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“Pero de nuevo vendrá la luz”



Así se expresó mi arzobispo, cardenal Ricardo, más cardenal hoy que nunca al presidir el funeral en la catedral, rodeado de todo su pueblo. No le vi lágrimas, pero sentí su llanto interior.
“Hay ocasiones en que las tinieblas nos envuelven y no vemos nada”, dijo en un templo abarrotado, tal vez porque mirara hacia abajo, en el amplio espacio delante de él, cuyo centro ocupaba el féretro con el cuerpo muerto de Fernando.
Perdido entre la muchedumbre, sin pararme a calcular cuántos entrábamos por metro cuadrado, le escuchaba fijarse en el Crucificado para, a pesar de la amargura, afirmar su confianza en el Buen Padre. “Podemos con su Espíritu decir al Señor: Tú eres la fuerza de mi salvación” fue una frase suya que me espabiló cuando ya me desvaía en pensamientos derrotistas.
Fue muy breve, la verdad. Una celebración austera y plena de contenida emoción. Concluyó sus palabras así: “Que la Virgen María, Madre de misericordia, muestre su Hijo a nuestro querido hermano. Que así sea, y que desde el Padre, nuestro Rector no deje de alentarnos en la respuesta fiel a la vocación amorosa del Señor”.
Entonces vi llorar, abrazarse, cogerse de las manos… Habían sacado a hombros el féretro hasta fuera, escoltado por cuantos le habíamos despedido en un acto litúrgico que me recordó vívidamente lo que sé de aquel cenáculo evangélico.
Cuando salí al mediodía soleado, volví a la realidad que creí aparcar al entrar hora y media antes. Todo seguía igual. Pero al pedalear hacia mi casa pensamientos iban y venían. Esto se arregla, me decía. No importa lo que hagan unos y otros, lo que hagamos todos, o no haga nadie. Esto tiene solución. Lo ha dicho don Ricardo. Se lo hemos escuchado y nos lo hemos apropiado. Incluso lo hemos celebrado. Creemos en ello.
¡De nuevo vendrá la luz!

Si fuera verdad



No suelo dar pábulo a habladurías, pero esta sí que me motiva. Que Ángel Galindo García, actual rector de la Ponti, fuera designado obispo auxiliar de Valladolid me produciría tanta alegría que no sé cómo la expresaría con palabras.
Ya fue noticia grata que don Ricardo llegara a esta tierra, tras los intentos de colocarlo en Madrid. Aterrizó maravillosamente. Una pena que lo hicieran presidente de la conferencia episcopal, y otra pena que papa Francisco le encargara otras altas responsabilidades, primero en Méjico y luego en Roma. Valladolid se merece un obispo que pueda dedicarse más a su diócesis, y tener una agenda hacia lo pequeño. Pero ya que no puede ser, bien está que le pongan de ayudante a una persona con la que empatice, no sólo él, sino también el resto.
Y creo que Ángel es la persona indicada. ¡Un alumno de Bernard Häring en Pucela!
Si esto se hiciera realidad, yo se lo atribuiría a san Ignacio de Loyola, bajo cuya protección y amparo quiero permanecer.
Bien, Nacho, bien.

Codorniz ha puesto otro huevo



El segundo, y deja de ser noticia. Ahora espero el tercero, y entraremos en “normalidad”.
Así he recibido también la noticia del capelo concedido a don Ricardo. Papa Francisco no ha hecho con él sino cumplir con el siguiente requisito para poner en valor a quien ya tenía ganado el respeto de buena parte de la iglesia española.
Y Valladolid, iglesia diocesana, también ha sido resarcida con este gesto tras tanto silencio. Valga este título de don Ricardo por el que no recibió don José, que bien se lo mereció. La Edades del Hombre debieron ser, en su momento, la oportunidad que desde el Vaticano tuvieran en cuenta.
Ahora, las aguas mansas, da lo mismo un huevo que una docena. Ni don Ricardo va a modificar el ritmo de sus pasos, ni don José está a tiro de consideraciones, ni codorniz dejará de serlo.
Además, tampoco le iría bien ese color tan llamativo.


Un tal Blázquez



Confieso que me sentó fatal que aquel señor dijera aquello cuando don Ricardo, al que conocí casualmente en una reunión de las diócesis de Castilla y León en Villagarcía de Campos como obispo de Palencia, asumió la sede episcopal de Bilbao. Por entonces no tenía de él mayor información. Luego sí, me fueron llegando más cosas.
Así que cuando mi diócesis quedó sede vacante, hice unas cuantas novenas por ver si conseguía que don Ricardo se viniera para acá, ya que estaba entre los posibles. Y entre éstos, el mejor sin duda era él.
Si fueron las novenas, o si fue el Espíritu Santo, por no mencionar las maniobras políticas para que no fuera destinado a otros lugares de más tronío, el caso es que aquí está. Y me alegro.
Ayer se celebró que hiciera veinticinco años que fuera consagrado obispo; es decir, sus bodas de plata episcopales. Y con tal motivo El Norte de Castilla publicó este escrito del teólogo Olegario González de Cardedal, que le conoce muy bien por paisanaje y por haber pertenecido al claustro de la Ponti de Salamanca.
Así que tengo el gusto de publicar esta primicia informativa.




