No se parará el mundo
en su girar sempiterno. Seguiré sin aclararme qué sea Crimea, qué ha sido a lo
largo de la historia, cuántos pueblos habrán hollado aquellas tierras y si se
pondrán una vez más en armas aquellas gentes en lucha fratricida o por el contrario
se dejarán ir pacíficamente en los brazos blancos de los rusos.
Aquí tampoco nos aclararemos quién ganó en el debate. Y lo que desde luego no volveremos a ver es todo el dinero que nos ha desaparecido. ¡Adiós, mon amour!
Y en cuanto al aumento del empleo por mor de la tarifa plana, me suena a otro canto de sirenas. Por aquí ni se oye, ni se esperan resultados alagüeños.
* * * * *
Tal vez se deba a que
esperó respuesta a una carta que envió hace justo un año al papa Benedicto, en
plena renuncia.
Mucho más seguro la
razón haya que buscarla en su amor por el país mapuche, con cuya sangre quiere
mezclar la suya.
Alega problemas de
conciencia, al no poder armonizar unos deberes con otros quereres.
Sea por lo que sea,
no ha pegado un portazo y se ha largado. No. Ha cerrado la puerta suavemente,
tras dejar todo en regla, solucionado de acuerdo al derecho y a sus
responsabilidades.
Lo traje a mi pequeño
mundo porque me gustó su frescura, sus ideas claras y sencillas, su estilo
libre y descarado, su rebeldía a pesar de todo.
Ahora dice que lo ha
dejado. No sus ideas, sino la compañía. Renuncia a ser jesuita y sueña con
unirse “al camino de tantos cristianos españoles
y chilenos que por siglos se dejaron conquistar y pacificar por la buena vida
que llevan los mapuche y el aprender a tener la tierra como madre y no como
fábrica de plata. Luego me verán casado con una lamgencita para que mis nietos
no terminen en 100 años más como usurpadores de miles de hectáreas y explotando
a la madre tierra, como tanto wingka ladrón que también ha llegado por aquí”.
Ahora no sé si decir
o callar. Mejor no digo más. Sólo que se llama Luis García Huidobro.
Le gusta lavar los
platos, como a mí; hace deporte, como yo; y practica el trikin (trekking), en
tanto que a mí me gusta andar, caminar, subir y bajar, pasear, mirar los campos…
en fin en esto somos diferentes. He querido pillarle, pero se me escapa; lo busco
en Chile, y está en Méjico; dicen que vivió diez años entre mapuches sin lograr
aprender a hablar como ellos (el mapudungun), también a mí se me dan muy mal
los idiomas.
En fin, que tiene
barba, o la tenía; es jesuita, o lo era; y es muy joven, o lo fue.
Pero Luis García
Huidobro no viene acá porque sea simpático o conservador, o alto o bajo. Ni
siquiera porque use gorra tipo béisbol y se lo ponga a derechas sobre la
cabeza. Está aquí porque él firma este texto que yo encuentro fresco, natural y
sabrosón.
No tiene por qué
gustar a todo el mundo. Basta que me guste a mí. Aunque espero que otras muchas
personas lo encuentren por lo menos interesante.
Nos llegan lejanas noticias de ti. Dicen que te
bajaste de la cruz, que no seguiste el ejemplo de Juan Pablo II, que quiso ser “signo”
de que la Iglesia no se gobierna con fuerzas humanas sino con el Espíritu
Santo. Pero también nos llegan noticias de que el Espíritu Santo se las ha
tenido que ver estos últimos años con rencillas de poder que agotan a cualquiera.
Debe haber sido duro todo eso. Acá a veces nos peleamos por quién lava los
platos o limpia el baño, y nos hacemos harto daño con la competencia entre
nosotros, cómo será allá que tienen cosas más importantes por las que pelearse.
Te escribimos para hacerte presente nuestra solidaridad.
Por acá no nos preocupa quién será tu sucesor. No
habíamos oído hablar de ninguno de los papábiles (nuestra candidata sería la
hermana Lupita, pero le preocupa que si se va no hay quien sepa cómo funciona
la cocina).
Hemos leído que lo que están peleando en la próxima
elección es si continúa tu “operación limpieza” de la corrupción en la curia o
si los poderes de las tinieblas pueden más. Nos resulta lejana esa disputa,
pero importante, así es que solidarizamos con tu lucha contra la corrupción.
