Queríamos un joven, soltero, centroafricano, musulmán no practicante, para la agricultura de primor española o italiana; una mujer de mediana edad, con cargas familiares en origen, de tez clara, y católica practicante para el servicio doméstico; peones, sin familia, que vivan en las obras donde trabajan, y dispuestos a la movilidad continua de tajo en tajo, para la construcción; mujeres y hombres sin horario laboral para la hostelería, la limpieza industrial y el comercio; conductores incansables para el transporte y la distribución de mercancías; mujeres jóvenes y con formación sanitaria para las residencias de tercera edad..., todos ellos dispuestos a cobrar un 40% menos que la media, porque se reconocen menos productivos, que accedan sin condiciones previas a su puesto de trabajo, y que, en la medida en que puedan, se hagan invisibles en lo cotidiano... pero llegaron personas.
El Cabo de Gata
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No está en el fin del mundo, pero lo parece. Llegar hasta allá supone
atravesar valles y desiertos, llanuras y perdidos, pasar pueblos y rodear
montañas...
Hace 11 años