Martes 28.05.13 EL NORTE DE CASTILLA

«¡Tú me levantas, tierra de Castilla!»

ITINERARIO DE MONSEÑOR RICARDO BLÁZQUEZ

El teólogo abulense narra para El Norte de Castilla los escenarios de la trayectoria vital del arzobispo de Valladolid, nacido también en Ávila, con motivo de los veinticinco años de su consagración episcopal.

Los hombres somos fruto de naturaleza, y de historia, de un legado de origen biológico, que los científicos llaman 'genes' y de otro legado de origen cultural que a su vez llaman 'memes'. Pero a esos dos elementos predeterminantes adviene aquella chispa, rescoldo impagable de la presencia de Dios en el hombre, que son la inteligencia y la libertad propias de cada uno y con ellas hacemos nuestra historia, llegamos a ser personas y construimos un proyecto mediante el que aportamos cada uno nuestra parte al destino común. ¿Cuáles han sido los pasos fundamentales en el cur­so vital de quien es hoy sucesor de los apóstoles en Valladolid, cabeza de la Iglesia y en calidad de tal mensajero y altavoz de Cristo?

1 El hombre de las alturas de Gredos. No es igual nacer al borde del mar con sus horizontes extendiéndose hasta el infinito, con el concierto visible y sonoro de las olas que se suceden amorosa o violentamente, dejando en el corazón del hombre un rumor de armonía y de paz absolutas, que nacer en medio de una llanura, o en las cumbres de una montaña. Villanueva del Campillo es una altiplanicie, valle de alta montaña, con los picos del Almanzor en el fondo, unas praderas feraces donde se alimentaron rebaños y boyadas, que trashumaban de los agostaderos de verano a las dehesas de Extremadura. Villanueva, con restos arqueológicos únicos, con una abadía e iglesia catedralicia. En esa altura nació y ha permanecido hasta hoy, enhiesto y arraigado nuestro protagonista.

2 El sacerdote abulense. Primero fue la larga formación humanística de Arenas de San Pedro en la que prevalecían junto a la literatura y las matemáticas, las lenguas clásicas griego y latín por un lado, francés y alemán por otro. Y tras los correspondientes años de estudio de la filosofía y la teología es ordenado sacerdote en Ávila. A esa ordenación habían precedido cuatro años de magisterio y colaboración con un gran maestro de espiritualidad y de preparación para el ministerio sacerdotal: don Baldomero Jiménez Duque; rector del Seminario de Ávila, guía de generaciones sacerdotales. Su vida, su espiritualidad y sus libros fueron la fragua para el ministerio apostólico del futuro obispo, pues no pasaron en vano los cuatro años que fue su secretario particular.

3 El profesor y vicerrector de la Universidad Pontifica de Salamanca. Ávila y Salamanca siempre estuvieron muy cercanas espiritual y teológicamente ya desde los años de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz. Pero antes de llegar a la capital del Tormes Don Ricardo tuvo que hacer una segunda navegación por Roma, y una tercera navegación por Alemania, en vistas a adquirir una formación teológica a la altura del Concilio Vaticano II, de la exégesis moderna, de la teología en su historia y del pensamiento ecuménico contemporáneo. En la Universidad Gregoriana (Roma) hizo su doctorado bajo la dirección de un gran maestro, el Padre jesuita Z. Alszeghy, concluyendo su tesis en 1972 y publicándola en Vitoria 1976. Comenzaba así la preparación para el magisterio teológico en las aulas y para el ejercicio de escribir. Después de aquella tesis sobre un autor protestante, 'La Resurrección en la cristología de Wohlfart Pannenberg', que le abría al mundo ecuménico, hasta el libro que aun tiene reciente la tinta: 'Del Vaticano II a la nueva evangelización' han ido apareciendo uno tras otro, hasta la quincena, sus nuevos libros.

4 El obispo de la iglesia diócesis tras diócesis. Tras el ejercicio de la docencia y el cargo de gobierno en la Universidad Pontificia de Salamanca, este castellano de tierra alta es trasplantado a Galicia como obispo auxiliar del señor arzobispo don Antonio M. Rouco Varela. Quienes asistimos a su ordenación episcopal nunca olvidaremos la tarde de la despedida: llovía, llovía, llovía y no cesaba de llover. El se quedaba allí solo bajo tanta lluvia mientras nosotros nos volvíamos a la clara luz y limpio cielo de la meseta. Aprendizaje de situaciones, costumbres, historia y lengua en colaboración generosa con quien le había elegido, con los sacerdotes y el pueblo llano. Su primer traslado es a Palencia para suceder al obispo agustino Nicolás, que habiendo renunciado a la diócesis palentina marcha a Bolivia. Luego vendría el segundo traslado a tierras más lejanas, la diócesis de Bilbao, en una geografía, historia eclesial, social y política, necesitadas de claridad, concordia y paz. Y desde allí, cuando los años, la experiencia y la diversidad ya habían configurado en plenitud la raíz y el tronco de su vida, la venida a Valladolid.

