Hace unos días mantuve diálogo con un amigo bloguero, majao público, sobre la creencia en un Dios creador; si era posible algún tipo de demostración de su existencia, y si a la vista de los argumentos que se han propuesto desde la filosofía y la teología a lo largo de la historia era probable dar con alguno convincente. Surgió con motivo de la noticia aparecida en los medios de comunicación con la afirmación del científico Stephen Hawking de que las leyes físicas del universo excluían su necesidad. Como es fácilmente comprensible no llegamos a nada en concreto, y ahí sigue la búsqueda.
Pero yo aludí a un precioso texto que se publicó hace ya mucho tiempo, a raíz del Concilio Vaticano II, que servía de introducción a un documento muy amplio que se editó con el título de Nuevo Catecismo para Adultos, y que el vulgo denominamos "Catecismo holandés", porque fue elaborado por la Conferencia Episcopal de aquel país.
Como parece que no es fácil encontrar este documento en librerías, y tampoco en la red -hay un único lugar que yo haya podido encontrar-, me ha parecido oportuno colocarlo aquí, con la ilusa pretensión de que pueda interesar a alguien. Su lectura es amena y no importa si se es persona religiosa o no, cristiana o de otra fe, para disfrutar y reflexionar. Incluso quien prescinda de Dios o le niegue directamente podrá encontrar en estas palabras algunas preguntas, reflexiones y sugerencias que no le resultarán extrañas.
Son veinte páginas, e invitan a leerse sin prisas. Tomaos todo el tiempo que queráis.
16 comentarios:
Gracias. Lo leeré despacio, si puedo lo pasaré a papel para hacerlo mejor. Un abrazo.
Muy interesante, Miguel Ángel. Yo tenía otra idea del catecismo, porque el que a mí me hicieron estudiar no traía poesías ni nada de verdad interesante.
Me gustan mucho las palabras del Eclesiastés, que es uno de mis libros bíblicos preferidos.
Un abrazo, amigo.
¡Es que mira que nos gusta escribir y poner palabras a todo!.
Ya sabemos que lo que se escribe se lee, pero lo que se lee es lo que escribió otra persona distinta a mí, con su experiencia distinta a la mía, con su forma de expresar también distinta, ¿porqué tiene qué condicionarme a mí esa expresión?. Leo y siento la belleza de lo leído, pero no expresa mi creencia.
La creencia de Dios, es tan personal que no puede ser escrita sino vivida, cada uno desde su experiencia personal; es cierto que algunas personas describen- siempre desde su experiencia- de forma que cuando las leo parece que sintiera ese mismo sentir, sin embargo siempre hay algo personal que me diferencia. No sé si me estoy liando.
Mira Míguel pienso que los catecismos son marcos de referencia creados a imagen de la iglesia para dar explicaciones a aquello que no tiene explicación, las expresiones poéticas son hermosa de porsí y da gusto leerlo otra cosa es la creencia.
Ya sabes que te quiero. Besos
Yo no soy Laura, pero me identifico al cien por cien con su comentario.
emejota, claro, mujer, tómate el tiempo que quieras. Lo he puesto porque no es fácil de localizar y desde aquí es más cómodo. Ignoro si puedes imprimirlo, pero por intentarlo que no quede. Venga aquí ese abrazo.
Clares, es que hay catecismos y catecismos. Unos sirven para imponer, otros para proponer, y otros simplemente para mostrar y acompañar. Este en concreto es de estos últimos, y ha ayudado a mucha gente a orientarse y también ha tranquilizarse, en el buen sentido de la palabra.
En ti la palabra amigo recobra su sentido profundo. Un abrazo.
Laura, te comprendo. La palabra humana está tan desvirtuada que no es creíble. Ya lo han dicho los antiguos: «¿Qué es el hombre para que acuerdes de él?» ¡Qué fácil nos resulta contemplar las montañas, las cascadas, los astros, ver crecer una mata de tomates, disfrutar de las olivas recién aliñadas, ver parir una vaca y atusar la testuz del ternerillo y decir asombrados esto es divino!
Pero en el ser humano cuesta un poco más, resulta casi imposible permitirle que transparente la divinidad porque conocemos sus intenciones y sus hechos. Y nos damos miedo la mayor parte de las veces.
Tienes razón, hace falta mucha fe para creer que Dios pueda dejarse hacer por el engendro humano.
