Vivo en un lugar seguro. El suelo está firme. Hace la tira de tiempo que la tierra no estornuda, y la última vez que lo hizo, cuando el terremoto de Lisboa de 1755, dañó tanto a la torre de la catedral, la originaria que diseñara Herrera, que terminó por caerse apenas unos años más tarde, en 1841. Ahora está mocha. Para qué reconstruirla, pensarían entonces; sería carísimo, opinamos ahora.
Desde entonces todo es quietud. Salvo cuando el Pisuerga se desmadra y anega barrios colindantes a su cauce. Todos los desastres ocurren lejos. A nosotros nunca nos tocan. Qué suerte la nuestra que la tierra es sólida y el cielo permanece estable.
Antesdeayer, sin embargo, hacia las 20:00 horas según la medición moderna, se entenebreció el día, el aire se volvió denso de repente, el silencio se podía oír y todos, más que hablar, susurrábamos.
Apenas sucedió nada, salvo algún que otro charco y balsas de agua en los túneles recientemente construidos, provistos de bombas achicadoras que, maravillas de la técnica, dejan de funcionar precisamente cuando hacen falta.
Sólo fue eso, un nublado más de primavera. Pero escaldados de lo que pasó en Lorca apenas unas horas antes, a algunos nos dio por pensar. Y caímos en la cuenta de lo alegremente que vivíamos. Yo mismo he levantado paredes inconsistentes, he abierto puertas y ventanas donde no debía, mantengo tejados sólo y apenas superpuestos y de cimientos ¿para qué?, si total nunca han sido necesarios.
Construido casi todo con plomada y nivel, dando por supuesto que la tierra es lo que ha sido siempre, el suelo sobre el que nos apoyamos, no hemos sido previsores; y aquí el tapial, el adobe, el barro y, a lo más, la cal y la arena han sido los materiales con que nos hemos edificado.
No quiero ni pensar qué sería de nosotros si por aquí la tierra parpadea.
3 comentarios:
Pues no estaría mal que estos terremotos fueran por fin tirando de nuestras calles esas catedrales e iglesias coronadas con sus repectivas cruces.
¿Por que tenemos que soportar los demás esas cosas en lugares de público y laico acceso?
Que el que los quiera se los lleve a su casa y nos deje a los demás tranquilos.
Yo también he estado pensando a raíz del terremoto de Lorca, qué pasaría si nos tocará en nuestra casa, en nuestra ciudad. Se me pone carne de gallina sólo de pensarlo, debe de ser algo realmente terrible. De momento agradezcamos que estamos en zona más o menos segura.
Besos
Hola!!
He visto que te has asomado a mi blog y me he pasado por aquí para conocerte. Me gusta lo que escribes y como lo escribes. Ya nos iremos leyendo...
Un saludo. (Eowyn, de "En búsqueda. Crónica de un vieje a Itaca")
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