Desde el
centro del mundo,
en el que
Él se adentró al morir,
construyen
las nuevas fuerzas
una tierra transfigurada.
En lo más
profundo de toda realidad
ya han sido vencidos la
banalidad, el pecado y la muerte…
Pero se
requiere todavía el pequeño tiempo
que
llamamos la historia después de Cristo
hasta que
en todas partes, y no sólo en su cuerpo,
se deje ver lo que ya ha
acontecido realmente.
Porque Él
no comenzó a curar,
a salvar
y a transfigurar el mundo
en los síntomas
de su superficie
sino en
las raíces más internas,
nosotros,
gente de la superficie,
pensamos que no ha pasado nada.
Porque
aún siguen corriendo
las aguas
del sufrimiento y de la culpa,
suponemos
que aún no se las ha vencido
en el manantial del que brotan.
Porque la
maldad sigue trazando arrugas
en el
rostro de la tierra,
deducimos
que en el corazón más profundo de la realidad
ha muerto el amor.
Pero todo
es apariencia,
aunque la tomemos por la realidad
de la vida…
Resucitado,
está en
el esfuerzo anónimo de todas las criaturas que,
sin
saberlo, se esfuerzan por participar
en la
glorificación de su cuerpo.
Está en
cada lágrima y en cada muerte
como el
júbilo y vida escondidos
que vencen cuando parecen morir.
Por eso
nosotros, hijos de esta tierra,
tenemos
que amarla.
Aunque
sea todavía terrible
y nos
torture con su penuria
y su
sometimiento a la muerte.
Karl Rahner, S.J.
1 comentario:
Feliz Pascua de Resurrección, Míguel.
Besos
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