Pero para mí es elemental, es el misterio de su encarnación. Dios se ha manifestado en Jesús. La Palabra de Dios se ha hecho también palabra humana. Y la palabra humana se ha llenado de Dios. Y no conozco otra manera que tenga Dios de hablarnos. Desde Jesús todo ser humano es sacramento de Dios.
Habré de tener cuidado para saber discernir lo que dice Uno en medio de la posible verborrea de los otros.
Y sabes, Laura, que yo también te quiero.
mariajesús, no tengo para ti una réplica diferente a la que ofrezco a Laura. Y no hace falta que insistas, sé muy bien quién es ella y quién eres tú.
Míguel, ¡claro que el Hijo de Dios se hizo Hombre! y se encarnó ¡ ya lo creo que se encarnó! y nos dio ejemplo de Vida, una Vida de entrega, de Amor.
Pero nada de historias extrañas, ni de creaciones de poder ¿ te parece poco la hermosura de los cielos y las tierras? ¿ y la de las miradas de los niños?, es acaso algo extraño que Dios esté presente ahí o tiene que estar ubicado obligatoriamente en virginidades raras, en flus-flus y flas-flas y no en la expresión misma de la propia naturaleza, de su fuerza, de su autenticidad.
Ya te digo en el comentario, formas distintas de utilizar las palabras.
¡Pero sentir a Dios, para mi es íntimo e intransferible!, yo no necesito grandezas ni cosas raras para sentir su presencia en todo lo que me rodea.
He leído hasta la página 10, estoy tan cansada que, aunque está interesante, lo dejo para otro día. La primera parte del catecismo sí me sonaba, es más la he leído en un libro de relatos pero no sabía que pertenecía a un catecismo, los textos bíblicos son muy bellos. El del eclesiastés se leyó en la liturgia católica hace pocas semanas... creo que lo voy a guardar e imprimir, si puedo, para usarlos con los chic@s de bachillerato. Apoyo y comparto tu comentario a Laura. Besos
Miguel Angel...vengo a leer cada dia esta entrada tan extensa...
No se que decirte...tu haces bien en poner el libro del catecismo...yo cada dia se, que no se nada...y te agradezco tu trabajo de scanear el librito.
Laura
Sospecho que con las historias extrañas a que aludes sin expresarlas te refieres a lo que se dice en el credo sobre Dios creador y sobre la Trinidad, sobre la resurrección, etc. En fin, lo que conocemos como los misterios de nuestra fe y que lo@s cristian@s tratamos de expresar malamente en forma de dogmas.
Puedes pensar y creer como te plazca. Pero si aceptas que Dios se ha encarnado, humanizándose hasta el extremo de que Jesús diga: «Quien me ve a mí ve al Padre» y «lo que hicisteis a estos mis hermanos a mí me lo hicisteis», otras cosas serán igualmente flus-flus y flas-flas, en absoluto expresión de la propia naturaleza, que no puede producir por sí misma esa otra realidad. No son meros juegos de palabras, son palabras que hablan de algo que no perciben los sentidos, y a las que sólo se llega por la fe.
Dios Abba de Jesús nos ha llegado a través del relato de unos testigos que le experimentaron presente y actuando en su historia, y lo narran como pueden, con pobres palabras, a todas luces imposibles de contenerlo, tanto que se hace raro entenderlas y aceptarlas.
Celebro que lo sientas así, “íntimo e intransferible”, porque Job también reconoció a Dios en la enfermedad, en la miseria y en el abandono de los amigos.
Mónica, el texto que se leyó en la liturgia es un poco más largo que el que aquí pone del Eclesiastés, le faltan los versos 9-11: “Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin”.
A mi modo de ver estas últimas palabras dan sentido total a lo anterior.
Anna, no te agobies, tómate el tiempo que quieras para leer y olvida, si es que aún lo recuerdas, el catecismo que aprendiste o te obligaron a estudiar de pequeña. De adultos necesitamos otra cosa. Y esto bien puede valer. Y si no vale, se busca otra.
¡¡Qué bello catecismo!!... (exceptuando los estereotipos machistas, delicadamente expuestos), me parece magistral la forma como va desarrollando las cuestiones claves de nuestra existencia:
Parte de nuestra condición humana innegable: necesitamos vivir en” racimos” y de forma interdependiente en una trama de confianza mutua, en relación permanente con todo lo que nos rodea y formando parte de la naturaleza en cuanto que, biológicamente, estamos constituidos por los mismos elementos.