5 El guía de la iglesia en España. Después del Concilio Vaticano II se pusieron en marcha las instituciones colegiales en la iglesia; en este caso la Conferencia Episcopal, órgano de gobierno y orientación pastoral para todas las diócesis de España. Las diversas Comisiones fueron asumiendo responsabilidades en el campo de la clarificación de cuestiones de fe, de criterios de acción pastoral y moral, de temas litúrgicos y otros. Don Ricardo presidió repetidas veces la Comisión Episcopal de la fe, cuya misión es promover su comprensión y actualización, verificar la autenticidad de las propuestas teológicas y pedagógicas que se hacen de la fe en la iglesia. Tarea sagrada y delicada, que hay que ejercer con inmenso respeto tanto a la realidad creída (Sagrada Escritura, Credo, Tradición apostólica) como a los sujetos que la enseñan y a los que la reciben. La responsabilidad máxima para la dirección de la Iglesia en España le llegó cuando fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal primero y luego vicepresidente.

6 El responsable de la Iglesia universal. Cada obispo forma parte del colegio apostólico al que le están encargados la atención y servicio a la iglesia como unidad y totalidad, de forma que le compete no sólo la responsabilidad particular de su diócesis, sino también en comunión con los demás obispos y con el Papa el cuidado de la Iglesia católica. Esa función la cumplen de manera especialmente visible y eficaz en los Concilios ecuménicos y en los Sínodos. Don Ricardo ha participado en varios de estos de manera muy significativa. Algunas. de sus intervenciones pasaron literalmente a las Proposiciones finales y a la Declaración que el Papa ofreció luego a toda la Iglesia. Junto a este trabajo ha tenido que cumplir encargos pontificios a la hora de visitar instituciones, ofrecer informes y orientar futuro. El desde sus primeros orígenes había percibido los riesgos y la real fecundidad posible de los nuevos movimientos si se los acompaña con cercanía amorosa, se los orienta con libertad y se los ayuda con vigilancia en sus momentos críticos.

7 El metropolitano de Valladolid. En su madurez episcopal y tras largos años de experiencia ministerial vuelve a Castilla en momentos gozosos pero no fáciles de nuestra historia religiosa y humana. Es la región más extensa de Europa, la que quizá tenga mayor patrimonio artístico y más gloriosa historia detrás de sí. Todo ello es fuente de gozo pero a la vez de pesadumbre, porque nada de lo anterior perdura si no es acompañado con nuevas creaciones. Castilla fue primero deforestada en sus árboles para construir galeones camino de América y luego despoblada de sus hombres, por la emigración camino del país vasco, Cataluña y Europa. Hay que crear nuevas fuentes de vida y de riqueza, de ilusión y de esperanza. No pocas iniciativas sociales, políticas y eclesiales van en esa línea: por ejemplo las Edades del hombre a lo largo de sus 25 años han sido regeneradoras de la propia conciencia, una palanca de nuestra dignidad colectiva y un afluente de riqueza para nuestra economía. Con ellas la Iglesia ha puesto a disposición de todos los tesoros de cultura y arte que habían nacido de su fe. En Castilla tenemos naturaleza y paisaje únicos por un lado y por otro historia y cultura. Junto a ellos necesitamos ciencia y técnica nuevas, propuestas económicas y esperanza social. La Iglesia es consciente de esta situación y de su responsabilidad específica en este orden. Ambas tienen en el Arzobispo de Valladolid un intérprete lúcido y un valedor generoso.

CODA ¿Quien hay detrás de esta historia? Un hombre, un sacerdote, un obispo que viene de lejos con saber y ciencia asimiladas y ejercitadas, capaz de hacerlas destilar en sabiduría personal, sumando lo universal con lo particular y desde esto avizorar la esencial y eterno. Son Proverbiales la humilde capacidad de concordia que posee, junto con su mesura y moderación. Él sabe que el tiempo es buen sanador en un sentido y buen constructor en otro, por eso no se precipita ni se deja aturdir por gritos y susurros. Su palabra es serena y atenida a la realidad a la vez que siempre atenta a la persona. Sabe oír y sabe esperar. Es bueno. La sobriedad castellana nos prohíbe callar pero nos impide decir más.


Y completo esta entrada con palabras propias del interesado, Don Ricardo Blázquez, ayer tarde en la catedral de Valladolid, durante la celebración de la Eucaristía, a la que no pude asistir, lamentablemente.

