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Carta a los señores reyes



Estimados señores:
Ya perdonarán que me haya descuidado con la carta, pero supongo que aún así ustedes la atenderán como lo han hecho todas las veces a lo largo de mi vida. Si la he dejado para tan tarde no es por no saber qué pedirles sino por cómo dirigirme a ustedes para que no me malinterpreten.
Si mi información es correcta, ustedes ya deben saber qué desea por lo menos la mitad del planeta, y mañana terminarán por enterarse respecto de la otra mitad. Así que ya me los imagino haciendo cálculos sobre cómo desplazarse hasta aquí con tan enorme cargamento. No se preocupen por mí, no creo que deban modificar su plan de desplazamiento y reparto a la vista de lo que voy a expresarles.
El mundo está lleno de cosas. Muchas, bonitas y baratas unas/caras otras. De las cosas que no cuestan no les digo, porque supongo que sobre ellas tampoco nadie les pedirá nada. Me refiero a los amaneceres y a los atardeceres, a las flores del campo y a la nieve del invierno, a la brisa marina y a la arena de las playas, a los campos verdes y a las montañas peladas, a los paseos relajados y a las risas compartidas, a los besos y a los abrazos. En fin, esas cosillas que cuando las tenemos casi no las apreciamos, y cuando nos faltan las echamos tanto de menos. Pero no se cotizan en los mercados del dinero. Tampoco dan prestancia social.
Las casas también están repletas de cosas que se venden y se compran. La mayoría no son ni útiles, menos aún necesarias; sin embargo, las atesoramos y con ellas llenamos armarios y trasteros cuando otras nuevas necesitan el espacio que ocupan. Lo sé muy bien, porque en dos días hemos llenado con una parte de ellas la nave parroquial. Claro que en apenas unas horas la vaciamos por completo. Vuelve a estar disponible para recibir lo que venga, lo que traigan, lo que estorbe… Perdón, también lo que muchas personas quieran compartir con los que menos o nada tienen.
Quería ser breve y no lo estoy consiguiendo. Bien, voy a intentar ser conciso. Miren ustedes, este mundo no necesita más cosas. La gente, tampoco. En la mayoría de las casas no cabría un alfiler siquiera. A lo más, si estuviera dentro de su misión, me permito indicarles que hicieran una redistribución de objetos. De tal manera en unas habría algo, o algo más, y en otras algo menos.
Pero dejo eso a su criterio. El motivo de mi carta es esto otro: si al mundo, –mejor, a la gente que lo habita–, que está al alcance de mi conocimiento le falta algo es ilusión. ¿Considerarían ustedes oportuno que les encargase este humilde mortal cuarto y mitad de esa cosa? Me parece una cantidad suficiente y nada abusiva. El personal de su comitiva no tendrían mayor dificultad en hacérsela llegar a todas las almas que habitan en los cuerpos de los actuales habitantes del planeta. Como procedimiento, se me ocurre así al pronto diluirla en algún líquido ligero y pulverizarla en la atmósfera para que impregne incluso a los seres inanimados. Pero como no soy especialmente en nada, tampoco en la administración y reparto, mejor será que sean ustedes quienes decidan cómo hacerlo. Eso, claro, si consideran y tienen en cuenta mi pedido.
Faltaría ahora razonarlo. Pero me temo que no sabría. Mejor dicho, sí hay una forma de explicárselo. Para ustedes no ofrece ninguna dificultad, habida cuenta de que el tiempo y el espacio no cuentan. Sitúense en el día 3 pasado en el interior de la nave almacén de mi parroquia, entre las dos y media y las siete y media de la tarde. Sólo eso. Observen y estoy seguro de que no necesitarán mis explicaciones.
Con todo y con eso, una indicación más. Exactamente a las cinco menos diez, –en la calle llovía a mares y hacía mucho frío–, una mamá, que había entrado en la sacristía para cambiar a su bebé, salía en ese momento arropada en una parka seminueva que tenía yo secándose junto al radiador –se había mojado porque la usé para sacar a mear a Gumi y Berto– y abrazando con su otro brazo libre un osito de peluche. Fíjense en su cara, fíjense bien. ¿Lo entienden ahora?
Gracias por atenderme, sea cual sea su decisión.


Muros, tradiciones, el mito del eterno retorno y otras consideraciones


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     Una pared puede tener muchos usos y aplicaciones. Generalmente sirve para cerrar un espacio. Vale tanto para impedir que entren como para imposibilitar salir. A veces se utiliza para sujetar algo, por ejemplo mi casa, que está hecha hace tiempo y tiene paredes que son muros de carga, en expresión albañileril. Hoy día se construye de otra manera, y las paredes son como de adorno, y hasta se mueven sin te apoyas en ellas. Se pueden pintar y adornar, consienten que cuelgues estanterías y cuadros, incluso te dan la seguridad de estar protegido. No te fíes; puede que al otro lado alguien escuche tus pensamientos y trame algo gordo contra ti. No duermas tranquilo, esa pared es de papel o similar.

     Un muro refiere a otra cosa. A mí, por ejemplo, me recuerda el de Berlín, que viví desde mi infancia. Ahora el de Gaza, que es otra monstruosidad consentida urbi et orbe. Vergüenza de vergüenza, se nos tenía que caer la cara a trozos…

     Muros los hay que no tienen piedra, ni cemento, ni siquiera adobes. Son reales, pero no tienen apariencia física. Reciben diversos nombres, según cómo estén pergeñados: del silencio, de la indiferencia, de la exclusión… que dan lugar a separaciones en la sociedad y en las ciudades. Son barreras muchas veces más difíciles de evitar que las físicos porque no les vale ni el pico y la pala, sino un cambio de mentalidad, sí, cabeza y corazón. Y eso es harto complicado y exige mucho tiempo, demasiado.

     Mi lugar, por ejemplo, antes era todo muy semejante, con casas entre huertas y tierras de cultivo. Cosas había, por supuesto, que separaban, pero también que unían. Ahora han venido urbanizaciones, con parcela y piscina propias, o sea particular. No entrar. Tampoco hace falta que lo digan, con tener la puerta cerrada es suficiente. Y lo está. Tienes que llamar para pasar al otro lado de lo que antes eran todo campo.

