Eolo, Señor de los vientos en la mitología griega |
Lo habían anunciado,
y en efecto llegó. Curiosamente quien peor lo pasó fue Gumi, cuyo rabo,
normalmente curvado hacia arriba y bamboleante de un lado a otro, estuvo
durante todo el paseo mañanero laxo, casi inmóvil. El animalejo no olfateó como
acostumbra, sino que caminaba asustado por el zumbido del viento en las ramas de
los pinos, la cabeza alta y la correa floja.
Este no es mi Gumi,
pensaba yo al tiempo que evitaba que el aire me entrara a través de las
costuras. No hacía frío, pero la sensación térmica engañaba.
Luego, hacia el
mediodía, fui yo quien pasó miedo; el cedro se dejó batir hasta casi la tarde.
Sus ramas se agitaban y considero cuasimilagroso que no se rompiera ninguna, habida
cuenta su fragilidad.
Al final el viento no
se llevó nada de por aquí. Pasó sin dejar rastro; ni tejas, ni revoques, ni
cornisas sufrieron quebranto. Sólo hojas arremolinadas y papeles arrastrados
por la calle son ahora, tras el fuerte aguacero que sobrevino, el extraño
residuo de un día aún más extraño e impropio de este mes.
Compruebo que con 70
km/h, mi ciudad ha sido apenas maltratada, frente a los 110 que han sufrido
otras villas de esta región.
Peor ha sido el
viento que ha soplado por tierras USA. Allí se ha llevado veintisiete vidas de
un solo golpe. Mal viento el que entró en aquella escuela infantil. Malos
vientos se generan con demasiada frecuencia en una sociedad considerada
mundialmente como muy evolucionada.
Si la naturaleza aún
se muestra intratable e indomable, sería deseable que los seres humanos no
necesitaran hablar con un rifle de asalto en las manos. Ni en un centro escolar, ni
en una iglesia, ni en una isla paradisíaca de los mares del norte.
Yo prefiero el
lenguaje del viento.
2 comentarios:
Hombre, cuánto tiempo sin saber de Gumi, y ya ves, lo encuentro muerto de miedo por el viento. Si fuera humano, y como tú dices, más miedo tendría, pero no del viento, sino de esos aires malvados que se llevan vidas por delante. Yo también estoy un poco asustada.
Gumi es muy miedoso, pero algo atrevido: ladra a todo lo que se mueve. Claro que los perrazos en cuanto lo ven, ni caso.
En cuanto a lo otro, sí, es para estarlo.
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