Como en la vida misma, nos encendemos, brillamos y nos volvemos en cenizas. Donde castañas se asaron, cenizas quedaron, dice una graffiti anonimo y tiene razón.
El fuego todo lo consume, como nuestras pasiones, hay que ir encendiéndolas de apoco, para que el fuego no se acelere demasiado y se consuma rápido, ni se encienda lento y corramos el riesgo de que se apague, la perdamos.
El fuego es hipnótico… y útil para hacer desaparecer pruebas. La historia termina casi siempre en fuego y muerte.
Si todo va mal, resurjamos de nuestras cenizas cual Ave Fenix, que el fuego sigue encendido siempre en el fondo de nuestras almas.
Al fuego hay que alimentarlo para que no se apague, como a nuestras ilusiones, nuestros sentimientos y deseos.
Interesantísimas fotos amigo, toda una crónica expresada en esas instantáneas.
«¿A quién compararte en tu grandeza? Mira: a un cedro del Líbano de espléndido ramaje, de fronda de amplia sombra y de talla elevada. Entre las nubes despuntaba su copa. Las aguas le hicieron crecer, el abismo le hizo subir, derramando sus aguas en torno a su plantación, enviando sus acequias a todos los árboles del campo. Por eso su tronco superaba en altura a todos los árboles del campo, sus ramas se multiplicaban, se alargaba su ramaje, por la abundancia de agua que le hacía brotar. En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo, bajo su fronda parían todas las bestias del campo, a su sombra se sentaban numerosas naciones. Era hermoso por su talle, por la amplitud de su ramaje, porque sus raíces se hundían en aguas abundantes. No le igualaban los demás cedros en el jardín de Dios, los cipreses no podían competir con su ramaje, los plátanos no tenían ramas como las suyas. Ningún árbol, en el jardín de Dios, le igualaba en belleza. Yo le había embellecido con follaje abundante, y le envidiaban todos los árboles de Edén, los del jardín de Dios».
(Ez 31, 2-9)
Tempus fugit, es decir, el tiempo corre veloz como una liebre…
Ricardo Cantalapiedra
Marana tha
Para escuchar, presiona en la punta de flecha de la izquierda; si quieres silencio, presiona en ‖ o 1▢
El Cabo de Gata
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No está en el fin del mundo, pero lo parece. Llegar hasta allá supone
atravesar valles y desiertos, llanuras y perdidos, pasar pueblos y rodear
montañas...
2 comentarios:
Como en la vida misma, nos encendemos, brillamos y nos volvemos en cenizas. Donde castañas se asaron, cenizas quedaron, dice una graffiti anonimo y tiene razón.
El fuego todo lo consume, como nuestras pasiones, hay que ir encendiéndolas de apoco, para que el fuego no se acelere demasiado y se consuma rápido, ni se encienda lento y corramos el riesgo de que se apague, la perdamos.
El fuego es hipnótico… y útil para hacer desaparecer pruebas. La historia termina casi siempre en fuego y muerte.
Si todo va mal, resurjamos de nuestras cenizas cual Ave Fenix, que el fuego sigue encendido siempre en el fondo de nuestras almas.
Al fuego hay que alimentarlo para que no se apague, como a nuestras ilusiones, nuestros sentimientos y deseos.
Interesantísimas fotos amigo, toda una crónica expresada en esas instantáneas.
Un abrazo fuerte.
HologramaBlanco
Solo para dejarte un cordial saludo, estimado amigo, despues de tanto tiempo...!
Nos leemos.
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