     No hace tanto, apenas diez años, iba yo un día atravesando a través, por linderas y senderos, pasando de una finca a otra finca, de un poblado a otro poblado. Era lo habitual. Sin embargo aquel día me salió un seguridad que me dio el alto diciendo ¡dónde va usted! Perplejo le dije que como siempre caminando hacia mi barrio. Y él va y dice que la tierra que piso es propiedad privada. Ya lo sé, le contesté, pero eso no quita para que pueda pasar, que ni valla ni ná me lo impide. El otro con cara seria me dijo que eso se terminó, que aquella tierra ahora era de una gran constructora y que el libre paso se acabó. Pocos días después todo aquello quedó encerrado con una alambrada. Ahora ya no es alambre, es pared, eso sí, disimulada por la hiedra.

     ¿Dijo alguien alguna vez que no se le podían poner puertas al campo? Pues se equivocó. 

     También una pared sirve para adosar algo sobre ella o junto a ella. Por ejemplo, unas tomateras. Así lo ha hecho en su huerta mariajesús paradela.

     Hay muros que obstaculizan. Hay tradiciones que imposibilitan hacer cosa distinta a lo que es usual y recibido de los mayores.

     Hay una filosofía que habla de que todo da vueltas y vueltas, para volver siempre al mismo lugar, o sea, al principio. Los griegos pensaban así, eso dicen. No había salida, todo estaba encerrado en un fatídico e infernal círculo, y por más giros que se dieran, siempre se estaba empezando… y acabando. Eso se llama círculo cerrado. Una obviedad, porque si estuviera abierto ya sería otra cosa. Otros lo llaman círculo vicioso, y no sé por qué, pero es así. Tal vez porque si un niño pregunta por qué no puede hacer eso que quiere la respuesta fuera simplemente porque no. Y ante su insistencia recibiera como única explicación, porque ni tu padre, ni tu abuelo, ni tu tatarabuelo lo hicieron, no vas a ser tú más que ellos. También le podrían decir, yo lo he oído, porque si haces eso la gente te mirará raro, eso no se hace, nunca nadie lo ha hecho.

     Otra cosa era lo que vivían los judíos, ese pueblo milenario que sufrió mil avatares, aventuras sin cuento, aunque lo parezcan, que haciendo eses, subiendo y bajando, dando dos pasos para alante y uno para atrás, fue progresando en la búsqueda de una tierra de promisión, donde serían felices y comerían perdices. Y las comieron, vaya si las comieron, pero de felicidad no creo que alcanzaran mucha, más que nada a juzgar por lo que cuentan en sus anales. Pero eso sí, miraban para adelante con uno de sus ojos, aunque con el otro echaran en falta muchas veces lo que dejaban a la espalda. Pero ellos concebían su historia como una línea, abierta al futuro, susceptible de infinitud. Esto, ya lo descubrieron los matemáticos, que dijeron que una línea no tiene ni principio ni fin; cosa distinta es el segmento, que es un trozo de línea acotada por ambos extremos. Y ojito que me estoy refiriendo a la línea recta; que si fuera otro tipo de línea ya no saldrían las cuentas.

     Matemáticas, historia o filosofía, los judíos no deben saber demasiado, yo creo que más bien poco. A la vista está lo poco que han aprendido de sí mismos, que ahora están repitiendo, por activa por supuesto, lo que antes vivieron por pasiva. Les echaron de aquí, pues ellos echan de allá. Les arrinconaron en ghetos, pues ahora ellos encierran entre muros. Les privaron de suministros, pues ellos también dejan pasar con cuentagotas víveres y medicinas. Les masacraron con gas, pues ahora ellos aplastan con tanques. Y ojito, que no se muevan, que tienen energía nuclear. Y eso son palabra mayores.

     Dejemos las matemáticas y la historia y hasta la filosofía. Yo sé de personas que se dejan encerrar entre paredes. Y también conozco gente que ni emparedándola la encarcelan. Toure y Yankhoba son dos ejemplos que me sirven. Son hermanos por parte de padre, que por allá hay muchas madres aunque no cuenten, y nacidos en Senegal, África, el continente de abajo.

     El mayor vino a España hace ya ni se sabe, puede que más de quince años. Logró salir de allá, nadie sabe cómo, y llegó hasta acá. Y el arrojo que mostró viniendo lo perdería por el camino, porque aquí vive encerrado en sus limitaciones personales y en la pequeñez que se le ofrece. No hace sino mercadillo, aunque tenga que alimentar allá muchas bocas. No sé si es que no sabe hacer otra cosa, o no puede, o no le dejan. Y así está. Comparte casa con otros en la misma situación; aún no ha conseguido sacarse el carnet, y su español es tan deficiente que malamente se le entiende. Malvive, no puedo decir más.

     Yankhoba, su hermano, le pidió venir. Como fuera, entre todos le tragimos. En cuanto llegó se puso en movimiento: aprender el español, estudiar el código de la circulación, conocer geografía e historia del país, leer libros de acá… Es verdad que mucho le ayudamos, pero él se propuso dejarse ayudar, y puso de su parte toda su carne sobre el asador.

     Hace de esto cinco años. En tan poco tiempo ahora conduce por Europa un carísimo camión, contrajo matrimonio con su novia de toda la vida a la que se trajo para acá; compró casa nueva, aunque con hipoteca alta; hizo dos preciosos hijos y tiene frente a sí un futuro, si no seguro -quién lo tiene ahora-, bastante asegurado. Y Astou Pilar e Hibrahim, ya españoles de hecho y por derecho, no tienen por qué repetir historias que otros vivieron, sino que tendrán vida propia, decidiendo lo que tengan que decidir.

     Y es que hay muros que separan y muros que unen; hay personas que se esconden tras los muros y personas que se sienten encerradas entre ellos; y hay seres humanos que por altos que sean los muros con que se topen, saltan por encima de ellos, escarban bajo sus cimientos o recorren medio mundo para darles la vuelta, y lo que pretendía ser obstáculo se convierte para ellos en ocasión de nuevas oportunidades.
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     mariajesús paradela ha limpiado primorosamente sus tomateras. El muro está ahí, pero es ayuda para crecer no barrera que limita. Apoyados en su firmeza los tomates no vencerán a la planta, engordarán y enrojecerán hasta reventar y se hará con ellos una ensalada festiva, que espero de su amabilidad, de mariajesús por supuesto, que nos haga partícipes a cuantos visitamos su lugar y nos deleitamos con sus peripecias junto a caballos, ranas, perros y demás parentela.
     ¡Si aquello parece el arca de Noé…!

