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Comerse los sesos


Servidor tenía oído y escuchado lo de “comerse el tarro”, como expresión de quien a fuerza de pensar en cómo resolver su propia vida problemática, terminaba por hacer de ello todo, absolutamente todo, en un a modo de vivir invivible, un sinvivir ni más ni menos, una no vida lisa y llanamente.
Quien es comensal de tal manjar, vive sin vivir en sí, y todo cuanto anhela es salir de ese círculo, que es vicioso, no sólo porque es un vicio pensar sólo en uno/una mismo/misma, sino porque además no tiene salida: una vez dentro de él, el resto ya no cuenta.
Esta mañana, ese pozo de sabiduría e ingenio que es Joludi Blog, -ahí a la derecha está expuesto-, me llega con que el cerebro es esa cosa que sólo sirve para encontrar un lugar seguro donde reposar para los restos. Una vez hecho lo cual, y habida cuenta de que ya no tiene más finalidad, en vez de dejarlo dormitar o morir, lo mejor es comérselo.
¿Me lo estaré comiendo o ya lo tengo en plena digestión?
Cabeza de chorlito, me llamó a veces mi padre. Va a ser verdad…

Año nuevo

Un año nuevo es una caja de sorpresas. Se apoya en lo anterior. Pero no necesariamente construye en la misma dirección. Quién sabe que nuevas circunstancias puedan darse que obliguen, o al menos aconsejen, a ir para otro sitio.

Un año nuevo es un regalo. No se merece. Se toma sin más. Doce meses a tu disposición: 365 días con sus respectivas noches.

Un año nuevo es una bendición. Te das cuenta de que estás vivo. Reconoces que el año que pasó no te pasa cuentas, que se fue sin exigirte ningún portazgo; y que el nuevo tampoco tiene fielato, o sea que te invita cariñoso y anhelante: pasa y entra, es todo tuyo.

Un año nuevo es una advertencia. Estás creciendo, vas madurando, eres más viejo… Carpe diem!

Un año nuevo es un kairós. Y no me refiero al kairós enfrentado al kronos griego, no, que eso ni me va ni me viene (aunque tal vez debería importarme, algún día me daré cuenta).
Me refiero a “Kairós” de San Pablo, el tiempo oportuno, el momento de gracia, la Epifanía.
El Kairós, Jesús, es todo ello junto: sorpresa, regalo, bendición y advertencia.
Es también momento decisivo, en el que es vital prestar atención a lo “decisorio”, porque de lo que decida va a depender el futuro.

Todo momento es
responsabilidad, pero un año entero abierto ante tu vida, para llenarlo de lo mejor es algo que impone, oiga usted, porque… ¿dónde encontrar tanto bueno que llene todo todito un año entero?

Pues ahí está la tarea…

La música de mi blog

Me gusta la música. No, no sé música, al menos no lo que debería saber de ella teniendo en cuenta que mi madre tocaba el piano, -tampoco sabía ella demasiado, pero tenía un buen oído para coger al vuelo y acompañar a su manera cualquier pieza- y que desde muy pronto estudié solfeo, pertenecí a diferentes rondallas con laúd y guitarra y de que el piano estuvo siempre en casa en el comedor bueno, el de las visitas, al que entrábamos para eso, para escuchar o tocar "el piano".

Pero me gusta la música a rabiar, todo el día tengo música puesta, o cantándola o, mejor, tarareándola. Necesito música para estudiar o leer o hacer cualquier cosa, hasta para cocinar y hacer las labores, desde que recuerdo. Y ahora cuando viene alguien a verme lo primero es quitar la música.

Generalmente, como soy muy vago, la escucho de la radio. Hubo un tiempo en que me fijé en Radio nacional clásica. Luego me acomodé en Radio 80, esa que funciona como si fuese hilo musical. Ahora han salido más emisoras de esa clase, pero todas ellas me han llegado a cansar por repetitivas y ofrecer un tipo de música, como diríamos, monocorde.

Ahora estoy en Radio 3, en 92.2 del dial. Música de todos los estilos, culturas, ritmos, con letra, sin letra, para pensar, para viajar, para sentir, para disfrutar. Casi todas, mejor dicho todas, comentadas, valoradas, comparadas, incluso acompañadas de entrevistas con los autores, intérpretes, arreglistas, en fin de gentes entendidas y de las que aprendes un montón y además disfrutas otro montón. Una mañana entera estuve oyendo Imagine de Lenon en tantas versiones como uno puede imaginarse, a cual más sentida, a cual más real.

Bueno, pues ya dicho que me gusta la música, quiero justificar que aquí tengo música. Aquí y en todos los lugares que tengo en internet. En cada página hay una pieza musical apropiada, en mi forma de entender, al tema del que trata la dicha página. Claro que como soy educado, doy al interesado o interesada la posibilidad de parar, pausar o reproducir. El volumen que lo ponga cada cual a su gusto, que eso es como la sal en la comida.

Este blog en el que estás tiene la pieza "La colina de la vida", de León Gieco. Y está la versión que el mismo autor realizó junto con Attaque 77.

¿Por qué está ésta y no otra? Buena pregunta. Lo malo es la respuesta.

Una posible sería que me gusta, pero no es suficiente.

Otra, porque habla de la vida como ascensión a una colina, cosa que me encanta; no hay montaña, cerro, alto, colina, montículo…, incluso surco que no me apetezca ascender, y hacerlo a toda mecha, nada de con calma y poco a poco.

Probemos otra respuesta más: Gieco ridiculiza a quienes suben para sentirse altos, importantes, fuera del tiempo y del mundo; habla de la vida como colina, y de la realidad multiforme, de los sueños, de las pesadillas, de la soledad, del ruido, de los dioses a medida, de las fantasías que nos creamos y de las que nos atormentan, de las mentiras y también de la muerte, que puede incluso matar a la propia vida.

Esta versión de Attaque 77 tiene una marcha particular, aunque la versión original es más que suficiente. Pero Attaque 77 tiene la gracia que hacer de Gieco un rokero, y eso mola un montón. ¡A que sí! ¡Escúchala como te plazca!

Esta es la letra completa de la canción, que puedes escuchar en versión del propio León Gieco en el vídeo de abajo.


Casi casi nada me resulta pasajero
todo prende de mis sueños
y se acopla en mi espalda
y así subo muy tranquilo la colina
de la vida.

Nunca me creo en la cima o en la gloria,
eso es un gran fantasma
creado por generaciones pasadas,
atascado en el camino de la vida.

La realidad duerme sola en un entierro
y camina triste por el sueño del más bueno.
La realidad baila sola en la mentira
y en un bolsillo tiene amor y alegrías,
un dios de fantasías,
la guerra y la poesía.

Tengo de todo para ver y creer,
para obviar o no creer
y muchas veces me encuentro solitario
llorando en el umbral de la vida.

Busco hacer pie en un mundo al revés
busco algún buen amigo
para que no me atrape algún día,
temiendo hallarla muerta
a la vida.

La realidad duerme sola en un entierro
y camina triste por el sueño del más bueno.
La realidad baila sola en la mentira
y en un bolsillo tiene amor y alegrías,
un dios de fantasías,
la guerra y la poesía.


Con la cámara en ristre…

He pensado que era buena idea la costumbre de mi paisano Fernando Manero de llevar la cámara preparada para cazar buena caza. Y he probado, y esto me ha salido.


Esta foto es la luna, tomada desde mi calle el día 13, o sea ayer, a las 23:20 horas.


Ésta es también la luna, a las 7:50 horas en el Pinar de Antequera, el pulmón por el que respira mi ciudad, Valladolid.