HOMILÍA EN LA CELEBRACIÓN DE LOS XXV AÑOS
DE LA ORDENACIÓN EPISCOPAL


Hoy hace 25 años recibí la ordenación episcopal en la catedral de Santiago de Compostela, en que se veneran la memoria y el sepulcro del Apóstol. Coincidió con el domingo de la Santísima Trinidad. Es una duración considerable para celebrarlo con familiares,  amigos y diocesanos. Saludo cordialmente a los señores obispos que han querido unirse conmigo a esta solemne acción de gracias a Dios, muestro mi respeto a las autoridades, manifiesto mi afecto a los fieles de las diócesis donde he ejercido el ministerio episcopal, Santiago, Palencia, Bilbao y Valladolid. A unos en la distancia geográfica y a otros en la convivencia diaria me siento vinculado con los lazos de la gratitud. ¡Gracias a todos por vuestra presencia y oración!
            1.- El Papa Juan Pablo II al terminar el Jubileo del Año 2000 y al comenzar el tercer milenio, nos invitó «a recordar con gratitud el pasado, a vivir con intensidad el presente y abrirnos con confianza al futuro: “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy siempre”( Heb.13,8) ( Novo Millenio Ineunte,1)». En la presencia del Señor se dilata el alma hacia el pasado, se concentra en la actualidad y se inclina hacia  el futuro. Quiero vivir ante Dios consciente de lo que he recibido, de lo que he faltado y de lo que debo a la misión encomendada.
            Recuerdo hoy a cada una de las diócesis con sus presbíteros, diáconos, consagrados y religiosos de vida apostólica y contemplativa, laicos y laicas, con quienes compartí la gracia de la fe cristiana, a los que quise y quiero servir pastoralmente. De manera particular quiero agradecer la ayuda de obispos auxiliares, vicarios y otros colaboradores más cercanos sin cuyo apoyo no hubiera podido cumplir el ministerio encomendado. Lo que emerge ante todo en mi vida, en este alto del camino de los XXV años, es la gratitud a Dios porque se fió de mí y me confió el ministerio episcopal (cf.1 Tim.1,12). Con un salmo proclamo ante todos: ”El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades” (Sal.99,5). Cuando miro hacia atrás siento que el agradecimiento a todos es como el perfume de la memoria del corazón (R.Guardini).
            He prestado mi servicio en Santiago de Compostela como Obispo Auxiliar, como Obispo en Palencia, en Bilbao y ahora lo cumplo en Valladolid. En todas las diócesis me he sentido profundamente integrado; he querido caminar como pastor unido al rebaño. El paso de una diócesis a otra ha sido como un trasplante; al principio se experimenta que se rompen raíces vivas, pero pronto he arraigado hondamente en el nuevo hábitat. Poco a poco se hace perfectamente compatible el recuerdo amoroso de las personas ya distantes y el amor de las personas del nuevo espacio eclesial y humano. Con el recorrido de las diversas estaciones vitales se hace acopio de numerosas experiencias enriquecedoras, ensanchándose el corazón a dimensiones amplias y de largo respiro. Nada se cancela ni desplaza; todo se integra en la unidad vital de pasado, presente y futuro. Concluyendo: Agradezco a Dios haber pasado por Santiago de Compostela, Palencia y Bilbao y por estar ahora en Valladolid; a todos en esta hora tan significativa para mí manifiesto mi gratitud.
            2.- Presidió la ordenación episcopal el Arzobispo de Santiago de Compostela Mons. Antonio Mª Rouco Varela y en su homilía unió particularmente la fiesta de la Santísima Trinidad con la ordenación episcopal. En efecto, la Trinidad Santa es el fundamento del ministerio episcopal. La unción del Espíritu Santo configura al obispo con Jesucristo, capacitándole para continuar su misterio a favor de la Iglesia. Estos son los rasgos del Buen Pastor Jesús, que debe transparentar el obispo: “Caridad, conocimiento de la grey, solicitud por todos, misericordia para con los pobres, peregrinos e indigentes, ir en busca de las ovejas extraviadas y devolverlas al único redil”. Cada obispo debe “velar con amor” por la grey que preside “en el nombre del Padre, cuya imagen hace presente; en el nombre de Jesucristo, su Hijo, por el cual ha sido constituido maestro, sacerdote y pastor; en el nombre del Espíritu Santo, que vivifica la Iglesia y con su fuerza sustenta la debilidad humana” (Pastores gregis, 71).