La noche de reyes

Se lo perdoné, por supuesto que sí, pero no lo he olvidado. ¡Cómo podía hacerlo!

Aquella mañana, alrededor del 6 de enero de hace más años de los que quisiera reconocer, mi hermano me descubrió que los Reyes no eran los Reyes.

Como soy muy difícil a la hora de “torcer mi brazo” se lo rechacé una y otra vez. Pero sus razonamientos, aunque infantiles, eran tan rotundos que tuve que reconocerlo.

Decir que se me hundió el mundo y que el cielo entero cayó sobre mí sería decir mucho. Pero de alguna manera muy seria mi pequeño mundo se desbarató.

Desde entonces no he vuelto a ser el mismo de antes.

Hay que crecer, hay que dejar de ser niño y madurar. Pero ¿eso equivale a perder la inocencia? ¿Tenemos que entrar a la fuerza en el mundo de la realidad?

Me reconozco incómodo ante los que alardean de saberlo todo, me desazona estar cerca o al alcance de quien con media sonrisa, más propia del que sabe más respuestas que preguntas, me amenaza con levantar los siete velos o correr el telón de la escena de la vida. Ante la ingenuidad me siento simplemente a gusto, cálidamente acompañado.

No. No tengo ninguna pretensión -¡ojalá nunca la tenga!- de negar los sueños, sepultar utopías, chafar ilusiones, matar creencias…

Si tienen consistencia, razón de ser, sentido de la manera que sea, mejor es dejarlas…, que si han de caer, ya caerán por sí solas o por la tozudez de la vida misma.

Una auténtica fiesta

Ayer tuve la inmensa suerte, porque suerte fue, que me tocó la lotería, de asistir a una boda entre dos pedazos humanos, una mujer de tronío y un hombrazo fetén. Disfruté como hacía tiempo que no lo hacía, creo que disfrutamos todos y todas. Y después de escuchar su sí a la vida, y tras haber proclamado la Palabra de Dios bajo textos de San Pablo y de San Juan, tras brindar al Abba por Jesús y el amor, cogidos de la mano, yo con la suyas, que me la abarcaba como a un bebé aquel pedazo de hombrón y aquella mujerona de empaque, nosotros todos y todas rezamos al Abba, comulgamos a y con Jesús, y sabedores de que el Espíritu nos habita y contamina, salimos a la vida a vivir la Vida.

¡Que vivan los novios! Va por vosotros, pareja.

Oye, esta chica vale, vale la pena seguirle el rastro…

Se llama Sandra y tengo que enterarme de más cosas…

Esto de momento:

Pincha aquí y llegarás hasta Sandra

Un día de catequesis para la historia de cada día…

Entran l@s pequeñ@s con sus chupetes, fotos, patucos, cosas envueltas… Van a ver cómo crecen ell@s y los demás.

Empezamos cantando ¡Qué bonito es crecer! y algun@ casi se quedó afónic@, qué potencia, qué gargantas, qué renacuajos…

L@s dejo corriendo, mientras las catequistas preparan los tiestos que previamente yo les había dejado y las semillas de cereales y legumbres.

Ellas ya traían algo plantado y germinado, para que la cosa fuera completa.

. . . . . . . . . . . . . .

Paso con l@s mayor@s, que vieron la creación el día anterior y hoy van a descubrir… que en el bien está el mal, Caín se levanta contra Abel… la creación bondadosa se transforma en algo horrendo?, pecaminoso?

Cantamos ¡Qué bien, qué mal! y nos confundimos al respondernos:

Si cantas tú, qué bien
Si lloras tú, qué mal
Si amas tú, que bien
Si pegas tú, qué bien (que no, que es qué mal, ah, sí…)

Pero al terminar sale de corrido:
Si rezas tú, qué bien
Si está Jesús, qué bien
Si es que son como niñ@s, una preciosidad de criaturas.
- - - - - - - - - - - - - -

Y termina la cosa con l@s median@s, o sea l@s que no son pequeñ@s ni mayor@s, pero igualmente que ést@s, una ricura.
Han trabajado un corazón en cartulina. Representa su propio corazón, en colores claro, que deben adornar y rellenar con los buenos deseos y cosas que no les gustan y se proponen arrancar.

Entran en la capilla, o templo, o iglesia, que de ello vamos a hablar.

Y hablamos de la Iglesia, que son ell@s y somos tod@s, l@s de ahora, l@s de antes, l@s de después, vamos tod@s l@s amig@s de Jesús: l@s cristian@s.

Y hablamos de la iglesia, que es un edificio de piedra, ladrillo y cemento, y claro bancos para sentarnos.

Y l@s hacemos ver que lo importante no son los edificios sino las personas, o sea l@s cristian@s, que somos nosotr@s mism@s templos de Dios, que el Espíritu nos habita.

Ell@s se quedan callad@s, y asienten en cuanto que no entienden.

Pero sí entienden que el corazón es importante por la sangre que bombea para dar vida, y por los sentimientos que animan y dan forma y sentido a la vida, que también por las maldades que desaniman y deforman y dejan sin sentido la vida.

Y van, jubilos@s, a entregar ese corazón a su amigo Jesús. Algun@, tímidamente, susurra: toma Jesús mi corazón.

Y terminamos orando a Abba: Padre nuestro…

Y salimos, y los papás y mamás impacientes porque nos hemos pasado y son las 19:10.

L@s catequist@s ponemos cara de circunstancias… Otro día seremos puntuales y a las 19:00 plegamos.

He visto una peli

Anoche vi una película, que fui invitado por Asun que me dio las entradas para la Seminci. Yo creí que iba a estar lleno el Calderón, que ponía ya no hay entradas para la sesión de las 22:00 horas, pero qué va, que había sitio de sobra en el patio, y casi todas las plateas y demás estaban como el queso de gruyère o más, casi vacías. Misterio (?).

El caso es que vi "La buena nueva", de Helena Taberna. Una navarra de una pieza, una tía fetén.