La luna misma de antes, sólo que unos metros más adelante. Bueno, también hay pinos, y algún que otro chopo, casi muertos, que ahí donde veis eso en el futuro va a ser un seguro campo de golf, con urbanización incluida, creo que de alto poder adquisitivo. Ya veremos en qué queda el asunto.


Estos son pinos, no sé si milenarios, pero pinos de una pieza entera, que se yermen insolentes al sol madrugador que ya empieza a caldearlos. Hace de temperatura en estos momentos, 8:00 horas, -3,5 grados C, o sea que está helando de c…, de narices, quiero decir.


Más pinos pinariegos, mucho más hermosos que antes, que ya el sol empieza a dar de plano. La temperatura sigue por los mismos subterráneos de antes, porque al fin y al cabo son las 8:20 horas del día de autos, o sea 14 de noviembre.


Y este es el astro sol, que se va abriendo camino entre pinos, entre qué va a ser, y hace figuras bonitas y bellas y no molesta a esa hora (8:45) aunque le mires con desparpajo a la cara, directamente y sin protección añadida. ¿Quién dijo que nuestro sol era enemigo? ¡Que no! ¡Que es nuestro amigo! (A este punto, ya ha subido la temperatura un punto: hace -2,5 grados, sigue, pues, helando)



Y estos son los culpables de que a mí se me hielen hasta las ideas, y no pueda escuchar bien la radio con las noticias y las bromas de Radio 80 en su matinal madrugadora de "No somos Nadie", porque los cascos no se sujetan en las orejas por el frío, y de que no vea bien por el empaño de las gafas, y que las manos tengan que estar inevitablemente metidas en los bolsillos.
Estos son los dos seres infelices que salen del coche y vuelven al coche, veáse la foto, y entre una cosa y otra están desaparecidos entre pinos y persiguiendo o jugando o porfiando, pues no sé la verdad, si con liebres, o conejos… en fin, que no sé si galgos o podencos. Pero ellos tengo por cierto que son la Moli y el Pancho, juntos pero no revueltos.
Helos ahí, pues, tan desafiantes, tan orgullosos, tan deseosos de volver a casa para continuar su… siesta.

(Una cosa advierto y proclamo: no esperéis que haga esto todos los días, digo lo de la foto y el comentario; que ya tengo suficiente con sacar a estos fieras y despabilarme yo por este pinar, el Pinar de Antequera, todos y cada uno de los días del año.)

No pudo ser…

He tenido una inspiración…

A pesar de las buenas intenciones de algunos, ver este ejemplo, el poder de captación que unos y la falta de referencias firmes o de información-deformación-formación o, vaya usted a saber, simplemente la banalidad del ser humano, don juan se nos ha, no muerto, no, pero sí desaparecido.

El 1 de noviembre uno no sabe si celebra a los santos y santas de la historia y de la humanidad entera, o si ha de ponerse una calabaza en la cabeza y llevar una vela de casa en casa, recordando lo que allá lejos otros con o sin razón celebran, porque son muy originales, o muy distintos, o simplemente muy tontos, y no tienen raíces o no quieren saber nada de ellas, que son muy, pero que muy suficientes ellos solitos para construirse su propio estilo y su característica arquitectura mental y social.

Pero yo, con forges, sigo erre que erre, que es muy español y muy torero, aunque a mí maldita la gracia que me hace la tauromaquia.

Helo, ahí lo tienes, todo saleroso y dicharachero:

He visto una peli

Anoche vi una película, que fui invitado por Asun que me dio las entradas para la Seminci. Yo creí que iba a estar lleno el Calderón, que ponía ya no hay entradas para la sesión de las 22:00 horas, pero qué va, que había sitio de sobra en el patio, y casi todas las plateas y demás estaban como el queso de gruyère o más, casi vacías. Misterio (?).

El caso es que vi "La buena nueva", de Helena Taberna. Una navarra de una pieza, una tía fetén.

Trata la historia de una historia real, escrita por un cura que lo fue en su Navarra natal, de párroco en Alsasua durante los años 30 y pico. El ayuntamiento socialista y los azules y requetés a la sombra agazapados. Y se arma el tiberio y hay fusilamientos y dolor y ruptura y mala baba y lágrimas y soledad. El cura en medio, ¿de dónde? ¿del seminario? ¿de Roma? No. Viene del orfanato. Y se acerca al dolor, y lo hace con humanidad, es decir con ternura, con decisión, con recursos, con amor. Y se acerca al horror, y lo hace con humanidad, que es gallardía, hombría, bondad, valentía.

Pero los dos bloques son roca dura, fría, inmóvil e inmovilizadora.

Y el curita recoge cosas, y cava y abona, y pinta y anima a coser y coser para recomponer, para aliviar, para acompañar, para abrazar…, para besar.

Al final, ante la sima siniestra y acogedora de la humanidad rota, él y con él las que guardarán la memoria. En otra parte, un ritual impresionante, im-presionante, aplastante, demoledor, horrible, que mete miedo de que vuelva a emerger en la historia monstruo tan deshumanizante.

No tengo nada que decir de técnica de cine, que no tengo ni pajolera idea. Sí sé que se me lloraron los ojos, en silencio, en la oscuridad, por sentir y por doler. Pero también porque al final, ¿será siempre esa la solución?
¿El que se topa con la institución tiene que irse por fuerza? ¿No cabe posibilidad de cambiarla desde su interior, aunque sea con sangre, sudor y lágrima? ¿Hasta dónde puede y debe llegar la fe, la confianza, le esperanza, la CARIDAD? ¿Hasta dónde no puede y no debe llegar aunque se trate de la propia vida?

El resumen de la película está aquí: Resumen más o menos bien hecho de La buena nueva

Información adicional, y muy esclarecedora e interesante

Y esto es un corolario, que puede sobrar, o no, según se mire

Este está pendiente

He tenido una inspiración… sobre Manzacosas.
Julita, mi Julita, lectora incondicional y silenciosa, amiga desde ¡siempre! me avisó de que manzacosas ya no estaba, aunque sí su blog. Abro esta entrada, porque me juramento a leer todos sus posts (comentarios incluidos), y hacer después un resumen que sea no epitafio, no, tampoco homenaje que no me corresponde, sino… cómo decirlo, un monumento (dentro de mis posibilidades que llegan, ya sabéis, hasta donde llegan) a un señor burgalés que un cierto día me visitó para decirme:

"Hola. Llego a este blog a través del de FERNANDO MANERO. Veo que eres sacerdote, y veo que te expresas con sinceridad, lo que me agrada. Un saludo. Manzacosas"

No me digáis que no es un precioso regalo de "alguien" que entra y te echa este piropo. Además que él, el manzacosas, ya está con el Abba, Padre o Madre, o lo que sea. ¡Que más da! ¡Que sea lo que quiera! Lo que de verdad me (nos) importa es que SEA. Y ES. Vaya que si ES, ¡voto a bríos!

Un día de fiesta

Pongamos un ejemplo:

Supongamos que en una parroquia al uso, es decir debidamente constituida a la que acude la gente del lugar, celebran el inicio del curso catequético. Asisten familias con sus niñ@s, además de la gente que normalmente asiste en un día de domingo, ya saben ustedes, el día que es de “precepto”.

