Un año nuevo es una caja de sorpresas. Se apoya en lo anterior. Pero no necesariamente construye en la misma dirección. Quién sabe que nuevas circunstancias puedan darse que obliguen, o al menos aconsejen, a ir para otro sitio.
Un año nuevo es un regalo. No se merece. Se toma sin más. Doce meses a tu disposición: 365 días con sus respectivas noches.
Un año nuevo es una bendición. Te das cuenta de que estás vivo. Reconoces que el año que pasó no te pasa cuentas, que se fue sin exigirte ningún portazgo; y que el nuevo tampoco tiene fielato, o sea que te invita cariñoso y anhelante: pasa y entra, es todo tuyo.
Un año nuevo es una advertencia. Estás creciendo, vas madurando, eres más viejo… Carpe diem!
Un año nuevo es un kairós. Y no me refiero al kairós enfrentado al kronos griego, no, que eso ni me va ni me viene (aunque tal vez debería importarme, algún día me daré cuenta).
Me refiero a “Kairós” de San Pablo, el tiempo oportuno, el momento de gracia, la Epifanía.
El Kairós, Jesús, es todo ello junto: sorpresa, regalo, bendición y advertencia.
Es también momento decisivo, en el que es vital prestar atención a lo “decisorio”, porque de lo que decida va a depender el futuro.
Todo momento es responsabilidad, pero un año entero abierto ante tu vida, para llenarlo de lo mejor es algo que impone, oiga usted, porque… ¿dónde encontrar tanto bueno que llene todo todito un año entero?
Pues ahí está la tarea…
Un año nuevo es un regalo. No se merece. Se toma sin más. Doce meses a tu disposición: 365 días con sus respectivas noches.
Un año nuevo es una bendición. Te das cuenta de que estás vivo. Reconoces que el año que pasó no te pasa cuentas, que se fue sin exigirte ningún portazgo; y que el nuevo tampoco tiene fielato, o sea que te invita cariñoso y anhelante: pasa y entra, es todo tuyo.
Un año nuevo es una advertencia. Estás creciendo, vas madurando, eres más viejo… Carpe diem!
Un año nuevo es un kairós. Y no me refiero al kairós enfrentado al kronos griego, no, que eso ni me va ni me viene (aunque tal vez debería importarme, algún día me daré cuenta).
Me refiero a “Kairós” de San Pablo, el tiempo oportuno, el momento de gracia, la Epifanía.
El Kairós, Jesús, es todo ello junto: sorpresa, regalo, bendición y advertencia.
Es también momento decisivo, en el que es vital prestar atención a lo “decisorio”, porque de lo que decida va a depender el futuro.
Todo momento es responsabilidad, pero un año entero abierto ante tu vida, para llenarlo de lo mejor es algo que impone, oiga usted, porque… ¿dónde encontrar tanto bueno que llene todo todito un año entero?
Pues ahí está la tarea…
5 comentarios:
Empezaremos, manos a la obra, para mí, que soy una resignada por naturaleza, no es un paso decisivo nunca, es una continuidad. Nada, creo, será diferente, una vez que se han aceptado los continuos vaivenes entre las miserias y las grandezas. Lo único que espero es que mi vida siga más o menos como es, y que no tenga que sufrir mas de lo que la vida ya trae de oficio, o como dicen de los coches, las penas de serie. Pero tus palabras transmiten optimismo y esperanza. Ojalá se me contagie un poco, un poco nada más. Feliz año, amigo.
Un feliz año lleno de amor a los demás ¿de no ser así que sentido tendría nuestra vida?
Me quedo con esta frase: "Un año nuevo es un regalo. No se merece. Se toma sin más. Doce meses a tu disposición: 365 días con sus respectivas noches."
Un abrazo!
Es un cuaderno con 365 hojas en blanco :-))
¡¡FELIZ AÑO!! A TI Y A TODOS LOS AMIGOS DE TU BLOG!! :-)
Tu Pequeno Mundo llegó hasta Venezuela. Felicidades hermano.
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