Trata la historia de una historia real, escrita por un cura que lo fue en su Navarra natal, de párroco en Alsasua durante los años 30 y pico. El ayuntamiento socialista y los azules y requetés a la sombra agazapados. Y se arma el tiberio y hay fusilamientos y dolor y ruptura y mala baba y lágrimas y soledad. El cura en medio, ¿de dónde? ¿del seminario? ¿de Roma? No. Viene del orfanato. Y se acerca al dolor, y lo hace con humanidad, es decir con ternura, con decisión, con recursos, con amor. Y se acerca al horror, y lo hace con humanidad, que es gallardía, hombría, bondad, valentía.

Pero los dos bloques son roca dura, fría, inmóvil e inmovilizadora.

Y el curita recoge cosas, y cava y abona, y pinta y anima a coser y coser para recomponer, para aliviar, para acompañar, para abrazar…, para besar.

Al final, ante la sima siniestra y acogedora de la humanidad rota, él y con él las que guardarán la memoria. En otra parte, un ritual impresionante, im-presionante, aplastante, demoledor, horrible, que mete miedo de que vuelva a emerger en la historia monstruo tan deshumanizante.

No tengo nada que decir de técnica de cine, que no tengo ni pajolera idea. Sí sé que se me lloraron los ojos, en silencio, en la oscuridad, por sentir y por doler. Pero también porque al final, ¿será siempre esa la solución?
¿El que se topa con la institución tiene que irse por fuerza? ¿No cabe posibilidad de cambiarla desde su interior, aunque sea con sangre, sudor y lágrima? ¿Hasta dónde puede y debe llegar la fe, la confianza, le esperanza, la CARIDAD? ¿Hasta dónde no puede y no debe llegar aunque se trate de la propia vida?

El resumen de la película está aquí: Resumen más o menos bien hecho de La buena nueva

Información adicional, y muy esclarecedora e interesante

Y esto es un corolario, que puede sobrar, o no, según se mire

Post festum… FESTUM

El grupo de 9 años es buenón. No, Pilar, al grupo ese lo han hecho bueno Rosa Mary y Roselen. Ese grupo en 7 años era tan malo como lo es ahora el de 7 años. Lo que pasa en que Roselen y Rosa Mary se complementan muy bien y lo han trabajado juntas.

Roselen y Rosa Mary son las catequistas del grupo que este año termina la catequesis de iniciación, y para mayo o así hacen la primera comunión. Roselen es la entendida, es que es profesora de E.G.B., es la que domina la técnica, la que sabe. En años anteriores siempre llegaba tarde, que tenía reunión de claustro todos los lunes. Este año se lo han puesto mejor, y llega a tiempo. Rosa Mary es otra cosa; en nuestras reuniones es la que siempre siempre da la nota… negativa. Con los chavales y chavalas se transforma: todo es cariño, sensibilidad, buenas manera, ¡un encanto! Y lleva, eso sí que sí lo sé: toda la vida en esta catequesis. Durante dos años ha bregado sola con treinta y tantos galopines más de media hora cada día. Y las dos que son bien distintas, forman un tandem que ya lo quisiera ver yo equivalente en la copa Federación de tenis.

Hoy ha sido el primer día de catequesis. Una fiesta total.

La primera en llegar fue Isabel. La pegué un achuchón de órdago. Venía no nerviosa, venía emocionada. Iba a ser catequista. La dije que si ella estaba emocionada yo estaba babeando de abuelez. Yo la di catequesis, ella encima de mis piernas, tan pequeña que era, en un grupo muy pequeño: sólo eran tres. Ella, Javi y Antonio, su primo. Eran… bueno no hablemos de años.

Ahora Isabel viene con su hijo a catequesis. La catequista es ella, por supuesto. Y es nueva, igual que Belén, otra que lo mismo, también empezó aquí. Y con Charo que es nueva en todo, en el barrio, casi en la maternidad y por supuesto en catequesis.

Llegaban con tiempo suficiente para encontrarse todo preparado en la clase, ¿cómo dices?, que voy a la clase; oye niño, si quieres ir a clase te has equivocado que esto no es el colegio. Esto es la catequesis, así que sube para arriba que te esperan. Y así uno, y otra, y todos los demás, niños y niñas.

Y todos en corro, y va el cura, y empieza a gritar, para no salir de la costumbre, y dice que aquí hay que cantar, pero muy muy fácil. Que escuchen La, la, la,… a ver ¿os parece difícil? Pues repetimos: La, la, la,… ¡Qué va!, dicen diciendo, mejor cantando, la, la, la,…

Y así, entre unas cosas y otras, en un cuarto de hora cantamos el himno de la catequesis, sin haberlo ensayado. Ni la escolanía de Montserrat lo hace mejor.

Y me despido, y salgo corriendo para otro grupo. El de Esther, Ana y Mary Ángeles. Mamás, bueno Mary Ángeles casi abuela, casi porque sus tres hijos aún no se han sabido explicar, pero ya lo harán si les damos tiempo, que mimbres ya tienen.

Y hala, aquí es yo tengo un amigo que me ama, que lo cantamos sin repartir cancioneros, porque todos se lo saben y los nuevos enseguida aprenden. Otros treinta chavales y chavalas que ya se les nota que es el segundo año y van creciendo en casi todo, bueno en unas cosas más que en otras… Este es el grupo de 8 años. Por cierto, bien lucidos, que se notan que comen y duermen como leones.

Y al terminar a ver qué tal les ha ido a las de 7 años. Sudorosas, con el rostro arrebolado, soplando, asustadas, implorando que para otro día no las dejemos solas. Que movidos, que no pueden con ellos, que qué harán sus padres, que vaya niños y niñas… Tranquilas, que es el primer día, que ya veréis cómo poco a poco las cosas se van tranquilizando, que ellos venían muy nerviosos por ser el primer día, que vosotras también por lo mismo o casi, que todo esto es normal, que no os preocupéis. Y así.

Y se van todos, y Pilar y yo a recoger las cosas. Lo normal. Cepillo, cogedor, mover mesas, quitar sillas, poner sillas, mover mesas, que mañana en la misma sala otros niños y niñas tienen su actividades.

Yo soy yo. Pilar, ¿quién es? Vaya pregunta. Bueno no es la pregunta, es la respuesta la que no es fácil de dar. Pilar lo es todo. Por eso me resulta fácil imaginarme que Dios también tiene rostro de madre. No, no es madre Pilar. Pero Pilar está en todas partes, Pilar se entera de todo, por Pilar preguntan todos, a Pilar acuden…, eso, todos. Pilar es con una chorrada de expresión el "alma mater" de esta institución parroquial. Pilar es mi amiga.