            El entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, y hoy querido Papa Francisco, habló en el Sínodo de 2001 sobre el velar del obispo como virtud esencial de su ministerio. He aquí sus palabras: «Una de las imágenes más fuertes de esta actitud es la del Éxodo en la que se nos dice que Yahvé veló a su pueblo en la noche de la Pascua, llamada por ello “la noche de la vela”. Lo que deseo es resaltar esa peculiar hondura que tiene el velar frente a un supervisar de manera más bien general o una vigilancia más puntual. Supervisar hace referencia más al cuidado de la doctrina y de las costumbres, en cambio velar dice más a cuidar que haya sal y luz en los corazones. Vigilar habla de estar alerta al peligro inminente, velar en cambio, habla de soportar, con paciencia, los procesos en los que el Señor va gestando la salvación de su pueblo. Para vigilar basta con ser despierto, astuto, rápido. Para velar hay que tener además la mansedumbre, la paciencia y la constancia de la caridad probada» (Intervención en el Sínodo de los Obispos el 2 de octubre de 2001). “Velar con amor” sobre la grey, que dice la exhortación apostólica postsinodal, implica, además de custodiar la verdad recibida y estar alerta a las acechanzas que amenazan el rebaño, atender con amor y proximidad a cada persona confiada. El Buen Pastor conoce, ama y expone su vida generosamente por el rebaño.
            3.- Elegí como lema de mi episcopado la palabra latina “resurrexit” (resucitó), probablemente porque en ella se condensan muchas horas de estudio y mucho tiempo de oración y predicación. El lema está tomado de un texto de San Pablo citado en la alocución pronunciada al final de mi ordenación episcopal: “Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué y que vosotros recibisteis, en el que estáis fundados y que os está salvando, si lo guardáis tal y como os lo prediqué. Porque yo os trasmití en primer lugar lo que yo también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó (resurrexit) al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce” (1 Cor.15,1-5). El anuncio de la resurrección de Jesús crucificado pertenece al corazón del ministerio apostólico.
            La fe en la resurrección de Jesucristo es el fundamento de una vida nueva. Renacemos por la resurrección del Señor para una esperanza viva (cf. 1 Ped.1, 3-5). Por ello la esperanza en Dios no defrauda. Aunque en la vida de todo ministro del Evangelio haya muchos trabajos y sufrimientos, son más fuertes el gozo, la serenidad y la confianza en el Señor. Los cristianos estamos llamados a sembrar semillas de esperanza; también en la presente hora de nuestro mundo es posible la esperanza. Jesús que hizo suyos en la cruz la pobreza, el pecado, el dolor y la debilidad de los hombres, continúa iluminándonos con la resurrección. La victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte es para nosotros fuerza permanente para levantarnos de la postración y para superar el temor ante las adversidades del camino. Si el Señor está por nosotros, ¿quién podrá contra nosotros? (cf. Rom.8,31ss.). La resurrección de Jesucristo, asimilada por la fe, es la garantía de que la esperanza no es una ilusión, sino el principio de un mundo nuevo y mejor. Anunciar la esperanza, ser testigos de esperanza, sembrar semillas de esperanza es un precioso servicio que unos a otros debemos prestarnos y que la Iglesia tiene como misión irradiar sobre la humanidad.
            4.- El Evangelio que hemos escuchado nos invita a seguir a Jesús sin echarnos atrás y sin buscar salidas de falso éxito. Ante el anuncio por parte de Jesús de lo que le aguarda en Jerusalén, hacia donde va subiendo, los discípulos no entienden, lo siguen a duras penas, van como a remolque, y aspiran a otras formas de realización junto a Jesús que Él mismo desaprueba. Juan y Santiago pusieron palabras a sus deseos pero los demás compañeros pensaban lo mismo, como manifiesta el enojo que sintieron por el descaro de Santiago y Juan.
            Jesús da un vuelco a nuestros proyectos: Es grande el que se hace servidor, es primero el que elige ser esclavo de todos. Y esta exhortación de Jesús a sus discípulos, a los que quiere transmitir la lección más difícil del Evangelio, está fundada, precedida y ejemplarizada por el mismo Jesús: “No ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida por todos” (cf. Mc.10,43-45). Jesús es el Maestro y su vida es la lección para los discípulos de la primera hora y para los discípulos de todos los tiempos.
            Al celebrar los XXV años de la ordenación episcopal quiero escuchar las palabras que preceden al texto de Juan Pablo II, citado al principio: “ Duc in altum” (Lc.5,4), rema mar adentro, asciende con Jesús a Jerusalén por el camino de la Pascua.
            ¡Que Santa María la Virgen, Madre del Señor y nuestra Madre, nos enseñe a seguir por todos los senderos del mundo a su Hijo Jesucristo!.