Y el orden de la misa es el siguiente:

1. Comienza el acto con la presentación de l@s niñ@s inscrit@s como nuev@s, 7 años, en la catequesis y de l@s catequist@s que van a acompañarl@s. Se hace notar la escasa existencia de catequistas de sexo varón, con la consiguiente merma en el testimonio de la fe para niños y niñas y en el peligro de que la fe sea referida en su “pequeñas mentes” exclusivamente al sexo femenino.
2. En el acto penitencial se canta el “Qumbayá” (más o menos Señor ten piedad, antiguo Kyrie)
3. El Gloria es substituido por el Gloria, gloria, aleluya (música de procedencia americana)
4. La oración colecta la dirige un@ niñ@ adult@.
5. De las lecturas sólo se proclaman la 2ª y el Evangelio del día, o sea, una lectura de San Pablo que habla de la transmisión boca a boca de la fe y el momento en que Jesús une en uno los dos únicos mandamientos, toda la Ley y los Profetas, núcleo de la fe cristiana.
6. En lugar del salmo responsorial se canta “Viva la gente”, con la estrofa que empieza por “Dentro de cada uno hay un bien y un mal…”
7. La homilía (el monólogo, uno más, que realiza el "celebrante" mientras tod@s permanecen sentad@s, quiet@s, respetuos@s, silencios@s, ¿atent@s?), es una especie de animación a la gente a que se conviertan tod@s en lo que son desde el Bautismo, catequist@s, evangelizador@s, testig@s…; a convencer a quienes piensan que catequizar es enseñar a recitar oraciones del tipo "cuatro esquinitas tiene mi cama…", o "Jesusito de mi vida…", o aprender textos de memoria o saber cómo responder en misa…, de que catequizar también puede ser coger de la mano al@ otr@ y caminar junt@s tras Jesús, cuya palabra es el agua mansa que cae en la tierra y la empapa, y por eso necesita tiempo (¿tres años viniendo? ¡qué barbaridad), porque si lo hace como un turbión arrasa pero no esponja la tierra sino al contrario la apisona y endurece…; en fin, que ser cristian@ es algo que se va a prendiendo y siendo poco a poco, junto a otr@s, y con Jesús…
8. El ofertorio más o menos sigue el “ordo” (se llama así al texto en rojo que aparece en el libro gordo que está sobre el altar en el que está el texto en negro que sólo recita el "celebrante" mientras el resto, sean much@s o poc@s, callan y ¿asienten?)
9. El santo es cantado con el “Alabaré”
10. El canon sigue el “ordo” (como un poco más arriba se explica).
11. La comunión es presentada, más o menos así:
Este es Jesús, es nuestro amigo que hoy nos pide que ante él expresemos que merece la pena ser amig@ suy@, asumir su vida y tratar de vivir como él. L@s que se sientan enamorad@s por esta persona que hoy nos ha convocado y reunido, que le digan SÍ, y si se comprometen con lo que acaba de decirnos Él, que se acerquen a comulgar. Y que nadie mire al@ de al lado, que cada un@ sea libre y responsable de sí mism@.
12. Y mientas se comulga “bajo las dos especies” (salvo honrosas excepciones toda la gente comulga cogiendo con la mano) se canta “Tus manos son palomas de la paz”. Se acercan a comulgar más o menos l@s de siempre, vamos casi tod@s, que hubo quien ni por ésas…
13. Termina el acto con una oración a la Trinidad divina sobre l@s catequist@s que se responsabilizan del servicio de la catequesis parroquial y que públicamente aceptan el encargo y la tarea.
Finalmente se dan los avisos pertinentes.

Supongamos que la gente sale esponjada, contenta, feliz de empezar un año más en la parroquia.
Alguien dice todas tenían que ser así, el próximo domingo también ¿verdad?
Supongamos que todo el mundo está de acuerdo, y nadie discrepa. Supongamos…

Es sólo una suposición. Porque si no lo fuera alguien iba a tener serios problemas y mucha gente no sabría qué es lo que pasa, y vendría lo que no tendría que venir, y que ojalá quiera Dios que nunca venga.

Afortunadamente sólo he dicho supongamos. Porque la vida sigue, con contradicciones, pero con vida, y con mucho amor.

Bueno y me olvidaba decir que en lugar de recitar el Símbolo de la fe de los Apóstoles o de Nicea se podría haber cantado el Credo de la misa nicaragüense, con eso de puñetero y desalmado, y lo de las barquitas navegando. (Pero, tranquis, que eso suena feo y está muy requetemal).

Un lugar para el diálogo…, cuando se quiere dialogar

He tenido problemas en Atrio. Ya está casi resuelto, en honor a la verdad. Habrá sido un pequeño problema de máquinas, que si en Valencia, que si en Argentina, porque desde ambos sitios se trabaja en lo que podríamos llamar moderación o dirección central.

Se trata de hablar desde la fe o desde la no fe, desde la convicción convencida o desde algún tipo de postura adoptada al caso, eso se irá viendo a lo largo del diálogo. No todo es claro desde el principio. Donde estés creyendo que hay liebre, tal vez te estén poniendo gato.

El caso es que lo importante son los temas que se exponen para el comentario, la discusión y el diálogo. Y como eso merece la pena, además de que es información buena, pues vamos a seguir siguiendo cualquiera de los "hilos" que se ofrecen. Y nada, tener paciencia, para pescar algo bueno.

Yo creo que con buena voluntad todo es posible.

Y otra cosa, que no quiero que se pierda esto. Lo puso mi convecino de Valladolid en su blog. Aquí tienes el enlace "Al fin la deuda saldada "
Sirve para muchas cosas: recordar, añorar, reivindicar, deplorar, gritar…, y también para orar. Yo ya lo he usado de varias maneras.
[Me darás tu permiso, verdad Fernando? Gracias de antemano]

Cayó pieza

He pescado en el mar internetiano este blog de un vallisoletano allende el mar. Y como ya es costumbre en mí lo copio para visitarlo en algún momento.
Desde el ombligo del mundo, ¡dónde estará!

Y paa reflexionar al comienzo de este día nublado y triste,
¿La Eucaristía, una estafa?

Pero seguro que llegarán mejores piezas en esta pesca matutina.

Ángeles sí, que no demonios

Toda la semana estuvo la montaña soltando babas, como si fuera la espuma, el verrón que sale del puchero cuando hierve el buen cocido en la lumbre.
Estábamos acampados en Zuriza. Habíamos hecho varias cosas, incluida la mesa (Mesa de los Tres Reyes, esto para lo no iniciados. Hiru Erregen Mahaia para los vascos. Table des Trois Rois, su nombre en bearnes. Oye tú, el resto lo miras en Internet).

Pero amaneció claro, clarísimo. De un sol, vamos como para ir a los toros. Y la línea de la vecina Francia limpia a más no poder.
¡Este es el día! Vamos a por él. Él era el D´Anie. Un pico solo, aislado, hermoso, desafiante, fácil, muy fácil. Sólo tiene una puñeta: está rodeado de desierto de roca y hielo.

