Por esas casualidades
de la vida he dado con este texto de San Juan Crisóstomo (Antioquía,
Siria; 347 – † 14 de septiembre de 407):
“Por culpa vuestra y por vuestra inhumanidad han venido a parar a
la Iglesia campos, casas, alquileres de viviendas, carros, mulos y muleros y
todo un tren de semejantes cosas. Todo este tesoro de la
Iglesia debiera de estar en vuestro poder, y vuestra buena voluntad debiera ser
su mejor renta… De ahí que nosotros no podamos abrir la boca, ya que la Iglesia
de Dios no se diferencia en nada de los hombres del mundo… Nuestros obispos
andan más metidos en preocupaciones que los tutores, los administradores y los
tenderos. Su única preocupación debieran ser vuestras almas y vuestros
intereses, y ahora se rompen la cabeza por los mismos asuntos que los
recaudadores, los agentes del fisco, los contadores y los despenseros”.
Publicado en
principio por El País (7/1/2013) dentro de un artículo del teólogo Juan José
Tamayo titulado “Prebendas y privilegios en tiempos de crisis”, luego ha sido
reproducido en miles de páginas web de los más variopintos estilos e
ideologías. Dos cosas que me han llamado la atención de su uso:
1.
La palabra “tren”, habida cuenta de que el santo antioqueno, que fue patriarca
de Constantinopla, hablaba en griego. ¿Qué palabra de aquella época (s. IV-V)
usaría que ha devenido en esta de ahora?
Nadie
se lo ha preguntado; todo el mundo ha leído de continuo sin reparar en ella,
dando por supuesto que corresponde al pensamiento original de su autor; o no se
ha leído y sólo se ha multicopiado porque iba pegada a otro texto mucho más
sustancioso e ideológicamente más interesante.
Estoy
tentado de pensar que si en lugar de tren, ponen trailer, lo hubieran publicado
de igual modo. No obstante he podido comprobar que la palabra “tren” sí aparece
en Daniel Ruiz
Bueno, «Obra de S. Juan Crisóstomo», Madrid, BAC, 1955 ss., T. II, p. 667)
2.
El cambio de dirección/sentido. En este texto San Juan Crisóstomo, “boca de
oro”, se refiere a la gente rica que delega en la iglesia y en los
eclesiásticos sus deberes para con los pobres; y acusa a los ricos de
inhumanidad. De esta manera el santo les echa en cara que cargan a otros sus
propias obligaciones y les impiden dedicar su tiempo a la oración y a su propio
ministerio. Sin embargo, en la reciente publicación se tilda de inhumanos a los
eclesiásticos propiamente dichos. Lo serán, digo yo, puesto que acaparan bienes
y riquezas; pero no es lo que dice San Juan Crisóstomo, ni está en su
intención.
Tampoco
se lo han preguntado esto quienes han repetido hasta la saciedad la publicación
de este artículo. Y según las cuentas de Google rondan las 38.000 páginas.
Pero
hay otra cosa más, aunque esta vez no tenga nada que ver con los trenes sino
con una mitra. Antes de nada aviso que la mitra es ese gorro que se ponen los
obispos de la iglesia católica, en forma de triángulo, para actuar en las
celebraciones litúrgicas. Hay mitras y mitras, es decir, las hay muy
sencillitas y las hay bastante recargadas.
El
caso es que ayer, domingo, tras el rezo del ángelus, el papa Benedicto en su
alocución habitual, desde el balcón de su vivienda y con el solideo (especie de
boina pequeñita que cubre sólo la parte superior de la cabeza) blanco a juego
con su sotana blanca de todos los días, dijo según parece estas palabras
textuales: “El profeta no obedece a nadie más que a Dios”. La información que
se ha repetido hasta la saciedad por todo el mundo internáutico de esto va acompañada de esta foto, a saber en qué otro momento tomada:
Excusadme que no
hable del número, clase/tipo, y vehemencia de los comentarios que se han
colgado por doquier, a propósito del titular y la foto en cuestión. La mitra
esa ha dado para mucho… No así la frase propiamente dicha, que es la verdaderamente importante. Y bien que lo sabe el irlandés Tony Flannery, por citar sólo a una persona.
2 comentarios:
Es muy impopular la situación de privilegio de la iglesia ante la "pobreza"que padecen muchos. La atención a veces se centra,de manera facilona, en aquello que no tiene la verdadera importancia,y sale la vena "quemada" de muchos. El profeta no obedece más que a Dios y se quiere asemejar a Él ¿en el afan poder?, eso es lo que parece.
Sea de cuando sea esta foto, me resulta ostentosa esta mitra recargada de piedras preciosas. El dia que la iglesia se acerque desde la sencillez y la humildad,siguiendo el ejemplo de J.C., recuperará credibilidad, mientras tanto viven como Dios los de la Curia Romana.
Hoy estoy crítica, como puedes notar.
Besos.
Anna
Míguel, hay cosas que ni tú puedes justificar, hombre de fe. Tú que ves a diario y que estás con los que sufren no puedes justificar que la ostentación de riquezas es lo de menos, yo diría ¡¡eso es lo de más!!. Despójese la Iglesia (te lo pongo en mayúsculas, p'a que veas) de sus riquezas, deje de atesorar bienes y de no pagar IBIS, reparta lo que no es suyo a quienes lo necesitan, bájense a la calle, dejen las mitras, los solideos, las sotanas inmaculadas de sastres famosos y exclusivos con telas ricas y exclusivas y un etcétera interminable, y entonces estarán legitimados para decir frases como esa de "El profeta no obedece a nadie más que a Dios". Obras son amores y no buenas razones. Al loro, pues.
Besos
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