Bueno, basta, no te pases. Se empeñó en no sé qué, y me tocó vocear, cómo voceo, y discutir y hacerla ver que ella no puede hacer eso, que ella tiene que estar, coordinar, substituir, orientar, mirar, observar, en fin, eso, estar para que todo vaya como la seda.
Ya ha tranquilizado a la jovencitas madres catequistas con que el próximo día, se da una vuelta por su grupo y mira. Y eso, eso ya está resuelto.

Primer día de catequesis. Una gozada.

Y a todo esto los papás y las mamás, las mamás y los papás, que este año no he visto mucho abuelo/a, esperando que bajaran, que la catequesis está en el piso de arriba. Y en el patio estaban ellos, aunque llovía y ya era oscurecido.

Un día de fiesta

Pongamos un ejemplo:

Supongamos que en una parroquia al uso, es decir debidamente constituida a la que acude la gente del lugar, celebran el inicio del curso catequético. Asisten familias con sus niñ@s, además de la gente que normalmente asiste en un día de domingo, ya saben ustedes, el día que es de “precepto”.

Y el orden de la misa es el siguiente:

1. Comienza el acto con la presentación de l@s niñ@s inscrit@s como nuev@s, 7 años, en la catequesis y de l@s catequist@s que van a acompañarl@s. Se hace notar la escasa existencia de catequistas de sexo varón, con la consiguiente merma en el testimonio de la fe para niños y niñas y en el peligro de que la fe sea referida en su “pequeñas mentes” exclusivamente al sexo femenino.
2. En el acto penitencial se canta el “Qumbayá” (más o menos Señor ten piedad, antiguo Kyrie)
3. El Gloria es substituido por el Gloria, gloria, aleluya (música de procedencia americana)
4. La oración colecta la dirige un@ niñ@ adult@.
5. De las lecturas sólo se proclaman la 2ª y el Evangelio del día, o sea, una lectura de San Pablo que habla de la transmisión boca a boca de la fe y el momento en que Jesús une en uno los dos únicos mandamientos, toda la Ley y los Profetas, núcleo de la fe cristiana.
6. En lugar del salmo responsorial se canta “Viva la gente”, con la estrofa que empieza por “Dentro de cada uno hay un bien y un mal…”
7. La homilía (el monólogo, uno más, que realiza el "celebrante" mientras tod@s permanecen sentad@s, quiet@s, respetuos@s, silencios@s, ¿atent@s?), es una especie de animación a la gente a que se conviertan tod@s en lo que son desde el Bautismo, catequist@s, evangelizador@s, testig@s…; a convencer a quienes piensan que catequizar es enseñar a recitar oraciones del tipo "cuatro esquinitas tiene mi cama…", o "Jesusito de mi vida…", o aprender textos de memoria o saber cómo responder en misa…, de que catequizar también puede ser coger de la mano al@ otr@ y caminar junt@s tras Jesús, cuya palabra es el agua mansa que cae en la tierra y la empapa, y por eso necesita tiempo (¿tres años viniendo? ¡qué barbaridad), porque si lo hace como un turbión arrasa pero no esponja la tierra sino al contrario la apisona y endurece…; en fin, que ser cristian@ es algo que se va a prendiendo y siendo poco a poco, junto a otr@s, y con Jesús…
8. El ofertorio más o menos sigue el “ordo” (se llama así al texto en rojo que aparece en el libro gordo que está sobre el altar en el que está el texto en negro que sólo recita el "celebrante" mientras el resto, sean much@s o poc@s, callan y ¿asienten?)
9. El santo es cantado con el “Alabaré”
10. El canon sigue el “ordo” (como un poco más arriba se explica).
11. La comunión es presentada, más o menos así:
Este es Jesús, es nuestro amigo que hoy nos pide que ante él expresemos que merece la pena ser amig@ suy@, asumir su vida y tratar de vivir como él. L@s que se sientan enamorad@s por esta persona que hoy nos ha convocado y reunido, que le digan SÍ, y si se comprometen con lo que acaba de decirnos Él, que se acerquen a comulgar. Y que nadie mire al@ de al lado, que cada un@ sea libre y responsable de sí mism@.
12. Y mientas se comulga “bajo las dos especies” (salvo honrosas excepciones toda la gente comulga cogiendo con la mano) se canta “Tus manos son palomas de la paz”. Se acercan a comulgar más o menos l@s de siempre, vamos casi tod@s, que hubo quien ni por ésas…
13. Termina el acto con una oración a la Trinidad divina sobre l@s catequist@s que se responsabilizan del servicio de la catequesis parroquial y que públicamente aceptan el encargo y la tarea.
Finalmente se dan los avisos pertinentes.

Supongamos que la gente sale esponjada, contenta, feliz de empezar un año más en la parroquia.
Alguien dice todas tenían que ser así, el próximo domingo también ¿verdad?
Supongamos que todo el mundo está de acuerdo, y nadie discrepa. Supongamos…

Es sólo una suposición. Porque si no lo fuera alguien iba a tener serios problemas y mucha gente no sabría qué es lo que pasa, y vendría lo que no tendría que venir, y que ojalá quiera Dios que nunca venga.

Afortunadamente sólo he dicho supongamos. Porque la vida sigue, con contradicciones, pero con vida, y con mucho amor.

Bueno y me olvidaba decir que en lugar de recitar el Símbolo de la fe de los Apóstoles o de Nicea se podría haber cantado el Credo de la misa nicaragüense, con eso de puñetero y desalmado, y lo de las barquitas navegando. (Pero, tranquis, que eso suena feo y está muy requetemal).

Cosas de pueblo

Llegó con su melena, tampoco tan larga, y sus barbas, tampoco tan descuidadas. Pero llegó, no con miedo, no, más bien con prevención y, sobre todo, con timidez, mucha timidez. Iba mandado, y no sabía bien a dónde iba.

Saludos, buenas palabras, mejores deseos… Apretones de mano, palmadas en la espalda, algún beso en el reverso de la mano derecha, tal vez un Dios le bendiga… Un poco azorado, de tú, oye, de tú, que es mejor, mucho más fácil…

Pasó algún día. Había que comer. Ni bar de comidas, ni tienda, ni comercio diario, que llegaba a días, carnicero, fresquero, frutero…, sólo el pan. Así que repitió la costumbre del anterior: encontrar casa donde pudiera compartir mesa, o al menos la comida, pagada por supuesto.

