El 24 de marzo de 1980 asesinaron a Oscar Arnulfo Romero, obispo y profeta, defensor de los empobrecidos salvadoreños. "Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño", palabras premonitorias de monseñor. A continuación coloco un poema que Pedro Casaldáliga escribió con motivo de su martirio:
San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro
El ángel del Señor anunció en la víspera...
El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!
El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.
¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!
Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).
Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!
El Cabo de Gata
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No está en el fin del mundo, pero lo parece. Llegar hasta allá supone
atravesar valles y desiertos, llanuras y perdidos, pasar pueblos y rodear
montañas...
Hace 10 años
2 comentarios:
Un hombre admirable. Eso sí que es ser un hombre de Dios. Gente así honra el cristianismo, entre tanto... no sé cómo llamarles. En fin, cada cual que ponga lo que quiera. Yo tengo una especial admiración a Ellacuría, otro mártir de los pobres.
Ellacu era genial, fue profe mío. Recuerdo que yo era un renacuajo de unos 20 años; la mayoría eran jesuítas y monjas que me sacaban un montón de años, que le escuchaban embobados. Nos dio, fíjate que título más "religooso", Teología política.
Discípulo predilecto de Zubiri, al decir de gentes de confianza era tan respetado en El Salvador que casi rozaba en la adoración. Personalmente creo que fue el verdadero motor intelectual de Romero.
Estando en Europa, decidió volver sabiendo que iba a morir.
Un tipo impresionante. Clares, a mí también me causó y me sigue causando admiración
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