Así acabo de dormir la siesta. Y Berto, a mis pies. Moli no ha querido saber nada de nosotros y se ha refugiado en su sillón. En cuanto a Gumi, nadie sabe nada; il a disparu.
En realidad esa espada pende no sólo sobre mi cabeza, sino sobre los cuerpos de todos nosotros. Eso parece que quieren decirnos todos los augurios. Aún así, cientos o miles de compatriotas están ya transportando sus cuerpos, volando o a punto de hacerlo, hacia la lejana Polonia. La Roja les espera.
Y los que no, ya preparan la fiesta. Tanto si ya la celebraron el jueves pasado, como si no, mañana vuelven a las mismas y ahora suenan a lo lejos los timbales de las procesiones.Ah, por cierto, y encima Nadal vuelve a enfrentarse con Novac Djokovic, con un pastón en disputa además de la oportunidad de romper el record del legendario Björn Borg. Menudo cuerpo el suyo. Un atleta.
Quienes no están para fiestas son los cuerpos de los mineros encerrados en Santa Cruz del Sil, León. Amenazados con dejarlos pudrir en la profundidad abisal, qué les importa si a 700 ó a 3000 metros bajo tierra, como se contradicen al decir los titulares de la prensa. Allí están, olvidados del gobierno…
No así parece que se encuentre Javier Krahe, que se va de rositas con el cuerpo sano, aunque ahora reconozca que “han sido ocho años de incordio”. Cocinar un cristo al horno le ha dado cierta notoriedad. Ahora tiene trabajo en Valencia.En fin, cuerpo es una palabra polisinédrica, que vale lo mismo para un roto que para un descosido. Lo trajinan en los hospitales, las chacinerías, las sastrerías, los restaurantes y albergues rurales, entre naranjos, en el fondo de los ríos o allá arriba en la estación espacial internacional. Es también lo más íntimo de cada quien, “mi cuerpo es mío y hago con él lo que me da la gana”, de modo que es la última frontera de la propia privacidad. Si quieres entrar, antes llama.Lo malo es cuando, vellis nollis, sacan el corpus a pasear y lo colocan en la picota. Desde ahí se ve todo diferente.No importa. El espectáculo debe continuar. Hay mucho dinero en juego.
El Cabo de Gata
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No está en el fin del mundo, pero lo parece. Llegar hasta allá supone
atravesar valles y desiertos, llanuras y perdidos, pasar pueblos y rodear
montañas...
Hace 10 años
3 comentarios:
Míguel, no sé qué has escrito, el texto sale todo en vertical, es decir, las letras de una en una y en vertical y así no hay quien lea nada. ¿Podrás hacer algo para remediarlo?. Te espero para leerte. Besos
Pero cuánto disfruto, y pienso, y sonrío y asiento con la cabeza leyéndote...
Lo siento Julia, es que he hecho una virguería en el blog y con tu imac te falta pantalla para verlo bien. Te mando por mail el texto.
Besos
Carmen, ya voy corriendo a hablar de mi feminismo en tu blog.
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