Plantea cuestiones que nos hemos hecho en algún momento de nuestra vida y de diferentes formas: ¿quiénes somos?; ¿ qué sentido tienen el universo?; ¿qué nos hace felices?; ¿somos nuestro sustrato biológico o algo más?; ¿dónde están nuestros límites?; ¿qué es la conciencia y la libertad?; ¿por qué existe el mal, el dolor , el sufrimiento y la muerte?; ¿de dónde venimos?; ¿dónde está todo lo que necesito para satisfacer mis anhelos?; ¿podemos dejar de desear? ; ¿Hay algo más allá de todo límite?; ¿tiene mi vida un fin y un sentido?; ¿será nuestra fe una proyección de nuestros deseos y anhelos?... etc.
Por último, nos invita a querer encontrar en Jesús la respuesta. Un Jesús encarnado en nuestra propia historia, en el ser humano, en los demás… Es efectivamente una invitación , no una imposición y, no como una huida o proyección de la realidad sino desde el anhelo de querer cambiarla.
¡¡ Sí, me ha gustado esta idea tuya de proponer este catecismo!! ¡¡ Feliz día del Señor!!
¡¡Ok!!... esos versículos completan y dan sentido a lo anterior... ¡¡gracias por la aclaración!!. Besitos
Mónica, qué razón tienes; cuando lo desempolvé de mi librería y empecé a releerlo vi que el lenguaje estaba algo desfasado y había cosas que me rechinaban en los oídos. Cierto machismo parece ahora, entonces no. Pero también tienes razón en que la forma de razonar, yo diría relatar, es deliciosa. Nuestra fe es un relato, AT y NT, que los que se consideran “testigos” ofrecen a quien lo quiera escuchar. Resulta que la fe cristiana es humana y va a la raíces de lo humano; como dice Pagola, probablemente nadie ha ejercido un poder tan grande sobre los corazones como Jesús, nadie ha expresado como él las inquietudes e interrogantes del ser humano, nadie ha despertado tantas esperanzas. Todavía hoy, cuando las ideologías y religiones experimentan una crisis profunda, Jesús sigue alimentando la fe de millones de hombres y mujeres. Los cristianos pensamos que Jesús es tan plenamente humano que no es como nosotros. Leonardo Boff decía que «tan humano sólo puede ser Dios». Para mí, Jesús es Dios hablándonos, acompañándonos y salvándonos desde este hombre entrañable.
¿Pues sabes qué?... mi párroco, un chico joven y muy majo, no lo conocía. Quedé en enviarle una copia por email, que ya guardé en mi carpeta claro. ¡¡Coincido contigo!!... para mí Jesús colma mis anhelos de respuesta y... me entran ganas de explicárselo a los demás pero no sé cómo hacerlo... he llegado a la conclusión de que no tengo que explicar nada, a menos que me lo pidan... y que cada uno por sí mismo tiene que encontrarlo... no vale de uno para otro, es una experiencia personal e intransferible. ¡¡Un abrazo!!
La virtud del catecismo holandés, de la que adolece el catecismo católico vigente, es que trata (o trataba) de ponerse en el lugar de las inquietudes reales de la gente, incluso no creyente. El catecismo actual parece más dogmático y, sorprendentemente, más anticuado que el otro.
Aunque alguien podrá decirme que la misión y oficio de cualquier catecismo es ésa, la del dogmatismo.
Saludos cordiales.
Mónica, «estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere…», (1 Pe 3,15) tiene poco que ver con la forma de atosigar de algunos… que desean emular exagerando y extrapolando aquellas palabras de Pablo a Timoteo: «Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, corrige, reprende y exhorta usando la paciencia y la doctrina.»(2 Tim 4)
Mucho mejor y también más sano es exponer y proponer que imponer; cosa que, por otra parte, en estos tiempos ya nadie va a aguantar.
Joaquín, hay catecismos para todos los gustos y maneras. Si catequesis es anterior a catecismo, lo que importa es el relato, el ofrecimiento, la exposición. Si es posterior, deja de ser relato y se convierte en adoctrinamiento.
Jesús era peripatético. Yo creo que gustaría más de una catequesis sin catecismo. Le serviría mirar los campos, elevar los ojos al cielo, contemplar el amanecer y los atardeceres, partir el pan, hablar con las gentes, levantar al caído, acariciar a los niños, increpar al mar embravecido, sonreír a los novios… mostrar a Dios Abba. Y decir: ¡Ya está aquí el Reino de Dios!
El Catecismo Holandés era un hijo muy querido del Concilio Vaticano II, que apuntaba ya esas maneras. A lo que parece han llegado a casi nada.
Saludos cordiales
Publicar un comentario