Muy de mañana, primero en coche, hasta la Piedra de San Martín. Luego, zapatilla, digo mejor, bota. Sin problemas. A la hora de la hora, arriba. Nos sentamos, disfrutamos, miramos, descansamos. ¿A comer? A comer. Los profesionales de la montaña no hacen tal, llegan, se paran, sólo un rato, y se bajan. Yo (nosotros) soy (somos) novato (novatos). De los de fardel, sentarse, abrir, comer, fumar y, luego, mucho luego después, volver bajando.
En mi ignorancia sentí extrañeza de que ese día no hubiera nadie arriba de los que yo vi subiendo. Ostras, qué pasará, ¿se irán porque tienen fiesta?
Y empezamos a bajar, despacio, con calma, disfrutando, pie pie, pie pie, como siempre, vamos.
Pero a media bajada llegó la muy puñetera: la niebla. Ni avisó, cayó. Vamos, como una piedra. No hay problema, hay señales, que los franceses son muy precavidos y tal. Pero ¡ya! No se veía ni torta más allá de las narices.
Oye, ¿por dónde? Qui lo , por acá. Pero . Nos paramos, dudamos, titubeamos… Y entonces la perrilla, vamos la Moli movió con gracia su rabo, ladró como ella solo sabe, trotó a mi alrededor y se puso por delante. Con ella de guía sorteamos las dolinas (huecos de gigante abiertos en la montaña donde la nieve anida y hasta se hace hielo) y encontramos el sendero. Un cruce. Piedra de San Martín al frente, Pierre du Saint Martain, a derecha, y Piedra, ya sabes de quién, a la izquierda. Otra vez, ostras.
Cogimos una, ya ni me acuerdo cuál. Otro cruce, e igual. O sea, lo mismo. La Moli tiraba adelante, pues a seguirla. Al final, una choza. Risas, parloteo en arameo, hay gente, llama. Y llamé. Y abrieron, y te juro que no hubo manera de entendernos. Ni francés, ni vasco (que algo me suena) ni por supuesto castellano. Por gestos, a saltos, haciendo muecas…, total que se enteraron por fin de que no sabíamos dónde estábamos. Una moza sanota, con la cara arrebolada por el anís que se estaban mamando dentro, cogió una furgoneta, nos metió como si fuésemos cabras, y nos dejó, después de recorrer una pista que dejó mis huesos golpeados, en una plaza asfaltada. Nos mandó bajar, todo esto a gruñidos ininteligibles, cerró la puerta, dio media vuelta y marchó.
Nos quedamos en la nada, asfaltada, pero nada. Pues a andar. Y anduvimos, y descubrimos unas sombras muy altas, que no eran rocas, no, que eran edificios.
¡Zas! Ésta nos ha dejado en la estación, de La Piedra de San Martín, por supuesto. Una familia de turistas no nos entiende, otro que va suelto tampoco, y yo venga decir carretera, route, coche, voiture, puerto, port, nada, ni pamplona.
¿Son ustedes de Valencia? dice una voz alto y claro en perfecto castellano. No, de Valladolid. Ah claro, que también Valladolid empieza por uve. No se preocupe, que ya he visto su R-6 solo allá arriba. Y nos coge a todos, Moli incluida, y nos lleva en su todo terreno hasta lo alto del puerto, (de La Piedra de San Martín qué te habías creído), justo junto al coche (R-6, por supuesto).
El tal pavo era un francés que tenía alquilado en lo alto del puerto (ya no lo repito que puede sonar a pitorreo, y seguro que te sabes de qué puerto hablo) una choza a los ganaderos. Pasa allí temporadas, aislado, solitario no, sí meditando (supongo que de lo divino y lo humano). Aquella mañana, o tarde, o lo que ya qué sé yo qué era, vio nuestro coche solitario en medio de la niebla y sospechó lo que pasaba. Así que se puso en movimiento y nos encontró. Porque bajó a la estación de esquí, -de La Piedra de San Martín, qué te creías- no a comprar no, no a tomarse una copa que tampoco, bajó sólo sólo para buscarnos.

Luego van y dicen, oye los ángeles, eso es magia, eso es fantasía, eso es un comecocos, vamos ni que estuviéramos en la era de las alucinaciones. Que no, que no hay ángeles.

Pues bueno. Tal vez no los haya, pero a mí al menos aquel día (y otros muchos que os contaré) me salieron al camino tres ángeles: La Moli, la muchacha gabacha y el también gabacho del todo terreno.

Hoy, esta mañana, la Moli se ha largado antes del paseo pinariego tras un gato (el jodido duerme en el patio, y estaba la pobre inquieta, que ya me di cuenta). Abrí la puerta y salió como loca. Dimos el paseo sólo con Pancho, que es un bendito. Volvimos a casa y nada. Me fui al centro de papeleos, voy al Tanatorio a achuchar a Chuchi que se le ha muerto su madre. Salgo del Tanatorio, hosti, empieza a llover. Pobre Moli, como una sopa. Ni baño ni leches, me voy para casa. Llego calado, que del tanatorio a mi casa hay que atravesar toda la ciudad, y lloviendo poco pero lloviendo, lo dicho, mojado hasta el calzoncillo. Y llego y ahí está la tunanta.
Abro la puerta, entra, la doy una galleta, la seco con su toalla, se tumba en el sofá y yo la tapo.

¿Qué iba a hacer? Es la Moli, uno de mis ángeles más preciados.

Una de tropiezos y zancadillas. Por si vale.

¡Hay que ver cómo son los perros!

De Moli ya he hablado, la perra libertaria y cabezota, que se va cuando le da la gana, pero vuelve, eso sí, que sabe dónde está su casa. Le mando, le digo, me mira, se gira y me ofrece sus ilustres posaderas como diciendo, por un oído me entra y por el otro me sale. Pero es fiel, y cariñosa, cuando quiere por supuesto. Es mi Moli.

Pancho es otra cosa. No es mío, que sólo lo comparto. Si estoy quieto él se tumba, muy pegado, a los pies, a las patas de la silla, o de la cama, o de lo que sea en que yo esté subido. Silencioso, sin moverse. Si me giro lo pillo, o lo achucho, él se queja, yo tropiezo y no me caigo porque estoy echo un chaval. Si me muevo o me levanto, se mete entre mis piernas, supongo para decirme sin mí tú no te vas. Y es que le gusta correr y saltar, aunque sea del ramal; que también lo hace suelto, por el campo y el pinar. Y entre mis piernas, me tropiezo que es un gusto, y le grito, y salto por encima, y al final, por suerte no me caigo. Y así una, y otra, y otras más, y muchísimas veces.
Pero eso sí que no, que Pancho no tropieza, al menos en lo que yo sé, dos veces en la misma piedra. Que yo sí, vaya si tropiezo, no dos, sino dos mil, o más, que vaya usted a saber cuantos tropezones ha habido en mi pequeña historia.

Ya desde pequeño, yo metía la gamba donde fuera que cupiera mi extremidad.
Recuerdo, por ejemplo, una vez que quise saber qué tenía dentro la plancha eléctrica de casa. La despanzurré, la volví a montar, y sobraron piezas. Mi madre, por supuesto, aquel día no planchó. Tampoco hacía falta. Pero ella era muy lista. Me vio nervioso, me llamó, o no me llamó que ya no me acuerdo, tal vez fue desde la cocina o tejiendo, que lo hacía como los ángeles de bien y de rápido y de prieto, o ¿fue tocando el piano? Es igual, lo que importa es lo que dijo: “El que tropieza y no cae, avanza dos pasos”. Yo, chaval, oí sin entender, pero me tranquilicé. No había sido mucha la avería y volvía a salir salvo del pantano. El pantano era mi padre, de menos palabras y más contundente.
El caso es que yo he sido siempre muy tropezón. Otra vez llené de morceñas la sartén sobre la lumbre de paja, que me metí a “cocinilla” con el fuelle familiar.
Corriendo no, que ya he dicho que estoy hecho un mulo, y corro como una liebre, nado como un delfín…

Los tropiezos los he dado en la vida, con la gente, con los jefes, en situaciones concretas y en otras inconcretas. Siempre he dado la nota, siempre he hablado a deshora, siempre mi voz alta ha desentonado, y siempre ha habido ocasión para meterme en charcos, o en jardines, o en laberintos muy refinados. Como cuando llegué al pueblo destinado, en pantalón acampanado color lila o rosa, que ya ni me acuerdo (pero eso sí, que no lo compré, que era prestado). Era 1975.

De algunos no he sacado sino la cabeza fría y el culo más frío aún; de otros la cabeza se fue calentando, pero los pies no había manera que reaccionaran con el calor, o sea, fríos. El culo caliente lo he tenido muchas veces, y la cabeza sonando los redobles de tambor o campanazos otras más. Y así, barajando variaciones, todo un rosario de situaciones.
Los he tenido señalados, vamos de esos que no se olvidan, que me han dejado hondas marcas, no en el cuerpo, sí en el alma.