Echamos de menos en esta elección una disputa a
nivel teológico y pastoral, pero no nos extraña. Nos dicen nuestros mayores que
fuiste tú quien sacaste de los seminarios, universidades y publicaciones católicas
los temas teológicos y pastorales que se discutían cuando eras teólogo. Nos
dicen nuestros viejos también que pretendiste acabar con el más evangélico de
los frutos de la Iglesia en los últimos siglos: el compromiso de la Iglesia
Latinoamericana con la liberación de nuestros pueblos, el 40 % de los católicos
del mundo. Pero no te tenemos rencor, todo lo contrario. Lejos de los
seminarios y universidades nuestros viejos han seguido enseñándonos a leer el
evangelio. Dicen que crees que “restauraste” la antigua Iglesia inmutable,
porque en el cónclave que viene no será tema la implementación del Concilio
Vaticano II ni la teología de la liberación. Parece que todo es tan distinto
por allá. Acá en América Latina también hay gente de Iglesia que cree que la
teología de la liberación está muerta.
Hoy dices que te faltan fuerzas espirituales para
gobernar la Iglesia. Eso acá lo llamamos desolación, sequedad, y por eso
queremos animarte.
Te escribimos para contarte que hay gente en la
Iglesia que se siente llena de fuerza del espíritu, fuerza porque ser débil es
una manera de ser fuerte: religios@s y laic@s que atienden migrantes y le hacen
frente al crimen organizado, laicas que forman cooperativas de cafeteras,
frijoleras, tejedoras o lo que sea para sacar adelante juntas a sus hijos.
Obispos y curas que comparten el día a día de la autonomía indígena y la
resistencia a la invasión capitalista. Catequistas y seminaristas que sacaron
la parroquia a la calle para descubrir el evangelio entre jóvenes drogadictos.
Algunos curas más osados que se atrevieron a entrar a los prostíbulos con la
frente en alto (porque no iban a saciar con sexo pagado sus propias
frustraciones, sino a consolar las penas de las trabajadoras sexuales).
Instituciones de Iglesia que reparten condones a mujeres que no son dueñas de
su cuerpo. Otros compas indignados desde la calle y las barricadas. Diáconos
que acompañan parejas que no se pueden casar y comulgar “como Dios manda”, etcétera.
Esa Iglesia no está falta de fuerza espiritual. Está
fuerte, pero no hace mucho ruido, no sale mucho en la tele ni en los diarios, y
eso que no son pocos. Y te cuento una cosa: siguen alimentando su fe con la
teología de la liberación, que no está muerta, andaba de parranda. Es verdad
que no se enseña en los seminarios y universidades, pero se susurra en favelas,
en comunidades indígenas, en cumbres ecuménicas, en patios carcelarios, en
clases de religión de colegios sin nombre de santo. En noviciados de
congregaciones religiosas, en colectivos de estudiantes “ultrones” y en barrios
de migrantes por todo el continente. Se difunde en blogs donde la inquisición
no llega, en Facebook y en radios comunitarias.
Hermano Papa: te animamos en este paso al lado que
estás dando. Leemos en el diario que es un gesto de valentía, aunque no terminamos
de entender porque no nos hemos dado el tiempo para leer el libro sobre los Vatileaks.
Rezaremos para que todo salga bien en la curia. Tennos a nosotros también en
tus oraciones. No hemos desertado de la Iglesia, acá estamos, sintiéndonos
hermanos y sintiéndote hermano en el Señor Jesús, queriendo compartir contigo
las fuerzas de su Espíritu.
Te saludamos desde cualquier lugar de América
Latina.
PD: Te dedicamos un poema de un compa que expresa mucho
mejor esta solidaridad que queremos hacerte sentir:
«¿A quién compararte en tu grandeza? Mira: a un cedro del Líbano de espléndido ramaje, de fronda de amplia sombra y de talla elevada. Entre las nubes despuntaba su copa. Las aguas le hicieron crecer, el abismo le hizo subir, derramando sus aguas en torno a su plantación, enviando sus acequias a todos los árboles del campo. Por eso su tronco superaba en altura a todos los árboles del campo, sus ramas se multiplicaban, se alargaba su ramaje, por la abundancia de agua que le hacía brotar. En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo, bajo su fronda parían todas las bestias del campo, a su sombra se sentaban numerosas naciones. Era hermoso por su talle, por la amplitud de su ramaje, porque sus raíces se hundían en aguas abundantes. No le igualaban los demás cedros en el jardín de Dios, los cipreses no podían competir con su ramaje, los plátanos no tenían ramas como las suyas. Ningún árbol, en el jardín de Dios, le igualaba en belleza. Yo le había embellecido con follaje abundante, y le envidiaban todos los árboles de Edén, los del jardín de Dios».
(Ez 31, 2-9)
Tempus fugit, es decir, el tiempo corre veloz como una liebre…
Ricardo Cantalapiedra
Marana tha
Para escuchar, presiona en la punta de flecha de la izquierda; si quieres silencio, presiona en ‖ o 1▢
El Cabo de Gata
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No está en el fin del mundo, pero lo parece. Llegar hasta allá supone
atravesar valles y desiertos, llanuras y perdidos, pasar pueblos y rodear
montañas...