también mi tristeza.
Alberto Cortéz