A estas alturas del recuerdo, tropezones y zancadillas es lo mismo. Que lo primero lo hago yo y lo segundo me lo hacen, pero quien sufre las consecuencias al fin y al cabo es un servidor.

Anoche me tropezaron. Sí, ya sé que es incorrecta la expresión, pero fue real y cierta. Si hubiera sido yo solo, diría tropecé. Si hubiera sida ajena la voluntad y la acción, tendría que emplear: me pusieron la zancadilla. Pero no, que al parecer la intención fue de dos, vete tú a saber porqué, vaya también con el paraqué; así que yo tropecé, la otra parte me zancadilleó, en resumen: me tropezó.

No sé decir más, tal vez no haga falta. Bueno sí, recordar, sólo recordar, sin imponer, sin proponer siquiera; bueno, a lo mejor como susurrando: Saulo de Tarso, San Pablo para más claro, el campeón de la fe, tan honrado, tan vituperado, cuenta cómo empezó para él todo a ser nuevo cuando alguien se puso junto a él, que no dice si por detrás o delante, por un lado o por otro, ni siquiera si fue desde arriba; el caso es que él se cayó del caballo, o le descabalgaron, o el caballo se cayó y le arrastró, o pesaba tanto que el caballo se arringó, o, en fin, ya le rondaba por la cabeza desde hacía tiempo que lo que hacía no estaba bien. También, también pudo ser que la compañía que llevaba estaba tan harta de sus manías que todos juntos lo tumbaron. También pudo ser así, ¿verdad?

Y anoche a mí, patoso entre los patosos, me “zurraron de lo lindo” cuando me di en la espinilla o me dieron, que todavía no lo tengo claro.
Si tienes paciencia y un rato disponible copia y pega donde debas, y lee que la letra puede aumentar a tu gusto y necesidad: http://www.atrio.org/?p=696
Para, para, ni copies ni pegues:

¡Que ya sé hacerlo y lo pongo como debe ser:
pincha
aquí, que sale directamente!

(No tengo permiso expreso para ofrecer esta cita, pero supongo que como está en la pública red, no habrá ningún inconveniente. De todas formas y en cualquier caso, yo acepto mi responsabilidad y asumiré todos los gastos, si tengo suficiente).

P.D.

Perdonad lo de arriba, es que una gentil dama me ha enseñado a poner el link (se dice así ¿no?) debidamente. Lo he cambiado, he mirado, me he girado, fuime, y aquí no ha pasado nada.

¡Joder, qué mañana!

Pues nada, que he ido ante notario.
No ha sido la primera vez, que ya me he situado ante autoridad tan acreditada otras veces, no tantas, pero sí algunas. A ver: por ejemplo he sido testigo en testamentos, 4 ó 5; he hecho el mío propio, que ya me cumple; en algún poder por no sé qué, también he figurado; en la muerte de mis padres, en la escritura testamentaria. Y hoy.
He ido a firmar la escritura de propiedad de una plaza de garaje que he adquirido. Soy propietario, por adquisición de bien inmueble urbano.

Y me cuento la historia, para contársela a alguien, por si el paso del tiempo me borra la memoria y no recuerdo.

Mis papás compraron una casa, allá por los primeros sesenta, claro, con carbonera. El coche, un 600, tenía la calle, que era amplia.
Pasó el tiempo y la calle se fue estrechando, y el 600 pasó a ser un simca 1000. Pero en la calle dormía.
Me fui de casa, a un par de pueblos de mi Castilla, mi papá me pasó el simca 1000, que me hacía más falta a mí que a él. Y cuando yo volvía de los pueblos, era difícil encontrar dónde dejarlo. Pero siempre lo encontraba.

Pasó más tiempo (¿día 4º?) y al simca 1000 sucedió un R-6. Me lo pagó papá, que el otro ya no daba más de sí y yo no tenía ni pa pipas.
Papá, dónde aparco, haría falta a esta casa un lugar para el coche.
¡No hacéis más que gastar dinero! ¿De dónde pensáis que lo saco? El campo no da más de sí. Busca donde ponerlo o vienes en el coche de línea.

Pasó más tiempo (día penúltimo). Mis papás estaban en su final. El ayuntamiento sacó en Zorrilla aparcamiento para residentes. Teníamos derecho a solicitar plaza. Yo me enteré, pero a mi padre no podía proponérselo y yo ni era vecino ni residente ni tuve cabeza ni humor para pensar en ello. Y se pasó la oportunidad.

Murieron mis padres, me quedé con su casa, voy a regar las plantas y dar cuerda al reloj, a coger o dejar alguna cosa, vamos cosa de entrar y salir. Pero el jodido coche no lo uso porque dónde dejar este trasto del carajo. Así que voy en bici, como siempre, y aparco ahora en la calle, no como antes que siempre siempre estaba en el descansillo de los buzones de las cartas y el ascensor.

Un día metieron una nota anunciando la venta de una plaza de garaje en el edificio presidente, vamos, a 10 metros de mi casa. Fui, vi, pregunté y compré.

Y esta mañana firmamos los papeles. En la plaza donde ahora y siempre sigue “el electrico”. Sí hombre sí, aquel guardia urbano que dirígía el poco trafico de aquel cruce en los 50/60 como si estuviera dirigido por una mano oculta, como a golpes, muy tieso, muy simpático.

Por la parte contratante de la primera parte (o sea vendedor) alguien, Alberto. Pasa un rato y aparece en los papeles Alberto XXXXXXXX (este es el apellido). Y levanto la cabeza y él se da cuenta y me dice ¡qué le pasa!. Y yo le digo, nada…, oye, ¿tú eres hijo de XXXXXXXX? Sí. Y tu padre ¿era arquitecto?. Sí. Pues mira, la primera casa donde viví la hizo tu padre, justo enfrente de los grises, en la plaza Tenerías. Yo fui un niño de la calle (con perdón) porque no salía de ella, allí jugué a todo, a piratas, indios y vaqueros, burro churro no se qué, me pegué, nos pegamos, incluso, pero a pocos, pegué; aprendí a andar en patines y salí indemne, porque había coches, pero eran 4.4 que no corrían tanto; fui feliz en aquel sitio. Y encima estaba al lado el río (Pisuerga, por supuesto) y me mojé, exploramos las cloacas, rompimos ramas y más.
Y además tu padre era amigo de José Velicia. Pues sí, que venía muchas veces a comer a nuestra casa, dice Alberto.
Y comentamos y ensalzamos la humana e impresionante persona de Pepe Velicia.
Pues Velicia, que iba por la Cañada, me llamó para que yo hiciera lo que él, que sus obligaciones no le dejaban ir tanto como él quisiera. De esto hace 30 años, y ahora estoy yo, y Velicia ya no es ni recuerdo.
Pero hemos conseguido que en esta zona de la ciudad haya algo que le cite. El Alcalde consintió que una calle lleve su nombre. En el Peral, no en la Cañada. Pero vale.

Y terminamos la conversación, y terminamos los papeleos, y el notario estuvo muy amable, incluso me indicó que tenía que poner mi profesión, pero ¿qué ponía? Y yo le dije que lo normal: cura. Y el corrigió con maestría: Sacerdote. Y me dijo, si fuera ud. funcionario de prisiones no lo pondría, o policía o más cosas, por si acaso.