Valladolid, 29 de mayo de 2013



Mons. Ricardo Blázquez
Arzobispo de Valladolid.


Mejor no me cabreo

 

No, no me voy a cabrear. Y bien que he estado a punto. Pero en cuanto pensé en don Ricardo y en lo que nos había dicho hace unos días, se me desaparecieron las intenciones y no me cabreé. Tras escucharle cuando nos dijo que no nos opusiéramos con uñas y dientes a pagar el IBI si fuera el caso, en medio del silencio curil diocesano, vi que estábamos en el camino correcto, aunque en otros lugares otros digan otras cosas.
Esto es que el señor cardenal, que creo que se toma por el señor de la plaza, ha dicho que si la Iglesia que está en España paga el IBI habrá que descontar el importe de lo que se entregue como ayuda a personas necesitadas; es decir, que las caritas van a tener menos dinero para repartir.
Consultado que he con mi gente, hemos considerado una ingerencia intolerable ese modo de hablar. Cada parroquia, cada diócesis, tenemos personalidad jurídica propia y autonomía en la gestión de nuestras cosas. Así ha sido siempre. Sólo Roma puede en todas partes. Pero no es el caso; el señor cardenal tiene sólo un título vacío, que no puede otra cosa sino lanzar brindis al sol. Y eso habrá que verlo. Por de pronto que mire dentro de su lugar, Madrid.
De modo que seguiremos haciendo lo que ya hacemos. Pagaremos lo que tengamos que pagar, como hasta ahora. Que nosotros pagamos el agua y el alcantarillado; el vado, las licencias de obras y los permisos de carga y descarga; el IVA y todos los demás impuestos directos e indirectos. En fin, como cualquier hijo e hija de vecino y/o vecina.
 Y no vamos a quitar el crucifijo, porque es nuestro signo distintivo, como no vamos a dejar en la estacada a quienes esta crisis y las otras achuchan con inmisericordia. Aunque pensemos que una cruz no pinta nada en algunos lugares públicos donde más que símbolo benefactor tal parece que encabrona,
Y abogaremos por la X en la declaración del irpf, porque eso no es menoscabar a nada ni a nadie, y sí colaborar para que los contribuyentes dirijan sus ayudas hacia quienes consideren. Aunque desearíamos que el Estado no aportara nada a la Iglesia si eso va a suponer tenerla del bozal.
Me da gusto poner aquí las palabras de don Ricardo, porque son de una categoría muy superior:
«Pagar impuestos es un modo convincente de realizar el ideal evangélico de la compasión, cuyo incumplimiento deja el mandato de la caridad incompleto. El Reino de Dios busca la justicia».
Las de copiado de Internet como suyas. Si no las ha dicho de verdad, estoy plenamente seguro que las piensa.

¿Todo vale?

 
Acabo de recibir este mensaje por correo y, aunque no soy partidario de airear lo que me envían personalmente, creo sin embargo que en este caso sí debo hacerlo en honor a la verdad y por respeto hacia mi Arzobispo, Don Ricardo Blázquez.

Estimados compañeros:
Ante el revuelo mediático causado por unas declaraciones de nuestro Arzobispo, creo importante que sepáis qué ha pasado:

D. Ricardo ha invitado a comer a los periodistas con motivo de la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas.

Como es habitual en la comida y, al final de la comida de manera más organizada, tiene un lugar un coloquio  con preguntas de los periodistas al Sr. Arzobispo. Sus declaraciones tienen el carácter de "OFF de record" es decir no son para hacerlas públicas. Es una practica habitual que facilita un dialogo distendido y poder hablar de muchas cosas

Entre otras cosas los periodistas se interesaron por el Pregón de Semana Santa, sobre todo, por la pregonera Dñª Soraya Sáez de Santamaría.

En concreto le preguntó un periodista.

¿Qué opinión le merece que Dñª Soraya Sáez de Santamaría, casada civilmente, sea la pregonera?
D. Ricardo contestó:

"Primero, yo no sabía cuál es la situación matrimonial de ella (Soraya Sáez de Santamaría).

Y segundo, esta forma de proceder en la designación del pregonero es una forma que vige desde hace 16 ó 17 años, ya en tiempo de D. José también y por supuesto en tiempo de D. Braulio.

Yo tengo que reconocer, por eso puedo hablar con mayor libertad (aquí D. Ricardo gestualmente da  a entender que estamos en un encuentro off de record) …, que siendo el pregón en la Catedral, comprendiendo también que no es una homilía ni un sermón ni es una predicación estrictamente dicha sino que es un género literario en que se une el aprecio y respeto por la Semana Santa también se unen elementos de historia de cultura de ciudad, etc., se puede tener una amplitud mayor.

Pero, siendo en la Catedral y estando presente el obispo… yo quiero ver previamente la terna.

Les confieso que no es una cuestión de rigorismo, no. Pero puede ser una situación que en algunos momentos nos ponga en un cierto brete y no es bueno, porque si se calla uno mal y si  habla uno mal.

Bien, esto es lo que yo diría en relación con esta cuestión. Pero repito yo no sabía la situación de…ni tampoco se había cambiado la praxis… pero… yo quiero, en ese sentido, cambiarla, sí. Que previamente el Obispo sea informado por parte de la Junta de Cofradías de qué personas se van a proponer.

Porque la elección la hace después el alcalde".


Roto el pacto de discreción el periodista de la agencia EFE lanza la noticia diciendo "El arzobispo de Valladolid cuestiona a Soraya ... como pregonera por estar casada por lo civil",  en una apreciación manifiestamente exagerada de lo planteado por D. Ricardo.

Lo demás quizá os ha llegado ya o lo veáis en la prensa de hoy.

Saludos
Luis

Vicario General

Los obispos son también seres humanos. Algunos, al menos



Parte primera

Llegó don Ricardo y dijo que quería conocer a todos los curas de la diócesis. La mejor manera, estar con nosotros y hablarnos y escucharnos.

En nuestro arciprestazgo se propuso pasar el día y comer juntos. En Simancas, que Pedro ponía las perdices y el del bar las alubias y el resto hasta completar faena.

Nos pareció bien, a nosotros y a don Ricardo.