Recorrido matutino, nada. Recorrido vespertino, también nada.

Al tercer día, una anciana hermana de un obrero del campo jubilado se prestó a darle de comer durante algún tiempo, hasta que hubiera más suerte. ¡Qué comidas! Ella de pie, al lado, esperando que él acabara la sopa, para servirle el pescado. Luego el postre. ¿Le ha gustado? Estaba todo muy rico, muchas gracias, pero yo preferiría que no estuviera así, que se sentara conmigo… Ella nerviosa no sabía qué decir. Eso no podría ser, eso no estaría bien. No hubo más. Y así pasaron otros días.

Un día, tal vez el décimo, o el vigésimo quinto, entró en su casa, ella bajita, ni morena ni rubia ni castaña, sonriente y avergonzada, a su lado dos hijas como dos castillos de jóvenes, de llenas, de guapas, de altas, y también la pequeña, Elena, de unos 6 ó 7 años. Que si podría acogerme…, que sí, que lo hemos hablado en casa y que sí que venga usted con nosotros que donde comen cuatro comen cinco. Eran siete, el matrimonio, tres hijas y dos hijos. El hombre de la casa está con el ganado en el campo, que es pastor, llegará muy tarde, pero ya está hablado. Él se emocionó como hacía tiempo que no se emocionaba, y mira que el puñetero era reacio a las emociones, tanto que las ocultaba hasta hacerse daño. Por fin ya no comería solo, charlaría, reiría, trataría de ser uno más entre todos ell@s.

Y fue feliz en aquella casa.

Os recuerdo, os quiero: Nicolás, Fidela, Miguel Ángel, Mercedes, Manoli, Darío y Elena.

Fueron su familia, su nueva familia… durante aquellos dos años, y bastantes más.

Por lo demás, los chavales, digo chavales y chavalas. Baloncesto en el patio del ayuntamiento. Paseos por el valle en bici, a pie o en coche. Llegaron a viajar en el pobre cacharro más de 15, ¿cómo? milagro de la multiplicación del espacio (Tranquis, que íbamos por caminos y similares). Ping-pong en la cuadra de la enorme casa rectoral convertida en sala de bailes y otros menesteres. Tardes viendo la tele en el teleclub. Y música. Porque tenía guitarra. La única del pueblo, al menos no se sabía que hubiera otra. Y por supuesto los monaguillos, los mismos que participaban en todo lo demás.

Un día llegó nuevo un señor, y señora por supuesto, que compró casa de larga historia y bella planta, vamos casa solariega. Y este señor que venía a vivir no, venía de vez en cuando. Y luego llegó otro señor, ya no sé si con señora, que resultó hermano del anterior. Andaba mucho por el campo, tomaba el sol, se mojaba con la lluvia y era como distinto.

Y un día se le acerca este señor y como no queriendo la cosa empieza a hablar y a preguntar, qué, cosas del pueblo. Y en éstas va y le dice: en este pueblo pasa algo raro. Los chavales, las chavalas, cantan cuando van por ahí ¡a desalambrar, a desalambrar, que la tierra es mía, tuya y de aquel!, y soldadito de Bolivia, soldadito boliviano, y en mi pueblo sin pretensión tengo mala reputación, y voy a cantar el corrido de un hombre que fue a la guerra, y carne de yugo ha nacido, y vamos por ancho camino, nacerá un nuevo destino, ven, y muy bien, voy a preguntar por ti, por ti, por aquel, y te recuerdo amanda, la calle mojada, y me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá, y si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré como un anillo al agua, y andaluces de jaén, aceituneros altivos, y tú y yo muchacha estamos hechos de nubes, y nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja, y cuando ya nada se espera personalmente exaltante, y ciego que apuntas y atinas, y pues es amarga la verdad, y hace mucho el dinero, y levántate y mira la montaña…, que digo yo que esas cosas no las aprenden en la escuela del pueblo, que dónde las habrán oído. Y le mira, con media sonrisa que no lo es, tampoco media mueca, y continua preguntando cosas del pueblo.

Y siguió la historia aquella en aquel pueblo.

Ha pasado el tiempo y él se pregunta qué será de aquellos chavales y chavalas, qué cantarán si es que aún cantan, qué vivirán si aún viven. Y también se pregunta por aquel señor preguntón, que ni sonreía ni ná.

Pero de aquella familia, Nicolás, Fidela, Miguel Ángel, Mercedes, Manoli, Darío y Elena no se pregunta nada, porque la lleva en el corazón. ¡Nos veremos! ¡Palabra!

Un lugar para el diálogo…, cuando se quiere dialogar

He tenido problemas en Atrio. Ya está casi resuelto, en honor a la verdad. Habrá sido un pequeño problema de máquinas, que si en Valencia, que si en Argentina, porque desde ambos sitios se trabaja en lo que podríamos llamar moderación o dirección central.

Se trata de hablar desde la fe o desde la no fe, desde la convicción convencida o desde algún tipo de postura adoptada al caso, eso se irá viendo a lo largo del diálogo. No todo es claro desde el principio. Donde estés creyendo que hay liebre, tal vez te estén poniendo gato.

El caso es que lo importante son los temas que se exponen para el comentario, la discusión y el diálogo. Y como eso merece la pena, además de que es información buena, pues vamos a seguir siguiendo cualquiera de los "hilos" que se ofrecen. Y nada, tener paciencia, para pescar algo bueno.

Yo creo que con buena voluntad todo es posible.

Y otra cosa, que no quiero que se pierda esto. Lo puso mi convecino de Valladolid en su blog. Aquí tienes el enlace "Al fin la deuda saldada "
Sirve para muchas cosas: recordar, añorar, reivindicar, deplorar, gritar…, y también para orar. Yo ya lo he usado de varias maneras.
[Me darás tu permiso, verdad Fernando? Gracias de antemano]

Ventura

Anoche estuvimos de fiesta. La Pilarica ponía nombre a una plaza del barrio: Plaza del P. Buenventura Alonso S.J. O sea, la plaza de Ventura. No hace falta más. Pero como el tiempo pasa y la historia envejece, los jóvenes ya no saben, desconocen. Y una placa más abajo describe por si acaso.