Y salimos y nos despedimos. Y cogí la bici y me dije: voy a ver si estas llaves que me ha dado Alberto XXXXXXXX al cambio del dinero, sirven y funcionan; funcionaron, por supuesto. Pero a lo que voy. Iba yo en bici por Zorrilla y empezaron a llegarme los recuerdos: mi padre que no quería plaza de garaje, mi madre que me daba la razón, yo que ahora soy propietario “adquiriente”, Velicia que se fue y era un gran tipo, y la Cañada en sus comienzos y yo de pequeño jugando en Tenerías con la tropa… Y vaya, vaya, vaya… Empecé a llorar en medio de la circulación, y no he dejado de hacerlo hasta que llegué al Corte Inglés, a comprar congrio cerrado, que aquí lo tienen muy bueno.

Y esta es la historia de esta mañana. Que a las puertas de mi tercera edad he firmado ante notario, que tengo una plaza de garaje que no quiso mi papá y sí mi mamá, que fui “niño de la calle” y que Velicia ahora soy yo, sólo que distinto y peor. Ah, y que he llorado como un gilipollas entre coches y a media mañana. Anda que si me para un guardia y me ve la cara, ¡qué apuro!

Lo pongo porque me da la gana

Cambalache, de Gardel

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un bandoneon.

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril,
el que no llora no mama y el que no roba es un gil.
¡Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno te vamo a encontrar!
¡No pienses más, tirate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.

Ya sé que no es nuevo, que está al alcance de cualquier en la red, que tiene un cierto tono burlón…, pero tiene miga, y lo quiero tener aquí. Así que porque puedo y quiero, lo tengo en mi casa para cuando me dé la gana recordar.

Por cierto, si quieres escucharlo del mismo Carlos, copia y pega donde debas: http://www.youtube.com/watch?v=b1KukR-M_qU
(Es que aún no sé cómo ponerlo para pinchar directamente, pero sigo aprendiendo y llegará el momento en que lo consiga)


Como ya he aprendido, hoy, 25 de noviembre, día contra la violencia de género, o sea machista, lo pongo. Escuchad Cambalache:

Más fuerte que mi pudor, más grande que mi intimidad

Internet es un medio público. Internet es neutro. Internet ni manda ni prohíbe. Es un lugar donde todo es recibido. Es también un medio sobre el que convergen millones de ojos. Curiosidad. ¿Sólo curiosidad? También hay sed de información, afán de aprender, necesidad de encontrar respuestas; y sus recíprocas: informar, enseñar, responder…
De todo ello y de mucho más he usado y disfrutado desde que, hace apenas unos meses, navego por este mar inmenso de posibilidades.
Esta noche quiero volver a tentar a la suerte, volver a tirar otra botella al agua para que llegue al puerto que sea o simplemente se llene de líquido y se hunda hasta el fondo.

Anoche terminé de leer un libro que me ha ayudado sobremanera. Su autora, Dolores Aleixandre; título, Las puertas de la tarde; subtítulo: Envejecer con esplendor. Editado por Sal Terrae. No. No es publicidad. Tampoco tengo permiso para usarlo en público, pero no creo que lo que ahora escriba vaya a causar infracción de la ley de propiedad intelectual, como reza en una de las primeras páginas. En todo caso, asumiré mi responsabilidad. Necesito decir algo y lo voy a hacer.

Me lo han regalado. Al cumplir 60 años una amiga entrañable juzgó que yo entraba en la etapa que solemos etiquetar como Tercera Edad. Me vendría bien, me dijo, que empezara a pensar en ello. Y me lo dio.
Empecé a leerlo por el único motivo de que su autora me deleita y me maravilla con su manera de interpretar la Sagrada Escritura, por su dominio para relacionar lo que nunca yo relacionaría, por la profundidad a la que llega en el estudio de personajes y situaciones; en suma, porque me hacía gustosos textos a simple vista áridos para mí.
Y empecé poco a poco, como con desgana (yo ¿tercera edad? Pero ¡si corro como una liebre y nado como un delfín!); cinco páginas una noche, otras cinco o seis la siguiente… En fin, todo el verano para llegar a la página 174.
Anoche fue distinto. Empecé el capítulo 17, Ensayo general. Dolores fue introduciéndome en eso que ahora está tan desfasado y hasta ocultado: cómo prepararse para morir. Y ahí me cogió del todo y de repente. Y lo acabé. Y pasé al siguiente, el 18, Las manos del trapecista, y me derrumbé (lloré con calma y suavemente, me llené de paz y me perdoné). Terminé el capítulo, apagué la luz y me dormí plácidamente. La noche vino a mí con toda su luminosidad.

El libro me había ayudado a entender la muerte de mamá. Ojalá me ayude a preparar la mía.

Hace tres años y medio, exactamente el 7 de mayo de 2005, mi madre se moría. Había perdido la vista al deteriorarse la mácula. Estaba prácticamente sorda. El cáncer había destruido su lengua. Creo que sólo nos reconocía a papá y a sus hijos por el olor y por el tacto. Habíamos decidido ella y nosotros que nada de cortar, ni rajar ni especular con su cuerpo; lo que había es lo que había, y a esperar en casa, por supuesto.
Aquella tarde, sobre las 4 más o menos, con una voz que no era voz me dijo ¡ayúdame, me muero! Apenas la oí, pero entendí. Agarré más fuerte su mano, pegué mi boca a su oreja menos mala y dije: ¡Mamá, confía en Dios, déjate llevar! Lo repetí muchas veces. Papá asistía en silencio, me dejaba hacer. Mi hermano estaba en otra parte de la casa. En ningún momento se me ocurrió ofrecerla una plegaria, un salmo, leer algún pasaje bíblico, recitar jaculatorias de las que ella sabía… Simplemente ¡Mamá, confía en Dios, déjate llevar! Como si fuera un mantra. Eso fue lo que hice.
Era sábado. Llegaba la hora de la misa en la parroquia y como ella ya no hablaba ni se movía, sólo respiraba, avisé a mi hermano de que tenía que irme. Después de la misa, cuando volvía en bici para casa, mi hermano me llamó para decirme: no corras demasiado, acaba de morir. Ha dicho algo, pregunté. Desde que te fuiste no se ha movido, respondió; solamente una expiración profunda y ya.

Murió papá a los pocos días, exactamente el 10 de junio. Se durmió.

Sus muertes han sido como sus vidas: discretas, aleccionadoras, fortificantes, mejor revitalizantes. Sus presencias las siento muy vivas aún.

Sin embargo, yo tenía una pena metida en alguna parte del alma. Sentía que la súplica de mi madre pidiéndome ayuda estaba ahí, como insatisfecha, como cuando de pequeño me reñía: ¡qué te he dicho (ella quería decir enseñado)! ¡sabes más de lo que expresas! ¡sé capaz de sacar más de ti!
No era un rum-rum permanente; sólo de vez en cuando; tampoco había motivo para notarlo, simplemente lo sentía.
Anoche, leyendo a Dolores Aleixandre en el párrafo que empieza diciendo: «Saber caer, soltar…» caí en la cuenta, sentí la aprobación de mamá y yo me convencí de mi acierto. Lo había hecho bien. No tenía que sentir ni culpa ni pena. Hice lo que ella quería y todo lo que yo sabía y podía hacer. Y al sentir la mirada cariñosa de mamá, corrieron mis lágrimas hasta la sábana y me concedí el perdón.

Y porque quiero que esto ayude a quien lo necesite lo voy a transcribir a continuación. Es sólo una parte del capítulo 18, págs. 185 a 187. Dolores cita en este texto a R. M Rilke, Cartas a un joven poeta, Siglo XX, Buenos Aires, 1959, 54 y a Henry Nouwen, Escritos esenciales, Sal Terrae, Santander 1999, 146-147.