Empezamos. Cogió la palabra y habló. Y habló de su infancia, de su pueblo y de su familia, de sus juegos y de sus estudios. Continuó con el seminario, Ávila. Con su trabajo como cura, también Ávila. De profesor, también Ávila y luego Salamanca. Más tarde Santiago de Compostela y después Bilbao, ya como obispo.

No dijo nada que no supiéramos. Fue la manera como lo hizo y su forma de escucharnos, luego, cuando nosotros nos pusimos a hablar, lo que desanudó a todo el grupo en una suerte de terapia amable, cariñosa, sincera.

Trece éramos, y con él catorce. Años viéndonos cada quince días; parroquias próximas y con caracteres, más que cercanos, comunes. Todos pasados los cuarenta, y la mayoría los sesenta, como si ya debiéramos ser libros leídos, descubrimos cuánto ignorábamos unos de otros, qué poco nos habíamos expresado, cómo es posible que diéramos hacia fuera una imagen tan homogénea siendo tan diferentes de extracción, historia y presente.

Pero hablamos, y hablamos, y hablamos. Y escuchamos y escuchamos y escuchamos.

Incluso, y como tímida pero cálidamente -yo diría más: dulcemente-, nos permitimos interrumpirnos para completar y/o aclarar lo que nos pareció quedaba algo escaso o poco explícito.

Y lo hizo él, él fue la ocasión pero también la causa. Don Ricardo, humano, apeló sin ordenarlo ni siquiera insinuarlo, sólo escuchando, a lo más desnudo de nosotros mismos.

La comida llegó, interrumpiéndonos. Pero seguimos durante otro largo rato hablando, y las alubias con perdices no nos impidieron para nada continuar hablándonos y escuchándonos.

Don Ricardo es el arzobispo recién llegado a Valladolid. Se le puede ver revestido de sus ropajes en los lugares en donde ello es pertinente. A pesar de ellos, con ellos y sin ellos, es una persona muy humana.

Parte segunda

Monseñor Agrelo, Santiago es su nombre, es obispo de Tánger. A título personal ha publicado un escrito mostrando sus diferencias de opinión respecto de tres teólogos españoles. Pudo haberse callado y dejar que hablaran los órganos colegiados, que existen. Ha dado la cara y se ha expuesto a que se la rompieran.

De momento ya le han dado una. Masía ha respondido. Otro no lo va a hacer, porque ya está más allá de lo correcto o incorrecto, Díez Alegría. Y está por ver lo que haga o no el tercero, González Faus. Tengo interés, en ver cómo se expresa tan fino estilista y tan profundo cristiano.

De momento aquí ofrezco la carta de monseñor Agrelo y la respuesta de Masía. Pero advierto que así es como a mí me gusta, que destaque lo humano que hay en todos nosotros.


Monseñor Agrelo disiente de los jesuitas González-Faus, Masiá y Díez-Alegría

˝Lo dijo mi admirado José Ignacio González Faus: "La Iglesia nombra hoy a sus obispos en contra del evangelio". Por su parte, Juan Masiá, también jesuita, declaró en una entrevista: "La Iglesia tiene miedo a la mujer, a la ciencia, a los periodistas, a la modernidad, a la sexualidad".

˝Y a José María Díez Alegría, ya jesuita, hombre que quiso ser de Dios y de los pobres, un amigo suyo le atribuye las inequívocas palabras de este juicio: "Pienso que la Iglesia católica en su conjunto ha traicionado a Jesús. Esta Iglesia no es lo que Jesús quiso sino lo que han querido a lo largo de la historia los poderosos del mundo".

˝No seré yo quien contradiga ni a quienes admiro ni a quienes apenas conozco. Sus razones tendrán para pensar lo que piensan y decir lo que dicen, y a ellos toca asumir la responsabilidad de los juicios que pronuncian.

˝He de decirles, sin embargo, como quien confiesa una debilidad, que sus juicios sobre la Iglesia me hieren y me duelen, pues cada vez que ellos dicen Iglesia y la envuelven en los paños del miedo al mundo y de la traición a Jesús y al evangelio, yo veo la comunidad humilde que me acogió para bautizarme, la que me acompañó el día de la unción con el Espíritu, la que me preparó para la comunión eucarística, la que hizo una fiesta de cantos, luces y flores el día de mi ordenación sacerdotal, la comunidad con la que tantas veces he orado por hermanos que nos habían dejado, la comunidad con la que celebro cada domingo a Cristo resucitado.

˝Cada vez que alguien dice Iglesia, yo veo un sacramento que significa y realiza la unión íntima con Dios y la unidad de todo el género humano. Cada vez que alguien dice Iglesia, yo veo el pueblo que ha sido unido «por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

˝En la Iglesia que conozco, asamblea de hombres y mujeres que Dios ha llamado, no veo "a muchos intelectuales, ni a muchos poderosos, ni a muchos de buena fama; todo lo contrario: lo necio del mundo se lo escogió Dios para humillar a los sabios; y lo débil del mundo se lo escogió Dios para humillar a lo fuerte; y lo plebeyo del mundo, lo despreciado, se lo escogió Dios: lo que no existe, para anular a lo que existe, de modo que ningún mortal pueda engallarse ante Dios".