Hubo fiesta, y cantos, y palabras, y recuerdos, y sopas de ajo.
Bailes, abrazos, ojos tiernos traicioneros que rezuman emoción y añoranza y pena…
Una proyección en powerpoint o en openoffice, no recuerdo, puso imágenes, chavales, montañas, iglesias, árboles fósiles, calles pardas de tierra, campos castellanos…
Fue poco para lo mucho que es (fue) Ventura, el callado, el discreto, el hombre de una pieza, el creyente lleno de fuerza y de coraje, siempre en la penumbra que alumbraba como fuego.
Ventura, amigo, hermano, siempre adelante sin romper, sin cascar, sin forzar, siempre dócil al viento que sopla como y donde quiere, pero siempre constante y tozudo y machacante.
Te cantó Sabo esta pieza con música propia que no recuerdo pero sí la letra, que la apunto ahora mismo:

De la tierra,
lluvia, escarcha, trigo y tallo.
De la tierra
y de trozos milenarios,
y de sol, y del sol hermano.

De la sierra,
Salas, Silos y otros campos.
De la sierra,
y de Hacinas en el llano,
y de amor, y de amor granado.

El compañero que va sembrando
trozos de tierra en libertad.
Cada matojo de pelo cano
es un cimiento de su verdad.
Es mojón y es raíz,
es puente, carro, cañada y flor.

De la tierra,
nunca quiso ser esclavo.
De la tierra,
su mirada ha ido tallando,
con amor, con amor de hermano.

De la sierra,
desde Hacinas palpitando.
De la sierra,
vida a vida roturando
con valor y una flor brotando.

De la tierra,
de la tierra,
de la tierra.

No pudo ser

La hora hizo imposible mi presencia en mi pueblo, Castromocho, para participar en la novena a la Reina de los Ángeles en su 350º aniversario. La persona que me había "contactado" lo lamentó diciendo: "para otra vez estaremos más organizados y haremos las cosas con más antelación". Bueno, no sé si fueron éstas sus palabras, pero más o menos sí.
No creo que me pillen dentro de 350 años, ¡dónde estarán mis huesos!
De todas formas yo no soy ni mucho ni poco de novenas y, la verdad, tampoco de celebraciones. El tiempo pasa, y pasa. Aniversarios, homenajes, etc. para quienes los busquen y quieran.
A mí me había hecho ilusión volver a entrar en la iglesia de los Ángeles, de mi pueblo, en la que me bautizaron, la que recorría a gatas cuando me llevaban mis padres, la que veía durante todo el día porque está justo enfrente de lo que fue mi casa, donde aprendí a contestar a D. Dionisio en latín al ayudarle en Misa, donde me bebí un día de verano (eso dicen, que yo lo negué siempre) el vino de consumir, donde recibía diariamente 5 céntimos y los domingos 10 por ser monaguillo, donde… En fin, quisiera presidir o concelebrar una Eucaristía, que para eso soy cura del pueblo y aún no me he estrenado en él.

Para otra vez será, pues eso.

En otro orden de cosas, me he metido en un foro "internetiano" sobre "lo sagrado y lo profano" que me tiene un poco "revuelto". Hablar, es un decir, con quien ni sabes qué cara tiene, ni dónde vive y cómo lo hace, si estudia o trabaja, en fin, con alguien del que no sabes siquiera si habla de verdad o te "la está metiendo doblada" no va mucho conmigo. Los temas me interesan, es verdad, pero con enterarme de lo que hay tal vez sea suficiente. Me digo: "miguelangel, tú escucha (lee) y calla". Y eso voy a hacer.

Y otra cosa. Mañana me voy a Granada a visitar La Alhambra. Es un regalo en mi 60 año de vida. La visité desde el colegio, al terminar 6º de bachillerato, y no he vuelto. Me lo merezco. Además debo hacerlo por dignidad, por cultura, por civismo, por universalidad, por…

Para terminar, apunto esta dirección para que conste que también merece la pena: http://blog.chento.org/

De nuevo vuelvo a tropezar…

Esto parece el "diario" que nunca quise escribir, y que por fuerza de tener un blog me siento constreñido a mantener vivo, a pesar de que nació con fecha de caducidad. Pero ya que lo tengo, voy a mantenerlo por ahora, para aprovechar los momentos lúcidos en favor de los menos luminosos.
El caso es que esta mañana, después del paseo por el pinar con los politos, he instalado los puntos luminosos de la nave de acción socio-caritativa y otros asuntos. Y como ya es costumbre en mí, seguro que los cambiaré. Ya lo he hecho en múltiples ocasiones: he pasado de simples bombillas convencionales de 75 w a bombillas de bajo consumo de 15 w. Luego puse las pantallas de aluminio. Ahora he colocado tubos fluorescentes dobles de 19 w. Pero nada más terminar de hacerlo, he pensado que si los cambio por tubos de 36 w por poco más de potencia tendré mucha más luz. Al fin y al cabo los tengo ahí muertos de risa, y no tengo que gastar ni un céntimo a la parroquia.
En fin, que siempre estoy cambiando las cosas que hago. Espero que en el cambio haya mejora, pero ¿cuándo va a ser la definitiva?
He de ser consciente que no estoy ya para estar subiendo y bajando a 7 metros de altura, y el accidente de mi vecino Roberto me debe hacer estar vigilante y no tentar tanto al riesgo.
Me lo voy a pensar un poco y a ver si consigo aguantarme las ganas de hacer las cosas para "ya". Me lo repito mucho, pero me hago poco caso: migualangel, sé más reflexivo y no te lances con tanta facilidad y precipitación; lo has dejado ya utilizable, no lo repasases más y déjalo, al menos, de momento.
Intentaré dejarlo estar hasta mañana, y luego veré…
..................
A estas alturas del día, creo que habría que cambiar el título de esta entrada, pero tengo tanta pereza…

En fin, me cuento: no lo he dejado para mañana, lo acabo de terminar. Ya están puestas las luminarias que espero serán las definitivas. Está ahora la nave iluminada más que suficientemente. Me enseñaron de pequeño que las cosas cuantos antes, mejor. El refrán, "no dejes…".