»Cuando algo se me cae desde la ventana,
aunque sea lo más menudo,
¡cómo se precipita la ley de gravedad,
fuerte cual el viento del mar,
sobre cada brizna; sobre cada baya,
y las conduce al corazón del mundo!
Cada cosa está vigilada por un hada pronta a volar:
Así cada piedra, y cada flor,
y cada niño por la noche.

»Solamente a nosotros, henchidos de soberbia,
nos urge abandonar estas correspondencias
para ir al vano espacio de alguna libertad,
en lugar de entregarnos a las fuerzas prudentes
y de elevarnos como un árbol.
En vez de acomodarnos, dóciles y tranquilos,
a las rutas amplísimas,
nos enlazamos de muchas maneras,
y el que se aparta de los círculos
queda indeciblemente solo.
Debe aprender entonces de las cosas,
a empezar nuevamente como un niño.
Pues ellas, que pendían del corazón de Dios,
de él nunca se alejarán.
El que osó superar
en el vuelo a los pájaros,
otra vez una cosa debe saber: ¡caer!
Pacientemente descansar
en la gravedad».

»Saber caer, soltar… Difícil aprendizaje para nosotros, que nacemos con un fuerte instinto prensor y a lo largo de nuestra vida solemos ejercitarlo en sus mil modalidades de agarrar, apoderarnos, retener, sujetar, asir, prender, hacer presa, aferrar, controlar… Nada nos es tan ajeno como ese «pacientemente descansar en la gravedad» y «pender del corazón de Dios». Como en aquella historia del alpinista que, en medio de la noche, se deslizó por un helero agarrado a su cuerda, quedando suspendido en el vacío. Cuando le pidió a Dios que acudiera en su auxilio, escuchó su voz que le decía: «¡Suelta la cuerda!» No se atrevió a hacerlo hasta que, al amanecer, ya casi congelado, se dio cuenta de que sólo la distancia de medio metro le separaba del suelo. Pero preferimos «morir congelados» antes de hacer ese gesto sencillo de abrir las manos y soltar.
»Quizá fue eso lo que más debió de deslumbrar a Pablo de Jesús: aquello de que, «siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios…». El término que emplea podría traducirse como «aferrar una presa o un botín», algo que nuestras manos posesivas conocen bien, mientras que Él parecía ignorar en qué consiste ese gesto, porque en Él todo era apertura, abandono, descentramiento, capacidad de entrega y de acogida. Y es ése el gran aprendizaje que tenemos que ir haciendo a lo largo de nuestra vida, algo que el Salmo 46 llama «rendirse»: «Rendíos y reconoced que yo soy Dios» (46, 11); y el verbo empleado significa también abandonar, soltar, ceder, cejar, permitir, consentir…
Lo refleja bien esta anécdota que cuenta Henry Nouwen: «Los Flying Rodleigh son unos trapecistas que actúan en el circo alemán Simoneit-Barum. Cuando el circo llegó a Friburgo hace dos años, mis amigos Franz y Reny nos invitaron a mi padre y a mí a ver el espectáculo. Nunca olvidaré cuán extasiado quedé cuando vi por primera vez a los Rodleigh moverse en el aire, volando y agarrándose como elegantes bailarines. Al día siguiente, regresé al circo para verlos de nuevo y me presenté a ellos como uno de sus grandes admiradores. Me invitaron a asistir a sus sesiones de práctica, me dieron billetes de entrada gratis, me invitaron a cenar y me sugirieron que viajara con ellos durante una semana en un futuro próximo. Lo hice, y nos convertimos en buenos amigos. Un día, estaba yo sentado con Rodleigh, el jefe del grupo, en su caravana, hablando sobre los saltos de los trapecistas. Y me dijo : “Como saltador, tengo que confiar por completo en mi portor. El público podría pensar que yo soy la gran estrella del trapecio, pero la verdadera estrella es Joe, mi portor. Tiene que estar allí para mí con una precisión instantánea, y agarrarme en el aire cuando voy a su encuentro después de saltar”. “¿Cuál es la clave?”, le pregunté. “El secreto –me dijo Rodleigh- es que el saltador no hace nada, y el portor lo hace todo. Cuando salto al encuentro de Joe, no tengo más que extender mis brazos y mis manos y esperar que él me agarre y me lleve con seguridad al trampolín”. “¿Qué tú no haces nada?”, pregunté sorprendido. “Nada –repitió Rodleigh-. Lo peor que puede hacer el saltador es tratar de agarrar al portor. Yo no debo agarrar a Joe. Es él quien tiene que agarrarme a mí. Si yo aprieto las muñecas de Joe, podría partírselas, o él podría partirme las mías, y eso tendría consecuencias fatales para los dos. El saltador tiene que volar, y el portor agarrar; y el saltador debe confiar, con los brazos extendidos, en que su portor esté allí en el momento preciso”.
»Cuando Joe dijo esto con tanta convicción, en mi mente brillaron las palabras de Jesús: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu”. Morir es confiar en el portor. Cuidar de los moribundos es decir: “No temáis. Recordad que sois los hijos amados de Dios. Dios se hará presente cuando deis el salto. No tratéis de agarrarlo; él os agarrará a vosotros. Lo único que debéis hacer es extender vuestros brazos y vuestras manos y confiar, confiar, confiar».

No pudo ser

La hora hizo imposible mi presencia en mi pueblo, Castromocho, para participar en la novena a la Reina de los Ángeles en su 350º aniversario. La persona que me había "contactado" lo lamentó diciendo: "para otra vez estaremos más organizados y haremos las cosas con más antelación". Bueno, no sé si fueron éstas sus palabras, pero más o menos sí.
No creo que me pillen dentro de 350 años, ¡dónde estarán mis huesos!
De todas formas yo no soy ni mucho ni poco de novenas y, la verdad, tampoco de celebraciones. El tiempo pasa, y pasa. Aniversarios, homenajes, etc. para quienes los busquen y quieran.
A mí me había hecho ilusión volver a entrar en la iglesia de los Ángeles, de mi pueblo, en la que me bautizaron, la que recorría a gatas cuando me llevaban mis padres, la que veía durante todo el día porque está justo enfrente de lo que fue mi casa, donde aprendí a contestar a D. Dionisio en latín al ayudarle en Misa, donde me bebí un día de verano (eso dicen, que yo lo negué siempre) el vino de consumir, donde recibía diariamente 5 céntimos y los domingos 10 por ser monaguillo, donde… En fin, quisiera presidir o concelebrar una Eucaristía, que para eso soy cura del pueblo y aún no me he estrenado en él.

Para otra vez será, pues eso.

En otro orden de cosas, me he metido en un foro "internetiano" sobre "lo sagrado y lo profano" que me tiene un poco "revuelto". Hablar, es un decir, con quien ni sabes qué cara tiene, ni dónde vive y cómo lo hace, si estudia o trabaja, en fin, con alguien del que no sabes siquiera si habla de verdad o te "la está metiendo doblada" no va mucho conmigo. Los temas me interesan, es verdad, pero con enterarme de lo que hay tal vez sea suficiente. Me digo: "miguelangel, tú escucha (lee) y calla". Y eso voy a hacer.