˝No sé si esta Iglesia a la que pertenezco es una comunidad de cobardes y traidores; sólo sé que existe porque Dios la ama, y que Cristo, no otros redentores, es para ella sabiduría, honradez, consagración y liberación.

˝Decididamente, vuestros juicios sobre la Iglesia me hieren y me duelen, pues, aunque su rostro se vea desfigurado por pecados míos y vuestros, sobre ese rostro resplandece siempre la luz de Cristo que lo ilumina con su justicia y su santidad.


"Concordes en desacuerdo, sin discordia", carta abierta de Juan Masiá a monseñor Agrelo

˝Estimado señor Obispo y querido hermano don Santiago: He leído su comentario en Religión Digital con apuro, con gusto y con ganas de conversar con usted sobre lo que le hiere y duele. Primero, con apuro, porque menciona mi ligera opinión ensayística junto a las de dos personas de la altura y peso de Alegría y Glez. Faus. Non sum dignus, por favor!

˝Segundo, con gusto, porque me consta de prelados que piensan lo mismo que usted, pero no tienen agallas para decirlo directamente y se limitan a tirar la piedra y esconder la mano, recomendando a los superiores religiosos del presunto enfant terrible su silenciamiento.

˝Y tercero, con ganas de conversar con usted sobre lo que dice que le hiere y duele, con el deseo de aliviar su pesadumbre.

˝Concuerdo con usted, don Santiago, en ver la iglesia, como usted bien dice, como "la comunidad con la que celebro cada domingo a Cristo resucitado". Concuerdo con usted en que al decir "la iglesia..." (como sujeto de la frase), para atribuirle el miedo al mundo, se hace una generalización indebida (tanto lingüística como teológicamente). Concuerdo con usted y admito que sería preferible reformular así: En vez de decir "la iglesia tiene miedo...", digamos: "En la iglesia hay mucho miedo, en algunos sectores de la iglesia española hay mucho miedo, en algunas instancias jerárquicas de la iglesia hay mucho miedo, en la cúpula de la CEE tienen diarrea de miedo etc..."

˝Estoy en desacuerdo con su desacuerdo con los juicios de Alegría y Faus, porque no me parecen juicios históricamente muy acertados. ¡Cuánto hizo sufrir la jerarquía eclesiástica de su tiempo a san Francisco de Asís y cuánto tardó en reconocerlo! Basta leer la historia de la Iglesia para reconocer que, como decía Pablo VI, necesita estar siendo siempre reformándose, semper reformanda!.

˝Concordes, pues, en desacuerdo, hermano Santiago, pero sin discordia. Concordes, porque tenemos un mismo corazón: la fe en Jesús (eso es lo que nos une, y no las diversas teologías). No disentimos de la iglesia como quienes están fuera de ella, sino sientiéndonos iglesia y sintiendo con la iglesia, por amor y fidelidad a ella, disentimos de sus contradicciones internas, que nos hieren y duelen.

˝Por ejemplo, hiere y duele que un cardenal amenace a una editorial católica con quitarle el título por publicar un libro tan meritorio como el Jesús de Pagola. Hiere y duele que un obispo amenace a un superior religioso para que destierre a un teólogo experto y religioso tan fiel como Arregui. Hiere y duele que cierto obispo pronuncie solemnemente afirmaciones discriminatorias contra personas por su orientación sexual.

˝Hiere y duele que se margine a la mujer en nuestra iglesia, tanto a las religiosas como a las seglares. Hiere y duele la situación anómala de algunos sectores, e incluso de instancias jerárquicas de la iglesia en el estado español, que sistemáticamente promueven la involución y marcha atrás de la renovación del Concilio Vaticano II y se alían con los grupos de extrema derecha política, económica y religiosa, añorando los días del nacionalcatolicismo.

˝Dicho sea todo esto sin la más mínima discordia, con-cordando como concordamos, a pesar de los des-acuerdos (que se deben a que todos y todas desafinamos un poco y los acordes no armonizan).

˝Agradeciéndole por decir lo que piensa sin tapujos, deseándole que lo siga diciendo de esa manera (en vez por la espalda como hacen algunos "mayordomos de Curia") y reafirmándome en comunión con usted in sinu matris Ecclesiae, y orando juntos por la unidad y la renovación de la Iglesia, un fraternal abrazo.

Juan Masiá SJ

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He aquí la razón del título de esta entrada, no todos lo son, al menos no se comportan como tales. No es porque lo diga El País: "La vara del Cardenal". Es que ya iba siendo hora de que se oyeran voces de protesta. El colmo sería que hubiera que esperar la solución de los tribunales ordinarios, que la justicia civil viniera a poner a la justicia eclesiástica en su sitio.

Podría ser esa la solución…

De momento esto me ha llegado por correo: Carta al Nuncio

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