En estas estaba cuando llega el correo. Y me escriben de mi pueblo, que si la novena de la patrona, que si el 350 aniversario de la cofradía, que si los curas hijos del pueblo queremos participar…, y yo por la Virgen de los Ángeles y por el templo donde me bautizaron puedo hacer un esfuerzo y tener un detalle.
Me ha faltado tiempo para llamar a no sé quien, de la cofradía, para ofrecerme, aunque sólo sea el viernes día 12, el único que tengo libre.
Ya me avisarán si encaja el asunto. La hora no es nada cómoda, 9 de la noche, pero creo que me da algo de margen. En fin, el tiempo dirá…
¡Estoy tan contento que me he obsequiado guisándome un pisto sabrosón para comer!

Se murió Joaquín

En un foro que edita Atrio, a una aportación mía, alguien me respondió preguntando sobre mi comunidad:
"¿Cómo es su historia? ¿Cómo son sus miembros? ¿De dónde vienen? ¿Qué les preocupa? ¿En qué andan? ¿Qué hacen cuando se juntan, de qué hablan, cómo se tratan, cómo se escuchan? ¿Qué interés tienen por el otro, por sus cosas? ¿Cómo y quién decide lo que van a hacer juntos? ¿Qué esperan de la Comunidad? ¿Cuál es su vivencia de Dios? …"

El asunto versaba sobre lo aburridas que son la mayoría de las celebraciones de la Eucaristía. Yo me permití advertirles que estaban hablando del "cielo" -por decir un lugar incierto y no terreno-, que la realidad humana y terrena es más terca y no se puede acercar uno a ella con ideas preconcebidas desde un incierto idealismo.

Bueno, pues resulta que esta mañana hemos celebrado el funeral de Joaquín, el del 8º como decía mi madre, el marido de Lola, con quien tantas labores hizo ella en casa de una o de la otra.

¿Resultó aburrido el ceremonial? ¡Qué gilipollez preguntar eso! Yo estaba muy sensible y emocionado; por mí, y por Lola, y por Isabel (la hija que adoptaron, que yo vi crecer, que fui observando cómo se iba "asemejando" milagrosamente a sus padres adoptivos, que ya está casada y es madre…), y también por mis padres que tuvieron tan buena amistad con ellos dos.

El funeral fue una acción de gracias "agradecida" por la cantidad de gente buena que me ha tocado en suerte conocer; fue un acto comunitario en la fe aunque no conocía a la mayoría de la gente que estaba allí; fue un momento liberador porque sé que la muerte no es nada terrible, sino una puerta abierta a la Vida; fue y sigue siendo -porque me está durando todavía en la tarde- un "kairós" (tiempo fuerte), un mojón, un punto kilométrico, una señal en el camino que me orienta y me asegura que la dirección no es demasiado incorrecta.

Me queda el recuerdo de aquel señor con bigote con quien coincidía tantas veces en el ascensor, serio, poco hablador, que de pequeño me daba cierto miedo, que resultó ser una persona encantadora, vitalista, simpática y comunicadora, que a sus 88 años sentía que ya no podía ir a nadar de madrugada a la piscina “por prescripción facultativa”…

Joaquín, recoge el fruto de tus trabajos, enjuga nuestras lágrimas y sigue estando junto a Lola e Isabel que te necesitan aún.

Seguimos avanzando

Acabo de encontrar la web de un grupo de estudiantes, que está montada de manera muy semejante a la mía de la parroquia. Su dirección es http://babiloniadigital.googlepages.com/ y la anoto por si tengo que acudir a ella a observar sus adelantos y copiar de ellos.

Hoy es sábado y no hay futbol y encima mucha gente ya se ha ido, así que nada que reseñar. He preparado mis cosas y no me ha dolido nada. Eso sí, he pasado la noche en danza porque Moli ha querido salir varias veces al patio no sé a qué, pero me ha despertado aproximadamente cada hora. Sólo la he dejado salir dos veces, para que aprenda. Pero mucho me temo que el que no aprende soy yo: aquí manda ella, Moli, mi pointer salvaje, iconoclasta y libertaria.

Adiós.

Cuando no se tiene nada que decir (cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo espanta las moscas)

Cómo corre el tiempo, qué velocidad lleva. Ya estamos comiéndonos julio y hace nada hacía frío. Están preparando las fiestas los unos y los otros. Los de Las Villas traen al alcalde de Villavaquerín de pregonero. Es una "tradición" que empezaron hace tres años: invitar a alcaldes de pueblos que se llaman como nuestras calles. Este es un chico joven que envidiaba todo lo que teníamos en el barrio, aunque no hay casi nada. Claro no tienen hogar de jubilados, la iglesia muy descuidada y la gente joven se fuga a la cercana ciudad. Normal.

Los de La Cañada no sé qué harán, pero siempre tratarán de no gastar el dinero que no tienen, así que organizarán unas fiestas sencillas, con música de lata en lugar de conjuntos, y tortillas hechas por los vecinos.

Las Villas repite la experiencia del año pasado del concurso de paellas. No estuvo mal el año pasado; hubo variedad y calidad. Parece mentira cómo se pueden hacer 30 paellas diferentes con los mismos ingredientes y ante los mismos testigos mirones. Nos acercaremos a contemplar el espectáculo y a probar exquisiteces.

En otro orden de cosas, ya he informado de que a partir de ahora la parroquia tiene página oficial en internet. No es lo que me habría gustado hacer; el sistema google es muy primitivo, no permite casi nada, pero es gratuito y no mete publicidad. He encontrado por ahí la página de una parroquia que también se llama de Guadalupe y que empieza pidiendo perdón por la publicidad indeseada por estar en un sitio gratuito. ¿Cómo habrán buscado para no encontrar algo mejor? Nosotros, a pesar de que hay gente que domina el tema en esta demarcación, lo hemos hecho solos (se trata de un plural mayestático, que utiliza gente de postín), aunque opiniones autorizadas han valorado el trabajo muy positivamente.

Se trata de algo diferente a lo que se usa por ahí. Espero que sirva, y, en todo caso, siempre podremos cambiar lo que convenga y según las necesidades.

Ha amanecido un día bonito, con temperatura ideal, las gentes están ya preparándose para marcharse de vacaciones y yo tengo que organizarme el día, que -como dije al principio- el tiempo se me va como la arena entre los dedos.

Salud y pan con tomate.

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