Y otra cosa. Mañana me voy a Granada a visitar La Alhambra. Es un regalo en mi 60 año de vida. La visité desde el colegio, al terminar 6º de bachillerato, y no he vuelto. Me lo merezco. Además debo hacerlo por dignidad, por cultura, por civismo, por universalidad, por…

Para terminar, apunto esta dirección para que conste que también merece la pena: http://blog.chento.org/

En la boda de Pepe y Minerva

Lecturas Bíblicas: Cantar de los Cantares 2, 8-10.14
1ª de San Pablo a los Corintios 12, 31-13, 8a
Evangelio de San Juan 15, 9-12

Saludo

Como amiga de la familia de Pepe, quiero daros la bienvenida y el saludo inicial a esta fiesta. Porque se trata de una fiesta: Pepe y Minerva se quieren casar.
Conozco a Maruchi y su familia desde hace más de treinta años. Pero he de confesaros que a Pepe lo he descubierto en estos últimos días, durante la preparación de este sacramento.
Él y Minerva forman una pareja encantadora, que saben quiénes son y lo que quieren. Ahora solicitan la presencia de Dios y de su Iglesia para celebrar su matrimonio. ¡Cómo no hemos de felicitarnos por ello!
He de deciros que han preparado este momento con mucho interés;
- que han querido celebrarlo en su parroquia, en el templo que su padre, Chema, y Emilio diseñaron y cuya construcción dirigieron;
- que tienen el propósito de vivir su amor renovándolo día a día;
- que son conscientes de que nada realmente importante es fácil en la vida y que están dispuestos a poner en ello todo su empeño.
Dejemos que actúe la gracia de Dios en ellos y que también nosotros seamos tocados por ella para renovar nuestra vocación cristiana.
Celebremos esta ceremonia como ellos lo han preparado, con ilusión, con dedicación y delicadeza. Celebremos con intensidad cada canto, cada lectura, cada gesto. Participemos de ella de manera intensa, ellos lo quieren así.

Homilía

Estamos deseando escucharos, así que voy a ser muy breve. Por otra parte sois vosotros quienes realizáis el sacramento, de modo que los demás tenemos poco que decir; únicamente ser testigos de vuestro amor y acoger el misterio de Dios en vosotros, que eso es el sacramento.
Y esto último es lo que quiero resaltar antes de dejaros hacer. Las tres lecturas que han centrado esta celebración tienen un mismo tema: Dios nos ama, nos ama sin medida ni condiciones, y todo amor humano no tiene otro origen ni fuente que el amor de Dios.
Al escogerlas, estáis reconociendo que habéis conocido el amor que Dios os tiene. Igualmente aceptáis que el amor que hay entre vosotros es obra de Dios. Y - ahora viene la consecuencia- os estáis comprometiendo a que vuestro amor transparente el amor mismo de Dios. Dicho en otras palabras: que sea el escaparate donde todos veamos en clave humana, es decir, sensible y material, el amor inmenso, espiritual, incondicional e irrepetible de Dios.
El amor de Dios no pasa nunca. Tampoco tiene límites. Se renueva siempre pero permanece el mismo a lo largo del tiempo.
Habéis solicitado la presencia de Dios, y Él está aquí. Está primero en vosotros mismos, sustentándoos y jurándoos continuidad y permanencia. Y está en todos nosotros, la Iglesia de Jesús, que es también sacramento: el sacramento que expresa el amor de Dios a todos los seres humanos. Esta Iglesia también os promete acompañaros y ayudaros siempre.
¡Qué más queréis! No perdáis tiempo y abrid vuestra puerta al misterio de Dios que está deseando llenaros de gracia y hermosura. Pero, eso sí, ante ese misterio sed respetuosos y consecuentes.
No se me ocurre ahora otro ejemplo más claro que el de María de Nazaret, la madre de Jesús: como ella, ante el misterio que se os acerca decid "somos esclavos del Señor, hágase en nosotros según tu palabra", pero a continuación entonad vuestro propio Magnificat, alegraos en Dios vuestro salvador que ha hecho en vosotros maravillas.
Y, finalmente, como María con los Apóstoles, manteneos en y con la Iglesia, orando y celebrando al Señor.

Oración de Acción de Gracias

Dios, amigo nuestro, así te decimos:
Gracias por darnos entusiasmo para buscar la verdad donde se encuentre.
Gracias por la resignación para aceptar nuestras propias limitaciones.
Gracias por el coraje para luchar cuando todo nos salga mal.
Gracias por la lucidez para admitir la verdad, sin que nadie nos la imponga.
Gracias por la fuerza para preferir lo difícil a lo fácil.
Gracias por el valor para rechazar lo vulgar y lo rastrero.
Gracias por la valentía para luchar contra nuestra apatía y desgana.
Gracias, Señor, porque podemos ser fuertes.
Gracias, porque podemos ser sinceros.
Gracias, porque somos alegres.
Gracias por la vida que nos das.
Gracias, Señor, porque nos quieres libres.
Gracias, porque nos das responsabilidades.
Gracias, porque somos capaces de tener amigos.
Gracias, Señor, por el amor que has sembrado en Pepe y Minerva.
Gracias por Jesús, en cuyo nombre han recibido la fe.
Gracias por el Espíritu que sobre ellos has derramado.
Gracias, Señor, porque has llamado a Minerva y a Pepe a un proyecto común de vida en plenitud.
Gracias por la capacidad de ternura y entrega que has puesto en el corazón humano.
Gracias, porque has inventado al ser humano para que viva en compañía.
Gracias, Señor, porque así podemos hacer un mundo de hombres hermanos.

Vaya racha

Hoy hemos enterrado a Angelita. Durante el funeral montaban, en la parte de atrás, la caseta para la fiestas. La muerte y la vida se entremezclan de una manera tragicómica. El muerto al hoyo y el vivo al boyo.

No. No es así, no somos así. Simplemente es la vida que no para. Unos nacen, otros mueren, y los vivos viven. Y no se puede parar. No se debe parar. Es verdad lo que la vida es como un río, continuamente discurriendo, sin parar y rebasando cualquier obstáculo, o sorteándolo, quién sabe, porque el agua busca por donde discurrir y avanzar…

La familia estaba entera. Claro, ya se sabía, se esperaba. Lo que me llamó la atención fueron las tres nietas mayores, jóvenes aún, que estaban desconsoladas. No las conocía, nunca la había visto. ¿Quién sabe?

En todo caso hoy ha sido un día duro de calor. Hemos tenido algo bajo el ánimo. Tal vez mañana consigamos remontar un poco el vuelo. Mañana siempre será otro día.

No sé cómo titular esto…; de cualquier manera. Ahora sí: Un momento de paz

Anoche pasamos un buen rato los catequistas; y sin salir del barrio. Bueno exactamente no barrio, porque esto es un puzzle que se va de las manos. Nos fuimos al bar de los campesinos, en la Cañada de arriba. Conchi nos trató bien y nosotros a ella también le hicimos un favor, porque un grupo así deja pasta.
Total, que cenamos y nos deseamos feliz verano. Ahora empieza ya la diáspora de las vacaciones. Unos para un lado, otro en casa pero con un ritmo distinto, a otros les llegan familiares que les modifican la vida…, total que en el verano nos vemos menos.
Jose se despidió de la catequesis. Dice ella que se jubila, porque tiene derecho a ello. Y tiene razón, pero menos; en esta tarea ¿cuándo se puede y debe jubilar uno? El caso es que no hay relevo previsible. Jóvenes no se acercan, y padres están en su mundo… En fin, después de verano veremos.

Ahora vamos a despedir a Nati. Rezar con los que sufren y lloran es piadoso. Ojalá consigamos animarles.

Retomo el teclado para continuar después del funeral de Nati. Ha sido como lo titulo: un momento de paz, de oración, de añoranza, de esperanza, de acción de gracias, de sosiego… Morir no es nada terrible. Lo que es horrible muchas veces, a lo mejor más de la cuenta, vivir y sobre todo vivir una vida plana, sin alicientes, sin ilusión y sin vida. Nati ha vivido y con ella hemos compartido muchas cosas.

Esas cosas siguen en la memoria y nos animan a mirar con esperanza lo que está por venir y lo que está en nuestras manos hacer.

Nati, estás con nosotros. Siempre estarás con nosotros.

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